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Las mujeres y las cajas

El olor férrico se acrecentó en aquella sala cuya única iluminación eran los tenues haces de luz que se infiltraban por las rendijas de la puerta del almacén.

El cuerpo sin vida del facineroso continuaba expulsando sangre a un ritmo desagradable, no pasaron muchos segundos para que se formara un charco en el suelo, ante el peligro inminente que significaba mancharse y lo asqueroso que eso le resultaba, Kevmel se levantó del suelo, ahora solo sus botas y las de su compañero debían de sufrir la inmundicia que la sangre de aquel bandido repugnante les suponía.

Atónita la mujer secuestrada observó cada acción con sumo interés, desde la llegada de el misterioso par de dos hasta el asesinato de uno de sus cautores, realmente había sufrido allí, había pensado en como su vida iba a ser desperdiciada y en cómo esos desgraciados se iban a aprovechar de su desgracia, per aún así, no podía explicarse el porqué, ver diréctamente la muerte de alguien, la muerte de un humano como ella, le daba pena y eso a ella le daba asco, la avergonzaba profundamente.

No dijo nada, estaba en medio de un conflicto interno y, aunque hubiera tenido ganas, no habría dicho mucha cosa, más que algún quejido o sollozo acompañado del típico pero natural ´´Gracias´´ Y es que.... ¿Qué más podía decir? Por todos los dioses, estaba secuestrada, no era un mal día, nada que ver.

El ángel balanceó ligéramente su lanza y después hizo un swing limpio hacia el aire, apuntando el filo contra la esquina superior derecha del final de la sala, con este movimiento libró a la hoja de su lanza de aquel líquido rojizo.

Kevmel chasqueó la lengua, Tyler le había hecho caso, no es que tuviera otra opción realmente, pero podría haberse dado un poco más de prisa, el ruido ocasionado por el golpe seco de él cayendo al suelo por completo, el bandido apoyándose y sus voces podrían haber sido suficiente para alertar a alguien, debería de haber entrado cuando escuchó el primer golpe, aquel malechor no se giró en ningún momento, pero bueno, lo hecho hecho estaba.

—¿Posees magia curativa?—Preguntó el ángel.

—¿Es una broma?—Inquirió el nigromante.

—Me lo imaginaba, pero no pasaba nada por preguntar, realmente-

—Espera—Interrumpió.

—¿Hm?

—Yo todavía no tengo hechizos curativos, pero puedo revisar el libro, si eso no hiere tu sensibilidad claro está—Dijo con desaire.

—Muy bien entonces, prueba, aún así, cuando haya tiempo y un lugar más apropiado, te explicaré como va la religión, porque me puedo dar cuenta de que el lugar de donde vienes debe de tener unos dioses.... En aprendizaje—Explicó.

—Todo por no decir incompetentes o imbéciles ¿Eh?—Respondió con un poco de ansia.

—Eso lo has dicho tú, ahora cumple con tu palabra y revisa el libro.

Kevmel hizo un gesto vago con la mano derecha en signo de respuesta y comenzó a revisar el libro página por página, por lo que había podido ver el libro estaba estructurado por secciones, muchos libros de magia iban de menor a mayor nivel, lo qui significaba que en las primeras páginas encontrarías los hechizos de menor nivel y con aprendizaje más sencillo y a medida que avanzaras podrías observar los más poderosos, pero este libro en particular tenía diferentes secciones y dentro de las secciones el típico escalado de menor a mayor, aunque también se tenían en cuenta como hechizos mayores aquellos que necesitaran muchos componentes materiales.

El apasionado nigromante le encontraba mucha utilidad a ese sistema, y verdaderamente le gustaba ese tipo de orden, aún así todavía no había descubierto todas las secciones del libro, oh la dulce ironía ¿Por qué no las había visto? Cuando te dan algo que quieres investigar lo primero que harías sería dar un repaso general de lo que tienes en tus manos para después comenzar, pero este no era el caso.

El hechicero de la muerte había quedado tan prendado con las magias variadas y ocultas de aquel libro junto con el aire de misterio arcano que lo rodeaba que no se había permitido avanzar más allá del orden que estipulaban las páginas, debía de leer página por página, sección por sección, si te dan aquello que más anelas no estás en la posición de darle repasos rápidos sino que más bien te ves en la obligación moral de verlo por completo y en el orden que más plazca.

El mago devoraba cada página con la mirada y el ángel cornudo se decidió a no observar aquel acto que a su parecer era grotesco, ver a un mago estudiando la magia de forma apasionada no es muy diferente a ver un torturador que disfruta de su trabajo, sus miradas son desde luego y sin duda alguna extremadamente parecidas.

De un momento para otro el ángel encontró su persona inclinándose frente a la mujer, en un espacio al que no había llegado la sangre todavía, y comenzó a desatarla, una vez hubo acabado con su tarea la ahora menos secuestrada comenzó a sobarse las muñecas de forma instintiva, Tyler pudo entender eso, el nudo estaba bien hecho y con fuerza.

—¿Q-qu-q—Su voz vaciló por unos instantes—¿Quienes sois?—Terminó por decir de forma casi milagrosa.

—Eso.... No es algo que podamos revelar—Sonrió de forma calida—Pero puedes estar tranquila, porque hemos venido a ayudar, puedes tener como prueba a ese bastardo de ahí.

—Ah....—Suspiró, la inseguridad se le pasó de poco a poco hasta que desapareció—No....

—¿No? Ya te he dicho que no somos-

—¿No vais a ayudar a las demás?—cortó de forma seca pero esperanzada.

Tyler se calló, sonrió de forma agradable, cerró los ojos por unos instantes, dio unas palmaditas en el hombro de la mujer y se dirigió a revisar cajas ´´Joder, que fuerza de espíritu´´ pensó a la par que acercaba cajas. Por la mente del ángel pasó darle algún tipo de herramienta a la mujer para que lo ayudara a abrir las cerraduras de las cajas, si ya se había recuperado podría ser útil, pero después pensó que esa era su misión y no podía involucrar a civiles en tareas de apertura, grande fue su sorpresa cuando encontró que la mujer había revisado el cadaver del hombre sin importar mancharse de sangre, sacado unas nabajas de sus bolsillos y puesto a intentar forzar cerraduras ´´La mujer fuerte de espíritu.... ¿Ha eso se refería el señor Goualle? Quizá solo sea mi imaginación, bien podría estar acostumbrada a estas tareas, ¿O quizá tiene muchas ganas de irse? ¿O está buscando a alguien?´´ Continuó divagando.

Al final y en menos tiempo del que se esperaba, todas los reclusos fueron siendo expulsados de su cajas, revelando entonces que efectivamente se trataba de todo mujeres, una red de trata de blancas, el proceso de rescate fue algo de lo más sencillo, y además pensado para tranquilizar, cada vez que abrían una cerradura y había una mujer, porque en algunas solo habían drogas, se le explicaba lo que había ocurrido y se la desataba, la humana que también había estado en cautiverio daba peso a las palabras del ángel que trataba de convencer a las mujeres de que no iba a hacer nada perjudicial.

Algo que también sorprendió al ángel fue el hecho de que la primera mujer rescatado era la única humana allí, en total habían 9 mujeres, de estas 9 eran: Una humana, una súcubo, dos elfas, tres seminfernales, una mitad elfo y una mitad orco. Parecía ser que abundaba lo demoniaco en el mercad, también había mucho de sangre élfica, el mero hecho de pensar en la perversión que había llevado a aquella situación y el mercado que giraba alrededor que ello hacía que Tyler se enfadara, pero no era momento para eso.

Todas estas mantenían algo de miedo y preocupación, bueno, algunas más que otras, específicamente la mitad orco estaba enfadada, no asustada y a pesar de su obvia malnutrición los músculos de sus brazos y piernas eran suficientes como para amedrentar a mucha gente, Tyler temía averigüar que a pesar de su entrenamiento la mitad orco tenía mejores músculos ´´Los ángeles son en realidad de figura esbelta´´ Se repetía ´´Obviamente es algo más racial, yo he pasado por un entrenamiento, ella es una civil´´ Se repetía.

—Te encontré—Enunció el nigromante poniendo fin a su anhelo mágico.

Tras aquellas palabras se permitió la oportunidad de inspeccionar a las recién rescatadas, todas con arapos, sucias y con algunas heridas, las miró de arriba a abajo, se tomó la libertad de escoger los mejores ángulos incluso tomó la muñeca de una de las tres seminfernales y revisó sus heridas.

—¿Y ahora qué haces inspector?—Preguntó sin muchas ganas el ángel, por lo menos sabía que no era nada morboso, aquel hombre había mirado con ojos más deseosos un puñado de tinta en un papel que el cuerpo bien formado, aunque un poco desgastado y sucio, de un puñado de hermosuras, no por nada esos malechores las habían raptado.

—Estoy revisando a ver que renta más, ya he encontrado un hechizo para curarlas, pero quizá sea mejor darlas de comer—Contestó rápidamente.

El grupo femenino se calmó un poco entonces, realmente se habían fijado en aquel hombre y la humana ya les había explicado quién era, o mejor dicho, que el aspecto tan logrado de bandido que tenía no era más que una ilusión, aún así tener a un hombre con el aspecto calcado de uno de sus cautores no les hacía la menor gracia así que Kevmel se decidió a por lo menos cambiar su rostro y explicar un poco quién era o mejor dicho, que teniendo en su poder le conocimiento mágico no se limitaría a ser un bandido, y para la suerte del prejuicio eso hacía que les diera igual lo que hiciera, si un mago te investiga quiere ver todo de ti, menos a ti, o por lo menos eso opinaban ellas, mientras que los guerreros eran más sencillos y tenían más deseos carnales, los usuarios de magia eran la viva encarnación del desinterés amoroso y eso era precisamente lo que les daba ese aire de misterio que atraía a mujeres en busca de la aventura que eso suponía y a hombres que buscaban ser los confidentes de los secretos de aquellas magas o brujas cuyos talentos y encanto los llamaban a querer forma parte de su historia.

—Ciertamente las heridas existen pero son superficiales, quizá sería mejor tratar con su hambre—Barajó entre las pasibilidades dadas por Kevmel.

—Hm.... Ven un momento—Se alejó de el grupo a la par que decía eso, quizá no quería que ellas lo escucharan.

El ángel simplemente asintió y fue con el nigromante, cuando este último consideró el espacio adecuado comenzó a hablar.

—Esta pequeña obra de caridad nos ha costado un tiempo muy valioso.

—Pero—El ángel se dio cuenta de su error—¿Cuánto nos queda?—Preguntó con algo de exasperación.

—No nos queda, el tiempo ya se acabó—Contestó secamente.

—Pero entonces....

—¿Tú te crees que yo tardo 15 minutos en buscar un hechizo?—Preguntó con bravuconería—Lo encontré a los primeros 4 minutos, pero me di cuenta de que nos quedaban apenas 2 minutos, por ello me tomé la tarea de utilizar un hechizo de mensaje más avanzado, de esa forma avisé a los demás para que nos dejaran 25 minutos más.

—Con que un mensaje mental eh.... Nada mal ¿Y qué dijeron?

—No lo sé, el mensaje solo me permite decir un número determinado de palabras, después estas llegan a la mente de mi objetivo, a pesar de que no me pueden contestar, lo saben, pero eso tiene un problema.

—¿Cuál?

—Será mejor que lo escuchen ellas también, así sabrán cuál es el dilema—Después de formular aquellas palabras Kevmel se colocó frente a las demás para que lo escucharan bien—Vamos a dejar esto claro. Ya que todavía no hemos terminado la misión y hemos abusado del tiempo que podemos gastar me vi en la obligación de mandar un mensaje a nuestros compañeros usando medios mágicos, esto consumió parte de la energía que poseo así que ahora no puede ir malgastando, es por eso que debéis de elegir entre una cura general o que cree comida y agua, podría hacer las dos, pero entonces me quedaría con tan poco poder mágico que solo podría lanzar un hechizo y me quiero reservar dos como mínimo, si de incognito por aquí logro milagrosamente recuperarme y poder lanzar un tercero sería ya una bendición, así que vosotras elegís, yo no voy a dar demás, no debo hacerlo—Sentenció al final de su explicación con seriedad.

En un inicio la situación se sintió violenta, después de pasar por tanta miseria uno de sus rescatadores les ponía pegas con respecto a la ayuda que les iba a brindar, lo que es más, les explicaba que podría dar más de lo que ofrece pero lo decía de una forma en la que tenía sentido, por tanto lo que ocurría es que se acababan de chocar contra un muro de realidad, a algunas les dolían las heridas o les molestaban mucho, pero el hambre era tema general, en poco tiempo se formaría discordia en el grupo sino votaban rápidamente.

Entre susurros y cuchicheos se llegó a la siguiente conclusión, a pesar de que faltaban votos, las elfas, la semielfa y una seminfernal votaban por curación, en cambio la mitad orco y la humana votaban por alimento, las demás todavía no se habían decidido.

Kevmel no deseaba gastar mucho más tiempo allí, ya había aumentado en gran medida el que habían acordado con sus compañeros y estar un cuarto de hora allí sin hacer nada no parecía un buen plan, tampoco lo era dejar solo a Tyler.

—Debéis de decidiros ya—Anunció.

El grupo intercambió miradas y finalmente Kevmel fue acosado por la mirada de las seminfernales que faltaban por votar y la súcubo, no sabía porqué, pero se fijaban especialmente en él, tras unos pocos segundos de reflexión recordó su maldición, esa que tanto parecía gustar y atraer a las criaturas diabólicas, ese era el momento de utilizarlo a su favor, él mismo veía de mejor utilidad la comida y el agua, aunque preguntó por cortesía, aprovechando que la mitad orco también quería lo mismo y era la que podía armar más escándalo, Kevmel convenció a las demás de votar por comida comentando los pros y los contras, estas aceptaron sin rechistar, finalmente la comida fue creada y todas, incluidas las que habían votado por sanación, se abalanzaron cual bestia salvaje a su presa, aquellas que si habían votado por el alimento las miraron con condescendencia y esbozaron algún que otro suspiro.

Tyler decidió aprovechar aquella situación de calma, que curiosamente era la misma en la que las mujeres tenían la boca llena y no podían preguntar muchas cosas, para decir lo que iban a hacer ahora y después.

—Disponemos de tiempo limitado, ahora mi compañero y yo debemos de partir hacia otras salas para investigar y finalmente preparar una emboscada a la puerta principal aprovechando que podemos cubrir varios flancos con los compañeros que tenemos fuera, los bandidos de aquí todavía no saben que esto ha ocurrido, y no parece que ese de ahí vaya a decirles nada—Miró fugazmente el cadáver cuya temperatura disminuía a paso acelerado—Así que os pediría que aguardárais aquí por nuestra vuelta o justo en el momento que escuchéis gritos, señal de la emboscada, aprovechéis para huir, en cualquiera de los casos, os pediría discreción hasta que haya oportunidad de huir, después nos encargaremos de escoltaros hasta el ayuntamiento y de investigar vuestros casos como es debido.

Tyler había dicho en pocos segundos y con una dicción que cualquier bardo podría envidiar unas pocas propuestas efectivas al grupo, todo teniendo en cuento el tiempo del que disponía, sino lo habría dicho más lento, lástima que las únicas dos mujeres que lo habían escuchado eran la humana y la semielfa, las demás parecían ocupados, un trozo de carne por aquí, un pescado por allá, una pata de pollo muy bonita, una lechuga que cruge que da gusto....

En resumen, un sentimiento inexplicable y sobrecogedor estaba invadiendo a Tyler, esta información debían de conocerla, pero no le habían hecho, dicho pronto y mal, ni puto caso, y la verdad, repetir todo no le parecía algo que debiera de hacer, ya fuera porque tenía orgullo o porque no quería dejar que su dignidad fuera pisoteada.

Tanto la humana como la semielfa fueron muy comprensivas con él y se decidieron a explicar ellas la situación a sus compañeras, además de que le recomendaron a Tyler y Kevmel que se marcharan, ya era momento de continuar con la misión.

Tyler aceptó su amabilidad con creces, estrechó sus manos, les dio bendiciones y palabras bonitas en idioma celestial, uno que solo él entendía, pero lo importante es la intención, le hubiera gustado también escuchar con paciencia y compasión las historias de aquellas dos en concreto, pero no había tiempo, no ahora, después revisó su disfraz, comprobó la limpieza de su lanza, puso todo en orden y avanzó hacia la puerta.

Kevmel observó la situación en silencio y transformó su cara en la de aquel bandido, ¿Jhonson? No le importaba mucho y no iba a hacer el esfuerzo de acordarse de él, ya se encargaría otro bandido de refrescarle la memoria cuando lo llamara, también guardó el libro y pensó en cuál sería el siguiente hechizo que debía de lanzar, todo dependía de la situación y él ya había comenzado a imaginarse unas cuantas.

Sin más que hacer allá y dejando ahora si a las mujeres un poco más seguras continuaron con su misión, a Kevmel le hubiera gustado transformar al bandido inerte en un no muerto, pero no podía derrochar poder mágico, así como a Tyler le hubiera gustado sacarlo de ahí, para que la estancia de las mujeres en aquel habitáculo no fuera tan espeluznante, pero bueno, no había nada que pudieran hacer, tendrían que lidiar con ese cadáver por un rato aunque no les gustara la idea, el hecho de haber sido rescatadas ya debería de ser suficiente, además, eran 9, aunque algún bandido detectara algo raro por allí solo era cuestión de un cálculo sencillo, suelo hay uno y piernas 18 en total, aquel que entrara de forma despreocupada o sin mucha compañía era hombre muerto.