1 Volumen n.°1, Capítulo 1 ~ El Comienzo de un Destino

En el reino de Alaya, corren difamaciones y calumnias que sugieren que el próximo heredero es un inútil que no sirve para nada. Padece la misma enfermedad que causó la muerte de su madre; su corazón es débil y le impide llevar a cabo acciones físicas. Se pasa el día durmiendo y leyendo libros, y en el reino le han dado el título de "El Príncipe Durmiente". Mientras tanto, su hermana es una genia en las artes arcanas y domina dos elementos, lo cual es extremadamente raro. Toda la corte real anhela que ella sea la próxima heredera al trono, pero ella ama profundamente a su hermano y está dispuesta a ayudarlo en todo. Su padre es el rey Alucard von Bastenheim, un hombre que, después de liderar una revolución que derrocó a un emperador maligno en el pasado, ganó la confianza del pueblo y ascendió al trono, aunque desde la muerte de su esposa, la reina, y debido a la enfermedad de su hijo, se le nota sumido en una profunda tristeza.

En esta historia, seguimos el relato del Príncipe Alfred von Bastenheim, heredero al trono en el fascinante mundo de Trova. Trova es un mundo lleno de misterios, magia, diversas razas y muchas otras maravillas.

Me despierto una vez más de mi eterno sueño, sin esperar que este día sea una excepción al de ayer. Soy Alfred von Bastenheim, el príncipe del reino de Alaya y hermano de Sera, una princesa prodigiosa en las artes arcanas. Desde que tengo memoria, he tenido solo a mi padre como figura paterna, pues nunca tuve el placer de conocer a mi madre, la reina. Además, desde mi nacimiento, llevo en mi corazón una enfermedad que limita mis capacidades y deberes. A diferencia de mis primos nobles, quienes han recibido rigurosos entrenamientos en el arte de la espada y la magia, me considero un inútil. Mi vida se reduce a leer libros y dormir. Me encantaría poder participar en más actividades y explorar el mundo, pero mi enfermedad es incurable.

Me levanto de mi cama con calma y dirijo una mirada a mi habitación, como era de esperar, es un espacio majestuoso y espléndido que satisface todas mis necesidades. Las altas paredes están cubiertas con tapices realistas que retratan escenas épicas de la historia de nuestro reino. La cama, con dosel de terciopelo rojo, se encuentra en el centro de la habitación, rodeada por cortinas que caen en cascada. Un candelabro de cristal ilumina la estancia con su suave resplandor. Frente a la ventana, que ofrece una vista panorámica del paisaje circundante, se encuentra mi rincón favorito: una majestuosa librería de caoba. Sus estantes rebosan con libros antiguos y tomos misteriosos que me han permitido viajar a mundos desconocidos desde la comodidad de mi hogar.

Me dirijo hacia el espejo y me contemplo: Tengo una piel muy clara y unos ojos dorados que heredé de mi madre. Mi pelo es un blanco resplandeciente y corto. Cada mechón parece acariciar suavemente mi frente, creando un contraste notorio con mi tez pálida. Es un cabello que enmarca mi rostro de manera elegante, un rasgo que comparten todos los miembros de la familia Bastenheim por parte de mi padre. Mi estatura es de 1,71 metros, una medida que consideraría normal, ni muy alto ni muy bajo, aunque en comparación con mi fiel guardaespaldas Jin, quien siempre me protege, me siento bastante bajo. Después de mi breve reflexión en el espejo, me retiro y me encamino hacia la librería, donde me sumergiré en las páginas de un libro.

Tomé el libro entre mis manos y retomé la página donde lo había dejado la noche anterior. Era un tratado de estrategia militar escrito por el renombrado general Won Xu de otro imperio. Mientras mis ojos recorrían las páginas llenas de tácticas y estrategias, una pregunta rondaba en mi mente: ¿quién prevalecería en un enfrentamiento entre el general Won Xu y Jin? 

Mi corazón se acelera con cada página que leía, absorbiendo conocimiento de las artes militares que tanto me apasionaban. Aunque mi condición actual me impedía tomar las riendas de un ejército, soñaba con el día en que podría aplicar estas estrategias y liderar mis propias campañas.

El tiempo pasaba velozmente cuando, de repente, resonó un suave golpeteo en la puerta, seguido de una voz que decía con respeto:

—『Joven maestro, ¿me permites el paso?』

Con una voz igualmente suave y cortés, respondí: 

—『Por supuesto, adelante.』

La persona que entró en la habitación era mi dedicada sirvienta personal, Jannia. Con gracia y precisión, colocó mi almuerzo sobre la mesa donde estaba sentado. Inclinó su cabeza en un gesto de respeto y salió de la estancia con una cálida sonrisa en su rostro. 

Agradecí su servicio con sinceridad, "Te agradezco mucho."

Apenas unos segundos después de que Jannia saliera, el tiempo pareció detenerse cuando la puerta se abrió otra vez con un crujido suave y enmarca la figura de un hombre alto, de cabello pelirrojo. Vestía el impecable uniforme de la guardia real, una túnica blanca que irradia pureza y elegancia en cada pliegue. A su lado, su espada, una espadín de resplandeciente acero, reposaba con una serena amenaza en su cintura. Cada detalle de su apariencia parecía meticulosamente cuidado, desde sus botas pulidas hasta el broche de la capa que ondeaba con gracia al caminar.

Cuando entró en la habitación, la luz de la estancia pareció inclinarse para acariciar su mirada, que era tan intensa como el verde profundo de un bosque ancestral. Con una reverencia que exudaba cortesía y lealtad, saludó:

—『Buenas tardes, mi joven amo. Espero que haya tenido un descanso reparador y esté inmerso en su lectura.』

Era Jin, mi guardaespalda personal.

avataravatar