38 Capítulo 38 – No Era Sólo Lo Más Incómodo Sino Más Que Eso.

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

—Lo que quise decir era que mis conocimientos todavía son aceptables…—añadió Nian Xiaomu sumisamente.

Al final entendió por qué su Joven Tía había estado aterrorizada hasta el punto en el que sus piernas se volvieron gelatina cuando la miró.

Sus propias piernas no parecían pertenecerle a ella en ese momento…

Nian Xiaomu hizo todo el intento posible de enderezarse y no demostrar ningún sentimiento de temor en su cara.

Ella sólo lo miró directamente.

En el siguiente segundo, cuando ella vio su corpulento pecho, se ruborizó y miró a otro lado.

Ella no podía verlo, ¡pero tampoco podía dejar de verlo!

Mientras rechinaba sus dientes, ella decidió simplemente seguir adelante y caminar hacia él. —Voltéese y déjeme ver la parte quemada.

—…

Cuando paró de hablar, hubo una quietud momentánea en la habitación, y únicamente se escuchó la respiración de ambos.

Estaba parado justo al lado de ella. Alto y musculoso, aristocrático e intocable.

Estaba parado solamente con sus manos a los lados. Sin embargo, su ser estaba lleno de una sensación de grandeza que sofocaba a las personas a su alrededor.

Sus labios estaban sellados, como si estuviera pensando en algo.

Bajó sus ojos y vio la cabecita frente a él.

Cuando vio que ella no quería aceptar una derrota y que se colocaba de puntillas para parecer más alta, sus labios tomaron la forma de una sonrisa.

Acto seguido, él se volteó frente a ella.

Nian Xiaomu estaba estupefacta, pero rápidamente se recuperó de su asombro. Ella miró su espalda.

Tal como esperaba, la parte que estaba quemada por la sopa caliente se puso rojiza.

Aunque no tenía ampollas, estaba tan roja que definitivamente le tuvo que haber dolido mucho cuando se quemó.

Permaneció callado, actuando como si todo estuviera perfectamente bien delante de la Matriarca Yu y le dijo que no era nada…

—Gracias —de manera instintiva ella pronunció estas dos palabras

—…

Yu Yuehan levantó su ceño en señal de sorpresa, pero no dijo nada. Solamente la vio de lado para preguntarle si había visto suficiente.

Apresuradamente, Nian Xiaomu se volteó para tomar el kit de medicina diciendo: —La zona quemada está bastante grave. No necesitará ir al hospital, pero igual, la herida se tiene que tratar con una crema.

A medida que Nian Xiaomu hablaba, tomaba el tubo con el ungüento para quemaduras que se encontraba en el kit de medicina. Igual se preguntaba si él confiaría en ella. 

Ella observó que ya se había acostado en el sofá, esperando que ella le untara la medicación.

Éste hombre era…¡simplemente impredecible!

Nian Xiaomu se despojó de sus extraños pensamientos.

Avanzó para ayudarlo a tratar su herida.

Cuando sus manos tocaron su espalda, la punta de sus dedos temblaron un poco.

A medida que apretaba sus dientes, ella se dispuso a no detallar su figura, y rápidamente, culminó el tratamiento. 

Cuando se levantó, ella no pudo contener la pregunta que la atormentaba: —¿Por qué me acaba de salvar?

Ese bol con sopa estaba dirigido a ella, pero no atinó a reaccionar a tiempo. A pesar de eso, él logró protegerla tan rápidamente.

Nian Xiaomu no se podía explicar por qué la salvó con esa valentía, cuando le disgustaba y quería ahuyentarla. Hasta el punto de usar su propio cuerpo como escudo para evitar que le cayera el bol con sopa encima…

Al escuchar eso, Yu Yuehan bajó la mirada.

Un destello complicado de luz se observó en su rostro.

Había tratado de esquivar esa interrogante, pero ahora ella le tocó el tema, estaba atónito. —Tú eres la enfermera de Xiao Liuliu, entonces ella se estaba burlando de ti para demostrarme como se golpea a un perro del amo. No te estaba ayudando —Yu Yuehan miró al otro lado a medida que hablaba desde el asiento de su sofá.

Sin esperar la respuesta de Nian Xiaomu, simplemente instruyó: —Búscame una camisa.

—…

Al recibir la orden, Nian Xiaomu dio un paso atrás.

Pero al pensar en como él logró salvarla, ella procedió a buscar una camisa limpia en el armario.

Justo cuando se la iba a entregar, una voz infantil habló desde la puerta: —¡Papi no tiene ropa puesta! ¡Vergüenza, vergüenza!

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