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Una Noche Estrellada

Eran las 3 de la madrugada, una noche llena de estrellas todas opacadas por una gran luna llena, casi tan brillante como el sol. Se sentía una linda brisa de verano, hacía calor pero las hermanas del orfanato dejaban por las noches las ventanas abiertas con los mosquiteros, aquello de los mosquitos era insufrible y recién este era el primer verano en el que usaban pastillas efectivas, eso si, las hermanas colocaban una maquinitas con una luz roja bastante fuerte, que para aquellos que durmieran al lado de los enchufes les resultaba molesto.

Sin embargo Zenda, a pesar de estar al lado de un enchufe, no le resultaba en un gran problema, ya que ella siempre dormía del lado izquierdo de la cama, al lado de la ventana, "nada como una brisa linda en la cara en pleno verano" pensaba sobre el costado de su cama, aunque, si bien eso y el poder observar las estrellas por las noches la ayudaban a dormir, esta era una noche distinta. No sentía sueño, intentó varias veces cerrar los ojos para luego esperar a que pasara el resto, pero ese resto nunca llegaba.

La luna le resultaba hipnotizante, esplendida y brillante, la competencia numero 1 de su contrincante el sol, pero Zenda era del equipo de la luna, su aspecto le resultaba fascinante, podría pasar horas y horas viéndola y descifrando sus manchas, una con forma de conejo resultaba su favorita, cuando hablaba con el resto de niños nadie veía lo que ella veía, algo que con el tiempo supo apreciar. -¿será una señal? ¿Y si mi espíritu animal es un conejo? wow es seria genial, ¿ oh quizás... mi alma gemela sea un conejo? bueno eso no tendría sentido pero quien sabe- pensó con una sonrisa en su cara- ¿quizás sea mi animal zodiacal? aunque bueno... pensándolo bien no se si ese libro sobre el horoscoco, horosopo o como se llame, sea cierto" dijo en su mente un poco dudosa.

Mientras veía las estrellas intentando recordar las constelaciones pensó en la idea de irse silenciosamente a la biblioteca del orfanato y robarse algunos libros, ademas de observar el cielo nocturno, Zenda amaba leer libros, los largos la intimidaban un poco por lo que solo se reservaba a los de menos de 150 paginas, sin embargo pasaba horas, incluso días leyendo, cada libro es mágico si sabes invocarlo, aunque hay algunos que son más fáciles de invocar en ciertas personas, por ejemplo, Zenda detestaba los libros sobre deportes, no los entendía ya que no habían televisores en su orfanato en los que pudiera verlo, únicamente en un par de niños y niñas que jugaban aunque sin saber muy bien las reglas. Hubo un televisor pero solo pasaban dibujos animados en blanco y negro hasta que un día se le callo a un niño una taza de leche caliente sobre los cables traseros de la tv. Ese niño le caía bien a Zenda, incluso luego de lo ocurrido ya que de todas formas no miraba la tele como la mayoría de niños del lugar, pensaba - es absurdo, ni siquiera tenían sonido y eran cero entretenidos-. Sin embargo si habían otros libros de su interés en los que supo entretenerse y pasarse varias tardes, los de astronomía y astrología especialmente, aunque en el fondo no creía muy ciertas las afirmaciones del horóscopo y esas cosas pero no podía negar que era entretenido saber cual sería el trabajo perfecto según tu signo y demás.

Luego de estar 5 minutos pensando si salir o no, apareció una vos en su cabeza que le dijo -no lo hagas, las hermanas pasan de vez en cuando por la noche por los pasillos, de seguro te verán y te castigaran- pero había otra que decía -solo tienes que cruzar por el pasillo y doblar a la izquierda, aparte quien va a estar despierto a esta hora- Zenda pensó en que no había opción, era o ir y buscar un par de libros, o intentar dormirse posiblemente por una hora más haciendo absolutamente nada más que mirar por la ventana. Ante esto Zenda se levantó con sumo cuidado y mientras se acercaba a la puerta, vigilo con increíble precisión que no pisara ningún tablón de madera flojo, aquellos tablones eran viejos y si llegara a tocar si quiera uno, crujiría y despertaría al resto de los 7 niños que se encontraban en su mismo cuarto, si es que no se encontraban muy dormidos.

Mientras cruzaba por el pasillo oscuro, únicamente iluminado por la luz de la luna que atravesaba la ventana, escucha un ruido, como si alguien se acercara. Zenda, quien ya estaba un poco alejada de la puerta de su habitación, decidió apresurar el paso hasta llegar a donde doblaba el pasillo, de esta forma lograría esconderse detrás del muro, cuando está por llegar escucha que algo cada vez más cerca de donde esta ella, en ese instante justo logra llegar y esconderse detrás de la pared. Zenda, un poco asustada decide asomarse por el borde de la pared para ver si se aproxima alguien, cuando ve, no hay nadie, quien sea que estaba cerca ya se había ido por otro rumbo. Aliviada con esto, Zenda decide ir a lo que había ido, a la biblioteca que se encontraba a unos metros de ella.

Cuando llega a la biblioteca agarra la manija y la gira para abrir la puerta de manera silenciosa, pero, se da cuenta de que pasa algo, la manija no gira, ¡el cerrojo de la puerta esta trancado con llave! Zenda olvido un pequeño detalle y es que por la noche todos los salones menos las habitaciones, son trancadas con llave por las madres. En ese momento, frustrada decide tratar como pueda de irse por donde vino sin que nadie se entere, cuando estaba por llegar a donde dobla el pasillo escucha un ruido de pasos muy cercanos a ella, entonces Zenda, pensando en lo que pasaría si la encuentran, decide no moverse y esconderse como antes detrás del muro, esta vez sin asomarse, únicamente guiándose por la luz de la luna para ver si venia alguien viendo su sombra.

Entonces, de la nada los pasos se dejan de escuchar, y ella se da cuenta de algo, esos pasos no venían del pasillo del que venia ella, ¡esos pasos eran provenientes del pasillo en el que estaba ella! en ese momento se da la vuelta y ve lo que tenia miedo que le pasara, era una hermana quien estaba quieta viéndola, en ese momento Zenda pensó - ay espero que no se enoje conmigo-, -empiezo a creer que la vos de mi cabeza tenia razón sobre que no era buena idea venir-. La hermana, sorpresivamente para Zenda no parecía enojada, sino, más bien preocupada - Zenda, ¿que haces a estas horas de la noche? deberías estar durmiendo como el resto de personas- en ese momento se le vino la escusa más tonta que se le podía ocurrir a Zenda- emm hermana yo simplemente estaba emm... tenía sed entonces me levante para ir a tomar un poco de agua a la cocina-. La madre, con cara sorprendida le dice -Zenda no deberías mentir, sabes que no es bueno, menos a mi que, bueno...te eh visto intentar abrir la puerta de la biblioteca- y Zenda le responde nerviosa -es que... puedo explicarlo hermana, lo que pasa es que- no tienes que darme explicaciones Zenda, se de tu amor por los libros pero no creí que tanto como para querer leer a estas horas de la noche- dice la hermana levantando las cejas - si es que no podía dormir y bueno, pensé que quizás leer me ayudaría- dijo Zenda un poco avergonzada, -Bueno Zenda, para la próxima dime y yo te dejo que te lleves algunos libros así, si no logras dormirte te puedes leer alguno, pero no pases mucho rato leyendo, eres pequeña y tienes que descansar bien-, -bueno señorita-, -ve a dormir que ya es tarde, son casi las 4-, -si hermana, por cierto, ¿que hace usted tan tarde despierta? no es por metida pero tengo curiosidad, ¿no es que se levantan a las 6:30?, - esos son asuntos de hermanad Zenda, ya ve a dormir que hoy nos espera un día movido-, -esta bien, ¡buenas noches!, -¡Buenas noches Zenda!, que duermas bien.

De regreso a su cuarto escucha algo, esta vez no era el sonido de la hermana, ya que ella había seguido por otro pasillo, sin embargo no sonaba como pasos, mas bien como algo arrastrándose, en ese momento Zenda, pensando en que posiblemente era nada más que otra hermana despierta, sigue caminando, eso si, con mucho cuidado a hacer cualquier ruido. Ya casi esta cerca de la puerta, solo un par de pasos y a dormir, pero, pasa algo que Zenda no logra entender, y es que su puerta se encontraba trancada, trató y trató varias veces de abrirla, incluso se fijo detalladamente en que no se estuviera equivocando de habitación, pero no había caso, aquello estaba completamente cerrado. Lo primero que se le vino a la mente fue que sus compañeros de cuarto le jugaron una broma y fingieron todo el tiempo estar dormidos cuando en realidad sabían de la escapada de Zenda, algo un poco descabellado pero bueno. Zenda, sin saber que hacer, decide tocar la puerta tres veces, sin tratar de hacer mucho ruido claro, pero ocurrió algo que la dejaría traumada de por vida.

Luego de 6 segundos de haber golpeado la puerta, le ocurre algo raro, los marcos empezaron a retorcerse y se convierten en largas y puntiagudas serpientes, empezaron a salir grietas de la puerta como si estuviera bajo mucha presión viéndose con total claridad como salia una luz rojiza de las mismas, Zenda, anonadada por lo que estaba ocurriendo decide gritar con todas sus fuerzas, pero parecía que no lo conseguía, había algo que la tenia congelada, sin dejarla moverse, únicamente podía articular gestos de horror en su cara. En eso, de repente, la puerta se pone en llamas, unas flamas tan altas que la cubrían en su esplendor, y ahora había pasado de ser la puerta quien iluminaba el pasillo mas que la propia ventana que se encontraba a unos metros de ella. Para el alivio de todos, una de las hermanas, justamente quien había descubierto a Zenda en el pasillo de la biblioteca, logra ver, desde otro pasillo, como el pasillo de al lado estaba tornado en naranja, tanto que no se distinguían los colores celestes de los bordes de las paredes ni de las ventanas, corriendo, la hermana logra llegar a donde se encontraba, y con suma cara de terror la ve flotando con las llamas de fuego ardiendo por sus vestiduras sin siquiera quemarla. Luego comenzaron a llegar más hermanas quienes enseguida parecieron tener todo bajo control, y en cuestión de minutos lograron solucionar la situación.

En ese momento Zenda se despierta completamente confundida y con un gran susto, ya había amanecido y se podía ver los rayos de luz atravesando las largas cortinas de color pastel de la ventana. Aunque no lo creyera, todo había sido una fuerte pesadilla, mientras pensaba en si era adecuado escaparse a altas horas de la madrugada, sin pleno aviso, cae rendida ante el cansancio. -Parecía muy real ese sueño- pensó por un instante aún pensando en lo aterrador que fue, que, aunque no fue real, Zenda lo sintió muy así, tanto que se le marcaría en la piel el recuerdo de lo soñado.

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