Aquellos que habían estado observando a Atticus desde el principio lo considerarían un individuo muy simple. Y verdaderamente, lo era.
Atticus nunca había creído en errores conscientes.
Tu cerebro funcionaba perfectamente, no estabas inconsciente, sabías exactamente lo que estabas haciendo.
Entonces, ¿por qué, por qué demonios lo llamarías un error?
Era una completa tontería. Tonterías que no tenía intención de entretener.
Los gritos de Zephyr cayeron en oídos sordos. El sonido del agua burbujeando y el olor a carne cocinándose llenaban el espacio.
A pesar del intenso dolor, solo su cabeza se movía, sacudiéndose hacia atrás y hacia adelante. Una cantidad increíble de saliva volaba por los aires mientras él seguía gritando.
Su cuerpo entero seguía restringido por el agua ardiente, sin embargo, podía sentir cada pulgada del dolor.
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