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El desconocido

Dos jóvenes "hermanos" correteaban y jugaban en el campo tranquilamente, uno se llamaba Kael era el mayor y heredero de su familia, y el otro se llamaba Arthur, adoptado. Mientras jugaban llego su padre; Sir Windsor Alexander, regañándolos por no estar en sus labores de estudios y estar jugando, —pero padre nunca nos queda tiempo para jugar—, exclama Kael, mientras Arthur mira con timidez y asienta. El padre que mostraba preferencia por su hijo dijo —está bien me iré, pero cuando vuelva los quiero ver estudiando—, como ordene padre respondió Kael.

—Sir Windsor Alexander que sucede—, le pregunta una de las nodrizas de los hermanos.

—Estos niños que no se concentran en hacer sus labores, Kael será el heredero de esta familia, tiene que educarse y prepararse para tomar el poder.

—bueno son chicos, no se les puede prohibir divertirse— dice la nodriza.

—¡Si eso crees!—

—Hoy les enseñaré la labores de un segador—, dice Sir Windsor Alexander. Se dirigieron al campo y los puso a cargo de los trabajadores para que les enseñasen la labor del campo, les dieron sus guadañas y los pusieron a cortar y acomodar heno. Sir Kael era malo en este tipo de labores, mientras su hermano se le hacía fácil cortar el heno es como si fuera innato en esta labor, Kael celoso porque no le gustaba que su hermano lo superará en nada se esforzó más para poder alcanzarlo, pero no podía, no le gustaba perder y siempre miraba con superioridad a su hermano. Pasadas las horas en la labor se acerca una tormenta, se oscurece el cielo y resuenan los trueno y relámpagos, empieza a llover de abarrotes y los trabajadores se refugian debajo de carretas, en el heno y establos, Kael estaba temblando y no de frío, mientras los trabajadores contaban chistes y se reían; él intentaba disimular su miedo a los truenos.

Cesó la tormenta y se dirigieron a su casa, la nodriza les dio ropa para que se cambiaran y les regaño por mojarse.

—podrían agarrar un resfriado—, les reprendió.

Los dos hermanos salieron a jugar al patio del castillo.

—Voto porque saquemos a Rizy, para ver si cazamos algunos conejos —Exclamo Arthur.

–Los conejos no salen con esta humedad—, dijo Kael desdeñosamente, satisfecho de haber cogido a Arthur en tremendo error.

—Bah, no importa, pronto estará todo seco.

—Entonces, voy a buscar a Rizy.

Kael quería llevar siempre el halcón cuando iban de caza, y tenía derecho a hacerlo, no solo porque era mayor que Arthur, sino porque también era el hijo legítimo de sir Windsor Alexander. Arthur, en cambio, no era hijo legítimo. Él no alcanzaba comprender esto, pero le hacía sentirse desgraciado porque Kael, a causa de ello, parecía considerarle como un poco inferior. También era diferente por no tener padre ni madre, y Kael le había enseñado que ser diferente era algo malo. Nadie le hablaba de eso, pero Arthur lo pensaba cuando se hallaba solo, y le dolía. No le gustaba que la gente sacara a relucir el tema, pero como los otros chicos lo hacían cuando se planteaba un problema de procedencia, había tomado por costumbre ceder siempre ante el miedo a que saliese a relucir el problema. Por otra parte, Arthur admiraba a Kael y era un seguidor nato. Era de esas gentes que se complacen venerando a un héroe.

—¡Vamos!—, gritó Arthur, y salieron corriendo hacia el pabellón de cetrería, volcando algunas carretillas a su paso. Luego de que sacaran al halcón, Arthur y Kael se dirigieron a los alrededores del castillo. Kael soltó al halcón para que lograra dar caza a un conejo que vio saliendo de su madriguera, pero el conejo se escapó por poco y el halcón se adentró demasiado al bosque.

—El halcón se ha adentrado demasiado—, dijo Arthur—, ¿ahora qué le diremos a Sir Smith?

—Todo es tú culpa —replico Kael —por no ponerle atención al halcón.

Arthur se adentra al bosque sin pensarlo para buscar a su amigo Rizy, ya que su hermano se fue enfadado echando culpas de algo que los dos habían cometido.

Arthur ve desde lejos algo enorme que se acerca poco a poco, una bestia de grandes garras, él no se da cuenta al momento, pero cuando lo hace siente como si su alma saliera de su cuerpo, era enorme y aterradora parecía un oso, pero poseído por algo que desprendía un aura maligna. La bestia empieza a desplazarse hacia el frente, va directo al ataque, Arthur queda anonadado no puede moverse, piensa «este será mi final, aquí moriré», justo en ese instante cuando la criatura esta a pocos centímetros cae muerta rozándolo y cayendo al lado de él. Arthur se queda pasmado y de lejos en la copa de un árbol ve una silueta mientras se desmaya.

—oye estás bien niño— escucha Arthur mientras poco a poco abre los ojos, en frente de él está un sujeto con un arco y a su lado el oso tendido en el suelo, Arthur se levanta luego de recomponerse de la conmoción le pregunta a esta persona.

—¿Tú mataste al oso?—, la cual esta responde que sí, y le dice lo siguiente.

—¿Qué hace un niño adentrándose a lo profundo del bosque y sin nada para defenderse?

—Es que estaba buscando a mi amigo que se perdió y no lo encuentro.

—uhmmm como es tu amigo?.

—bueno tiene alas, plumas y es de color marrón.

—¿Tu amigo es un ave? —le pregunta el extraño sujeto.

—Si es que estábamos de caza y se adentró al bosque y lo perdí de vista.

—Bueno te ayudaré a buscarlo.

Arthur pregunta que como hizo para matar a tremenda bestia, el arquero le responde.

—pues soy un aventurero es mi trabajo.

Arthur se queda asombrado y con intriga. Nunca antes había conocido a un aventurero, con voz un poco entre cortada le pregunta.

—¿podría yo convertirme en un aventurero?

—No lo sé niño, si tienes el valor para pelear y arriesgar tu vida por los demás puede que sí.

Arthur se queda pensando en lo aburrido que es vivir en el castillo y en que hará en el futuro si no es hijo legítimo para heredar nada, solo aspiraría a servirle a su hermano. Arthur pregunta como podría convertirse en un aventurero a esta persona mientras buscaban al halcón

—Tienes que ir al gremio y hacer un examen para que puedas entrar entre los novatos, ¿qué sabes hacer niño? ¿sabes pelear?

—No—, dice el niño cabizbajo, pero recuerda que siempre tomaba clases de arco con su hermano y algo debía habérsele quedado.

—sé usar un poco el arco —le comento.

—uhmmm que interesante, bueno veamos que puedes hacer—, le pasa el arco al niño a ver si puede darle a un siervo que estaba pastando en frente de ellos, el niño toma el arco adopta la postura necesaria, pero falla por poco. Ahahaha, comienza a reír el sujeto.

—con eso no podrás ni aprobar el examen de novatos, mejor ni lo intentes muchacho —el pequeño enfadado le dijo —déjame probar de nuevo, sé que puedo hacerlo.

—bueeee que más da —dice el arquero.

—aquí tienes te daré tres oportunidades más.

Arthur vuelve a tomar su postura y dispara, pero vuelve a fallar, está frustrado de no poder hacerlo, vuelve a intentarlo la segunda vez y falla, lo intenta la última y vuelve a fallar, el arquero carcajeando mientras veía como fracaso el pequeño, pero de repente se sorprende que la última flecha que había tirado el pequeño habría traspasado un tronco y dejado una marca enorme.

—hmmm esto es interesante, como que subestime un poco a este mocoso, pero podría ser alguien interesante.

Arthur no se había dado cuenta y solo estaba furioso porque de nada le habían servido las clases de arquería.

—¿oye niño quieres que te diga algo?

¿—ahh?

—no estuviste tan mal, si quieres podrías venir conmigo y podría enseñarte a como usar mejor el arco ¿qué te parece?

—¡¿en serio?! Sí, pero tendría que pedirle permiso a sir Windsor Alexander.

—¿Quién es ese?

—es la persona que me crio como su hijo.

—uhmmmm bueno yo podría hablar con él.

¿—ohh en serio?

—claro.

Con sus ojos irradiando alegría Arthur y el sujeto extraño siguieron buscando al halcón hasta que dieron con él, luego se dirigieron al castillo.

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