31 Capítulo 31: Un largo viaje

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

Teniendo en cuenta que las tres guarniciones aliadas partían hacia la Capital Real, donde estaban detenidos Wu Qin y Chuan Qin, Wentian Qin comprendía que estaban ejerciendo presión de forma indirecta sobre el emperador. Solo al emprender tales acciones serían capaces de asegurar temporalmente la seguridad de Wu Qin y Chuan Qin.

En lo que respectaba al asunto de haberlo echado del Clan Qin, Wentian Qin tenía muy claro que se había hecho con la intención de protegerle. Tal vez durante el tiempo que había estado desaparecido, se había producido algún tipo de comunicación entre Mustang y el Clan Qin.

«En un mundo concebido para el cultivo, cuanto más fuerte es uno, más absoluta es su autoridad. Si llega el día en que surco los cielos y llego a la cúspide de mi poder, sin duda voy a pisotear la llamada "autoridad imperial"». Wentian Qin inspiró hondo cuando el fuego comenzó a arderle en el pecho. Desde que había condensado su primera Alma Astral de la quinta Capa Celestial, podía hacer lo mismo con la segunda y la tercera condensación de Almas Astrales. Lo que ahora necesitaba era tiempo.

Aprovechando el refugio que otorgaba la noche, Wentian Qin llegó a la residencia Qin sin atraer ninguna atención. A lo lejos, descubrió unas cuantas siluetas que montaban a caballo y llevaban su equipaje, como si se prepararan para emprender un largo viaje.

—Hermana Yao.

Montadas a caballo, las figuras se le acercaron. Al cabo de unos minutos, Yao Qin y el resto llegaron al lugar donde se encontraba Wentian Qin y al verle, Yao Qin se puso rígida.

—Wentian. —En el semblante de Yao Qin se dibujó una sonrisa alegre mientras desmontaba de su caballo de guerra y echaba a correr hacia Wentian Qin.

—Hermana, Shang Qin, Zhi Qin, ¿adónde vais? —preguntó Wentian Qin.

—Wentian, han llevado a abuelo y padre a la Capital Real. Como no teníamos otra opción, el Clan Qin ha movilizado a las tropas y ha decidido iniciar un ataque contra la Capital Real. Si acaban venciéndonos, solo nos espera la muerte. El Segundo Tío ha decretado que debemos ir al País de Nube de Nieve para nuestro propio cultivo —explicó Yao Qin. Ahora sí que Wentian lo entendía—. Aunque la batalla es inminente, la victoria y la derrota ya han sido determinadas. Hacer que los miembros más jóvenes del Clan Qin abandonen el País de Chu es la mejor decisión.

—Para que no nos vieran ojos indiscretos, decidimos que nos iríamos en mitad de la noche. Los miembros más jóvenes del Clan Qin van a irse por tandas. Wentian, cuando llegues a la Academia de la Estrella del Emperador, debes esforzarte en cultivar y no preocuparte por los temas de la guerra.

Los ojos de Yao Qin se enrojecieron cuando trató de conservar la compostura.

—Lo comprendo. Y lo mismo os digo a todos.

Wentian Qin asintió la cabeza con pesar. Querer derribar la Capital Real con su escaso poder era imposible. A pesar de ser consciente de ello, He Qin no tenía otra opción que seguir adelante con su decisión.

—Por cierto, Tío Negro ha desaparecido y no hemos sido capaces de encontrarle. Segundo y Tercer tío están fuera de la ciudad, de modo que ya no hay ninguna necesidad de que vayas a la Residencia Qin. Al contrario, deberías irte a la Academia Estrella del Emperador tan pronto como puedas —continuó Yao Qin.

—¿Tío Negro ha desaparecido?

Wentian Qin exhibía una expresión perpleja. Su intención era preguntarle a Tío Negro sobre la criatura demoníaca, pero ahora parecía imposible. Y no solo eso, Tío Negro era un pozo sin fondo de conocimiento y sin duda había sido una figura con un estatus extraordinario en el pasado.

A pesar de todo esto, Tío Negro se negaba a explicarle quiénes eran sus padres. Después de haber visto la fuerza exhibida por la criatura demoníaca así como ese pequeño astralito que su viejo padre le había legado, Wentian Qin estaba impaciente por conocer la identidad de sus progenitores.

—Yao Qin, deberíamos irnos ya para eludir los espías del Clan Ye. —Shang Qin avanzó mientras miraba a Wentian Qin—. Wentian, en el Clan Qin, tu talento es el mejor. En el futuro, te aguardan grandes logros. Sin duda te vas a convertir en la última existencia, en alguien que posee la habilidad de hacer caer imperios con una sola palabra.

—Hermano mayor, lo comprendo. Y como venganza por el Segundo Tío, te aseguró que haré pagar la deuda en sangre —prometió solemnemente Wentian Qin.

El padre de Shang Qin era He Qin y por culpa de Wentian Qin había perdido una pierna. Y ahora, a pesar de su estado, era el líder de las tropas Qin que marchaban hacia la Capital Real en nombre del Clan Qin.

—Después de que llegues a la Capital Real, recuerda: ten cuidado con todo.

Shang Qin dio unas fuertes palmadas a Wentian Qin en la espalda.

—Wentian, nos vamos a ir nosotros primero.

Los ojos de Yao Qin se enrojecieron aún más, como si no pudiera soportar separarse de Wentian. Extendió un poco los brazos mientras se dirigía hacia Wentin. Al verlo, Wentian Qin sonrió con gentileza. Abrazó a Yao Qin y le dio unas palmaditas en la espalda antes de decir riendo:

—Hermana, no te preocupes. Padre estará bien. Te aseguro que voy a dejarme la piel en la Academia de la Estrella del Emperador. Y tú recuerda tener cuidado en todo después de llegar al País de las Nubes de Nieve.

—Sí.

Yao Qin no se soltó del abrazo, no quería separarse. Solo después de que Shang Qin y Zhi Qin montaran en sus caballos de guerra, Yao Qin se soltó finalmente. Con los ojos anegados de lágrimas, añadió mientras trataba de forzar una sonrisa:

—Tú, mocoso apestoso, la próxima vez que nos veamos, tienes que ser lo suficientemente fuerte como para protegerme, ¿de acuerdo?

Cuando había terminado de hablar, Yao Qin giró sobre los talones y dio una voltereta en el aire antes de caer con gracia sobre de su caballo.

—¡Cha! —gritó Yao Qin y el caballo de guerra echó a galopar desbocado, corriendo como el viento.

No volvió la cabeza para mirar por última vez a Wentian Qin. Shang Qin y Zhi Qin galoparon tras ella y sus espaldas se fueron perdiendo gradualmente en la distancia.

—Uf…

Wentian Qin apretó el puño con fuerza con la mirada clavada en los cielos. Lo embargaba una sola convicción inquebrantable: tenía que volverse más fuerte.

—¿No deberías haberte ido ya? —En ese momento, oyó una voz. Wentian Qin se volvió y vio la sombra de una figura que se dirigía hacia él—. Suponía que ibas a volver. Llevo unos días esperándote. —Francis guiaba dos caballos mientras se acercaba a Wentian Qin.

—Ja —resopló Wentian Qin con frialdad.

La expresión se le congeló. Tenía muy presente la mirada arrogante de Murin.

—Sé lo único que te inspira la Asociación Río Estelar, pero todo lo que ha ocurrido no tenía nada que ver conmigo. Murin ha vuelto a la Capital Real después de darse cuenta de que no tenía modo alguno de controlarte. Creo que a pesar de la muerte de Mo Ye, las prestaciones que el Clan Ye le había prometido deben de ser de un atractivo sin parangón. Y no solo eso, Murin se ha llevado todos los grabados divinos que le habías vendido, incluso los que me habías dado en la Capital Real, no ha dejado ni uno.

La voz de Francis adoptó un tono gélido a medida que iba explicándoselo.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo? —replicó Wentian Qin con frialdad.

—Quiero reconocerte como señor. —Wentian se quedó petrificado al oírlo. ¿Este forjador de armas altanero y arrogante quería convertirse en su aprendiz?

—Ya sé qué cuestionas mi carácter. Hace diez años, me convertí en un Cultivador Marcial Estelar, pero debido a mi talento insuficiente así como a mi afinidad débil, no pude acumular demasiado. Durante esa época, conocí a un forjador de armas que me dijo que había incontables modos de dejar huella. Aparte de ser un Cultivador Marcial Estelar, podía dedicar mi tiempo a comprender los misterios que encerraban mis grabados divinos y convertirme en un forjador de armas. Así pues, decidí seguirle. Diez años, fui aprendiz durante diez años antes de que él quisiera ofrecerme el grabado divino más simple.

Francis todavía estaba enfadado por sucesos que habían tenido lugar hacía tanto tiempo.

—Diez años, me hizo malgastar diez años de mi vida. Pero incluso con esos grabados divinos tan simples, trabajé muy duro y me abrí camino hasta la Asociación Río Estelar y fui mejorando mi arte sin parar y fui obteniendo nuevos grabados. Entonces, conseguí unos pequeños logros. Mi experiencia forjando armas ya había llegado a un punto en el que estaba a medio paso del Reino de Forjador de Espadas de segundo nivel. Siempre y cuando pudiera conseguir el conocimiento de un grabado divino de segundo nivel, tendría la oportunidad de convertirme de verdad en un forjador de armas de segundo nivel. Sin embargo, Murin destruyó todo esto.

En un principio, había querido tomarse su tiempo para terminar los grabados divinos de segundo nivel que Wentian Qin le había dado para que ganara conocimiento. No obstante, Murin se los había robado a la fuerza con todo el descaro.

—No se me puede considerar un buen hombre, pero una vez he obtenido una compensación, te aseguro que forjaría un arma divina para el comprador. A pesar de que la calidad no era la mejor, me aseguraría de todos modos que el arma divina se forjara de acuerdo con las exigencias del comprador. Da igual lo que pase, hay una raya que no estoy dispuesto a cruzar. En cambio Murin… Ese no tiene ninguna raya que lo frene. Pero bueno, ¿y qué? Solo puedo mirarlo desde la distancia y lamentar que mis habilidades son insuficientes. Incluso si le odio, ¿qué podría hacerle yo? —siguió Francis.

Wentian Qin percibía la desesperación de Francis. Todo el mundo tenía su historia. El camino espinoso que Francis había tenido que recorrer hasta ahora, luchando por cada paso para cumplir sus ambiciones se había visto privado de esperanza por culpa de Murin, quien había hecho añicos sus sueños.

—Exactamente, ¿y qué? —preguntó Wentian Qin, tranquilo. Sin duda, no iba a dejar que la lástima le nublara el juicio.

—Wentian Qin, posees un talento que desafía los cielos y que fácilmente podría comprender los misterios de los grabados divinos del segundo nivel que nos eluden a la mayoría. Si invirtieras tu tiempo en forjar armas, sin duda obtendrías una compensación de un atractivo incomparable, pero deduzco que preferirías invertir el tiempo del que dispones para cultivar. En lo que respecta al resto de tareas mundanales, podría ayudarte. No necesito ninguna compensación a cambio. Haré todo lo que pueda para ayudarte en el camino marcial.

Tras oír las palabras de Francis, Wentian Qin se sintió un poco conmovido. Comprendía que para un forjador de armas era muy simple cosechar una fortuna. Pero para forjar un arma, los grabados divinos no eran suficientes. Todavía necesitaban invertir mucho tiempo en adquirir los materiales necesarios, etc. En el futuro, sin duda no iba a invertir la mayor parte de su tiempo en estas tareas.

Aunque Francis le propusiera aquello con una intención, Wentian Qin aceptaría de todos modos. En este mundo, ¿quién estaba dispuesto a ayudar a otros de gratis?

—Eres un forjador de armas de renombre, ¿pero quieres que yo me convierta en tu señor? ¿No te parece que eso degrada tu estatus de alguna manera? —siguió preguntándole Wentian Qin.

Al fin y al cabo, solo podía ofrecerle grabados divinos a cambio por sus servicios.

—Deberías saber que es simple añadir decoraciones en algo que ya es bonito, pero es difícil prender carbón durante una tormenta de nieve. Y yo no soy corto de vista. A pesar de que ahora te encuentras en graves apuros, siempre y cuando lo soportes, me temo que ni siquiera poseo las calificaciones suficientes como para llevarte los zapatos en el futuro. En ese futuro, ¿todavía me aceptarías si quisiera que fueras mi señor? Convertirme en tu aprendiz es una posición de honor que espero poder ganarme. ¿Cómo iba a degradar mi estatus?

»Y no solo eso, quiero ver personalmente el nacimiento de un genio. Quiero ver cómo derrotas a Murin. Cuando seas tú quien lo derribe, quiero ver si aún es capaz de mantener esa cara de arrogante que tiene.

La rabia ardía en los ojos de Francis. Solo si tomaba la fuerza de Wentian Qin sería capaz de derrotar a Murin y aplacar el odio que albergaba. Había decidido arriesgar su futuro y había depositado todas sus esperanzas en Wentian Qin. Este miró a Francis durante un largo rato antes de observar a los caballos que había tras él.

—¿Has preparado uno de los caballos para mí?

—Evidentemente —confirmó Francis mientras contemplaba a Wentian Qin con restos de nerviosismo reflejados en los ojos.

Wentian Qin dio unas largas zancadas y se montó en uno de los caballos. En el mismo instante, una silueta blanca como la nieve se movió tan deprisa que dejó tras de sí una estela de sombra, se elevó y aterró sobre el otro caballo.

«Qué velocidad que posee este». Wentian Qin miró de reojo a la mascota blanca antes de apretar las piernas y salir al galope.

—¡Señor, vuesa merced, por favor, esperadme!

Teniendo en cuenta cómo había salido todo, Francis no pudo evitar que una sonrisa se le dibujara en el rostro. Saltó y aterrizó sobre su montura y echó a galopar en pos de la silueta de Wentian Qin. Cuando le alcanzó, Francis sonrió y añadió, tímidamente:

—Señor, ¿creéis que es posible otorgarle a este humil aprendiz una muestra de gratitud al entrar formalmente como aprendiz de vuesa merced? Cualquier grabado divino del segundo o del tercer nivel bastaría. ¿Qué os parece?

Tras ver la sonrisa pícara que se había dibujado en el rostro de Francis, Wentian Qin puso los ojos en blanco y le regañó:

—Desaparece de mi vista.

Tras reírse, Wentian Qin clavó espuelas y eso provocó que su corcel aumentara la velocidad. Continuó galopando hacia delante y se preparó para avanzar durante toda la noche hasta la Capital Real.

—Ja ja, Murin, maldito seas, espera y verás —soltó Francis y echó a reír mientras él también aumentaba la velocidad.

Al cabo de unos minutos, ambos habían salido de Ciudad de Armonía Celestial, recorriendo al galope los caminos principales bajo una preciosa luz de estrellas mientras levantaban nubes de tierra y polvo.

Wentian Qin volvió la cabeza y contempló las imponentes murallas de la ciudad. Una mirada decidida refulgió en los ojos de Wentian.

Esta era la primera vez que se embarcaba en un largo viaje, entre ráfagas de viento. Mientras enterraba los últimos sucesos bajo las nubes de polvo y miraba directo al horizonte, añadió: «Este mundo concebido para el cultivo, lleno de amabilidad, venganza, emociones y enemistad, ya puede irse preparando para cuando llegue. ¡Prepárate, que voy!».

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