1 epilogo

El mundo es idolatrado, aquel que sabe hacer algo es alabado por las demás personas, aquel que tiene experiencia atrae a las personas, pero para mí es solo talento, conocimiento y esfuerzo. El talento que tienen lo mejoran con conocimiento y con esfuerzo su talento se vuelve inalcanzable.

No me importa si llegan personas idolatrando, solo quiero dejar de ver hacia arriba sus enormes sombras cubriéndome, no me importa la manera en que lo consiga, incluso si es de la manera más forzada posible lo conseguiré. Solo escucho una única manera, la única manera que las personas temen tratar, aquellas personas sin talento son alejadas de la sociedad y yo no seré una de esas, espero y mis plegarias lleguen al lugar de esas almas en pena.

Sal..

Escritos...

Velas negras...

Los elementos para solicitar lo que quiero. Después de todo es lo único que un joven sin talento puede hacer si desea conseguir su fama que lo destaca entre otros para que así su vida pueda avanzar y al fin llegar a su máxima capacidad.

-Demonios, aquellos que están a través de este círculo escuchen mi plegaria y otorguen me lo que deseo, mi gran anhelo-

El mundo temblaba no entendía qué pasaba, será que hice el trato en mal momento o que realicé mal el trato con estos.. fuera lo que fuera quería salir de aquí, el marco de la puerta se derrumbó lo cual me imposibilito mi forma de escapar. Mi cuerpo se sentía débil apenas si podía quedarme de pie por lo que caí al suelo observando las velas. Estas se derritieron y al tener contacto con la sal esta se volvió negras con un resplandor indescriptible el cual me dejó ciego. Mientras sentía mi cuerpo caer sin una idea de dónde caería en el infierno para recibir mi castigo, después de todo es donde mi alma estaba destinada a permanecer después de haber hecho aquel trato el cual no aproveche y tan siquiera pude disfrutar, o tal vez ni siquiera funcionó y solo me condené a un destino horripilante.

Mi alma, al acabar de caer se topó con un ser encapuchado de casi 3 metros de alto y de sus dedos unas cadenas salieron las cuales se enrollaron en mis brazos, estas me daban un ardor intenso,empezó a arrastrarme junto a las otras almas hacia un lugar el cual era parecido a un coliseo, sin embargo, al entrar me percate que era más una prisión o algo semejante a éste. Aquel ser encapuchado movió las cadenas y fue entonces cuando a mi, junto a las otras almas nos hizo entrar en unas celdas separadas con diferentes seres.

Antes de saber mi destino me quede viendo a través de los barrotes, entonces vi lo que me esperaba ver, a los demonios y bestias del infierno. Al observar las otras celdas vi como los demonios descuartizaban las almas que se encontraban en sus celdas, después de todo quién diría que este sería el destino que nos esperaría en el infierno.

Ahora me encontraba en una celda totalmente diferente, estaba compuesta de 7 mujeres con diferentes apariencias donde una que estaba rodeada de telas se acercó a mi. Esta tan solo me miró de manera pacífica y fue entonces cuando esos ojos me calmaron al punto que si tenía que morir y sufrir un castigo sería bajo aquellos ojos únicos y brillantes de un verde vivo hostil los cuales me darían paz eterna.

-"Han tardado en traernos algo de que alimentarnos"- A pesar que no la entendí ella volvió a ver pero con una cara más seria, con aquellos ojos transmitiendo la misma sensación de antes tan pacífica y llena de paz, tomó mi mano y empezó a inhalar por su boca y con gran fuerza mi ropa fue la que se absorbió en su acción.

El silencio rondo por toda la celda hasta que ella empezó a hablar con las demás personas, no obstante sus ojos ya no eran esos que me daban aquella tranquilidad, ahora se habían tornado llenos de una expresión de preocupación, eso solo me dejaba con la sensación de que algo malo me pasaría.

-"¿Que acaba de pasar?"- se levantó y aunque yo estaba tapando mi cuerpo se me quedó viendo, las demás personas que anteriormente no tenía su atención se me quedaron viendo mientras otra chica bastante alta se acercó a mí con una cara de desesperación y con sus uñas me rasgó desde mi hombro hasta mi abdomen.

-¡Ahhh!- mi grito desconsolado salió desde la parte más profunda de mi ser, pero a diferencia de cuando descuartizaban las otras almas yo sangre, sus ojos eran de sorpresa, en ese preciso instante: Si lo pensabas era sencillo percatarse de que en este mismo instante mi cuerpo también estaba en el infierno.

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