1 El Exilio

La noche caía sobre el Reino de Arcanum, donde la magia fluía como un río de energía mística que surcaba cielos y tierras. En lo más alto de la jerarquía mágica se encontraba Aiden, un prodigio de tan solo 24 años, cuyo nombre resonaba en cada rincón del reino. Su cabello negro como la medianoche y sus ojos verdes centelleaban con la sabiduría y el poder que había acumulado a lo largo de su corta pero destacada vida. 

Al frente de un cuadrón Mágico, Aiden no solo poseía habilidades excepcionales, sino que también llevaba consigo la responsabilidad de liderar y proteger a su reino. Sin embargo, la envidia y las maquinaciones políticas tejieron una red de intrigas a su alrededor. Aquellos que ansiaban su posición se encargaron de difamarlo y minar su autoridad. 

La trama alcanzó su clímax en una sala del consejo mágico, donde Aiden fue destituido de su cargo. Las acusaciones volaban como flechas mágicas, y aunque Aiden intentó defender su honor, la balanza se inclinó en su contra. La decisión estaba tomada: Aiden, el mago prodigio, sería desterrado de su propia tierra. 

Con su identidad manchada y el peso de secretos peligrosos que lo hacían blanco de conspiraciones, Aiden se vio obligado a abandonar Arcanum. La decisión no solo representaba la pérdida de su posición, sino también el adiós a su hogar, a los lugares donde había forjado sus habilidades y a los amigos que una vez tuvo. 

Antes de partir, sin embargo, un encuentro inevitable aguardaba. En una colina a las afueras del reino, Aiden se encontró con sus antiguos colegas, quienes lo esperaban con rostros enmascarados por la traición y la ira. La luna llena iluminaba el escenario mientras el aire vibraba con la promesa de un conflicto mágico inminente. 

"Creíamos en ti, Aiden", dijo Yarion, su predecesor, con un tono de decepción en su voz. "Pero tus sombras son más oscuras de lo que imaginábamos." 

Aiden: "La oscuridad no siempre es sinónimo de maldad. A veces, es simplemente la sombra que proyectamos cuando nos enfrentamos a la luz de la verdad." 

La batalla estalló con un despliegue de poder mágico que iluminó la noche. Los magos, antaño aliados, se enfrentaron en un duelo donde el maná fluía como el torrente de un río desbordado. Aiden, con su experiencia y habilidades superiores, se movía con gracia entre los ataques de sus adversarios. 

Los elementos mágicos danzaban en el aire, creando un espectáculo de fuego, agua, viento y tierra. Palabras mágicas resonaban en la oscuridad mientras los hechizos se lanzaban con precisión mortal. Los círculos mágicos decoraban el suelo, potenciando y controlando la magia que se desataba en el campo de batalla. 

La concentración de maná era palpable en el aire. Aiden, en medio de la contienda, demostraba una maestría excepcional al manipular la energía mágica. Sin embargo, sus antiguos colegas, consumidos por la ira y la desesperación, lanzaban hechizos cada vez más desesperados. 

A medida que la batalla alcanzaba su punto álgido, las muertes no eran solo el resultado de la derrota mágica, sino la consecuencia de una traición irrevocable. Un mago, envuelto en llamas, cayó al suelo mientras otro, congelado en un bloque de hielo, se desmoronaba en pedazos. La oscuridad y la luz luchaban en un ballet de energía mágica, dejando un rastro de destrucción y desesperación. 

La confrontación alcanzó su clímax cuando Aiden, en un arrebato de energía concentrada, desató un hechizo que envolvió a sus antiguos colegas. La luz brilló intensamente antes de que un silencio ominoso se apoderara del lugar. Aiden emergió de la penumbra, pero el precio de la victoria estaba marcado en su rostro. 

Con la batalla terminada, Aiden se encontró solo en la colina desolada. Los cuerpos de sus antiguos colegas yacían inertes, recordándole el alto precio de la traición y el exilio. La magia que una vez unió a estos magos prodigios ahora yacía dispersa, rota por la discordia y la desconfianza. 

Después de la confrontación en la colina, Aiden dejó atrás los campos de batalla y se aventuró en tierras desconocidas. La vastedad del exilio se extendía ante él, ofreciendo un lienzo en blanco para su futuro incierto. Mientras caminaba por los bosques oscuros y las llanuras interminables. 

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