8 El cazador es cazado

(POV Martín Altarno)

Martín era un asesino perteneciente al gremio de la Daga Roja.

Hoy tenía una misión, el gremio les había asignado el cometido de eliminar a una pareja de elfos.

Uno era un herrero, el cual no supondría problema alguno y la otra una guerrera de nivel avanzado, normalmente necesitan dos o quizás tres guerreros de nivel intermedio para vencerla, pero ellos no eran guerreros, eran asesinos.

Los asesinos por su ocupación tenían muchas formas de acabar con enemigos muchos más poderosos que ellos, como veneno o ataques sorpresa.

Aparte la guerrera no estaría preparada, la misión no parecía complicada. Aparte de ellos se han informado que había un bebé de un año de edad, la misión mencionaba que de ser posible debería ser traído con vida para ser criado como esclavo.

Había llegado la hora, el junto a sus dos compañeros se habían reunido en un callejón a unas cuadras, la única complicación que el trabajo presentaba era que la casa está ubicada en plena ciudad, si los elfos lograban hacer un alboroto la cosa se pondría peligrosa con la llegada de los guardias. Por eso el trabajo debía ser limpio y las dagas solo debían blandirse una sola vez, en sus cuellos al mismo tiempo.

Ubicaron la casa y pusieron los glifos correspondientes, estos estaban diseñados con tales runas que permitían detectar cualquier hechizo de alarma, no hubo respuesta.

Pusieron las piedras túnicas en las esquinas de la casa para crear una barrera de sonido y rompieron cuidadosamente la ventana.

Cortaron los fierros que derivan como protección e ingresaron.

Todo estaba en silencio, las luces apagadas y la oscuridad reinaban. Lo cual no significaba ningún problema para los asesinos cuyos ojos estaba entrenados para ver perfectamente en la noche.

Lentamente desenfundaron sus dagas y espadas y empezaron a inspeccionar, el primer piso estaba despejado.

Procedieron inmediatamente con el segundo piso, subieron lentamente y dieron con el pasillo, había tres habitaciones, una de ellas tenía la puerta ligeramente abierta. De ella se escúchame murmuro y voces muy leves, había alguien ahí.

-"¿Quien podría ser, el elfo o la elfa, o ambos?"- de pregunto Martín mientras hacía las señas a sus compañeros para que se preparen.

Sea quien sea debían eliminarlo primero o alertaría al otro, no querían acciones inesperadas, todo debía llevarse con sigilo.

De repente, Martín sintió miedo, como nunca lo había sentido.

A lo largo de su vida como asesino, había estado en circunstancias peligrosas y había conocido a gente poderosa, muchos de ellos le habían emitido una presión abismal y le habían hecho entender la diferencia de poder entre el y un rango rey o santo.

Pero lo que sentía en este momento lo horrorizó.

Vio cómo sus compañeros reaccionaban de la misma manera, uno de ellos no pudo resistir y se arrodilló lentamente mientras resistía para finamente desmayarse.

De pronto todo el pasillo fue inundado por oscuridad. No se podía ver absolutamente nada.

Martín desesperadamente empezó a blandir su espada corta y a gritar el nombre de sus compañeros.

Pero nada salió de su boca, ningún sonido.

La desesperación empezaba a invadir su alma cuando unos inmensos ojos amarillos aparecieron en su delante.

-"Solo puedes culpar a tu suerte por tu desdicha. En antaño ni los grandes Reyes de Batalla se interpondrían en el camino de su excelencia. Muere ahora, espero que en tu próxima vida tengas la oportunidad de servir a su excelencia, así podrás redimir tu pecado."- fue lo ultimo que escuchó Martín.

El cuerpo de Martín cayó al suelo, para luego ser consumido por unas llamas negras.

Sirius el cazador oscuro, conocido como el perro negro de la muerte había vuelto al plano terrenal y se encontraba al servicio de su excelencia.

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