582 582 Vamos a casa y molestemos al cachorro

Esta frase fue con claridad el mayor estimulante para Tang Mengying, y su risa fue loca y repugnante. El corazón de Su Qianci estaba desganado. Ella estaba apretando los puños y los dientes.

¡Tang Mengying!

Tang Mengying no hubiera pensado que, cuando estaba en el auto, la horquilla era solo una diversión. El verdadero truco estaba en el fondo de su bolso negro, donde un localizador de escuchas telefónicas estaba conectado en silencio.

—Regresa. Si te tomas demasiado tiempo, ella podría sospechar.

—Vaya. Solo necesito usarla para confundir a esos idiotas. ¿Crees que quiero cooperar con ella? ¡Estoy tan molesta cuando la veo! —la voz de Tang Mengying estaba llena de desprecio, y pronto, Su Qianci escuchó sus tacones altos.

Ellos volvieron.

Limpiándose las lágrimas, Su Qianci fingió tomar el teléfono y se lo puso al lado de la oreja.