904 ¡Pequeña mentirosa!

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A pesar de que temía su respuesta, Yu Lili preguntó: — ¿Estás ... en la casa de tu madre?

Ou Ming respondió a la ligera: —Sí, todavía estoy aquí. Recuerda acostarte temprano y no olvides tomar tu medicamento.

El corazón de Yu Lili se desilusionó. Tenía la mente entumecida y la boca tan seca que no pudo decir nada durante varios minutos.

Finalmente, ella dijo: —Lo sé, lo haré. Te dejaré volver a lo que estás haciendo.

— ¡Buenas noches!

— ¡Buenas noches!

Yu Lili colgó el teléfono. La sala estaba tan silenciosa como la tumba. Era como si Ou Ming hubiera vaciado toda su felicidad de los últimos días. Se quedó allí sintiéndose vacía y sola. Entonces se acostó y miró al techo por un largo tiempo antes de arrojar su teléfono celular a través de la habitación y cubrirse la cabeza con una manta.

Otra noche sin dormir.

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