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Dos platos para quedar varados en alta mar

La sala estaba llena de varios sujetos con trajes militares; los que tenían medallas y trajes más elegantes permanecían sentados a los lados de la sala, dejando un espacio perfecto en el centro para que se pudiera caminar; mientras que los soldados que utilizaban atuendos desgastados permanecían de pie al inicio de la sala. Al final del pasillo, un hombre de avanzada edad y de un canoso cabello permanecía de pie observando fijamente a un joven de cabello blanco que estaba con su rodilla hincada y cabeza baja ante él.

—Muy bien— Dijo el hombre —Mayor Ludwig Constantino, mencione sus votos—

—Yo, Ludwig Constantino, juro solemnemente ante La ley de la plata y el Eradicator general Stein Bloodfall, que seguiré, respetaré y amaré los preceptos escritos en La ley de la plata durante toda mi vida, juro también que en caso de romper alguno de estos preceptos, pagaré con mi vida inmediatamente, dejando la tarea de acabar con ella a la merced de otro Eradicator, y en caso de no haber otro miembro vigente, yo mismo acabaré con ella, así también como yo prometo acabar con la vida de otro miembro de la corte, en caso de que este último haya roto su juramento. Semper et in aeternum— Dice el joven de cabello blanco.

Casi inmediatamente cuando termina de recitar sus votos, 4 personas dentro de la sala, incluido el hombre de avanzada edad, repiten la frase "Semper et in aeternum", mientras que el resto de soldados gritan "Lux et veritas".

Al joven se le entrega un abrigo largo de color azul marino, con bordados dorados y charreteras del mismo color; dos sables de un color celeste blanquecino; y por último, un collar de plata con un colgante circular de plata con detalles de oro, con una espada que sobresale por la parte baja del círculo.

—Bienvenido a la corte de la erradicación, Eradicator coronel Ludwig Constantino— Dice el hombre de avanzada edad.

Astraia 10 de Krieg - Año 146 del calendario Herokaniano - Costa Este del Reino Gumbral.

—Semper et in aeternum...

—¿Dijiste algo?— Dice la voz de una mujer.

—¿Eh?— Exclama Ludwig algo confundido, para luego al abrir sus ojos, encontrarse con la presencia de una joven con un cabello rubio blanquecino de ojos azules, y unos metros detrás de ella un hombre de un cabello café lleno de canas, sin embargo con un rostro y cuerpo de un joven lleno de vigor. —No es nada Isabella, solamente un recuerdo vino a mi mente—

—¿Qué recordaste?— Pregunta el hombre.

—Semper et in aeternum... eso recordé.

—Aaahh, yo no recuerdo el día que hice mi juramento, fue hace como ¿4 años? ¿O no Tetsu?— Dice Isabella.

—Si no lo recuerdas tú cómo esperas que yo lo haga.

—Espero que al menos recuerdes los preceptos—Dice Ludwig.

—Claro claro, los recuerdo muy bien, pero ahora mismo tenemos cosas más importantes que hacer, como por ejemplo... ¡Tragar! ¿Cierto Tetsu?

—En eso estoy de acuerdo con Isabella, hace varias horas que no comemos.

—Vayan al comedor entonces, el capitán dijo que podían comer con la tripulación siempre que quisieran.

—Tuvimos suerte que el capitán estuviera agradecido con nuestro servicio en la guerra— Dice Tetsu

—Bueno, comida gratis es lo mínimo que esperaría a cambio de salvar a la humanidad— Dice Isabella mientras estira sus brazos— Aun así, los suministros que ellos llevan nos corresponden a nosotros y a las personas del continente... si es que quedaba alguien, claro.

—La humanidad todavía no está a salvo, no hasta que todas las bestias sean eliminadas... pero ya discutiremos eso luego, ustedes vayan primero, yo tengo que hablar unas cosas con el capitán.

—Ahí te ves Ludwig, llega antes de que se acabe la comida— Dice Isabella mientras sube las escaleras en dirección a la cubierta.

—Vigila que no se meta en problemas Tetsu, no quiero que otro miembro de la tripulación termine con el brazo roto.

—Bueno, sabes que aunque utilice toda mi fuerza no podré detenerla, dependerá totalmente de los marineros— Dice Tetsu mientras sigue detrás de Isabella.

Ludwig se queda sentado un momento, toma sus espadas y un cuchillo para luego acomodarlos en su cinturón y partir camino hacia el camarote del capitán.

Al llegar, él da unos golpes a la puerta.

—S-Si, en-enseguida salgo— Dice una voz masculina algo inquieta.

—¡¿Cómo que sales enseguida?! Dijiste que estarías toda esta noche conmigo— Dice la voz de una mujer.

Ludwig da un suspiro y abre la puerta, encontrándose con el capitán de la nave subiéndose los pantalones, con una mujer con su cabello despeinado y a medio vestir a su lado.

—Capitán, necesito hablar con usted— Dice Ludwig inalterado por la situación.

—¡Eradicator Ludwig! Que sorpresa, que suerte la de usted que me encuentra desocupado.

—Ya veo ya, por favor, sería tan amable de decirle a su acompañante que nos deje solos— Dice Ludwig mientras se sienta cómodamente en la silla del capitán.

—¡Vaya Johan!, ¿por qué nunca me dijiste que tenías a alguien tan atractivo en tu tripulación?— Dice la mujer mientras se acerca a Ludwig.

—Eliana no... No es un marinero ni mi subordinado, por favor... no le molestes y déjanos solos.

—¿Por qué, acaso una señorita no puede escuchar las conversaciones de dos caballeros?.

Ella se acerca más a Ludwig y toca su pecho, recorriendo suavemente el abrigo de Ludwig hasta llegar a varias medallas que colgaban de su pectoral izquierdo.

—Bonitas medallas... ¿Dónde las conseguiste?.

—Exterminando animales y bestias.

—¿Exterminando?.

—Eliana, él es un exterminador... así que por favor, déjanos.

—Oh, por Nailvan, lo siento mucho señor me retiro enseguid‐

Antes de que Eliana pudiese alejarse de Ludwig, este le agarra la muñeca y se pone de pie.

—Bonito cabello... su color se me hace muy peculiar... no serás tú... no, no puede ser ¿cierto?, sería una tontería ¿verdad capitán?

—Eradicator Ludwig por favor... se lo pido— Dice el capitán.

Ludwig mueve lentamente el cabello de Eliana y deja al descubierto su oreja, una oreja tan puntiaguda como un pino.

—Perra— Dice Ludwig para inmediatamente después sacar un cuchillo de plata de su espalda inferior y enterrarlo en el cuello de Eliana, quitándole la vida en un instante.

—¡Por todos los Herokans Ludwig!— Grita el capitán mientras da un golpe a la mesa y observa con tristeza e impacto el cuerpo de Eliana caer al suelo.

—¿Se queja capitán? Créame, usted tiene suerte que me encuentre en deuda, por qué sí no, ya lo hubiera arrojado al mar con una piedra atada a los pies.

—¡¿Y por qué?! ¡Ella no le hizo daño a nadie, solamente se estaba ganando la vida!

—Segundo precepto de la ley de la plata: "Todo ser pensante que no sea hijo de dos humanos será considerado enemigo de nuestra corte y deberá ser exterminado tarde o temprano, pues es un peligro para los humanos y su integridad"

—Pero ella-

—Guarde silencio Johan, o me encargaré personalmente de cortar su lengua. Se lo hubiera dejado pasar si no me hubiera provocado tantas veces con el animal.

—S-Si Eradicator Ludwig... le pido disculpas por mi imprudencia— Dice Johan a regaña dientes y con la cabeza baja.

—Descuide capitán Johan, solamente espero a que el error no se vuelva a repetir en lo que queda de viaje, o tendré que actuar como la ley de la plata lo indica— Responde Ludwig mientras guarda su cuchillo y se limpia con un paño su rostro manchado con sangre. —De todos modos, mi visita no era para hacerme cargo del animal, si no que era para hacer unas cuantas preguntas a su persona.

—Lo siento Eradicator Ludwig, pero podría venir el día de mañana a conversar, la verdad es que ahora mismo estoy-

—Entiendo capitán, lo dejaré solo— Interrumpe Ludwig para luego abandonar la habitación inmediatamente.

El capitán se queda solo, observando el cuerpo de Eliana tirado sobre un charco de sangre.

—¡Maldita sea!— Grita mientras golpea su escritorio.

Ludwig parte camino hacia el comedor, y en unos cuantos segundos llega. Para su sorpresa, su compañera no había iniciado ningún conflicto, y permanecía tranquila comiendo junto a Tetsu. Ludwig se sienta al lado de ellos, mientras las miradas de todos los marineros se posan sobre él.

—¿Acaso tengo algo en la cara?— Pregunta a sus amigos.

—En la cara no, ahora bien en tus guantes...— Dice Tetsu para luego mirar con extrañeza a Ludwig.

Ludwig observa su guante de derecho y se da cuenta de que el color blanco de su guante estaba completamente tapado por el color de la sangre.

—¡¿Mataste al capitán?!.

—Claro de que no... Pero si a su acompañante, una sucia ramera de orejas puntiagudas.

—¿Y cómo reaccionó?.

—Como una persona normal... Pero se le pasará, espero que mañana esté listo para mis preguntas.

—Tengo hambre, iré a buscar más comida— Exclamó Isabella mientras se ponía de pie, como si no hubiera escuchado la conversación.

—Ya que vas a la cocina, ¿podrías traerme un plato a mí?— Pregunta Ludwig.

—¿Y qué tú no tienes manos o qué?.

—Yo... está bien iré yo...

—Je, ¡es una broma, ahí te traeré un plato!— Dice Isabella para luego darle una palmada en la espalda a Ludwig, sentándolo en un instante y por poco casi tirándole encima de la mesa.

Isabella se dirige a la cocina, mientras que Ludwig suelta unas lágrimas mientras se toca la espalda.

—¿Estás bien?— Pregunta Tetsu preocupado.

—No... esa idiota... se le olvida que de un golpe puede partirme en dos...— Responde Ludwig con la voz llena de dolor.

—Bueno, quizá no se le olvidó, y ese golpe fue la forma de reprender el asesinato que cometiste.

—Maté un animal, no tiene nada que reprender.

Isabella en unos cuantos pasos llega a la cocina, viéndose frente a una fila de 10 personas.

—«¿Por qué hay tanta gente?»— Se preguntó Isabella. —«Bueno, supongo que puedo esperar un rato, aunque Ludwig quizá no».

Al pasar unos minutos Isabella finalmente es la siguiente en recibir la comida.

—Dos platos por favor— Le dice ella al cocinero.

—Solo uno mujer, todos necesitamos comer aquí— Responde el cocinero.

—Ah, es que mi colega allá-

—Solo uno, está dicho mujer.

—¿Acaso te complica darme un plato extra para mi amigo?, he visto que le has dado dos platos a los marineros y no has tenido problema alguno.

—Claro que tengo un problema, ustedes tres lo único que han traído han sido problemas, se creen héroes únicamente porque lucharon en una guerra de la cual nadie más participaba aparte de ustedes y los vampiros; los viajes que hemos tenido que hacer han causado más muerte y desgracias que beneficios.

—Solo suelta de tu puto hocico lo que quieras, sin tapujos, bola de grasa— Responde Isabella apretando con fuerza su puño.

—Lo que quiero decir es que ustedes "héroes" han causado más muertes de personas inocentes de las que han salvado, su mera existencia es innecesaria, las personas que murieron por la guerra murieron por su culpa, ustedes no-

Las palabras del cocinero se ven inmediatamente interrumpidas por Isabella, la cual había saltado la mesa que los separaba para luego agarrarlo del cuello y empujarlo contra la cocina, dando vuelta la cacerola llena de caldo hirviendo sobre la ropa del cocinero. Los gritos de dolor por la quemadura que sufría el cocinero llaman la atención de todo el mundo. Isabella agarra la cabeza del cocinero y la pone encima de la cocina, comenzando a quemar el rostro de este.

—¡¿Así que murieron por nuestra culpa eh?! ¡¿No murieron porque la basura a la cual sirves y agachas la cabeza siempre busca una forma de robarle al pobre y dejarlo en la miseria?!— Grita Isabella llena de ira, sin apartar su mano de la cabeza del cocinero, que a pesar de ser mucho más grande y aparentemente fuerte que ella, no puede siquiera hacer un movimiento.

—¡Isabella detente!— Grita Ludwig al entrar a la cocina y ver la escena.

Rápidamente se acerca a ella para hacer que suelte al cocinero, pero no puede siquiera mover un centímetro el brazo de su compañera. Tetsu se une a Ludwig, y junto a él logran sacar la mano de Isabella, haciendo que el cocinero caiga al suelo inconsciente y con la cara completamente quemada.

Los marineros se acercan y rodean al trío.

—¡Isabella!, mírame, tranquilízate, tranquila...— Le dice Ludwig a su compañera mientras afirma sus muñecas y le mira a los ojos.

—¡Ese bastardo, no tiene ni idea de como son las cosas, acusa a los exterminadores de las desgracias de la guerra! ¡¿acaso no conoce a los putos nobles?!— Sigue gritando Isabella mientras intenta liberarse del agarre de Ludwig.

—¡Está bien, está bien! Ya le diste su merecido, pero por favor... cálmate.

Isabella logra calmarse, no sin antes soltar un insulto al aire.

Ludwig se da media vuelta y observa a toda la tripulación armada con objetos, cuchillos y algunas espadas. A la cabeza, estaba el capitán Johan.

—¿Qué hacemos Ludwig?— Pregunta Tetsu con su mano lista para sacar su mandoble.

—Déjame hablar.

Ludwig se acerca al capitán a una distancia prudente.

—Estamos hartos de ustedes, así que les daremos una única oportunidad de abandonar la nave sin causar más problemas— Dice el capitán Johan claramente enojado.

—Si vamos a hacer eso necesitamos un bote y dos cajas de suministros.

—Un bote sin suministros.

—Si rechazamos están dispuestos a matarnos ¿cierto?

—Por supuesto.

—Ahhh, supongo que tendré hacerle las preguntas a otra persona... Quinto precepto de la ley de la plata:"Todo ser humano que se atreva a atacar a un miembro de la corte u otro humano, deberá ser puesto bajo un juicio dirigido por un miembro de la corte, de hallarse culpable será considerado como inhumano, y deberá ser erradicado inmediatamente". Bajo mi propio juicio Johan, usted y su tripulación son considerados inhumanos, por lo que procederemos con su erradicación.

—¡Maldito bastardo!— Grita Johan mientras ataca a Ludwig con su espada.

Rápidamente Ludwig saca uno de sus sables, y antes de que Johan llegara a la mitad de su ataque, el arma de Ludwig impacta contra la suya, partiendo la hoja a la mitad. Johan queda impactado, en una fracción de segundos, Ludwig había desenvainado y contrarrestado su ataque.

—¿Qué-

Antes de que pudiera decir algo, la espada de Ludwig lo decapita como si de cortar mantequilla se tratara. Todos los marineros quedan impactados, pero inmediatamente recobran el coraje y se dignan a atacar.

Tetsu saca su mandoble, y comienza a dar cortes horizontales, llegando a partir a tres marineros de una sacudida, llevándose de por medio parte de los muros del barco. Ludwig ataca uno por uno, dejando una brecha en su retaguardia que un marinero intenta aprovechar arremetiendo con un arpón, pero Isabella de un solo puñetazo destruye completamente la cabeza del atacante.

El combate continúa por varios minutos, pero claramente el ganador se había decidido en el momento de pensar en una pelea entre ambos bandos. Los tres exterminadores arrasan con la tripulación de 24 marineros, el comedor y la cocina quedan regados de sangre, al igual que las vestimentas de los exterminadores.

—Mierda... menuda masacre más innecesaria— Dice Tetsu mientras se deja caer sobre una silla, completamente cansado.

—Da igual, el capitán se lo merecía, los marineros, igual, por apoyar su decisión— Le responde Ludwig, que parecía no estar para nada agotado por el combate.

—Para tí es fácil tomar este tipo de decisiones, luego sales ileso y bien parado del combate, Rose y Annalise pesan lo mismo que una pluma, pero Memento Mori pesa más que una vaca.

—No es para tanto Tetsu, deja de quejarte— Dice Isabella que seguía comiendo sin parar.

—¡Aahhh cierto, discúlpeme señorita Tyranos, disculpe a este Worldguard idiota por no ser descendiente de un tipo que literalmente era capaz de partir montañas con sus manos!

—Disculpa aceptada.

—Al menos no nos dejé varados en el mar.

—Yo sí que te voy a dejar varado en el mar puto marica, ¡ay me duelen las manitos! ¡Ay Ludwig, ¿por qué peleamos, no ves que es agotador?!.

—Tu maldita-

—Por Corvo Tyranos, ¡guarden maldito silencio!, Isabella, ve a la cubierta y prepara un bote, Tetsu, ya que parece que recuperaste tu energía, ve a buscar dos cajas de suministros y súbelas al bote.

—¿Qué harás tú?— Pregunta Isabella.

—Comer algo supongo, mi cena se vio interrumpida por tí Isabella.

—Ahh maldito idiota, me largo a preparar ese bote, estoy harta de estar en el océano.

—Supongo que las cajas me están esperando...

Tetsu e Isabella abandonan el comedor, Ludwig se queda sentado, su cuerpo entero sufre un espasmo, y queda completamente dormido.

A la hora después...

Ludwig despierta, su cuerpo entero está adolorido y débil, con mucho esfuerzo sube a la cubierta, donde se encuentra con Tetsu e Isabella, ellos estaban subiendo las cajas a un bote que iba amarrado al que iban a usar para viajar.

—Ludwig, nuestro peso más el de los suministros y las armas hundiría el bote, así que amarramos dos para poder llevar todo— Le dice Isabella.

—Buen trabajo— Responde Ludwig sin energía, a punto de desplomarse sobre el suelo.

Isabella rápidamente lo afirma.

—Te está pasando factura ¿eh?.

—Siempre pasa cuando son muchas personas, no te preocupes... solamente ayúdame a llegar al bote, al de los suministros...

—¡Tetsu! ¡Ludwig va a bajar, evita a que se suelte de la escalera!.

—¡Está bien! ¡Mientras ve a buscar a Magnus y a Tronitrum!

Ludwig baja la escalera de mano con lentitud, Tetsu observa atentamente cualquier movimiento para afirmarlo rápidamente en caso de que Ludwig caiga, pero no es necesario, ya que este último logra mantener un poco de fuerza hasta el final. Tetsu lo agarra y lo sienta en el bote trasero, Ludwig cae inconsciente inmediatamente.

—¡Aquí tienes Tetsu!— Grita Isabella, para luego arrojar una gran alabarda y una lanza, ambas del mismo color que las espadas de Ludwig; Isabella baja rápidamente por la escalera y se sienta en el bote delantero.

—Según el mapa del capitán, estamos a dos días al oeste de Gumbral... ¿Dónde está el oeste?— Dice Isabella mientras mira con duda la brújula.

—El oeste está en... en donde sale el sol ¿no?.

—No idiota, ese es el norte.

—Ah, entonces es donde sale la luna.

Ludwig despierta nuevamente, sus amigos no demoran en preguntarle.

—La brújula siempre apunta al norte, solamente hay que seguir recto y llegaremos.

—¿Y por dónde sale la luna?— Pregunta Tetsu.

—Que voy a saber yo, déjame descansar.

Ludwig vuelve a cerrar los ojos; Isabella comienza a remar; Tetsu comienza a preparar algo de alimento.

Krieg 12 de Krieg - Año 146 del calendario Herokaniano - Playa costera de Hofret.

El trío llega a una playa; con las piernas tiesas los tres bajan del bote.

—La próxima vez... que Ludwig sea el que vaya remando— Dice Isabella mientras se deja caer sobre la arena.

—Claro, y que durante el viaje se me caigan los brazos— Le responde Ludwig mientras estira sus piernas.

—Por primera vez en mi vida veo un árbol con hojas... es hermoso ese color verde que tienen— Menciona Tetsu ignorando completamente la conversación.

—La división... esperemos a que todo aquí sea mejor que en el continente Tyranos— Reflexiona Ludwig mientras deja su mirada perdida en el paisaje.

—Habrá que comprobarlo, vamos a la ciudad de allá ¡¿Qué estamos esperando?!— Grita Isabella emocionada para luego ponerse de pie y partir corriendo a la ciudad porteña que se veía unos metros más allá.

Sus dos amigos parten inmediatamente junto a ella, no sin antes recoger las armas de los botes.