Aiden se movía como un fantasma frente a la Mansión Nightshade, acabando con todos los que vigilaban la puerta principal en unos minutos.
Se movía en completo silencio sin que nadie le viera siquiera una vez. Era como un fantasma, un Segador. Se movía con un único pensamiento en su mente... matar a Lucio.
Eso era lo único que le importaba en su mente.
Todo lo demás era secundario.
Después de eliminar las sombras que protegían la entrada, Aiden se coló sigilosamente, donde se encontró con una de las salas más grandes que había visto en su vida.
Había escaleras a ambos lados y ni siquiera podía ver el final de la sala. El techo también era extremadamente alto según miró hacia arriba.
Las luces estaban apagadas y se fusionó perfectamente con la oscuridad.
No sentía la presencia de nadie a su alrededor. Parecía que la seguridad dentro de la mansión era mucho menor que en el exterior.
Ahora solo había otra cosa que necesitaba averiguar ahora que estaba dentro.
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