Después de un momento de silencio aturdido, los tres de repente volvieron en sí.
Entonces, se miraron y sonrieron.
—Realmente no esperaba encontrarme con un idiota así en la primera ronda —Qin Jiang se burló y luego miró a Xu Muge—. Ahora puedes estar tranquilo, ¿verdad?
—Lidiando con basura como él, puedo manejarlo fácilmente con una sola mano.
—Como tu oponente, naturalmente no tengo nada de qué preocuparme —dijo Xu Muge con el labio levemente curvado y una sonrisa—. Espero que los oponentes que enfrentes a continuación sean todos como él.
—Con su actitud idiota, no solo tú podrías derribarlo, incluso yo podría hacerlo —Zhao Yuefei también se mofó.
Mientras hablaban, Zhao Yuefei y Xu Muge se reían sin contenerse.
Al ver cómo los tres lo despreciaban y menospreciaban, el rostro de Mo Zidan se tornó cenizo; ¡nunca antes alguien se había atrevido a subestimarlo así!
Hoy era particularmente bueno, habiendo tropezado con tres sujetos tan desorientados sobre la vida y la muerte.
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