Tengo dos hijos, Luis y Marta. Son encantadores. Tienen 15 años, y 16. Ellos saben, que clase de hombre es su padre, y por eso, se quisieron quedar conmigo. De niños, no les trataba bien, y solo, le importaban, estar con los amigos, o comer, en la oficina. Eso era lo que siempre me contaba, si le preguntaba, si iba a venir a cenar. Eso era sólo un montón de mentiras. Por supuesto, que estaba, con Enma. No me creía, ninguna de sus palabras. Y siempredecía, lo mismo.
"Comeré, en la oficina "Estaré, en el bar, con los amigos.
Mentiras, mentiras, y más mentiras. Estaba con Enma. El creyó, que no me daba cuenta. Una vez llegó a decirme, que teníamos que ahorra, porque pudiera ser, que lo despidiesen del trabajo. Otra mentira más. Cuando pregunté, en la empresa, sobre mí marido, y su situación económica, la secretaria me dijo, que era buena, y que posiblemente, fuera ascendido, a director de la empresa. Ya no me acuerdo, del nombre, porque ya no paso por allí, desde aquel dí. Para que, iba a hacerlo? Mis hijos, Luis y Marta, siempre están conmigo, y no hacen más que decirme, que soy joven, y que tengo, que rehacer, mí vida. Pero en aquéllos momentos, yo no quería saber nada de hombres. Pues para hacerlo, tenía que reponerme, de aquello. Qué ironía, la mía. Marta y Luis, insistieron tanto, que un mes después, a la fuerza, me llevó a unos grandes almacenes de ropa y zapatos.
-- Eres joven, mamá. Y debes de estar bonita.
Así que a empujones, no tuve más remedio ceder. Como era posible, que una jovencita de 15 años, pudiese convencerme? En fin, que a la fuerza, la seguí.
Entramos en una tienda de modas. Había vestidos hermosos, pero a ella, no le gustaba ninguno. Después, a otra tienda. Ninguno. Qué disparate! Otra tienda, y otra, y tirando, del brazo.
-- Mamá, ve más deprisa! Qué van a cerrar!
Después de buscar, durante varias horas, por fin, encontramos uno, que llegó a gustarle. Pero...No había, de mí talla.
-- Me cagó, en...-- mascullo.
-- Marta! Qué palabras, son ésas?-- le dije.
-- Perdona mamá. Se me escapó. Pero no nos paremos. Qué cierran, las tiendas, y también, tenemos que comprar, los zapatos.
-- Marta hija. No podemos venir mañana? Estoy, cansada.
-- De ninguna manera. Deja de decir tonterías, y venga. Faltan los zapatos.
Pero nada. Yo ya estaba cansada, y ella estaba, como si nada. Lo que es, ser joven.
-- Es qué nunca, te cansas?
-- No. Deberías ir, a un ginm.
-- También, eso?
-- Quieres estar en forma, y parecer, joven, o no?
-- Sí, hija.
-- Pues mañana, te apuntas. Y por si acaso, voy contigo, para no salgas corriendo.
-- Muy graciosa. Jaja.
-- Pues andando.
Después de recorrer, bastantes tiendas de zapatos, todos eran bonitos, pero al llegar a probarmelos, o me estaban pequeños o grandes.
-- Qué pies tienes, más raros-- me dijo-- es que no puedes tener unos pies normales?
Por supuesto, me eché a reír. No. Las dos nos hechamos a reír.