1 Introducción

Hace quinientos años, el espacio fue fracturado. La delgada capa que separaba ambos, el mundo terrestre y el inframundo, fue rasgada, y eso dio paso a la mayor catástrofe jamás vista en la historia. Primero, vino la duda, seguido de la curiosidad. Por cada instante que pasaba, la grieta aumentaba su perímetro, hasta que fue tan grande como para poder ver qué se hallaba del otro lado.

Lo que vivía en ese abismo era algo que hasta entonces solo habitaba en la imaginación del hombre. Fueron llamados Demonios. Así, la Gran Guerra comenzó.

Miles de legiones diabólicas emergieron desde las profundidades, a la vez que una gigantesca y horrorosa torre, de tintes como la ceniza, se alzaba desde el los adentros del averno, hasta lo más alto de nuestros cielos. La Materia Oscura brotó desde la grieta, y tal como lo haría la sangre dentro de un río, tiñó los cielos de negro absoluto, trayendo consigo un mundo de tinieblas.

Los prados se volvieron rojos. La sangre llovía y regaba las plantas. Los huesos de las víctimas sirvieron como decoración para sus santuarios. El ejército demoníaco atacaba, violaba y mataba todo a su paso, mientras que su Rey observaba desde lo más alto de su torre. Por el bien de su raza, y también por su propio bien, dirigió sus legiones con decisión y crueldad, clamando que era momento de reclamar el mundo que por derecho le pertenecía.

La invasión, así como la guerra entre hombres y demonios no duró más de dos días, y la materia negra no logró extenderse más allá de donde la vista perdía al horizonte. Todo se decidió en pocas horas en una única batalla. Un enfrentamiento entre dos individuos, cuyo desenlace trajo repercusiones en todo el mundo.

Esta batalla decidió el destino de la humanidad, y nadie puede llegar a imaginar qué sería del mundo si los resultados hubieran sido los contrarios. Un único individuo dio la cara contra el Rey de los demonios y, cargando el peso de la humanidad en sus espaldas, logró enviarlo de vuelta al abismo, arrastrando tanto a una gran parte de su ejército como también a la torre en la cual luchaban. Ya sin fuerzas y sabiendo que nadie lograría esa hazaña además de él, este guerrero hizo uso de su sabiduría y destreza para reparar el espacio, trazando nuevamente la línea que separaba ambos mundos y cerrando la grieta que el Rey había abierto.

La Materia Oscura se desvaneció tan pronto como llegó, y el cielo recobró su tinte natural. Los corazones de las personas latieron con esperanza nuevamente, llorándole a los cielos en gratitud. Y este héroe, de nombre y procedencia desconocidos, jamás dio la cara ante la humanidad. Nunca descendió, de entre los escombros, para ser recibido por el pueblo que tanto añoraba servir a su salvador. Llegó sin ser llamado por nadie, y se marchó sin que nadie se lo agradeciera.

Hay quienes dicen que fue arrastrado hacia las profundidades del abismo junto a los demonios. Otros creen que, este tan nombrado salvador es una invención, y que el Rey regresó por cuenta propia. Nadie sabe qué ocurrió en esa batalla, tampoco se sabe si realmente ocurrió. Lo que sí se sabe, sin ninguna duda es que ese día pasó. Hubo una vez que la capa entre ambos mundos se quebró y los demonios invadieron la tierra, hubo una vez que los humanos estuvieron a punto de ser exterminados por una raza superior. ¿La prueba? La prueba no es otra sino la cima de la Torre, la cual no pudo ser totalmente devuelta al infierno. Una parte de esa monstruosa edificación fue separada del resto, y reside desde ese día en la tierra, actuando como un pequeño túnel que conecta ambos mundos. Un túnel que solo unos pocos demonios pueden atravesar, y que junto a algunos rezagados luchan por encontrar una forma de reabrir la grieta.

Hasta el día de hoy, los demonios siguen intentando restaurar el caos para la segunda llegada del Rey.

Hasta el día de hoy, los humanos siguen luchando contra estos demonios para evitar que una Segunda Gran Guerra pueda ocurrir.

Hasta el día de hoy, casi quinientos años después, el fragmento de esa torre continúa en el mismo lugar, sirviendo como recordatorio de que una catástrofe de proporciones bíblicas tuvo lugar, y que algún día volverá a ocurrir.

Solo queda luchar y resistir, hacer el mayor esfuerzo posible para aplazar el día en que el Rey de los demonios resurja de entre los rincones más oscuros y siniestros del abismo para, tal y como dijo una vez...

Reclamar el mundo que, por derecho, le pertenecía...

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