1 Capítulo 1: Transmigración

Evan no estaba en su cuerpo.

Frente al espejo dentro del viejo baño de un motel, se dio cuenta de eso.

El hombre frente a él era igual a Evan, pero no era Evan. El hombre joven de ojos verdes enrojecidos y mejillas hundidas lo miraba fijamente desde el espejo, su piel era pálida y blanquecina, con una apariencia enfermiza, su cabello rosa decolorado era largo y desaliñado.

Evan se alejó del lavamanos para mirar su cuerpo, su cuerpo mostraba una preocupante delgadez. Usaba una camisa de red color rosa que no alcanzaba a cubrirle nada, llevaba también jeans negros extremadamente ajustados y rotos sobre sus muslos, también unas zapatillas de deporte viejas y amarillentas.

Verdaderamente, ese no era su cuerpo.

La última vez que se había visto en un espejo había sido esa mañana antes de salir de su departamento, había tenido el cabello castaño y corto, había estado usando un traje negro, camisa blanca, corbata azul y zapatos negros, atuendo para una entrevista de trabajo. Su apariencia había sido saludable e impecable. Totalmente contrario a como se veía ahora.

Evan regresó a su posición inicial frente al espejo, apoyó sus manos sobre el lavamanos, agarrando la cerámica con fuerza, impidiendo así que sus manos comenzarán a temblar.

Cerró sus ojos y bajó su cabeza tomando varias respiraciones, su pecho comenzó a punzar debido a un creciente dolor.

A medida que mantenía a raya un ataque de pánico, pensó en lo que podría haberle sucedido, pero no pudo llegar a ninguna conclusión.

Minutos atrás, Evan había abierto los ojos en una deteriorada habitación de motel, se había levantado de la cama sintiéndose confundido, observando su alrededor con precaución, ignorando la bola de sabanas que se removía al otro lado de la cama.

Había entrado al baño y se había visto en el espejo durante lo que había parecido ser una eternidad. Procesando el hecho de que no estaba en su cuerpo.

Abrió la llave y acunando sus manos se echó agua fría en el rostro, después procedió a quitarse la estúpida camisa de red, tomando de una bolsa de viaje en el suelo una playera negra un poco más suelta.

Evan volvió a tomar una respiración honda y vio una vez más los ojos verdes iguales a los suyos en el espejo.

Salió del baño, yendo directamente al mueble junto a la cama, tomó la cartera que había visto al despertar y la abrió, al encontrar lo que buscaba se preparó mentalmente. Sostuvo la identificación, leyendo el nombre, edad, año de emisión, leyó cada dato ahí proporcionado con gran intensidad.

El nombre era el mismo, Evan Clare, la fecha de nacimiento y edad también, tenía veintitrés años, había nacido el dieciocho de junio de mil novecientos noventa y ocho. Había un pequeño dato en la esquina inferior izquierda que no entendió porque estaba allí, un símbolo del cual no pudo recordar su significado. El rostro en la foto era el mismo, solo que era una versión más joven, obviamente tomada en tiempos mejores, el chico de la fotografía mostraba una confiada sonrisa. Su cabello teñido de rosa, más corto y brillante, dando una apariencia feliz y arrogante. Evan se preguntaba que le había pasado a ese chico para terminar como estaba ahora.

Dejó la cartera y tomó el teléfono celular, comprobando con alivio la fecha y año, que eran igual a las que había visto esa mañana mientras se preparaba para una entrevista de trabajo, por un momento dentro del baño había pensado que quizás había sufrido un accidente, un golpe en la cabeza que le había hecho perder la memoria de los últimos meses de su vida o algo así, pero ya había entendido que ese no parecía ser el caso.

Para encender el celular utilizó su huella, ahí revisó su ubicación, notando otra rareza más. Al parecer ahora se encontraba en una ciudad con el nombre M, la misma escrita en la identificación.

Evan se detuvo ante eso, recordando un comentario de hacia tiempo con una de sus compañeras de universidad, aquella que lo había instado a comenzar a leer novelas románticas, él le había preguntado porque en algunas novelas los países o ciudades solo recibían una letra como nombre, ella se había reído y dicho que era simple pereza de los autores.

Frunció ceño, con una mala sensación creciendo dentro de él a pasos agigantados, recordó las charlas con esa compañera de universidad, donde ella le contaba con mucha emoción las tramas de novelas donde el punto central de la historia era algo llamado transmigración. Cambiar de cuerpo con alguien más, un personaje dentro de una novela.

También recordó que la semana anterior había leído una cofusa novela, de un género llamado BL. Esa novela había estado lejos de sus gustos, la había leído por la existencia de un personaje con su nombre.

Un personaje secundario sin mucha importancia, un pobre intento de villano que había sido destruido por los protagonistas, Evan Clare había sido un personaje tan insignificante, que solo había salido en la primera parte de la novela.

Sin embargo, su hijo de quince años había aparecido en las historias complementarias, centradas en los hijos de la pareja protagonista.

El hijo de Evan Clare, un adolescente problemático que había sido asesinado debido a un error cometido por uno de los guardaespaldas de la familia de la pareja principal.

Todo lo que podía recordar era que el adolescente llamado Christian había estado resentido con uno de los protagonistas debido a la vida que su padre y él habían llevado, ese resentimiento lo había llevado a irrumpir en la mansión de los protagonistas, exigiendo respuestas, ahí se había enterado de las atrocidades cometidas por su padre en el pasado, Evan Clare para entonces ya había estado muerto. Evan recordó la pena que había sentido cuando leyó que al final ese chico había perdido la vida tras ese accidente.

Evan depositó con lentitud el teléfono sobre el mueble, sintiendo un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza al darse cuenta de porque las sábanas se habían removido. Rodeó la cama y al llegar al otro lado levantó las sábanas, revelando a un pequeño niño de cabello castaño y ojos azul grisáceo. Ojitos realmente pálidos.

—¿Tú… eres Chris?

El niño no podría tener más de cuatro o cinco años, miró a Evan con asombro, después con temor, se sorprendió al darse cuenta la apariencia del niño correspondía vagamente con la descrita en los extras de la novela.

Mentalmente agotado por la situación, Evan se sentó a los pies del niño, con la mirada en el suelo, concentrado en unos pequeños tenis viejos y feos. No notó el recelo en los ojos azules que solo había durado unos segundos.

Meditó una vez más su situación con todas las variables que había descubierto hasta ahora.

Estaba en otro cuerpo, al parecer se había convertido en un personaje dentro del mundo de una novela de la cual ni siquiera recordaba el nombre. Era sorprendente, pero no encontró otra explicación más adecuada que la transmigración, su alma había migrado a otro cuerpo, a otro mundo, por alguna razón. Además, ahora tenía un hijo.

Lo cual era extraño, porque Evan Clare había sido gay. ¿Con quién había tenido un bebe? En la novela nunca se había mencionado a la madre del niño o ninguna mujer alrededor de él.

Frunció el ceño, incapaz de recordar si la respuesta había estado escrita en la novela, sacudió la cabeza, habría tiempo para pensar en eso después.

Evan Clare había odiado al amable y lindo protagonista, quién le había arrebatado al chico del cual había estado enamorado. Alguien que jamás podría haberse enamorado de él. Un personaje principal que jamás podría haberse interesado en un personaje secundario.

De alguna forma, había podido entender un poco el sufrimiento de ese personaje, había sido también una de las razones por las cuales había continuado con la lectura de la novela. Él entendía lo que era un amor no correspondido hacia un hombre que jamás podría verte como un interés romántico.

Obviamente eso no justificaba su maldad, ni sus perversos y ridículos intentos para quedarse junto a la persona que amaba, quien había visto a través de sus artimañas. En una de esas artimañas estaba el origen del hijo de Evan Clare, solo que no podía recordar cual era. Evan había perdido mucho interés después de que el personaje que compartía su nombre dejará de aparecer. Había terminado de leer la extraña historia con esfuerzo.

Sentía una intensa mirada desde donde el pequeño estaba sentado, lo miró analizando su delgadez, también la ropa desgastada que llevaba, ya había sabido por la trama de la novela que Evan Clare no cuidaba a su hijo, pero verlo directamente era diferente, le causaba un gran dolor de cabeza, también le causaba mucho pesar por la situación del niño. Evan sabía como se sentía el no tener a nadie que se preocupara por ti mientras crecías.

—Eres su hijo —se corrigió en seguida—, lo siento, quise decir que eres mi hijo…

Al escuchar eso, el niño abrió mucho los ojos, como si no pudiera creer que hubiera escuchado esas palabras. Después se mostró confundido. Evan no se preocupó por su desliz, podría preocuparse si tratará con un adulto, pero trataba con un niño.

—Bien, lo primero que haré será buscar algo de comer —dijo, mirando con preocupación al niño.

Eso era algo sencillo de lo cual podía hacerse cargo sin caer en el pánico.

Él no sabía porque había transmigrado, ni tampoco creía existiera una forma de revertirlo, por lo que no le quedaba más que aceptar y sobrellevar su situación. Cerró sus ojos y suspiró durante un momento, intentaría sobrellevar su situación.

El niño no lo miraba, tenía sus piernas fuera de la cama mientras sostenía su estomaguito. Se acercó un poco más al niño, tentativamente tocó su cabeza y acarició la mata de cabello castaño, el pequeño se quedo completamente quieto, como si no supiera que hacer ante ese tipo de contacto. Evan tampoco sabía muy bien porque había iniciado el contacto. Simplemente lo había sentido correcto, una necesidad nacida de algo en su interior.

Relajó su voz, intentando un tono un amable.

—Pequeño, ¿tienes hambre?

—¿Papá no esta enojado? —susurró, con su cabeza gacha.

Suspiró, lamentándose por lo que el niño seguramente había sufrido.

—… No lo estoy. Y a partir de ahora nunca lo estaré, no contigo.

El niño levantó el rostro, sus ojitos enrojecidos, había duda y miedo, parecía que realmente quería creer en las palabras que escuchaba.

Se posicionó en cuclillas frente a él, alcanzó los pequeños tenis con intención de ponérselos, pero al ver lo rotos que estaban y descubrir que probablemente los dedos saldrían por los agujeros, los dejó a un lado, se puso de pie y luego se inclinó para tomar al niño en brazos.

El pequeño Chris se asustó, su cuerpo tenso mirando con ojitos muy abiertos el suelo y después el rostro de Evan.

—Papá, puedo caminar, no necesitas llevarme —dijo con su pequeña voz llena de alarma.

—Tus zapatos están rotos, así que tus piecitos no pueden tocar el suelo.

—Pe… pero… a papá no le gusta llevarme. No quiero que papá se enoje conmigo otra vez.

Evan volvió a suspirar. «Su situación es aún más lamentable que la mía.»

—No te preocupes… Yo… papá te llevará a todos lados a partir de ahora… ¿Eso esta bien?

Chris asintió varias veces, claramente emocionado, escondió su rostro en su cuello.

Evan lo arrulló un poco, sintiendo de repente una gran cantidad de ternura en su corazón.

Decidió que quería y debía hacerse responsable del pequeño en sus brazos. Sería diferente al otro Evan Clare, él no tenía ningún interés por contactar o relacionarse con los personajes principales de la novela, había cosas más importantes que tratar, como averiguar en que condiciones exactas se encontraba ahora y actuar en consecuencia.

Acercó su nariz al cabello castaño, descubriendo tras una suave inhalación que el aroma del niño calmaba su interior.

Entonces, con un pequeño en brazos, Evan tomó la cartera y celular del mueble al otro lado de la cama, después salió de la habitación, con un primer propósito; encontrar algo para comer.

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