8 Capricho

Jensen ha estado distante conmigo desde hace más de cuatro meses, más bien, ha usado el trabajo como pretexto para no estar en la casa. He estado tratando de cuadrar las horas en que despierta, sale a ejercitarse, regresa y luego se va al trabajo. Todo lo he estado anotando en una libreta para así coincidir con él hoy. Viendo que hace diez minutos ha salido a ejercitarse, entro a la cocina para tratar de preparar algo. Mientras él no ha estado y en mi tiempo libre del trabajo, he estado practicando y viendo recetas en internet.  Para ser honesta, no soy para nada buena, pero he querido esforzarme. Por otra parte, no tengo el mejor trabajo del mundo, pero al menos, he podido mantenerme y durar en el. Es una factoría de galletas, el trabajo no es complejo, solo debo empacar, tengo buenas compañeras y me pagan bien. Actualmente solo trabajo cuatro días a la semana, únicamente ocho horas, que ya estoy temprano en casa y eso hace que, muchas veces, me sienta aburrida. He querido hacer las cosas bien, enderezar mi vida, incluso he dejado de tomar y, gracias a ello, me he sentido mucho mejor de salud. Aparte de eso, he aumentado algo de peso. Tal vez porque he estado comiendo mucha porquería de la calle, ya que la comida de la casa no me sale perfecta.

Veo entrar a Jensen a la casa y está sudado, fatigado, con la camisilla por alrededor de su cuello y sus pectorales visibles. Nunca antes lo había visto sin camisa, por lo regular, siempre lo veo en su uniforme, ropa casual o camisas oscuras. Tal vez, llevo mucho tiempo sin verlo detenidamente y por eso mi corazón está alborotado dentro de mi pecho. La respiración se me entrecorta y mis manos están temblando. ¿Por qué estoy tan nerviosa de repente? 

—Buenos días — dice, luego sube las escaleras. 

No tuve tiempo de responderle, pues hasta las babas estaban queriendo salir de mi boca. Estuviste esperando esto por mucho tiempo y ahora que tienes la oportunidad de cruzar palabra con él, simplemente no le contestas. Eres una inútil, Megan. 

Al cabo de un rato y, en espera de que baje uniformado, le llamo al verlo dirigirse a la puerta. 

—No te vayas. Te he preparado el desayuno. 

Se detiene cuando le hablo y se voltea. 

—¿Desayuno? 

 

—¿Vas a despreciar mi desayuno? Puedo asegurarte que no tiene veneno. Aunque, lo único que no puedo asegurar es que sepa del todo bien. 

Pensé que se iría sin decir más, pero se sienta en la mesa a comer. 

—¿No vas a desayunar? 

—No, no tengo hambre, pero puedo hacerte compañía — me siento en la silla que queda al frente de él. 

—Está… — le interrumpo, terminando la frase. 

—¿Malo? 

—No, de hecho, sabe bien. 

—No tienes que mentir. 

—Te he dicho que está bueno. Si no lo estuviera, créeme que no lo comería. Lo has hecho muy bien. 

Debo aprovechar la oportunidad y enfrentarlo. 

—¿Cuánto tiempo más planeas seguirme evitando, Jensen? He estado haciendo las cosas bien, no he tomado más, estoy trabajando y me va bien, ¿nada de eso es suficiente todavía? 

Deja de comer y, levantando la mirada, rompe el silencio. 

—¿Suficiente para qué? — hace una pausa y vuelve a mirarme—. Megan, ¿qué es lo que estás esperando de mí? 

¿Qué estoy esperando de él? No lo sé. Tal vez que sea el mismo de antes. 

—Veo que no tienes ninguna respuesta en mente. Gracias por el desayuno. 

—Jensen — hago una pausa, debido a la misma opresión que invade mi pecho—, ¿Qué soy yo para ti? 

—Una mujer que apenas se está enfrentando a la vida, poco a poco adquiriendo experiencia, superándose, madurando y aprendiendo de sus errores. 

—No me refiero a eso y lo sabes. 

—¿Qué soy yo para ti entonces? Tal vez si me contestas, posiblemente pueda comprenderte y contestar adecuadamente tu pregunta — junta las manos, en espera de mi respuesta, pero las palabras se quedan atoradas en mi garganta. 

¿Qué es él para mí? Tampoco lo sé, solo sé que me siento muy sola cuando él no está. He estado detrás de impresionarlo, de llamar su atención de alguna manera, de hacer que vuelva a ser el mismo hombre de antes, ese que se preocupaba por mí, que me miraba con cariño y lujuria, el mismo que me hacía sentir todas esas cosas. ¿Por qué todo tuvo que terminar así? 

—Si ese día yo no hubiera insistido en que tuviéramos algo y mi papá no nos hubiera descubierto, ¿las cosas hubieran podido seguir bien entre los dos o se hubieran acabado allí también? 

—Las cosas hubieran terminado igual, Megan. No estemos pensando en el pasado, ya todo eso pasó y no se podrá cambiar. Simplemente, supéralo, así como yo lo superé. 

—¿Lo superaste? Eres un vil mentiroso, ¿lo sabías? Si lo hubieras superado, estoy segura que no ibas a ser capaz de evitarme. 

—¿Por qué estás tan segura? 

—Porque no eres así. 

—Las personas cambian y los sentimientos también, Megan. 

—¿Estás queriendo decir que ya no sientes absolutamente nada por mí? —guarda silencio y sonrío por haber entendido su respuesta —. El silencio también es una respuesta. ¿Cómo pude pensar que un simple capricho duraría más de dos acostones? — muerdo mis labios tras el dolor que se agudiza en mi pecho y sonrío para ocultarlo —. Espero tengas un buen día — me levanto de la mesa y paso por su lado, cuando siento que su mano sujeta la mía. 

—Gracias por el desayuno — aunque no me mira, su mano está sujetando la mía muy fuerte. 

Llegué a pensar que trataría de detenerme para aclarar las cosas o para al menos arreglar lo que dijo, pero veo que no es así. 

—Gracias por haberlo aceptado — me suelto de su agarre —. Que te vaya bien — subo a la habitación con las lágrimas al borde de mis ojos—. Esta vez no voy a llorar por ti, maldito, no voy a… — por más que me lo repito a mi misma en el espejo, ellas no parecen haberme escuchado. ¿Por qué tiene que doler tanto?

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