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3: Malos entendidos

Pasaron los días y la situación en la casa fue empeorando. Las salidas misteriosas y la llegada de hombres a la casa eran más frecuentes. Mi relación con Rachel también ha ido cambiando. Desde el día del incidente con el dinero, ella solo defiende a mi madre y me trata mal a mi. Nunca ha sido alguien rebelde, pero es como si se estuviera escapando de mis manos cada día, y ese hecho me hace sentir molesto. Me ha estado evitando hace varios días y no la he enfrentado porque no quiero presionarla. Esta en la edad más difícil y quiero entenderla.

Vi a Rachel bajar las escaleras, y de la manera en que estaba vestida, supuse que planeaba salir.

—¿Para dónde vas a esta hora, Rachel?

—Voy a salir con mamá.

Mi madre bajó las escaleras y se fueron. Ni siquiera se despidió de mi. Ese comportamiento ha estado ocurriendo desde ese día. Salen a menudo y no dicen a dónde. Es muy tarde para salir y mi madre no me da confianza desde que regresó a la casa. La dejé pasar otra vez, estoy patrocinando ese comportamiento de alguna manera.

Rachel

—Estas fotos no van a servir si no pones de tu parte, Rachel.

—Es incómodo tener tan poca ropa, ¿Realmente tengo que hacer esto, mamá?

—Si quieres progresar deberás hacerlo. Luego de esta sección, te daré una copia de las otras fotos que te tomamos la otra vez.

—¿Se las podré mostrar a mi hermano?

—No, todavía no puedes hacerlo.

—¿Por qué?

—¿No quieres que sea una sorpresa para él y se ponga feliz?

—Si.

—Entonces no puedes decirle nada todavía, linda.

—Esta bien, mamá.

Oscar

Llegaron en la madrugada y no tuve momento para reclamarles. Mañana tiene escuela y ella está llegando a esta hora. ¿Qué esta pasando por la cabeza de mi madre? No entró a mi cuarto y se quedó en el de ella, ya ni siquiera duerme conmigo.

A la mañana siguiente, tuve que ir a levantarla porque no se levantó al escuchar la alarma.

—Te preparé el desayuno, Rachel.

—No quiero ir a la escuela— murmuró aún con los ojos cerrados.

—Levántate de una vez—le quité la sábana de un halón, y al verla en ropa interior quise molestarla.

—No quiero ir hoy— se volteó al otro lado de la cama.

—¿Así que la princesa no piensa levantarse?

Me acosté al lado de ella y llevé mi mano a sus muslos para acariciarlos. Subí a su cintura y la acerqué a mi para que sintiera mi erección.

—Te has vuelto muy mala conmigo últimamente y no me gusta. Hace que quiera molestarte— acomodé mi mano por dentro de su pijama y acaricié su vagina por encima de su ropa interior. Al ella sentir el movimiento de mi mano en esa área, soltó un gemido tierno.

—¿Por qué no nos quedamos haciendo esto? Hace tiempo no estamos juntos, Oscar.

—Oh, ¿Te sientes con ganas de esto?— moví mis dedos un poco más rápido.

—Sí — respondió entre suaves jadeos.

—Entonces tienes que tener ganas también de levantarte e irte a la escuela. Muévete — quité mi mano, y me levanté de la cama.

—Ya entendí. Ya me saldré de la cama— se levantó entre protesta—. Eres muy cruel — caminó casi dormida al baño.

Tenía ganas de hacerla quedar y hacérselo todo el día, pero no puedo dar ese mal ejemplo. No quiero que siga faltando a la escuela sin razón. No solamente ella se quedó con las ganas. Mi amigo también está muy energético hoy.

Desayunó antes de irse a la escuela. Cuando mi madre bajó de su cuarto con la intención de irse, la detuve en seco.

—¿A dónde estás llevando a mi hermana hasta tan tarde?

—Ella ya no es una niña. Deberías dejar de sobreprotegerla tanto. Tiene que pasar también tiempo con su madre. No puedes tenerla solo para ti, hijo.

—Como madre debes estar más consciente que traerla tarde esta afectando su sueño y también sus estudios.

—¿No será que estas celoso, hijito? —su mirada llena de malicia me molesto.

—Es mi hermana, debo cuidarla y protegerla. Las cosas no están bien como para que anden a solas a esa hora.

—Te pondrás viejo antes de tiempo si sigues siendo tan amargado. La estás encerrando demasiado en esta casa. ¿Pretendes que sea igual de aburrida y antisocial que tu?

—Te lo advierto, si sigues encaminándola por ese camino misterioso en el que vas, no responderé de mi.

—Ahorra tus amenazas, niño insolente. Es mi hija y tengo el derecho de sacarla de estas cuatro paredes en donde las tienes. La decisión de salir conmigo es de ella, no tuya— salió de la casa sin decir mas.

Odio tener que darle la razón en esa parte. No puedo encerrarla y obligarla a que tenga la misma vida aburrida que tengo. Tener la idea de que alguien me la quité o la mire con el mismo deseo que lo hago, me hace sentir molesto. Ella es hermosa, dulce e inocente, cualquiera podría enamorarse a simple vista. Otra vez siento estos malditos celos por dentro.

Luego del trabajo la fui a buscar a la escuela, pero no apareció por ninguna parte. La llamé, pero no respondió. Tal parece que alguien la recogió por mi, porque ni siquiera me avisó. Llegué a la casa y no estaba por ningún lado y mi madre mucho menos. Le envié un mensaje de texto y luego de varias horas respondió:

¿Por qué jodes tanto? Estoy con mamá, no me sigas llamando. Me asfixias.

Ese mensaje no suena a ser parte de ella. Jamás me había tratado así, siempre me pedía que la llamara más a menudo o le escribiera y ahora me habla de esa manera. Tiré el teléfono a un lado y me metí a bañar. Tenía que quitarme la rabia que sentía. Creí que quizás esta molesta por lo de esta mañana, o eso quería creer. Quizás es que ya le aburre estar conmigo.

Rachel

Estaba en el apartamento del fotógrafo con mi mamá. Ya estaba vestida como ella me pidió, pero estaba muy nerviosa al tener esa cámara literalmente encima.

—¿Cuánto tiempo estarás parada ahí?— cuestionó mi madre.

—¿Qué debo hacer, mamá?

—Recuestate en la cama, niña.

—¿Para qué?

—¿Cómo que para qué? ¿Estamos jugando pelota o algo parecido? ¿Qué es lo que estamos haciendo?

—Lo siento— bajé la cabeza.

—Quita esa cara y ponte coqueta.

Quise hacerle caso, y me senté en el borde de la cama cruzando las piernas y sonreí.

—¿Así está bien, mamá?

—No, hoy no has hecho nada bien. Tienes que enfocarte más en la cámara y transmitir seguridad y picardía.

—No sé hacer eso, mamá.

—Abre las piernas y endereza tu postura. Muestra más pecho.

—No, mamá. Eso es demasiado.

—¿No quieres llegar alto?

— Así no— me levanté de la cama.

—¿A dónde crees que vas?

—Quiero irme a la casa. Oscar debe estar preocupado por no haberle avisado de que me iría contigo.

—Olvídate de Oscar. Debes enfocarte en tu carrera, Rachel.

—Esta carrera la esogiste tú, no yo. No quiero estar más aquí. Vámonos, por favor— insistí.

—¿Por qué insistes en llegar a la casa? Solamente hablas de Oscar y Oscar. ¿Qué está pasando entre ustedes dos.

—Es mi hermano, mamá. No quiero que se preocupe por nosotras. No le hemos avisado de que estamos juntas y él se preocupa demasiado.

—Olvida a tu hermano, Rachel. Él debe estar aprovechando el tener la casa sola para traer a alguien más a la casa. ¿Crees que estará preocupado por nosotras? Que niña tan ingenua, por Dios.

—Oscar jamás haría eso, mamá.

—¿Qué te hace pensar que tu hermano es diferente a los demás? Es hombre, Rachel. Eso es lo que hacen todos.

Bajé la cabeza al pensar en que realmente si podría estar haciendo eso. Al final de cuentas, lo nuestro es muy complejo y debido a todo lo que he estado haciendo para sorprenderlo, lo he desatendido.

—¿Seguiremos con la sesión o se cancela?

—Me iré a la casa, mamá.

Oscar

Me quedé en mi cama hasta que escuché la puerta del cuarto de Rachel. Mira la hora y otra vez regresó tarde. No diré nada más. Al final de cuentas, no quiere que la moleste.

Me acomodé en la cama cuando escuché la puerta de mi cuarto abrirse. Fijé mi mirada a la puerta y vi a Rachel parada ahí. Se veía tímida y cabizbaja.

—¿Qué haces aquí?— le pregunté al verla.

—Perdón por no avisarte que estaba con mamá.

—Lo hiciste, pero no importa, ya me quedó todo claro. Ve a tu cuarto, llegarás tarde a la escuela mañana — me acomodé en la cama y me tapé con la sábana.

Me siento como un maldito cobarde, pero no sé por qué me siento incómodo al tenerla cerca. ¿Para qué me busca luego de lo que dijo? Quisiera entenderla, pero es tan difícil.

—¿Por qué me tratas así?

—¿Aún me preguntas?— respondí quitando la sábana de encima. Me molesta que se haga la santa luego de lo que dijo.

—No creo que sea para tanto. Solo estaba con mamá.

—¿Crees que hablo de eso?— cuestioné molesto.

—¿Qué les pasa a ustedes dos?— mi madre se paró en la puerta.

—Nada. Váyanse a dormir. En especial tú, Rachel — le ordené directamente a ella.

—Esta bien. Buenas noches— bajó la cabeza y se fue del cuarto.

—¿Qué se traen ustedes dos? ¿Por qué le reclamas a Rachel?

—No es tu problema.

—No me gusta la actitud extraña que estoy viendo entre ustedes.

—No sé de qué hablas. Es muy tarde y mañana Rachel madruga. Ten consideración y deja el escándalo— me acosté de vuelta y me volteé para darle la espalda. Es insoportable está situación.

A la mañana siguiente, Rachel se quiso ir con nuestra madre a la escuela. Me está evitando y creo que es mejor así, por ahora. Aún estoy algo herido por su mensaje. Me he pasado demasiado con ella. Debo darle su espacio y respetar sus decisiones. Si prefiere pasar más tiempo con mamá, que conmigo, pues que disfrute. Supongo que no tengo de otra que aceptarlo.

Trabajé horas extras en el trabajo. Le envié un mensaje corto de que no estaría recogiéndola en la escuela, que lo haga nuestra madre. Tampoco creo que le moleste, así descansa de mi.

Así fueron varios días. Trabajé horas extras no solo por el dinero, sino para salir de la casa y darle su espacio. Dejaba su desayuno listo todos los días y me aseguraba de salir un poco más tarde para estar seguro que se fuera a la escuela. Aún después de todo, no puedo desconectarme del todo de ella. Me importa demasiado y me gusta mucho. Tener que verla de lejos me lastima. Quisiera tocarla, escucharla, hacerla mía. Necesito de ella, pero supongo que tendré que aguantarme hasta que me dé la autorización de hacerlo. Ella tampoco se muestra con ganas. Supongo que soy el único que la extraña.

Llegué a la casa tarde en la noche y me dirigí a mi cuarto. Me di un buen baño y planeaba acostarme, pero sentía ganas de verla. A esta hora debía estar profundamente dormida.

Entré a su habitación y me quedé contemplandola mientras dormía. Me senté en la esquina de la cama y acaricié sus mejillas rosadas. Se ve tan hermosa mientras duerme, me quedaría aquí toda la noche. Acaricié sus dulces y carnosos labios con mi pulgar. Sentía muchas ganas de besarla. Me hubiera conformado con eso. Me acerqué a su pelo para oler su delicioso y dulce aroma. Su piel huele tan bien, como siempre. Acaricié sus mejillas y le di un beso en la frente.

—Oscar, ¿Qué haces aquí?— quedé petrificado al escuchar su dulce voz y ver que abrió los ojos.

—No estaba haciendo nada. Ya me voy— me levanté de la cama.

—Quédate conmigo, por favor —me pidió con ese tono dulce que me endulza la vida.

—Esta bien.

Me acosté a su lado y la abracé de espaldas. Estar tan cerca de ella me emociona mucho.

—Parece que alguien está activo luego de hace mucho— respondió con picardía, y a la misma vez con dulzura.

—Tu me pones así, Rachel.

—¿Me odias?

—¿Cómo puedo odiarte?

—¿Por qué te alejas de mi siempre?

—¿No es lo que querías?

—No, jamás he querido eso — se volteó hacia mí y pude ver esos ojos color cafés que me vuelven loco.

—¿Por qué me escribiste eso entonces?

—¿De qué hablas?

—No importa. No hablemos de eso. Descansa, pequeña.

—Buenas noches— le di un beso en la frente y me abrazó—. No me dejes sola— me pidió cerrando los ojos.

—No lo haré, princesa— acaricié su cabello hasta que se quedó profundamente dormida.

Sentía el corazón agitado al tenerla tan cerca y no solo el corazón.

A la mañana siguiente, todo volvió a ser como antes. La llevé a la escuela y la recogí en la tarde. Esta vez quería invitarla a salir conmigo a otra parte, quería sacarla de la casa y que pasará más tiempo fuera de las cuatro paredes de la casa.

La llevé al parque de diversiones. A ella le gusta mucho las machinas y las alturas. Quería pasar una tarde agradable y fuera del ambiente hostil de mi madre. Subimos de machina en machina, visitamos el acuario y el zoológico que había en el mismo parque. Vio los animales, les dio de comer y disfruto observándolos, reímos y hablamos como normalmente una pareja o hermanos harían. La tarde pasó muy rápido, ya había caído la noche y no habíamos llegado a la casa. Al ver la hora, le avisé para que fuéramos por algo de comer y luego irnos a la casa. Accedió y eso hicimos.

Al llegar a la casa, dejé que entrara al baño primero. No intenté hacer ninguna jugada con ella, ya que mi madre estaba en su cuarto y podría darse cuenta de que algo está pasando entre los dos; aparte que ya tiene sus sospechas. Luego de que ella salió, entré yo al baño y luego regresé a mi habitación. Rachel me escribió un mensaje de texto, el cual recibí rato después:

Me divertí mucho hoy. Me hizo muy feliz tener nuestra segunda cita.

¿Cita? Claro, supongo que cuenta como una cita. Sonaría mejor si pudiera escucharlo de su dulce boca.

Yo también me divertí. Espero podamos hacerlo más a menudo. Descansa, Rachel.

Me acosté en la cama y me sentía algo caliente. Estuve todo el día con ella y estuve conteniéndome para que no pensara que solo la uso para eso. Me toqué imaginándola, cuando escuché la puerta del cuarto y me detuve.

—¿Qué haces aquí, Rachel? Se supone que duermas— me tapé lo más que pude con la sábana, no quería que se diera cuenta de mi problema.

—No, todavía no— se metió a la cama y quitó la sábana.

—¿Qué haces? No cerraste la puerta — dejó visible mi erección y lo aguantó con sus suaves manos.

—Bueno, entonces no te quejes— se acercó y comenzó a masturbarme mientras miraba de cerca cada detalle de mi pene. Tener su mirada fija en el, me tenía muy caliente.

—No se supone que hagamos esto mientras la puerta está sin seguro — no respondió y continuó haciéndolo.

Llevó su boca a la punta y la lamió.

—Rachel...— dije entre suaves jadeos. Nunca había hecho esto y verla haciendo esto fue muy excitante.

Su lengua la pasaba lentamente por mi pene, hasta que lo metió en su boca, haciéndome escapar un suave quejido. Su boca se siente tan bien. Podía ver sus pequeños glúteos elevados mientras lo hacía con tantas ganas. Disfruta haciendo esto. No pensé que llegaría a ser tan pervertida. De cierta forma me gusta. Su lengua jugaba con la punta de mi pene y eso me estaba haciendo perder el control.

Aceleró sus movimientos con la mano mientras lo adentraba más a su boca. Ya estaba a mi límite cuando me miró fijamente y eso terminó con mi auto control.

—Me voy a… — antes de terminar de decirlo, ella continuó haciéndolo más rapido.

Me corrí en su boca por más que traté de evitarlo. Es como si ella lo hubiera querido. Mi cuerpo estaba temblando ante esa sensación de que ella lo siguiera haciendo.

—Eres tan hermosa, maldición— solté entre fatiga. Su rostro angelical y esa mirada tan penetrante me enciende.

—¿Lo hice bien?— preguntó tímidamente.

—Sí, princesa. ¿Por qué no te detuviste?

—Quería… probarlo— murmuró tímidamente.

—¿Y qué tal?— se quedó en silencio y desvío la mirada.

—No es tan malo como parece.

Es como si tuviera doble personalidad. Es tan hermosa.

—¿Por qué no te quedas a dormir conmigo?

—Sí — sonrió ante mi petición y se acomodó a mi lado.

Me acomodé bien y la abracé. Luego de estar en silencio unos minutos añadió algo más.

—¿Sabías que te amo mucho, Oscar?

—Yo también a ti, princesa — la abracé más fuerte al escuchar esas dulces palabras. En realidad, me hacía falta escucharlo de ella.

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