Finalmente fuera del castillo, Argonaut escuchó a los ciudadanos hablar entre ellos, dándose cuenta que la mentira del rey ya se había esparcido y estaba siendo buscado. Cuando uno de ellos lo reconoció se vio forzado a comenzar a correr una vez más. Después de un rato, no tuvo más opción que detenerse debido a que su rodilla estaba rota, causando que lamentara solo llegar hasta ahí pese a todo el apoyo que recibió. Al escuchar a alguien mencionar que sentía pena por él Argonaut volteó a ver, sorprendido al encontrar a Olna.
La adivina aseguró haber dejado el castillo solo para burlarse de él, sin embargo, su tono pronto cambio de uno monótono a uno molesto. Recapitulando todo lo que había pasado, ella le preguntó como era capaz de sonreír como siempre pese a ello en lugar de ser consumido por la desesperanza. En vez de responder él señaló que ella había estado sola mucho tiempo. Olna se enfureció ante la idea que sintiera lástima por ella, diciéndole que no sabía nada de ella.
Argonaut reconoció que, aunque eso era cierto, ella había sabido todo desde el principio, comentando que debió haber sido doloroso, pues a pesar de saberlo no había podido hacer nada. En respuesta ella lo golpeo a la vez que le preguntaba que debería haber hecho, recordándole que sin la cadena la ciudad perecería, forzándola a obedecer al rey a pesar de todo, siendo esta la razón de que odiara todo y a todos.
Él le dijo que incluso entonces continuara sonriendo, sin importar lo desesperada que fuera la situación, para así poder hacer sonreír a la persona llorando frente a él, diciéndole que quería salvarla y verla sonreír. Olna trató de hacerle una pregunta pero fe interrumpida por la súbita llegada de un grupo de soldados.
Cuando trató de defender a Argonaut el comandante del grupo le dijo que se fuera, no obstante, ella se rehusó a retirarse. El comandante le advirtió que el rey no la perdonaría si se sobrepasaba de esa manera y procedió a acabar con Argonaut. Para sorpresa de todos, Olna lo apuñaló con un cuchillo en un acto impulsivo, dejándolo tendido en el suelo. El resto de soldados los rodearon a ambos para capturarlos pero fueron detenidos por un extraño que acabó con todos ellos en un ataque.
El extraño se preguntó si estuvo bien ayudarlos, mencionando haber ido para ver al supuesto criminal que secuestró a a princesa solo para encontrarse con que los guardias lucían más viles que ellos. Posteriormente, cuando Argonaut se preguntó quien era, el extraño se presentó como Crozzo.
Despertándose bajo un cielo estrellado, Argonaut se preguntó donde estaba. Al ver que estaba despierto, Crozzo se acercó a ayudarlo y le recomendó no moverse, señalando que había sido gravemente herido. Luego de que el chico recordara su nombre él volvió a presentarse como un herrero y quien los había salvado. Notando que habló en plural, Argonaut se preguntó donde estaba Olna, quien se quejó de que se preocupara de otros tan pronto.
Luego de confirmar que estaba bien, el chico se dio cuenta que estaban en un campo fuera de Lakrios. Crozzo comentó que estaban muy lejos, asegurando que no los notarían incluso si hacían una fogata. Argonaut le agradeció por su ayuda y se presentó, aunque el herrero dijo ya saber de él, mencionando haber escuchado mucho sobre él de Olna. Procedió a explicarles que originalmente había ido para vender sus armas dado que la ciudad estaba en constante guerra pero en vez de eso terminó involucrándose en sus asuntos.
Antes de que pudieran continuar su conversación un grupo de monstruos los atacó. Mientras que los otros dos se alarmaron por ello, Crozzo les dijo que descansaran ya que él se haría cargo. De su cuerpo comenzaron a emanar llamas, las cuales Olna reconoció como el poder con el que antes los había salvado, y usando magia fue capaz de acabar con la horda rápidamente. Debido a sus dudas, les explicó de manera resumida que en una ocasión había salvado a un Espíritu y para salvarlo del estado crítico en que quedó este le transfirió un poco de su sangre. Habiéndoles contado su historia, les preguntó si ellos ahora le contrarían la suya.
Finalizado el relato, Crozzo quedo muy impactado por todo lo que le habían dicho, pero aún con lo increíble que era la historia decidió creerles, ya que no le parecían mentirosos. Ahora consciente de su situación, les preguntó cual era su plan, aunque ninguno tenía uno. Olna le pidió que les diera tiempo para descansar, lo que él comprendió.
Dado que ambos aún no se habían dormido, Argonaut le pidió a Olna un momento para hablar. Luego de irse a un lugar donde pudieran hablar sin ser escuchados, Argonaut le reveló que había decidido matar al Minotauro y rescatar a Ariadne, aunque admitió carecer de un plan. Olna le dijo que era imposible y se lo repetiría cuanto fuera necesario, remarcando que no tenía la capacidad para convertirse en un héroe.
Para su sorpresa, él reconoció que tenía razón, diciendo que era consciente más que nadie que no tenía las cualidades necesarias y mientras él solo podría salvar una persona otros podrían salvar a más gente en la misma situación. Incapaz de comprender su punto, Olna le pidió que fuera más claro. Argonaut le explicó que si bien una sola persona podría salvar unos cuantos otra persona podría salvar a los demás, seguro de que cooperando con otros era posible salvar a todos. Aclaró que a quien quería salvar era a ella, puesto que mientras el Minotauro viviera ella no sería feliz. Esto ocasionó que Olna se avergonzara, sintiendo que eso era similar a una confesión de amor, aunque pronto su rostro volvió a la normalidad cuando Argonaut agregó que también quería salvar a Ariadne.
Ella señaló que eso eran dos personas, haciendo que él corrigiera que entonces tenía que volverse alguien capaz de salvar dos personas. Sabiendo que no podría cambiar su decisión, Olna decidió apoyarlo. luego de que él le agradeciera por ello ella señaló que había actuado distinto desde que había despertado. Aunque él lo atribuyo al cansancio, su cambio hizo que Olna se diera cuenta que su actitud usual era más bien una fachada. Argonaut negó eso, declarando de manera animada y escandalosa que siempre había sido el mismo, ya habiendo regresado a su actitud anterior. Tras ello, los dos se fueron a dormir.