14 Un beso

"No tienes vergüenza," Albert no me dejó ducharme sola, no me dejó limpiar mi cuerpo con mis propias manos, él solamente se hundió en mí sin aviso ni preparación. Lo sentí, moviéndose dentro sin ningún remordimiento.

Las últimas veces, yo había tomado anticonceptivos, y después lo había obligado a usar preservativo o no lo dejaría hundirse en mí. No planeaba tener un bebé y asumir una responsabilidad tan importante a estas alturas de mi vida. Tal vez en el futuro, cuando esté cansada de la vida mundana de placeres y deseos. Tal vez, en ese momento me sienta satisfecha y pueda dejarle mi vida a un pequeño o pequeña. No me importaría ser madre soltera.

"¿En qué piensas, mi pequeña Edén?"

El hombre seguía disfrutando de mi cuello y la suavidad de mis pechos. Parecía divertirle ver cómo mi boca hacia gemidos cuando aplicaba la fuerza suficiente para hacerme disfrutar.

"En un bebé."

"¿Qué?"

Su reacción fue interesante. Aunque, me sentí un poco incómoda, pero no enojada; después de todo, sacar la idea de un bebé a la semana de conocernos era algo apresurado. Creo que realmente lo asusté.

"No te preocupes," lo miré a los ojos, "no tu bebé."

"¿De qué hablas, Edén?"

Sus ojos se enfocaron en mí con un poco de enojo.

"Simplemente pienso en la idea de un bebé, no que quisiera tenerlo."

Me miró con el ceño fruncido, un poco confundido. No quise seguir el tema, después de todo, no es algo que vayamos a discutir en el futuro.

"¿No quieres tener un bebé conmigo?" me susurró y me miró sin pestañear.

¿Qué es lo que le sucede? Primero está espantado y hace una cara de preocupación, después está indignado. No lo entiendo.

"No es eso," le sonreí y me di la vuelta, "solo tenía curiosidad."

Aún se veía consternado, ¿qué debería hacer para hacerlo cambiar de tema? Tal vez… si ponía un poco de esfuerzo...

"Edén, ¿Qué haces?"

Le repartí pequeños besitos en el cuello, hasta llegar abajo, esta era la única forma que cruzó mi mente. Tal vez no era una buena idea, tal vez fue la mejor idea. No lo sé, pero podía ver su sonrisa, incluso sus ojos me decían que siguiera. Pervertido.

Después de la ducha, y otra ronda en la cama, por fin, me liberó. Estaba satisfecha, estaba exhausta, con este frenesí podía vivir el resto de la semana sin prestarle atención.

"Edén," me susurró a la oreja y me abrazó para dormir, "Edén…" A este hombre le gustaba refugiar su voz en mi nombre.

No lo había notado, pero me gustaba, me encantaba cómo decía mi nombre. Cómo si fuera magia y él esperara que yo escapara de la lámpara mágica para concederle todos sus deseos. Había algo en la forma que lo decía, no lo entendía. Nadie había dicho mi nombre cómo él.

La noche pasó, me dormí tan profundo, tan feliz. Sentía satisfacción en mi alma, y ese arrepentimiento que había cargado en mi corazón desde el día en que volví a despertar, se sentía desvanecer. Lo olvidé, ese pesar y sufrimiento, lo olvidé por un instante y sentí calma.

Este hombre me hacía sentir tranquilidad y protección cuando no me llevaba a la locura del deseo.

"Albert," repetí su nombre, solo un momento antes de sumergirme en mi sueño.

***

La mañana siguiente, tuve la dicha de despertar a su lado, y de que me vistiera como un pequeño esclavo. No lo esperaba de este arrogante y orgulloso Duque que parecía que podía comerse al mundo con los ojos.

Sin embargo, este magnífico hombre se arrodillaba a mis pies para abrocharme los zapatos, se encogía a mis piernas para subirme las medias con delicadeza. Tomaba mi vestido y lo ataba cómo si yo fuera una frágil princesa.

Todo lo hizo él y me miró de arriba hacia abajo para después asentir y besarme los labios.

"Perfecta," sonreí para complementar su cumplido.

"¿No esperarás que ahora regrese el esfuerzo?"

"Tal vez," me tomó de la cintura, "tal vez pida una pequeña recompensa después, mi bella princesa."

"Oh, mi ilustre caballero, ¿qué es lo que deseas? Dime, ¿qué esconde tu corazón?"

Se acercó a mi oído, "un beso."

No esperaba esa respuesta, después de todo, ya le he dado tantos besos que ya no es posible contarlos.

"Un beso frente a toda la escuela."

Sentí cómo mis ojos se hicieron más grandes y se llenaron de sorpresa. No es que tuviera miedo, pero no me sentía cómoda.

"Albert, no creo que sea prudente."

"¿A qué te refieres, Edén?"

Pensé que teníamos un entendimiento tácito. Pensé que él esperaba lo mismo que yo. Sería muy difícil explicarlo.

Me aclaré la garganta por un momento y lo miré a los ojos. "Lo que quiero decir, es que… no creo que sea conveniente que descubramos nuestra relación por el momento."

Sus ojos me observaron con detenimiento, y sentí un poco de decepción oculta en su mirada. "¿Por qué?"

"Aún no es oficial, y ya soy demasiado popular por el momento, no quiero ser víctima de más envidia, y celos," sentí cómo sus brazos me apretaban más hacia él. "Tengo suficiente con una Vanesa por ahora."

Él suspiró y asintió. "Está bien, no lo diremos a nadie por el momento, pero quiero una promesa."

"¿Qué es lo que requieres de mí, mi fiel caballero?"

Mis brazos circularon su cuello y lo miré atentamente.

"Cuando llegue el momento, lo anunciaremos a todo el mundo, y tú serás por siempre mía."

Esto no es lo que esperaba.

"¿Edén?"

"Esto…" no sabía qué responder, mis brazos lo dejaron y traté de empujar su pecho.

El suspiro y me abrazó de nuevo. No lo entiendo. ¿Qué es lo que pasa? Este hombre no debería comportarse así, nuestra relación es solo un juego, un pequeño alivio a nuestra vida aburrida y mundana. No más.

"No pediré nada más por esta vez, mi bella princesa, pero cuando llegue el momento no esperes que te deje ir."

Sus palabras me causaron temor. Sentía como si mi aliento se hubiera escapado, y un temblor subiera por mi espina.

avataravatar