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Prólogo

AD 2010.07.30...

"El Tiempo"

"Se dice que el tiempo es una magnitud física con que se mide la duración o separación de acontecimientos. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un tercer conjunto de eventos ni pasados ni futuros respecto a otro"

"Pero yo no estoy tan seguro de eso..."

"El tiempo también posee factores, que dependiendo de cómo sean manejados, y de quien lo doblegue, puede traer tristeza, felicidad, esperanza, desesperanza..."

"O incluso desesperación. Todo al final termina siendo relativo, tener el poder de cambiar el presente y el futuro, metiendo mano al pasado, no es una bendición, sino todo lo contrario. Es un circulo minucioso de desgracias en el que es fácil entrar, pero muy difícil salir"

Okabe Rintarou, se encontraba recostado en el sofá de su laboratorio mientras pensaba en todo ello. Extrañamente estaba solo en este, Mayuri y Daru se encontraban trabajando, por extraño que pareciera, el segundo decidió que era momento de sentar cabeza y convertirse en un hombre culto, sí, solo de pensar en eso le llegaban unas ganas incontrolables de reírse a todo pulmón, con el solo hecho de imaginarlo en un saco y hablando de manera civilizada, tenía que ver para creerlo, hasta entonces se reirá en su cara cada vez que tenga la oportunidad, es una lástima que no se encontraba presente.

Qué el laboratorio estuviera tan callado, se le hacía realmente raro, había paz, no era una sensación mala, pero sentía que no era su estilo, no, más bien, que algo faltaba. La verdad es que le gustaba formar alborotos, más que todo cuando estaba ella.

AD 2010.07.25...

"Este, es el mundo que tanto desee, y busque" pensó Okabe, mientras caminaba por las muy transitadas calles del centro de Akihabara. Era medio día, el sol en su máxima intensidad, le acababan de dar de alta y no perdió el tiempo en salir a caminar, quería ver con sus propios ojos, la naturaleza, las personas, ver el mundo por el que sacrificó su propia cordura en el trayecto.

Se sentía bien, a pesar del dolor físico que aún sentía, su mente se encontraba lo más serena que recordaba en un buen tiempo, ya que sabía que en algún lugar, mientras él caminaba, ella se encontraba respirando, hablando, viviendo en el mismo mundo que él.

Eso lo hacía sentir bien, no importaba si ella no lo recordaba o si siquiera la volvería a ver, con el hecho de saber que estaba viva, le bastaba y así podría afrontar todos los días con orgullo, sabiendo que las dos personas que más quería en el mundo, estaban más llenas de vida que nunca.

Caminaba de frente y con la cabeza en alto, dispuesto a afrontar el futuro desconocido que lo esperaba, puede que todo esté predeterminado desde un principio, que ahora no tenga el poder para cambiar nada de lo que le depare, pero lo interesante de todo eso, es...

Qué no lo sabe, nadie lo sabe ni lo sabrá, así es como tiene que ser y peleó por qué así fuera.

"Por eso soy el científico loco, Hououin Kyouma" susurró con una medía sonrisa, el sonido de los cientos de zapatos haciendo contacto con el suelo a su alrededor amortiguó su voz. Sin embargo, por el rabillo del ojo, logró captar por una milésima de segundo, el como una cabellera pelirroja pasaba a su lado de forma fugaz.

"¿Q-qué?" el tiempo parecía haberse detenido a su alrededor, el sonido de las personas, sus pasos, las voces, todo se detuvo.

"Por fin... te encontré..." pensó en ese pequeño momento, con una felicidad que no podía explicar ni ella misma. "Te estuve buscando, para agradecerte por salvarme" termino en su mente.

Él se giró por completo, mirando, no, admirando a la persona frente a él y por consiguiente, la pelirroja hizo lo mismo.

"¿Qué hace ella aquí?" pensó conmocionado. Ella era la última persona que esperaba encontrarse en su pequeño pasea reflexivo. La mujer vió cómo la expresión de confusión del hombre fue rápidamente sustituida por una extraña sonrisa y sacaba su teléfono.

"¿Qué yo la salve? vaya vaya, me halagas, esta es su elección. El Psy Kongroo" terminó. La mujer solo tenía una expresión interrogante.

"¿El Psy?" preguntó.

"Mi querida asistente, Kurisutina. Parece que el destino a vuelto hacer su jugada reuniéndonos el día de hoy"

"¡Cuántas veces te he dicho que no me digas Kurisutina, y que no soy tu asistente! ¿Eh?" no sabía lo que había dicho, respondió de manera automática a una situación que no recordaba haber vivido nunca y eso descolocó. Okabe no dijo una palabra a eso, solo sonrió y extendió su mano hacía ella, en dicha mano se encontraba algo parecido a una moneda dorada, se la estaba ofreciendo.

Ella levantó su propia mano para con delicadeza sostener dicho objeto, lo admiró por unos momentos, la felicidad solo crecía sin tener alguna explicación.

"Esto es lo que te identifica como la miembro #004 del laboratorio, lugar en dónde siempre serás bienvenida" escuchó. Miró hacía arriba, ese sujeto tan extraño, la miraba con unos ojos, con una sonrisa, no sabía porqué, pero sentía que esa expresión la había visto antes...

"¿Cómo te llamas?" preguntó, recordó que nunca había escuchado su nombre. El hombre miró hacía el cielo, parecía estar pensando en lo que iba a decir, algo que era extraño ya que se supone que no debería haber duda al decir su nombre, no podía equivocarse.

"¿Qué cómo me llamo? déjame responder esa pregunta como es debido, mi nombre es..." su voz se fue apagando, sin previo aviso comenzó a hacer una serie de maniobras extrañas, con naturalidad pero a la vez robóticas, su capa por un momento quedó suspendida en el aire, haciendo aún más espectacular la exhibición del científico.

"¡~Hououin Kyouma~!" exclamó con fuerza y determinado. La mujer lo vio como si estuviera loco, pero ese nombre...

"Hououin... ¿Kyouma?" su mente hizo clic, y un fuerte dolor de cabeza la atacó e hizo que se llevara las manos a la cabeza en un pobre intento de hacer que cesara. Kyouma la intentó ayudar pero ella lo apartó y se alejó del lugar, dejando al científico extrañado por todo eso.

AD 2010.07.30...

No la volvió a ver desde ese día, han pasado unos días desde esa vez. Seguramente había regresado a América, quizás en ese momento en que se tomaba el tiempo de pensar en eso, ella se encontraba tranquilamente haciendo nuevas teorías y trabajando en sus experimentos.

Si algo caracteriza a esa mujer, es su insaciable curiosidad. Recuerda habérselo hecho saber una vez, que la curiosidad mató al gato. Sin embargo, su respuesta fue digna de una científica como ella, aunque de alguna manera predecible.

"Por la curiosidad es que me hice científica y me dediqué a esta profesión. Un científico sin curiosidad, no es más que alguien con algunas neuronas de más vestido con una bata blanca, eso es algo que deberías tener presente que nadie, Okabe"

Tenía que haberlo anticipado, con esa seguridad en sí misma, podría decirse que era arrogante y de cierta manera lo era, pero con razón, aunque nunca se lo diría.

Terminando de pensar en todo eso, sacó su teléfono y miro la hora. "Con que las 4:26 PM, es más temprano de lo que había pensado. Bueno, creo que podría ponerme manos a la obra" con ello se levantó del sofá y camino a la mesa, en dónde habían varias piezas regadas y desgastadas, tomó una entre sus dedos y la examinó.

"Vaya mierda, con este material sacado de la basura del ladrón Braun nunca podré hacer lo que quiero, maldición" bufó volviendo a poner la pieza en la mesa, posó sus manos en esta y suspiró, quizás tendría que...

"Okarin, ~Túturu~" escuchó, el sonido de la puerta se cerraba entraba por sus oidos avisándole de la llegada de Mayuri. Justo estaba pensando en ella, escuchó sus pasos, aunque había algo raro en ellos, parecía que estaba caminando más rápido de lo normal.

No tardó en dejarse ver, siempre con una sonrisa amigable y alegre, dedicadas a todo el mundo, pero está tenía un toque distinto cuando era dirigida a Okabe, algo más...

Resplandeciente.

"Okarin, buenas tardes. Mayushi terminó temprano hoy, me tome la libertad de comprarte unas cosas" dijo la de ojos verdes con una sonrisita mientras dejaba ver la bolsa, corroborando lo que decía.

"No había falta Mayuri, aunque te tomaré la palabra, y la bolsa también" bromeó con una sonrisa astuta mientras se iba acercando.

"Oh, también tengo que decirte algo"

"Creo que me lo podrás decir después Mayuri, primero lo primero" cuando estuvo lo suficientemente cerca, otros pasos muy cerca de ambos se escucharon de fondo. La cara de Okabe fue un verdadero poema cuando miró de quién se trataba.

"Quería decirte que me encontré con alguien afuera, diciéndo que quería verte" terminó señalando a su lado.

"¡Tú, Kurisutina!" afirmó sorprendido. Los pasos que había hecho hacía adelante, ahora los hacía hacía atrás, esta vez sí pensó que se había ido, y ahora estaba justo ahí, frente a él recostada en la puerta con una expresión serena.

Y aquí es dónde da comienzo su futuro, el cuál como debería ser, es incierto, por lo que las probabilidades son infinitas.

De eso se trata, la elección de Steins;Gate.

Continuará...

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