15 Problemas desde el mar

Las aguas de su tierra natal eran gélidas, habían pasado días enteros únicamente sorteando los grandes bloques de hielo que flotaban a la deriva. El casco de la nave había sufrido algún que otro golpe, pero gracias a la buena mano del capitán no había ocurrido ningún accidente. Y, lograron adentrarse a las cálidas aguas de la capital. La tripulación estaba exhausta y a la vez temerosa, entre las enormes pilas de libros y artefactos científicos que traían se escondían maquinarias con extraños diseños, así como armas y sellos de invocación. De alguna manera, tenían que hacer pasar todo esto por el muelle principal del país.

No tenían ni la menor idea de cómo iban a hacerlo, una simple inspección podría poner al descubierto toda la operación. No obstante, se podrían sentir algo tranquilos al tener de su parte al gran Maqci, uno de los guerreros destinados al torneo. La fe de la tripulación residía en que Maqci se llevara toda la atención para que ellos pudieran descargar con rapidez la mercancía, aunque aún quedaban varios días para llegar al puerto, mientras más se acercaba más hondo empezaba a calar el miedo de ser descubiertos, aprisionados y juzgados en un país extranjero. Aunque, su príncipe se encontraba ahí, eso no les calmaba. Ellos no confiaban en él lo suficiente como para poner sus vidas en sus manos.

A fin de cuentas, el príncipe sabía muy bien esto, sabía que tenía que conseguir que los guardias dejaran pasar el cargamento sin mucho peligro. Así que tomó una decisión, entre las cosas que había traído en su viaje se encontraba una colección de plantas que habían logrado crecer en Lukur, eran pocas, pero cada una tenía una extraña resistencia al frío. Y, una en especial podía incluso producirlo.

Así que sacó la planta de su frasco y empezó a machacarla hasta convertirla en un fino polvo, el cual vertió dentro de un molde chocolates, para acto seguido preparar algunos, y decidió irse a la escuela secundaria de la ciudad. La gente lo vería como nada más que un acto de buena voluntad del príncipe invitado que vaya y regale dulces tradicionales de su país a los niños. Esta parte de la ciudad como siempre era bella y está enmarcada con piedras de diversos colores, los edificios eran pequeños castillos con pasadizos estrechos y en medio un gran parque circular en donde se reunían comerciantes, a tan solo unas cuadras se encontraba uno de los colegios más prestigiosos de la ciudad, se dice la mayoría de los grandes investigadores o caballeros fueron formados entre sus aulas, los niños que deambulan entre sus salones tenían un aire que los distinguía del resto.

- Una pequeña elite - susurro el príncipe Ch'awka mientras se acercaba a la puerta, le sorprendió lo rápida respuesta del director de la escuela, para que no será tan extraño se ofreció dar una especie de conferencia cultural sobre el pueblo de lumpur y al final se darían los chocolates a los niños.

La conferencia no duró mucho, no había mucho que contar. Se habló sobre las grandes travesías por los mares congelados que realizaban los barcos cada año para traer víveres de diversas partes del mundo. De los resistentes metales que se utilizaban en los cascos y el diseño perforador de los mismos que se usaban para poder surcar a través de los campos de hielo. También se habló de los trajes típicos hechos con base en la piel de grandes mamíferos que habitan la zona.

Al final el grupo de chicos hicieron fila de manera ordenada para recibir los dulces típicos de la región de Lumpur, dulces basados en leche, cacao y saborizados con algunas plantas que logran crecer en esos inhóspitos suelos, la mayoría de estas son inofensivas, y poseen un fuerte perfume. Solamente una de estas plantas tiene un efecto adverso, pudiendo bajar la temperatura del cuerpo humano, no se sabe a ciencia cierta qué tan peligroso es la planta o cuanto tiempo dura sus efectos. Lo único que se ha descubierto es que deja una pequeña y ligera escarcha encima de la cobertura del dulce.

El príncipe Ch'awka se encontraba entregando los dulces a cada uno de los niños, entonces vio a la chica, cabellos largos, piel pálida y con el mismo apellido. Selección de su cesta el dulce más alejado del resto. La niña lo recibió con una sonrisa y se fue corriendo con sus amigos. El príncipe vio como la niña devoró el dulce casi sin pensarlo. Entonces, sintió una fuerte repulsión en el estómago, tuvo que recordarse a sí mismo la razón por la cual estaba dispuesto a llegar tan lejos. Dejó la canasta a mano de uno de sus guardias y se retiró del lugar sin mediar palabra.

El príncipe Ch'awka bajo sin rumbo sumergido en sus pensamientos, el dolor en el estómago se sentía cada vez más lejos, mientras su conciencia empezaba a despertarse. La luz del sol empezó atenuarse, volviéndose cada vez más débil y la oscuridad empezaba a devorarlo todo, a duras penas se dio cuenta de este giro su cabeza al cielo y vio una enorme nube negra y putrefacta recorrer el cielo y disiparse con el viento, luego fijó su visión en el horizonte y se topó con un ejército de fábricas sin fin. Su humor empeoró con este nuevo escenario, sin embargo, logró encontrar a un par de pasos una cantina.

El sitio era polvoriento, nadie había pasado una escoba en meses por el lugar, los comensales tampoco estaban limpios, sus cuerpos eran dominados por el hollín de las fábricas, y un fuerte hedor se esparcía por el lugar. El príncipe contrataba para mal, sus ropas ostentosas y su cara limpia llamaba la atención de los demás. Rápidamente se acercó a la barra, un viejo con un parche en el ojo se encontraba comiendo detrás del mostrador.

- ¿Qué quieres? - Pregunto sin siquiera levantar la mirada. -

Lo más fuerte que tenga, necesito...olvidar...algo - Respondió el príncipe desganado. El sujeto se levantó y sirvió en un vaso una sustancia algo viscosa de color oscuro, casi marrón y se le entregó. El príncipe bebió con rapidez, y enseguida sintió un gran golpe, su visión se tornó borrosa y las lágrimas empezaron a brotar, su mente se perdía en un instante, y eso, le gusto. Sacó una bolsa con monedas de su bolsillo y pidió toda la botella.

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