1 Comisaría de policía

Con treinta años a mi espalda y diez dentro del cuerpo de policía, sabía como funcionaba todo ahí dentro no había nada nuevo que pudiera aprender.

Habían pasado diez años desde que dejé la academia y entré al cuerpo, echaba de menos esos días en la academia había perdido el contacto con todos los amigos que había tenido allí y los sueños de como sería nuestra vida tras salir ya casi no los recordaba.

Me había unido al cuerpo de policía para ayudar a la gente de la ciudad, de pequeño vivía en un barrio muy conflictivo donde los robos y asesinatos eran algo frecuente, en aquel entonces vivía con miedo de salir a la calle temiendo ser el siguiente y fuera al colegio que fuera siempre me miraban como un chico delincuente solo por vivir en aquel barrio, así que terminado los estudios decidí unirme al cuerpo de policía para que eso no le volviera a ocurrir a nadie.

La mayoría del tiempo dentro de la comisaría había que hacer papeleo y atender a los ciudadanos por reportes de robos y objetos perdidos.

Tras un largo día de trabajo me dispuse a ir a casa donde me cambie el uniforme por la ropa de casa y prepare el uniforme en su percha, todo bien colocado y preparado para el día siguiente.

Después de una ducha de agua caliente saque una lata de cerveza y las sobras de la cena del día anterior, la calenté al microondas y me dispuse a disfrutar de mi cena viendo las noticias de la cadena más reconocida.

Al día siguiente en la comisaría todo el trabajo de la mañana fueron redactar informes de los problemas y quejas de los ciudadanos.

Con todo el trabajo que quedaba por hacer a la hora del descanso de la comida no pude salir con los compañeros a un restaurante a comer algo, me tuve que quedar en la oficina terminando, cuando volvieron del restaurante muy amablemente depositaron en mi mesa una bolsa con un brick de comida en su interior.

Terminé todos los informes estaba mentalmente agotado salí al rellano a por un café, al volver al despacho estaba allí el jefe de nuestro cuerpo le di todos los papeles que tenía sobre mi mesa, cogí todas las cosas necesarias para hacer la vigilancia de las calles, esposas, pistola, chaleco, porra y cuando ya tenía todo salí de la comisaría y empecé la vuelta por las calles.

Esta era mi parte que más me gustaba de ser policía, estar en la calle en contacto con los ciudadanos poder resolver sus problemas directamente sin pasar por la parte burocrática.

Llevaba tres horas patrullando las calles iba atento a todo lo de mi alrededor cualquier grito, cualquier movimiento sospechoso, pero el día se tornaba tranquilo no ocurría nada fuera de lo normal, solo ciudadanos pidiendo ayuda por direcciones de calles y establecimientos.

Estaba guiando a una señora hacia una dirección cuando un hombre bien trajeado gritaba ayuda!! Usted policía al ladrón!! Ayuda!! Mi maletín!!, dirigí mi mirada a donde señalaba el hombre y vi a una persona corriendo por mitad de la calle con un maletín en la mano.

Corrí tras la persona, llevaba el maletín en la mano izquierda, una Sudadera roja con la capucha puesta po lo que cuando giraba en alguna calle me era imposible verle el rostro.

Era rápido y tenía el presentimiento de que era un hombre, tenía una altura que rondaría el metro ochenta, su espalda y hombros eran robustos.

Ya casi lo tenía se había en un callejón sin salida ahora podría atraparlo, llevarlo a comisaría y devolver el maletín a ese buen hombre.

Al dar la vuelta en el callejón vi como saltaba sobre un contenedor y subía por las escaleras de incendios del edificio, había que admitir que era ágil y astuto, copié sus pasos escaleras arriba.

Una vez puse mis pies en la azotea perdí de vista al ladrón, lo busqué e intenté abrir la puerta que daba al interior del edificio pero se encontraba cerrada con llave por ahí no podía haberse ido, me asome por los bordes de la azotea viendo la distancias con los edificios adyacentes estaban muy lejos para llegar a ellos con un simple salto una persona normal de haberlo intentado se hubiera caído estrepitosamente contra el suelo.

No sabía por dónde se podía haber escapado, sin duda era astuto me había dado esquinazo y tomado el pelo ya que tenía que haber alguna forma de salir de esa azotea y yo la desconocía, no me quedo otra que volver a comisaría con las manos vacías.

El hombre al que le habían robado el maletín se encontraba allí esperando mi regreso, al verme sin él maletín se enfado diciendo que todos los policías eramos una panda de inútiles, entre varios compañeros consiguieron calmarlo, se sentó y empezamos a tomarle testimonio, el hombre no había logrado ver el rostro del ladrón y se negaba a revelarnos lo que se encontraba dentro de dicho maletín así que tras dar parte del robo el señor salió de la comisaría y nosotros nos quedamos con la misma vaga información que al principio una descripción de su ropa que de poco servía ya que el ladrón se iría cambiando de vestimenta y que lo robado fue un maletín sin contenido identificado, todo una gran pérdida de tiempo y energía.

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