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0.1: "Paz"

Domingo 26 de julio, Los Ángeles, 8:45 pm

"Estoy en casa…" murmuró para sí mismo un hombre mayor tras entrar a su apartamento.

El hombre colgó sus llaves, se sacó sus ajustados y desgastados zapatos, los acomodó cerca de la entrada y caminó con sus rotas medias hacia el refrigerador. Colgado en este, había un pequeño calendario remarcando la fecha de hoy '26/7/2021' y junto a este, se hallaba pegado con un imán un dibujo garabateado en un papel viejo pero extrañamente bien cuidado.

El hombre suspiró al ver el dibujo y lo acarició con dolorosa nostalgia.

Unas fuertes ganas de emborracharse lo inundaron, tomó una lata de cerveza y se tumbó en uno de los roñosos sofás del living/comedor.

Mientras bebía, su mirada cayó en el espejo roto de cuerpo completo cerca de él, en este se reflejaba un hombre mayor de aspecto cansado, aparentaba estar en los cincuenta, pero sólo él sabía que hoy fue su cumpleaños N° 40.

Su cabello castaño claro tenía una gran serie de canas, sus lamentable ojos verdes tenían un aspecto rasgado que, junto a sus espesas ojeras, resaltaban su cansancio. Su pálida piel blanca estaba cubierta por un desgarrado traje de color marron.

El nombre de este hombre era Isaac Steel, un pobre hombre mas del montón de la ciudad de Los Ángeles. Issac se había criado prácticamente solo, después de todo, era huérfano; según las cuidadoras del orfanato, lo habían encontrado en la puerta del lugar, envuelto en telas blancas.

Isaac nunca fue bueno para hacer amigos, más aún teniendo en cuenta que todos los chicos a su alrededor eran propensos a burlarse y pelear con él. Podía contar con una mano los "amigos" que había hecho durante estos largos cuarenta años de vida y, lamentablemente, todos se habían alejado de él por una pequeña cualidad, su suerte.

Si en este mundo, existiera un ranking de las personas con la peor suerte, Isaac estaba seguro de que él estaría entre los 3 primeros de la lista ya que todo parecía salirle mal.

Incluso de niño, cuando cualquier familia lo acogía terminaban  devolviendolo a los dos meses después.

Solo una persona logró rebasar la infranqueable barrera de los dos meses, Lilia Steel, una trabajadora mujer que lo baño en amor y cuidado durante un año, año en que sintió lo que era tener alguien que se preocupaba por él, año en que pudo disfrutar de los cálidos abrazos de una madre, año en que fue regañado y mimado incontables veces, año…que terminó de forma trágica, marcando el comienzo de una vida de desgracias.

Luego de la señora Steel, nadie más lo adoptó, vivió hasta los 18 en el orfanato y fue expulsado el día de su cumpleaños.

Académicamente, Isaac era un desastre, su historial era un bucle infinito de detención, suspensión y, eventualmente, expulsión por multitud de razones. Desde peleas con estudiantes, ser inculpado por hacer trampa en los exámenes y discutir con los maestros.

Incontables accidentes y situaciones desagradables habían ocurrido a lo largo de su vida. Parejas tóxicas, robos e intentos de asalto, accidentes automovilísticos e incluso hubo una vez en que a su joven edad de 23 años, intentó defender a una mujer de un asaltante y lo logró, pero cuando este comenzaba a escapar, se resbaló y clavó accidentalmente su navaja en el abdomen de Isaac, ocasionando que tuvieran que llevarlo al hospital.

Por culpa de no poder pagar un seguro médico, el hospital le impuso la horrenda factura de 200.000 dólares, deuda que solo terminó de pagar 6 años después.

Lo que Isaac encontraba más gracioso es que en la gran mayoría de los casos, él no tuvo la culpa, simplemente era un potente imán de problemas; toda la mierda parecía ser atraída hacia él.

Isaac tiene un buen carácter, es responsable, ama la puntualidad y tiene…bueno, tenía  una fuerte fe en la religión. Incluso así, él hombre tenía grandes problemas económicos, jamás pudo durar más de un mes en su trabajo, siempre lo despedían o el lugar se declaraba en bancarrota.

Debido a esto, tuvo que conformarse con un apestoso departamento infestado de cucarachas y paredes mohosas, teniendo que soportar además a una vieja casera loca, rodeada de gatos y fuertes creencias feministas radicales, la cual siempre le cobraba de más por "ser hombre". Obviamente, Isaac hizo múltiples demandas, pero todas cayeron en oídos sordos. 

Su vida era una broma a tal punto que hubo una ocasión en que un terremoto azotó a la ciudad, algo inaudito que no había sucedido en incontables años, en ese momento, Isaac quedó enterrado en los escombros de un edificio, pero sobrevivió milagrosamente.

Obviamente, no salió impune de dicho incidente y una vez más, ese asqueroso hospital le impuso una horrenda factura, pero esta vez fue de 300.000 dólares, esto fué hace 5 años, y aún tenía que pagar la deuda.

La única razón por la que no se había suicidado, es debido a una frase que la señora Steel le había dicho luego de ser detenido en su escuela por verse envuelto en una pelea. En ese entonces, luego de salir de la apestosa oficina del director amargado, ella lo llevó a casa y en vez de regañarlo, escuchó atentamente todo lo que el niño tenía que decir, luego lo abrazó y le susurró "No importa lo que pase, todas las tragedias son como una tormenta, una vez que acaben experimentarás la calma"; y aunque su tormenta ha durado 40 años y no parece que vaya a acabar, Isaac aún creía en esas palabras, después de todo, era lo único que lo mantenía cuerdo.

Tras tirarse en su cama y tomar su celular, Isaac se puso los auriculares baratos y comenzó a escuchar música ambiental ... era la única calma en su vida.

Sin que él se diese cuenta poco a poco su apartamento fue comenzando a temblar, los objetos en los estantes cayeron, los vidrios se rompieron y lograron despertar al hombre, pero lo único que pudo presenciar al abrir sus ojos, era como el podrido techo se rompía, dejando caer  una colonia de cucarachas y una tubería oxidada que se clavó en su cuerpo, atravesando su hígado.

El dolor que experimentó fue tan grande que ni siquiera gritó, su boca se abrió queriendo liberar un grito desgarrador, pero lo único que logró fue que algunas cucarachas se metieran en su interior.

A pesar del dolor desgarrador y el asco inconmensurable que debería estar experimentando, Isaac comenzó a sentir lentamente un sentimiento de liberación, como si la maldición que había hecho de su vida un desastre por fín lo hubiese liberado.

Así, a las puertas de la muerte, incluso si estaba rodeado de cucarachas, Isaac sonrió…y sintió paz.

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