3 Capítulo 3

En la sala de interrogatorios no puedo evitar pensar en ese mensaje ¿Sabe Alex algo que yo no sé sobre el homicidio de mi familia? Pero lo más importante... ¿Será Parte de todo esto? No, no puede ser, quizás ni siquiera tiene algo que ver conmigo, él es periodista, quizás recibe este tipo de amenazas todo el tiempo, tal vez debí pensar eso antes.

Me volteo hacia la pared porque sé que me están observando y no quiero que me vean llorar. Pasan unos largos minutos, nadie entra aun para hablar conmigo. Escucho un fuerte rechinido de puerta, lo cual me saca de mis pensamientos.

— Buenas noches señorita Messer, soy el detective Gutiérrez, el encargado del caso del homicidio de sus padres y su hermano, nos conocimos en el hospital en el que estaba internada ¿Recuerda? — Saca una grabadora de su bolsillo, la enciende y la coloca sobre la mesa.

— Sí, creo que lo recuerdo. Dígame ¿Han encontrado algo?

— No, nos ha sido difícil encontrar evidencia y sin su declaración nos será imposible encontrar a los responsables.

¿Por qué huyo del hospital?

— Recientemente me cambiaron de habitación en el hospital, en una de sus áreas recién remodeladas, no hay muchos pacientes allí, tampoco personal del hospital, ayer estaba en mi habitación, era un día super silencioso y tranquilo hasta que escuché la voz de dos hombres en el pasillo, ellos dijeron que debían ser rápidos y encontrarme, iniciarían su búsqueda desde el fondo, mi habitación estaba del lado contrario, justo donde estaban ellos hablando.

— ¿Quiere decir que piensa que aun quieren hacerle daño?

— No, no lo pienso, es un hecho que alguien quiere asesinarme.

— Bien, revisaremos las cámaras de seguridad del hospital, nos aseguraremos de encontrar a los hombres que escuchó fuera de su habitación.

— Gracias, eso me deja un poco más tranquila.

— Señorita Messer ¿Podría decirme que hizo al salir del hospital?

— Fui a mi casa, al cementerio a visitar a mi familia y a colocar las flores que no pude colocar el día de su entierro y por último a casa de mi amigo Alex.

— ¿Por qué no llamó a la policía?

— Tenía miedo, primero de que me encontraran tambien esos hombres si decía donde estaba escondida, después de la policía ya que vi aquella nota donde decían que yo era sospechosa de los homicidios, tuve miedo de que ser inculpada de todo lo que sucedió.

— Nadie va a inculparla, es solo una variable que investigamos, pero le prometo algo señorita Messer, vamos a encontrar a quien sea que haya hecho esto y lo llevaremos tras las rejas.

— Espero que eso sea muy pronto, colaboraré con lo que quieran para que sea así.

— Ahora que menciona eso ¿Podría relatar lo que sucedió esa tarde en su casa?

— Yo... — Digo dudosa. — No sé por dónde empezar. — Froto mis sudorosas manos contra mi pantalón. — Hay mucho frío aquí ¿Podría darme una manta o algo? — Comienzo a sentir un enorme nudo en el estómago por algún motivo.

— Sí, claro.

El detective sale de la sala unos minutos, froto mis brazos con mis manos para generar algo de calor, cuando el detective vuelve trae un suéter con el logo de la policía, me lo pongo de inmediato, me queda grande, pero es perfecto para que cubra mis manos también.

— ¿Hay algo más que pueda ofrecerle?

Niego con la cabeza.

— ¿Qué es lo último que recuerda de ese día?

— Lo recuerdo todo como si hubiese sido ayer. — Digo mientras fijo la mirada en el vidrio frente a mí. — Es solo que duele recordar. — Llevo mis manos a mi rostro.

— Puedo entender que se sienta de esa manera, pero tiene que decirnos lo que pasó, dependemos de su testimonio para seguir con el caso.

No sé cómo comenzar, los recuerdos brotan en mi cabeza sin ningún orden aparente, son demasiados, lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, finalmente sé que decir, descubro mi cara limpiando las lágrimas que hay en mis mejillas, respiro profundamente antes de comenzar.

— Ese día mi hermano acababa de regresar de la escuela, yo regresé de la universidad un día antes, mis padres estaban en el comedor preparando la mesa para almorzar.

Fui a gritarle a Jonathan porque había tomado mis audífonos sin permiso, otra vez. Mientras discutíamos escuchamos a mi madre gritar, nos quedamos sin hablar por unos eternos segundos, le dije a Jonathan que se quedara allí y no saliera, abrí la puerta, camine por el pasillo hasta llegar a las escaleras, mi corazón latía a mil por hora, de repente al llegar a la mitad de las escaleras, vi a 3 hombres vestidos de negro, mi padre estaba tendido en la alfombra. — Cierro los ojos tan fuerte como puedo, hago una pausa, trago saliva antes de continuar. — Mi madre estaba de rodillas junto a él. — Hago otra pausa.

— Si quiere puedo darle algo más de tiempo.

El detective toma la grabadora para pausarla, pongo mi mano sobre la grabadora y niego con la cabeza.

— Uno de los hombres la apuntaba con un arma, sus aterrorizados ojos se posaron en mí, pude sentir su temor en ese momento, no por ella, más bien, por mí. Ella me gritó que corriera, escuché un disparo, mi mamá calló al suelo. — Mi voz se quiebra. — Corrí lo más rápido que pude hacía la habitación de mi hermano, cerré la puerta y le dije que no hiciera ruido. Ambos estábamos asustados cuando escuchamos como forzaban la puerta para abrirla, Jonathan se escondió en el armario, yo tomé su bate de béisbol, me puse a un lado de la puerta, cuando la puerta finalmente cedió, al primero que entró le di con el bate en el abdomen con todas mis fuerzas, el segundo entró y le di un fuerte golpe en un brazo, el tercero me quitó el bate. Uno de ellos me pregunto por Jonathan, yo le dije que había salido con sus amigos. El segundo hombre que entró a la habitación me tomó por el brazo para que no me moviera, me dieron un celular para que llamara a Jonathan, querían que le dijera que debía regresar, yo me negué a hacerlo, ese sujeto amenazó con cortar mi cuello, contó hasta tres para que lo llamara o iba a hacerlo, yo simplemente tiré el celular contra una de las paredes, calló al suelo en pedazos, cuando Jonathan escuchó que iban a matarme no dudó en salir. Le dije que corriera, él lo hizo, pero al llegar a la puerta el sujeto que tenía el cuchillo lo alcanzó y lo apuñaló por la espalda, volvió a apuñalarlo antes de que cayera al suelo, después sacó otro cuchillo de su cinturón, le ordenó al que me sujetaba que hiciera lo mismo conmigo, él dudó por un momento, el otro hombre le insistió que lo hiciera, así que lo hizo. Ahora que recuerdo, me pidió que no lo mirara antes de empezar, yo no le hice caso, creo que él los cerró antes de darme la primera puñalada, las demás fueron más sencillas para él. — Inclino mi cabeza hacia delante, cuando la levanto peino mi cabello hacia atrás con la palma de mis manos, aún recuerdo el dolor, escucho los gritos de mi hermano por un segundo, vuelvo a cerrar los ojos con mucha fuerza, unas cuantas lágrimas escapan de mis ojos. — El hombre que entró primero se fue de la habitación, se quedó en el pasillo mirando hacia otro lado.

— ¿Por qué se fue?

— No lo sé, tal vez no resistió ver tanta sangre.

— ¿Por qué se fueron los demás sin asegurarse de que estuvieran muertos?

— Por que sonó el teléfono de mi casa, se asustaron, recogieron los restos del celular y salieron corriendo fuera de la habitación.

— ¿Cree que el otro sujeto haya hecho la llamada?

— No lo sé. — Digo eso mirándolo fijamente a los ojos.

Esos ojos me recuerdan mucho a los del sujeto que apuñaló a mi hermano, siento un nudo en el estómago, siento que me cuesta respirar, de la nada siento mucho frío y mis manos sudan de nuevo.

No puede ser, esto no puede estarme pasando, es solo una coincidencia, debo tranquilizarme antes de que me dé un ataque de pánico, él no es esa persona, él es un detective que quiere ayudarme, no es un asesino.

— ¿Señorita Messer? — El detective me ve preocupado. — ¿Todo en orden?

— Sí, sí. — Digo muy nerviosa.

— ¿Qué hizo usted después de que se fueran?

— Primero llamé a emergencias. Luego con las pocas fuerzas que me quedaban me arrastré hasta llegar a donde estaba tendido mi hermano, le dije que todo iba a estar bien, que la ayuda venía en camino, tomé su mano con fuerza, no lo solté hasta que un policía entró a la habitación y nos vio.

El oficial llamó a su compañero quién llegó de inmediato, el policía que entro primero estuvo conmigo todo el tiempo, su compañero llamó a los paramédicos para que ayudaran a mi hermano, luego de eso todo fue confuso, creo que perdí el conocimiento, luego desperté en el hospital sin saber que había pasado con mi familia, unos días después usted, otro agente y mi doctor confirmaron lo que más temía.

El detective me extiende su pañuelo, lo tomo para secar mis lágrimas. Él sale un momento, vuelve un tiempo después con un café en la mano.

— ¿Quiere algo de tomar? — Le da un sorbo a su café.

— No gracias, estoy bien así.

— ¿Recuerda algo más? — Cierra la puerta y se sienta frente a mí.

— Estaban vestidos de negro, tenían guantes de lana y bolsas en los pies, incluso tenían pasamontañas. No entiendo por qué no simplemente nos dispararon.

— ¿No vio aquella arma en la habitación?

— No, es más, creo que pudieron perderla, ellos me siguieron escalera arriba, los empujé cuando uno intentó tomar mi pie, seguramente la tiraron, por eso no la tenían.

— No encontramos ningún arma en su casa, ni siquiera los cuchillos.

— Quizás la encontraron antes de irse y se la llevaron.

— ¿Recuerda qué estatura tenían los hombres?

— De 1.75 o 1.85 tal vez, median casi lo mismo. Dos eran flacos y uno un poco gordo.

— ¿Logró ver el color de ojos de los agresores?

La pregunta me toma por sorpresa, no quiero responder, pero sé que es necesario hacerlo.

— Solo de dos, uno tenía ojos azules, ese fue el que me apuñaló, el que apuñaló a mi hermano — Respiro hondo. — Tenía ojos café.

— ¿Alguna otra cosa que recuerde de ellos?

— El que me atacó olía mucho a alcohol.

— ¿Sólo él?

— Sí, era el único. Aunque el que se quedó junto a la puerta no podría decirlo, él no se acercó mucho a mí.

— Señorita Messer ¿Tenía algún problema con su familia?

— Ya sé a dónde quiere llegar. — Digo molesta frunciendo el ceño — ¿Continúa sugiriendo que yo lo hice?

— Es rutina puramente, necesitamos descartarla, perdón si la ofendí.

— Está bien, ya sabía que esto iba a pasar. — Me cruzo de brazos. — No, no tengo ningún problema con mis padres, ellos me han dado todo. Con el único que admito haber peleado ese día es con mi hermano, él siempre toma mis cosas sin preguntarme, pero jamás le haría daño. Yo amo a mi familia detective, no quiera ni siquiera sugerir que yo podría dispararles a mis padres y luego apuñalar a mi hermano.

— Bueno, quizás en un ataque de ira contra su hermano pudo apuñalarlo, luego les disparó a sus padres y se apuñaló usted misma para que nadie pudiese culparla.

— Yo no asesiné a mi familia. — Hago énfasis en cada silaba.

Me levanto de la silla de golpe, aguanto las lágrimas hasta llegar a la pared que está detrás de mí, dejo que mis lágrimas salgan al darle la espalda al detective, siento como me estoy hiperventilando, comienzo a sentirme algo mareada, mis piernas pierden fuerza, pierdo el balance cayendo sentada al suelo.

— ¿Se siente bien? — Pregunta el detective muy preocupado. — Lamento si la presioné demasiado.

El detective me ayuda a ponerme de pie, limpio mis lágrimas con el pañuelo que me dio, me paro frente al vidrio donde sé que hay más personas observando, levanto el suéter y mi blusa solo un poco para descubrir algunas de las puñaladas que tengo en el abdomen.

— Yo no tendría el valor para hacerme esto a mí misma, mucho menos para hacérselo a mi hermano. ¿De dónde creen que saqué un arma para dispararle a mis padres? — Golpeo el vidrio con mi mano. — ¿Cómo pude sacar de mi casa el arma y los cuchillos después de apuñalarme a mí misma? ¿Cómo? — Vuelvo a golpear el vidrio con más fuerza esta vez.

— Por favor señorita Messer ¿Podría sentarse de nuevo?

Recupero la compostura antes de volver a sentarme.

— Perdón por lo que sugerí, es parte del interrogatorio, como dije antes, tenemos que descartarla como sospechosa.

— Entiendo. — Me resigno. — Si quiere continuar está bien.

— ¿Tenía usted algún problema con alguien? Ya sea de la universidad, amigos, conocidos.

— No que yo sepa, siempre fui amable con todos, nunca noté si alguien me odiaba.

— ¿No tiene problemas con ninguna persona entonces?

— No, con nadie.

— ¿Algún novio celoso? Puede ser también alguien con quien haya terminado mal.

— Mi único exnovio es David Hamilton. Terminamos hace un año, no en tan buenos términos, pero no lo creo capaz de hacer esto.

— Quizás también alguien a quien haya rechazado.

— He rechazado a un chico en la universidad y a dos de mis amigos en Miami.

— ¿Podría darme sus nombres?

— El de la universidad es Brandon Jones. Mis dos amigos son Christian Fields y Allan Rods.

— ¿Ellos tenían novia?

— ¿A dónde quiere llegar con eso?

— Si ellos tenían novia puede que sintieran celos por usted.

— Había una chica en la universidad, ella me odia porque Brandon se me declaró a mí y no a ella, desde entonces nos hemos llevado mal. Su nombre es Lourdes Russell.

— Vamos a investigarlo ¿Qué hay de su hermano? ¿Le mencionó alguna vez algún problema que tuviese con alguien?

— Él tenía muchos amigos. Había algunos otros chicos que lo envidiaban por ser tan sociable, uno de ellos incluso intentó iniciar una pelea con él, pero mi hermano no es de los que pelea por tonterías, solo se fue de allí.

— ¿Su hermano tenía novia?

— No, nunca se animó a invitar a una chica a salir, sí hay una chica que de verdad le gustaba, pero jamás le dijo nada.

— ¿Sabía usted que su madre tenía un amorío?

— Ella no tenía una aventura, eso es falso, totalmente. No intente culparla por esto. — Le doy un fuerte golpe a la mesa. — Ella amaba a mi padre.

— Entienda que debo cubrir todas las hipótesis que tenemos.

— Pues ya dejé de perder el tiempo intentando culpar a mi madre de algo que no hizo. No resisto ver en los medios que la dejan muy mal vista, ella jamás le haría eso a nuestra familia.

— Nosotros nos encargaremos de desmentir ese señalamiento a su debido tiempo.

— Gracias. — Me cruzo de brazos.

— Encontramos unos boletos aéreos en la habitación de sus padres, se supone que tomarían un avión con destino a Suiza ¿Sabe por qué irían allí?

— Mis padres solo nos dijeron que iríamos allí primero por negocios, luego nos quedaríamos una semana más por las vacaciones.

— Los boletos de regreso no tenían una fecha ¿Lo sabía?

— No, yo nunca vi los boletos, yo solo supe del viaje por mi mamá, me lo dijo el día que volví de la universidad.

— ¿Sabe si su padre tenía algún problema con alguien?

— Puede que sí, ya sabe entre empresas compiten por ventas, proveedores, inversionistas, es normal que sean enemigos.

— ¿Alguien en específico?

— No, no lo sé, yo no hablaba de esas cosas con mi padre.

— Eso es todo señorita Messer, gracias por su colaboración. — Se levanta de la silla.

— Detective — Interrumpo — ¿Puedo preguntarle algo?

— Por supuesto. — Toma la grabadora para apagarla.

— ¿Que pasará conmigo? — Pregunto nerviosa.

— ¿A qué se refiere?

— Soy sospechosa ¿Iré a la cárcel?

— No.

— ¿Entonces? — Respiro con alivio.

— Aún no sabemos, ahora mismo voy a arreglar eso ¿Podría quedarse aquí? Si necesita algo golpee la puerta, ya vuelvo.

El detective sale de la sala de interrogatorios. Ha pasado ya una hora desde que el detective se fue y mi pregunta sigue sin responderse. ¿Qué pasará conmigo?

He estado esperando por mucho tiempo, estoy sumamente cansada y aburrida, cruzo los brazos sobre la mesa, pongo mi cabeza sobre ellos para estar cómoda, el detective Gutiérrez regresa a la sala de interrogatorios. Me ve a los ojos y suspira.

— ¿Ya sabe a dónde iré? — Levanto mi cabeza. — Podría ir a casa de una amiga.

— No se preocupe por eso, ya lo resolvimos por usted.

— ¿A qué se refiere? — Digo confundida. — ¿Van a enviarme a un lugar lejano?

— Ahora es una testigo protegida, no nos conviene tenerla lejos y sin protección, los que hicieron esto podrían regresar a terminar su trabajo, como lo intentaron en el hospital, es nuestro deber evitarlo y llevarlos tras las rejas.

— ¿Qué tiene en mente exactamente? — Pregunto un poco confundida.

El detective abre la puerta, saca la cabeza solamente, se queda deteniendo la puerta como si estuviese esperando a alguien.

— Él es el oficial Terry Lawrence, ¿Lo recuerda? — Se separa de la puerta dejando entrar al oficial.

— Por supuesto, es el policía que estuvo conmigo mientras esperaba a los paramédicos. — Digo mirando hacía el suelo.

— Creo que les daré un momento, así el oficial Lawrence podrá ponerla al tanto de todo.

El detective Gutiérrez toma su saco antes de salir de la sala de interrogatorios.

— Es bueno ver que está mejor señorita Messer. — Sonríe con mucha calidez.

— Si por estar mejor se refiere a que escape de un hospital y a que mi familia está muerta, pues... Sí, estoy mucho mejor. — Digo con sarcasmo.

No sé qué me pasa, creo que estoy un poco a la defensiva, después de ese largo interrogatorio y todo lo que pasó con Alex, no debería estar descargando mi frustración con él.

— Lo lamento, no fue mi intención ofenderla. — Dice muy apenado.

— Lo siento. — Digo suspirando. — Sé que solo intenta ser amable. Quería... Quiero agradecerle.

— ¿Por qué? — Pregunta intrigado.

— Por haber estado a mi lado ese día, por sostener mi mano y darme alientos.

— Ni lo mencione, quería asegurarme que estuviera bien, fue muy valiente.

— Claro que no lo fui, pero ahora no quiero hablar de eso... — Miro hacia el suelo. — Mejor vamos al grano ¿Qué es eso que tiene que decirme?

— Como le comentó el detective usted necesita protección, así que me asignaron la tarea de cuidar de usted. Vivirá en mi casa hasta que capturemos a los responsables.

— ¿Y no tengo otra opción?

— Es eso o enviarla a una casa de seguridad de donde jamás podrá salir hasta que se resuelva el caso.

— Esta bien. Si piensan que es lo mejor. — Digo fingiendo una sonrisa. — ¿Y qué? ¿Cambiaremos de nombre y seremos esposos?

— Si, exactamente eso pasará.

Estoy realmente impactada por su afirmación, su rostro serio no deja ninguna duda de que está diciendo la verdad, estoy a punto de creerle cuando de repente comienza a reír, tiene una muy bella sonrisa.

— Es una broma. Solamente se mudará conmigo para así poder protegerla las veinticuatro horas del día.

Realmente no quiero ir con él, pero tampoco quiero ir a una tonta casa de seguridad donde no podré hacer absolutamente nada, solo deprimirme más de lo que ya estoy. Mi mejor opción es esa, será muy malo tener a alguien vigilándome las 24 horas del día, pero cuando menos podré salir a la calle de vez en cuando. Mientras pienso en todo esto un pensamiento invade mi cabeza, Alex... Veo una de las paredes, pensando ¿Ya habrá notado mi ausencia? ¿Qué habrá hecho al darse cuenta?

— ¿Señorita Messer? ¿Sucede algo? — Escucho decir al oficial.

— No, todo en orden oficial Lawrence. — Digo tratando de hacer mi mejor sonrisa.

— Mi turno terminó hace una hora, avíseme cuando esté lista para irse.

— Estoy muy impaciente por salir de este lugar. ¿Cree que podamos irnos ahora?

— Por supuesto, pero antes de ir a mi casa debo llevarla al hospital para que la evalúen.

— Está bien. — Suspiro con pesar.

Estoy muy cansada de todo esto, no me siento mal físicamente, no quiero ir al hospital, solo quiero recostarme en una cama y llorar hasta quedarme dormida. El oficial abre la puerta, dejándome salir primero, caminamos por un largo pasillo hasta llegar a un mostrador donde me devuelven mis pertenencias, el oficial Lawrence toma mi mochila y mi maleta antes de salir de la estación, llegamos a su auto, mete mis cosas en el baúl, me abre la puerta del copiloto para que pueda entrar, luego se dirige hacia el lado del piloto y entra al auto, pronto nos marchamos de allí.

En el hospital uno de los doctores evalúa mis heridas.

— Muy bien Halley, las heridas aún no han sanado del todo, de hecho, por mucho esfuerzo físico las más profundas se abrieron un poco más, tengo que limpiar para evitar que se infecten y luego debo suturar.

— ¿Ya cerró totalmente alguna?

— Solamente una, hay cuatro que quizás en una semana terminen de cerrar, las otras tres son las más profundas y las que se abrieron, esas son las que voy a suturar, cerrarán en al menos dos a tres semanas más.

El doctor busca las cosas para limpiar las heridas y el hilo e instrumentos para suturar. Luego de una larga hora de dolor el doctor termina, bajo mi blusa y me siento lentamente en la camilla.

— Recuerda, no te duches aún, espera dos días antes de hacerlo, además nada de esfuerzos físicos innecesarios.

— Sí doctor ¿Ya puedo irme?

— Aun no, quiero saber cómo te sientes. Emocionalmente.

— Lo normal. — Suspiro. — Pienso cada segundo del día en ellos, en mi hermano. Solo pienso porque tuve que sobrevivir yo y no el. — Mi mirada se pierde en el suelo. — A veces pienso que todo esto es solo una pesadilla, que voy a despertar y ellos estarán aquí de nuevo.

— ¿Duermes bien por las noches?

— Tengo pesadillas. — Niego con la cabeza. — A veces me despierto en medio de la noche y no puedo conciliar el sueño de nuevo.

— ¿Has estado alimentándote bien?

— Como lo necesario, no más que eso.

— ¿Has pensado alguna vez en ya no seguir más? — Aclara su garganta. — ¿Has contemplado el quitarte la vida?

Mis ojos se llenan de lágrimas, niego con la cabeza ligeramente.

— A veces solo desearía haber muerto ese día, pero nunca he intentado ni he pensado en quitarme la vida.

— Te voy a prescribir un medicamento para la depresión que estas padeciendo y algo para ayudarte a dormir mejor ¿Está bien? También voy a dejarte algo para el dolor y un medicamento en aerosol para las heridas.

— Gracias doctor. — Digo mientras recibo la receta.

— Puedes pasar a la farmacia a recogerlo. Espero verte aquí en tres semanas.

— Bien. — Estrecho la mano del doctor.

Antes de salir del consultorio limpio las lágrimas que estaban por salir de mis ojos, al salir del consultorio veo al oficial Lawrence, quien me espera de pie junto a la puerta.

— ¿Todo listo?

— Si, solo debo comprar el medicamento.

— Déjame ir por él, espérame aquí.

El oficial va a la farmacia que está al final del pasillo, regresa en un par de minutos con la bolsa de los medicamentos

— Gracias. — Le ofrezco una pequeña sonrisa

— No hay de qué.

Nos dirigimos al estacionamiento, entro al auto muy despacio para no lastimarme mientras el detiene la puerta, cuando estoy adentro me acomodo y el cierra la puerta. El oficial enciende el auto y lo pone en marcha, pasaron diez minutos en los que no hablamos de nada. Estoy realmente incómoda, no sé de qué hablarle. Simplemente estoy en silencio esperando a que él hable primero, después de unos cuantos semáforos comienzo a quitarme esa idea de la mente.

— Tengo un poco de hambre ¿Podríamos comprar algo?

— Por supuesto señorita Messer.

— Por favor llámame Halley, ya no estamos en la estación.

— Lo siento, Señorita... Lo siento, quise decir Halley.

— Y ya deja de disculparte.

— Lo lamento... Lo siento. Yo... ¡Ah! — Lleva una de sus manos a su cabeza.

Ambos nos reímos de él, en ese momento el cruza hacía el parqueo de una cafetería, bajamos del automóvil y entramos.

— Hola Terry ¿La mesa de siempre? —Pregunta una agradable mesera.

— Sí. — Le ofrece una amplia sonrisa.

Ella nos lleva a una mesa junto a una ventana, pone frente a nosotros los menús y se marcha, no sin antes ofrecerle otra sonrisa a Terry.

Parece que allí lo conocen, todos los meseros lo saludan al pasar y lo llamaban por su nombre. Un mesero llega a la mesa para tomar nuestra orden.

— ¿Lo de siempre?

— Esta vez quiero un plato de ravioles por favor.

— ¿Y para su hermosa cita? — Pregunta el mesero guiñando el ojo.

El oficial Lawrence me sonríe con un poco de incomodidad, no puedo evitar sonrojarme.

— Ella es mi amiga Halley. — Lo corrige.

— Lo mismo que él pidió por favor. — Sonrío.

— Dos ravioles. — Anota en su libreta.

— ¿Qué quieren tomar? ¿Cerveza? — Se dirige al oficial.

— No. Solo quiero un vaso de agua.

— Quieres darle una buena impresión ¿Eh?

El oficial lleva una mano a su rostro y niega con la cabeza. Esto es muy incómodo, quizás trae a muchas chicas a este lugar.

— Yo quiero una soda por favor.

— Vuelvo con sus órdenes. — Nos ofrece una amigable sonrisa.

El mesero se va dejando un ambiente incómodo entre el oficial y yo.

— Lamento todo eso. — Dice sin mirarme a los ojos. — A él le gusta mucho incomodar a las personas.

— Pude darme cuenta de eso. - Sonrío. - No importa, olvidemos que eso sucedió.

— Eso seria lo mejor.

Ambos nos quedamos en silencio, él revisa su celular, lo veo mientras escribe algo, luego vuelve a guardarlo en su bolsillo, toma una servilleta, la pone frente a el y suspira.

— Puedes llamarme Terry. — Dice haciendo un nudo su servilleta. — Pero en la estación dime oficial.

— Por supuesto Terry. — Sonrío.

— Discúlpame un momento voy a lavarme las manos. — Se pone de pie.

— Claro.

Deja su servilleta sobre el plato y se dirige al baño. Pienso en hacer lo mismo así que, me levanto, doy media vuelta, pero alguien me detiene, no logro ver quien es en el instante, mi respiración se corta de golpe al pensar lo peor, me han encontrado y están aquí para asesinarme. Al dar la vuelta noto que es Alex.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? — Digo muy asustada.

— Los seguí, te estuve esperando en la estación desde que supe que te detuvieron. Soy periodista ¿Recuerdas? Además, soy tu amigo, solo quería asegurarme que estuvieras bien.

— Eso es dulce de tu parte, pero estoy bien. Ahora debo regresar adentro.

— Veo que hiciste un nuevo amigo ¿Quién es él? — Me tapa el paso.

— Es un policía, él va a cuidarme. — Digo con desconfianza. — Imagino que es el mejor, por eso le dieron este trabajo.

— Bueno pues que buen trabajo hace. — Se mofa. — ¿No debería estar aquí?

— Solo fue a lavarse las manos, no es como si fuese a tardar una hora en ello.

— Pues en ese tiempo podría pasarte algo ¿No crees? — Dice acercándose más a mí. — Alguien podría aprovechar el que estés sola e intentar hacerte daño.

— ¿A qué te refieres? — Digo dando un paso atrás, me siento un poco incomoda con la conversación, siento algo de miedo, nunca había visto a Alex así, temo que pueda hacerme daño, aunque quizás solo sea mi imaginación. — ¿Quién podría hacerme daño?

— Él no es un policía en el que puedas confiar. — Evade la pregunta. — No ha hecho bien su trabajo hasta ahora. — Dice molesto.

— Vamos Alex es su primer día, ya mejorará, además confió en él.

— ¿Por qué confías en él? — Dice aún más enfadado. — No lo conoces. No llevas ni medio día con él ¿Y ya confías en él?

— Él fue el policía que atendió la emergencia el día que asesinaron a mi familia y estuvo conmigo todo el tiempo mientras agonizaba. — Cierro los ojos al recordar aquel día.

— Qué sospechoso que llegara tan rápido ¿No crees?

— Solo hacía su trabajo, seguramente estaba muy cerca de allí.

— Si tú lo dices. — Levanta ambas cejas y niega con la cabeza.

— El no asesinó a mi familia, él es un policía.

¿Él te gusta cierto? — Dice frunciendo el ceño. — Puedo verlo en tus ojos.

— ¡No! Alex por Dios, que cosas dices, apenas si lo conozco.

— ¿Entonces qué haces con él aquí, en una cafetería?

— Alex deberías irte, Terry ya va a volver. — Ya me cansé de esta ridícula conversación.

— Así que se llama Terry ¿Eh? Ya no es oficial.

— Alex vamos tú y yo no somos nada ¡Estás haciendo una escena de celos!

No termino de pronunciar la última palabra cuando me toma del brazo y me lleva afuera de la cafetería, opongo algo de resistencia, intento que me deje ir, pero es inútil, de pronto nos encontramos en el estacionamiento, aun forcejeando un poco, siento algo de frío ya que no llevo puesto más que una blusa sin mangas, el suéter lo deje en el auto de Terry, no es una noche fría, pero si con mucho viento.

— ¿Porque te fuiste de mi casa?

— Porque tenía que entregarme. No quería que pensaran que yo asesiné a mi familia. — Digo una verdad a medias.

— Entiendo, ahora que ya lo saben puedes regresar a mi casa. — Dice sonriendo. — Allí estarás a salvo, lo prometo. — Me suelta.

— No puedo Alex. — Digo mientras froto mi brazo con la palma de mi mano.

— Halley... Estás en peligro. Por favor, ven conmigo.

— ¿Qué? ¿Por qué lo dices? — Digo asustada.

— No puedo explicártelo ahora, si me acompañas te lo explicaré en el camino.

— Dímelo ahora o no iré a ninguna parte contigo

— No hay tiempo, solo debes saber que yo voy a protegerte. Estarás bien.

— El oficial es el encargado de protegerme. — Me niego rotundamente a irme con él, no después de lo que vi, además está actuando muy extraño, cada cierto tiempo mira a su alrededor, está sumamente nervioso y alterado.

Mientras hablamos Terry sale a la puerta de la cafetería, mira en todas direcciones buscándome. Respiro más tranquila al verlo. Él finalmente me ve con Alex, camina con su mano buscando el arma en su cintura, pero la dejó en el auto antes de bajar, Alex vuelve a tomar mi brazo, está vez con más fuerza.

— Ven conmigo. — Dice llevándome hasta él.

— Alex suéltame. — Impongo resistencia.

— Halley ven conmigo. — Suplica.

— Déjala ir. — Dice Terry con una voz calmada, pero fuerte.

— ¿Si no qué? — Lo reta Alex.

— Suéltame me lastimas. — Digo muy enojada intentando liberarme.

— Ya la oíste, suéltala.

Alex me suelta, pero no sin antes quitarme del medio, ambos se acercan mirándose a los ojos muy seriamente, esto no va a acabar para nada bien. Alex empuja a Terry haciéndolo perder el equilibrio, cayendo al suelo, sin vacilar un segundo él vuelve a ponerse de pie, taclea a Alex, se pone sobre él y comienza a darle puñetazos en el rostro, veo como sangre comienza a brotar del pómulo y la nariz de Alex.

— Basta. —Digo llorando. — Por favor, detente.

— Lo lamento, no sé qué ocurrió. — Dice volviendo en sí, sus manos tiemblan, sacude su cabeza un poco antes de ponerse de pie.

Levanto a Alex muy lentamente para no lastimarlo, lo ayudo a sentarse en la banqueta.

— ¿Estas bien? — Pregunto con una quebradiza voz.

— Estoy algo mareado. — Respira con dificultad, hay sangre que aun brota de sus heridas.

— Habla el oficial Lawrence, necesito una ambulancia en la cafetería Seven Seas. Sí. Hombre alrededor de los veinticinco, herido en pelea callejera, indica que está mareado, parece que le cuesta respirar. Gracias.

— Todo va a estar bien. — Intento mantener en calma a Alex.

— Halley ¿Podrías ir por la comida? Antes de buscarte la ordené para llevar. Yo me encargo de tu amigo.

— Claro, ya vuelvo. — Le indico a Alex.

Al llegar adentro hay un mesero esperando con unas bolsas, las recibo y salgo de nuevo, veo a los paramédicos subiendo a Alex en la ambulancia.

— Vamos, el estará bien. — Terry toma las bolsas.

— Eso espero.

Camino a casa de Terry parece que los ánimos de hablar se han ido de nuevo, veo a través de la ventana a las personas caminando en la acera, sobo mi brazo, creo que mañana tendré un gran moretón allí.

—¿Estás bien? — Me observa de reojo sin apartar la vista del camino.

— Eso creo. — Suspiro.

— ¿Te hizo daño? — En su voz puedo notar que está ligeramente preocupado.

— Solo un poco, no es nada.

— ¿Es tu amigo?

— No, bueno sí. — Respondo algo confundida.

— ¿A qué te refieres con eso? — Dice viéndome de reojo.

— Creí conocerlo, pero ahora no sé quién es. — Digo pensando en todo lo que ha hecho.

— ¿Crees que quiera hacerte daño?

Mis ojos se llenan de lágrimas y me es difícil contenerlas, algunas lágrimas ruedan por mis mejillas, las limpio con mis dedos lo más rápido que puedo.

— No lo sé, todo es muy confuso. — Mi voz se quiebra.

— Tranquilízate, no voy a permitir que nadie te dañe. Lo prometo.

Terry me ofrece una tierna sonrisa, pero en el fondo puedo ver que siente lastima por mí. Saca un pañuelo de su bolsillo y me lo ofrece, lo acepto y seco mis lagrimas con él.

— Mañana llamaré al detective Gutiérrez para que lo investiguen.

— Gracias. — Digo con alivio. — Pero no creo que sea necesario, no es peligroso.

— Algunas personas lucen inofensivas a simple vista, pero no lo son.

— Solo se preocupó de que me hayan detenido.

¿Puedo saber que te dijo?

— Dijo que no era seguro para mí estar contigo. Que tú no me cuidarías bien. Que él iba a cuidar de mí mejor de lo que tu podrías.

— Claro que te cuidaré bien, no te preocupes por eso. Si no te sientes segura conmigo puedo decirle al detective Gutiérrez que asigne a alguien más.

— No, no quiero a nadie más. — Le ofrezco una pequeña sonrisa. — Olvídate de Alex, solo está celoso.

— ¿Por qué?

— Le gusto desde hace mucho tiempo, sin embargo, nunca se atrevió a decir algo, cuando me vio contigo imaginó muchas cosas.

— Ahora comprendo. Él debería saber que una relación entre tu y yo estaría mal, además de ser contra las reglas eso te pondría en más peligro.

— Si, él debería saberlo.

Llegamos a su casa, él toma mis maletas y yo la comida, abre la puerta de su casa, y entramos.

Es una hermosa casa, muy acogedora, Terry me muestra mi habitación, deja mis maletas allí antes de bajar a cenar.

— ¿Qué haces en tu tiempo libre? — Pregunto para romper el hielo.

— Voy al gimnasio.

— ¿Y qué más?

— Bueno, me gusta ver películas y jugar billar. ¿Y tú que haces en tu tiempo libre?

— Los sábados por la noche salía con mis amigos en busca de un nuevo restaurante o discoteca, algunas veces solo jugábamos boliche. Ahora no sé. — Digo decepcionada.

— Bueno pues en nuestro tiempo libre podríamos ver películas y jugar billar, me gusta compartir mis hobbies.

— Me parece bien, pero no se jugar billar.

— ¿Nunca has jugado billar? — Me ve como si eso fuera un delito.

— Jamás en la vida he jugado billar.

— Arreglaremos eso ahora mismo, ven. Vamos al sótano.

Su sótano era como una sala de juegos, hay un televisor y un Xbox, también una mesa de billar y una mesa de pin pon.

— Toma un taco.

— ¿Un qué?

— Una de esas varas de madera. — Se ríe de mí.

— Oh eso. Está bien. — Digo tomando el taco.

— Ven, pones las bolas en este triangulo y la bola blanca la pones detrás de esta línea blanca, donde tú quieras, después tomas el taco y golpeas la bola blanca para que golpee a las demás, el primero que meta una bola define con qué tipo de bola juega, por ejemplo, si meto una bola rayada tu juegas con lisas y si yo meto una lisa tu metes las rayadas, ¿Entiendes?

— Si claro. — Digo algo confundida.

Después de unos minutos Terry ya me había ganado.

— Oye realmente apestas para este juego. — Dice riendo.

— Lo sé, pero te aseguro que yo te ganaré en los videojuegos que tengas.

Terry pone un videojuego de carreras, sorprendentemente con mi experiencia en videojuegos logro ganarle, como siempre, me encanta presumir cuando gano, me pongo de pie y estiro mis brazos hacia arriba triunfante, eso fue una mala idea, el dolor invade mi abdomen, que tonta fui. Junto con el dolor comienzan a llegar muchos recuerdos, Jonathan y yo jugábamos muchos videojuegos juntos, era nuestra actividad favorita. Cada vez que regresaba de la universidad, hacíamos un torneo y el que ganaba debía arreglar la habitación del otro hasta que yo regresara a la universidad.

Comienzo a llorar, me doy la vuelta para que Terry no se dé cuenta, siento su cálida mano posarse en mi hombro para reconfortarme.

— ¿Estás bien? — Pregunta con una voz muy dulce y suave.

— Sí, solo estoy cansada. — Miento.

— Si claro, te llevo a tu habitación.

— Gracias.

Terry me lleva a mi habitación, antes de salir revisa que las ventanas estén cerradas con seguro.

— Si necesitas algo estaré abajo. Dulces sueños.

— Gracias. Igualmente.

Terry cierra la puerta, me recuesto en la cama, miro el techo como si este fuese a darme la solución a todo mis problemas, finalmente mis ojos comienzan a sentirse muy pesados, creo que me estoy quedando dormida.

Abro los ojos, veo a Jonathan frente a mí, tiene algo de sangre brotando de su pecho, sus manos intentan cubrirla.

— ¿Por qué no me ayudaste?

— Yo trate de hacerlo. — Digo llorando.

— Tenías que salvarme ¡Tú me mataste!

Cada vez hay más sangre, su camisa está totalmente empapada, intento extender mi mano para tocarlo, pero me detengo a verla porque hay sangre en ella, de hecho, ambas manos están cubiertas de sangre, comienzo a gritar, Jonathan se ve cada vez más lejano, al abrir los ojos estoy de nuevo en la habitación, fue solo una pesadilla, veo hacia la puerta, Terry está allí apuntando su arma hacia la ventana. Me siento en la cama, noto que mi respiración y mis latidos están sumamente acelerados, al quitar la mano de mi vientre veo que hay sangre en ella.

— ¿Halley estas bien? — Es como la segunda vez que me lo pregunta.

—S-sí. — Respondo insegura.

— Te escuché gritar, pensé que algo te había pasado.

— Una pesadilla. — Digo atónita.

Al acercarse más a mi Terry nota la sangre que hay en mi mano y en mi abdomen.

— Tengo que llevarte de vuelta al hospital.

— ¡No! No es nada, de verdad, es solo el estrés por la pesadilla. Solo iré a lavarme las manos y a cambiarme. ¿Podrías traerme un vaso de agua?

— El baño está enfrente, ahora regreso.

Voy al baño a lavarme las manos antes de tomar una pijama de mi maleta, Terry vuelve con el vaso de agua, me tomo los tres medicamentos que me recetó el doctor, mientras camino hacia el baño noto que Terry toma la receta para leerla, ya en el baño intento limpiar un poco la sangre de mi abdomen antes de ponerme mi pijama, al salir Terry me ve con lastima.

— Si quieres hablar aquí estoy. — Me ofrece una sonrisa.

Me quedo un rato en silencio, Terry nota que quiero decirle algo así que no se mueve de donde está.

— Soñé con mi hermano, me dijo que fue mi culpa que lo asesinaran.

— Solo es tu subconsciente, creo que te sientes culpable por lo que pasó, tranquila, nada de lo que pasó es tu culpa. Estos medicamentos van a ayudarte, solo no dejes de tomarlos.

— Si, está bien.

— ¿Necesitas que me quede un poco más?

— No, las pastillas están haciendo efecto, ya quiero dormir.

— Si necesitas algo mi habitación esta junto al baño.

— Gracias. — Le ofrezco un intento de sonrisa que no sale para nada bien.

— Que descanses.

— Igualmente.

Me meto entre las sábanas con cuidado de no lastimarme, Terry apaga la luz y cierra la puerta al salir de la habitación, poco a poco las pastillas comienzan a hacer efecto, en cuestión de minutos me quedo profundamente dormida.

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