2 Era hace una vez...

Una chica, que más que nada creía en el amor, pasaba sus días leyendo acerca de el, mirándolo en televisión, y experimentándolo a través de otros, para ser exactos, a través de los personajes de aquellos libros que tan vehemente leía a diario.

Siendo la menor de cuatro hermanos, aquella chica tuvo que luchar con uñas y dientes para proteger no solo su gusto por la lectura sino también el resto de sus pasatiempos, pues siempre era objeto de burla por ellos, sobre todo cuando sus hermanos se percataron que leía novelas románticas a una edad tan corta. Digamos que para ellos simplemente era ridículo creer en todas esas cursilerías.

En su familia la palabra amor no era bienvenida en lo absoluto, ninguno de los hermanos había tenido jamas un ejemplo claro de lo que ese sentimiento era o significaba, sus padres tampoco dieron mucho crédito a su obsesión por el verdadero, puro y sobre todo romántico amor. No, ellos ya enfrentaban cierta dificultad para no asesinarse el uno al otro mientras intentaban permanecer juntos por sus hijos.

Y al final fue su obsesión por pelear la que terminó con ellos.

Una mañana de invierno, ambos decidieron salir al supermercado, juntos, algo que hacia años no hacían y esas espontánea decisión tuvo un desenlace fatal.

Aunque nunca se pudo averiguar con certeza lo ocurrido, la tía de los pequeños les había narrado la escalofriante escena que le mostró la policía después del accidente, sus padres de algún modo habían invadido el carril opuesto mientras circulaban en un bulevar, y un trailer embistió su auto. Aunque ninguno de los hermanos menciono palabra alguna durante la narración, en el fondo, ellos e incluso su amable y cariñosa tía sabían que sus padres solían discutir en el auto, y que su padre en el calor de la batalla perdía concentración.

Así, tras la muerte de sus padres, los cuatro hermanos se mudaron con su tía Anneth, la hermana menor de su madre, quien continuamente era llamada por el resto de la familia "Solterona", ella, una mujer de 37 años que jamás se había casado y cuya única compañía era un hámster de nombre "Panecillo", se ofreció a hacerse cargo no solo de sus sobrinos, sino también de las responsabilidades que su hermana y cuñado habían dejado pendientes.

La vida con su tía no era mala en absoluto, pues realmente para no tener experiencia criando niños, la tía Anneth hacia lo mejor que podía para mantener a flote a los hermanos, su trabajo y las deudas heredadas. Los amaba, cuidaba y protegía como si fuera su madre, haciendo que el dolor de la perdida se apaciguara por momentos.

Pero a pesar de eso, para aquella chica resultó un poco mas sencillo buscar algo de sensatez en el mundo literario. Usar su imaginación era una salida fácil, que le permitía evadir por completo el dolor y la añoranza. Así, ella dejo de ser una niña y comenzó a madurar... y al crecer comenzó a comprender la diferencia entre ficción y realidad.

Esa chica se llamà Elaine.

Y esa chica soy yo, y... esta es mi historia.

Mis padres murieron cuando tenia seis años, y los vivi siendo la menor de cuatro hijos cuyo nacimiento había sido solo un accidente, un pequeño error de calculo por parte de sus padres, quienes en aquel entonces luchaban por tratar de sacar sus diferencias adelante, intentando recuperar su intimidad después de que mi madre le fuera infiel a mi padre, ahora que soy adulta comprendo que los actos de mi padre eran debido a la profunda depresión en la que la perdida de su trabajo lo sumió, eso mas la terrible costumbre de mi madre a disfrutar de comodidades innecesarias provocaron que mi padre se mantuviera sentado en el sofá de la sala durante mucho mas tiempo de lo que cualquiera catalogaría como sano.

Debo admitir que después de mudarnos con tía Anneth, nuestras vidas cambiaron mucho, ella era un poco distraída pero, nos amaba con toda su alma y jamas perdía la oportunidad de demostrarnos su amor y apoyo, aun así, ninguno de nosotros fue capaz de superar realmente la muerte de nuestros padres, la constante búsqueda de amor provoco que mis hermanas se casaran a temprana edad, mientras que nuestro hermano decidido a no buscar hasta el cansancio prefirió ordenarse como sacerdote, así en menos de lo que cualquiera podría haberse imaginado solo quedamos tía Anneth, panecillo y yo, solos.

Tía Anneth siempre apoyo mi sueño de convertirme en abogada, apoyo mi gusto por leer hasta que mis ojos casi sangraran, me acompañaba a la opera; mi tía siempre apoyaba todas y cada una de mis decisiones y locuras, hasta que conocí a Steve, un pasante de abogado que trabajaba en el bufete de mi profesor de leyes comerciales. Para tía Anneth aquel buen mozo joven no era más que un trepador cuyo único interés en mi, era llevarme a la cama.

Siendo una jovencita de tan solo veinte años cuya mas grande ilusión era ver llegar al hombre de sus sueños, el cortejo de Steve me hizo caer rendida a sus pies. Yo deseaba conocer a una persona que me amará del mismo modo en que los protagonistas masculinos de mis libros amaban a las protagonistas, y creí que Steve era el indicado.

Sin embargo; tía Anneth tuvo razón... él solo obtuvo lo que quiso y se fue, dejándome con el corazón roto y la certeza de que convertirme en alguien fuerte era imprescindible si quería sobrevivir.

Así nació la actual yo y aquella imagen de frialdad que me ha mantenido con vida y cuerda los últimos diez años.

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