174 Vistazo

Un cosquilleo en mi nariz me despertó, la luz del día me hizo entrecerrar los ojos hasta que se acostumbraron a esta, pasé mi mano por mi cara para evitar dormirme nuevamente, todo iba bien hasta que una mano tocó un lugar prohibido haciendo que me quedará inmóvil, con cuidado de no despertar a la causante del mini infarto que estaba teniendo, retiré a la invasora de la zona protegida, suspiré una vez que despejé el área, me moví lentamente hacía la orilla de la cama para huir antes de que me atacaran nuevamente.

Me puse de pie y ví a la causante de el problema, lucía tan indefensa, si otros le veían dirían que ella era la víctima, peine mi cabello hacía atrás con mi mano y le tapé con la manta, caminé hasta la ventana para cerrar las cortinas para que la bella durmiente continuará soñando. Mi celular comenzó a sonar así que corrí hasta el para contestar la llamada.

- ¿Hermano? ¿Estás ahí?.- Dijo Isabella dudosa.

- Sí. - Dije suavemente caminando hacia el baño.

- ¡Que bueno! Eh... Ahora mismo "TODOS" estamos a punto de ir hacia la casa.-

- Está bien.- Dije viendo la ropa húmeda del cesto.

- Solo llamaba para avisa... para ver si necesitas algo.- La voz de mi hermana sonaba nerviosa, lo cuál me decía que los amigos de ella también estaban oyendo.

- Comida... aún no hemos hecho las compras para la casa.- Dije llevando la cesta en brazos hasta la primer planta en dónde estaba el cuarto de lavado.

- Yo me encargo.- Estaba a punto de colgarle cuando oí a mi hermana susurrar. - Intentaré darte más de una hora.- Y justo después ella colgó, ¿Para que quería tanto tiempo? Guardé mi teléfono en mi bolsillo y puse la ropa a lavarse, regresé a mi habitación, ella aún dormía así que decidí bañarme antes de que los demás llegarán.

El agua caía por mi rostro y el recuerdo de aquel extraño sueño me hizo pensar en la persona que me había ayudado, despejé mi mente y terminé de bañarme, extendi la mano hacía el lugar en dónde siempre colocaba la toalla pero no había nada, salí de la regadera y busqué en uno de los cajones de el gabinete pero no había nada, busqué soluciones y todas me llevaban a que yo debía salir sin nada cubriendome hasta llegar a mi closet esperando no ser visto por ella, trague un poco de saliva y peiné mi cabello.

Avance hasta la puerta del baño y lentamente mire por la rendija si Sasha ya estaba despierta, "¿realmente lo tengo que hacer?... ¿Y si... " sonreí aliviado al optar por la segunda alternativa a mi problema.

- Sasha.- Dije temeroso a molestarle por despertarla solo para pedirle que me diera una toalla. - Sasha.- Repetí con voz más fuerte sin gritar para no asustarla.

- Mmm.- Gruñó moviéndose en la cama.

- ¿Puedes darme una toalla de el cajón que está en el closet?.- Cerré la puerta al ver que se sentaba en el colchón buscandome.

- ¿En el closet? - Dijo con voz adormilada haciendo que me sientiera culpable por despertarla.

- Si, por favor... Pensé que había más aquí dentro pero ya las utilizamos.-

- ¿Llevas mucho tiempo sin una?- Escuché como corría para ir a buscarla.

- No mucho.- Mentí porque realmente llevaba así cerca de quince minutos.

- Solo hay una.- Gritó en mientras se acercaba al baño.

- Con esa bastará.- Me escondí tras la puerta y la abrí un poco para que me la diera, cuando por fin estuvo en mis manos me relaje y me la enrolle en la cintura para después salir.

Sentía las gotas frías de mi cabello caer hacia mi pecho y espalda, debía cambiarme rápido si no quería enfermarme, Sasha seguía en la habitación, estaba sentada en el borde de la cama observándome fijamente, fui hasta mi closet, saqué un traje y el resto de ropa que uso día con día, tomé todo en mis manos y lo puse en la cama a las espaldas de Sasha quien, a mi parecer no tenía la intención de dejarme vestir.

- ¿Quieres ayudarme?- Dije susurrando en su oído haciendo que ella me mirara a la cara.

- ¿Puedo?.-

- ¿Qué?.- Le miré y ella se puso de pie rápidamente.

- Que te veo allá abajo.- Dijo respondiéndome mientras avanzaba lentamente hacía la salida.

- Si quieres puedes quedarte.- Coloqué mi mano en el nudo de la toalla.

- Te veo abajo.- Respondió tras chocar con la puerta de espaldas, busco con su mano la perilla y la giró hasta abrirla, me dio un último vistazo y salió con el rostro enrojecido, reí al notar que no era el único en ponerse nervioso y proseguí a alistarme antes de que las personas que me ayudarán a vestirme fueran sus amigos y mi hermano.

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