32 Princesa

---SASHA---

Cuando salí de la sala y estaba dispuesta a huir lo más rápido que podía con las zapatillas, me torcí el pie, así que los documentos que tenia cayeron al piso, me recargué en la pared y cuando los iba a recoger una voz me detuvo.

-No te muevas, yo los levanto. - Dijo Louis apresurándose, recogiendo cada documento del piso, después volteo a mirarme a los ojos, pasaron unos segundos y miro mi tobillo. Me dio los documentos y esperé que él se levantara, pero siguió en cuclillas hasta que tomo mi pie y lo revisó.

- ¿Te duele? - Negué con la cabeza y el comenzó a mover lentamente mi pie, solté un pequeño quejido y él se detuvo. -Vamos a mi oficina, veré que el doctor de la empresa te revise.

-No es necesario, en unos minutos estaré mejor. - Dije tratando de caminar, pero un calambre invadió mi pierna. Cuando el vio que hice una mueca de dolor se levantó y con cara de preocupación se acercó a mí.

- ¿Estas bien? ¿Qué pasó? - Dijo mientras movía sus brazos tratando de ver qué pasaba.

-Te... tengo un calambre en el pie. - Dije mientras señalaba mi pierna y trataba de sobarla. Él dejo escapar un suspiro de alivio y su cara de preocupación desapareció para que en ella se dibujara una leve sonrisa.

-Déjame ayudarte. - Dijo mientras se agachaba, pero cuando vio mis piernas, recordé que usaba vestido y seria extraño que él me diera un masaje en esta en un pasillo de su empresa. Rápidamente se incorporó, cuando le iba a decir que no se preocupara que pasaría después de un tiempo el se quito su saco y me lo coloco en la cadera.

- ¿Por qué me…- ¿No terminé de decir la oración cuando sentí que levantaba del piso, me quedé unos segundos congelada viendo cómo me cargaba en sus brazos como a una princesa, mi cara comenzó a arder cuando sus empleados presenciaron tal escena y se quedaban asombrados viéndonos, al pensar lo que podrían decir sus empleados le miré al rostro,

-Está bien puedo caminar, solo déjame sentarme y pasará en un momento. - El me lanzo una mirada amenazante y me quede callada, no quería molestarlo.

-Llamen a el doctor Jonathan. - Al escuchar eso los empleados entendieron la situación y corrieron a buscarle.

-Señor Louis... no es necesario que…-

-No soy tan viejo, dime Louis. Además, no pienso dejarte ir. - Mi corazón comenzó a palpitar cuando escuché la última frase, y como no estaba en mis cinco sentidos opté por no hablar para evitar decir algo que no fuera adecuado.

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