1 Ella

Era una mañana como cualquier otra en la ciudad, Sasha oyó el despertador que indicaba el comienzo de su día de trabajo, decidió levantarse de la cama y preparar su desayuno, fue directo a la cocina y preparó huevos con tocino acompañados de un café cargado para que terminará de despertarse. Prendió la radio y al sonar una canción comenzó a comer al ritmo de las notas musicales mientras revisaba sus redes sociales y contestaba algunos mensajes.

Cuando terminó lavó los platos y demás cosas que había usado, limpió la mesa y fue directo al baño para darse una ducha, en menos de 5 minutos salió y se lavó los dientes, se vistió para ir a trabajar, se aplicó máscara para pestañas y un bálsamo labial para humectar sus finos y delicados labios.

A pesar de que tenia todas las comodidades que cualquier joven podría desear, ella siempre había mantenido un perfil bajo con sus amigos y vecinos, todas las personas que le conocían la amaban, después de todo era amable, inteligente, honrada y muy hermosa. Sasha media cerca de 1.70 metros, no era tan delgada lo cual hacia que sus curvas se acentuaran más, poseía una piel blanca como porcelana, ojos verdes y grandes, cabello rojo y rizos que formaban una melena larga y suave.

Para muchas personas ella era una mujer ejemplar y trabajadora, que a pesar de que su madre había fallecido cuando solo tenia 18 años de edad en un accidente automovilístico la joven había madurado lo suficiente como para poder vivir sola. No tenia más familiares, su mamá nunca le dijo si tenia abuelos, tíos o primos, no sabía quien era su padre ni que había sido de él, tampoco le interesaba saberlo ya que era feliz con estar con su madre. Afortunadamente ella no carecía de dinero porque sus mamá le habían dejado una casa bastante amplia y agradable junto con algunos carros, una cuenta en el banco y una biblioteca que ellas amaban y cuidaban día con día.

Cuando Sasha escuchó nuevamente la alarma que indicaba que era hora de salir inmediatamente sí quería abrir a las 8 en punto su biblioteca, corrió a hacer su cama y bajó las escaleras, tomó las llaves que estaban en una mesita junto a la puerta y salió. Sus vecinos al verla la saludaban y deseaban un buen día, le gritaban que tuviera cuidado al caminar y que no cerrará tan noche, que aunque el lugar era seguro ella seguía siendo una joven. Sasha les sonreía y movía la cabeza diciendo que haría todo lo que le decían, al llegar a la esquina de la cuadra esperó a que el semáforo cambiará de color, a su lado vio a la Señora Lilly que la miraba con una gran sonrisa, así que ella le dijo:

-Buenos días Sra. Lilly, ¿cómo esta usted hoy?.- Mientras le sonreía y tomaba la mano para ayudarla a cruzar la calle.

-Buenos días, muy bien querida, ya sabes como siempre los achaques que siempre tiene esta anciana.- Dijo con voz suave y áspera tomando firmemente la mano de la joven apoyándose un poco para caminar junto a ella. Cuando cambió el color del semáforo ambas caminaron suavemente hasta el otro extremo, una vez que llegaron la Sra. Lilly soltó la mano de la joven para buscar algo en su bolsillo y lentamente colocó un dulce de miel en la mano de Sasha.

-Ten un lindo día hija, no te olvides de comer a tus horas y no te distraigas leyendo, recuerda que debes atender un negocio.- Poco a poco la Sra. Lilly siguió su camino dándole una sonrisa a la joven.

Sasha la vio caminar y sonrió al ver el dulce en su mano. Caminó una cuadra más y abrió la puerta de su biblioteca. Estaba a punto de entrar pero a su lado pasó una señora que llevaba una bolsa de manzanas de la cual algunas cayeron rodando por el suelo, inmediatamente Sasha fue a ayudarle a recuperar aquellas frutillas traviesas y las colocó en la bolsa de la señora quien le agradeció y decidió darle unas cuantas manzanas como agradecimiento. Sasha sonrió y no pudo evitar ver con melancolía como se alejaba aquella mujer, la joven sostenía las frutas en sus delicadas manos pensando en su madre y en la tarta de manzana que solía hacer cuando celebraban algo, después vio la hora en su reloj y entró a trabajar.

Al ingresar a la biblioteca se percató de que no había limpiado su escritorio, así que rápidamente tomó un trapo, rocío limpiador en este y limpio sin dejar alguna mancha existente, satisfecha con su trabajo colocó sus brazos en la cadera y realizó una pequeña celebración. Sin embargo, no se dio cuenta que alguien estaba detrás de ella hasta que el cliente tosió y soltó una pequeña risa. Ella irguió su espalda, sintió su cara enrojecerse, forzó una sonrisa en su rostro y con mucha vergüenza giró para ver de quien se trataba.

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