114 Consejo Parte I

Miré por la entrada de la cocina y pude ver como mis hermanos y Sebastián estaban sentados en la isla mientras comían fruta con algo de vino, ninguno de ellos se percató de mi presencia.

-No es posible que viva solo, nadie se asegura que coma a sus horas, ¿debería venir a vivir con él? - Dijo mi hermana que seguía inspeccionando la cocina.

- ¿Y si no mudamos los dos aquí para hacerle compañía? - Dijo Joseph mientras movía su copa en círculos.

- ¿Los tres hermanos Truswell viviendo bajo un mismo techo? - Sebastián movió la cabeza mientras se removía en su lugar preocupado.

- ¡Sería divertido! - Isabella giró para sonreírles, en cuanto me vio corrió hacia mí. - ¡Hermano! -

- ¿Qué haces aquí? - Dije mientras dejaba que me abrazara.

- ¿Dónde estuviste? - Dijo alejándose de mi rápidamente y me miraba de arriba abajo enojada, su comportamiento era extraño.

- ¡Te hemos estado esperando desde hace horas! - Mi hermano puso la copa en el desayunador y sus mejillas estaban un poco rosadas, al parecer estaba ebrio.

-¡No grites tanto, estamos cerca!. - Sebastián le llamo la atención y me miro. - ¿Dónde estuviste? -

-Salí a dar un paseo, me sentía estresado. - Vi que Joseph intentaba levantarse, pero tambaleo un poco así que caminé hacia él y lo cargué en mi hombro.

- ¡Bájame, puedo caminar! - Ignore por completo sus protestas y mire a mi amigo para que me acompañara a dejarlo en una habitación.

Salí de la cocina y fui directamente a las escaleras, las subí lentamente para evitar que ambos nos cayéramos, en cuanto llegamos al pasillo me dirigí a una habitación que estaba libre.

-En serio estoy bien. - Dijo mi hermano, pero sus palabras no concordaban con su estado actual.

-Te dije que no bebieras con el estómago vacío. - Sebastián abrió la puerta y entro para remover las cobijas.

- ¿No comió? - Dije mientras le recostaba en la cama y le quitaba sus zapatos y parte del traje que llevaba para que descansara.

-No, yo estaba comiendo en la cafetería, se supone que se uniría a mí, pero paso por tu oficina y no te encontró, así que comenzó a buscarte como loco, es por eso que esta tu hermana aquí, ella atendió la llamada en vez de tus padres. - Miro a mi hermano recostado y suspiro. - Estábamos muy preocupados por ti. -

- ¿Por qué? Les dije que había salido. - Me senté a un lado de mi hermano en la cama.

-Nunca habías desaparecido así de la empresa, siempre nos llevabas a donde fueras. - Dijo mi hermano que luchaba para no quedarse dormido.

-Es raro que hagas eso, así que nos preocupamos de que no regresaras. - Sebastián se recargo en la pared y me miro preocupado.

- ¿A dónde iría?... Estoy bien, solo necesitaba salir a despejar mi mente. La próxima vez les avisaré. - Acaricie brevemente el cabello de mi hermano. – Lamento preocuparlos. -

-Hoy estas raro. - Dijo Joseph mientras me veía fijamente.

-Y tú estás ebrio. Deberías dormir un poco, voy a ir por algo para que comas. - Arrope a mi hermano que comenzó a cerrar los ojos lentamente.

-Deberías ir a descansar tú también. - Mire a Sebastián y el asintió mientras caminábamos a el primer piso.

-Me voy. Si necesitas algo llámame. - Tomó su abrigo y lo acompañe a la puerta.

-Gracias por cuidarlos. - Dije arreglándome el cabello para atrás.

-Te libraste de Joseph, pero aún te queda alguien con quien hablar. Suerte. - Dijo tocando mi hombro para después salir y cerrar la puerta.

Suspiré y caminé a la cocina en donde estaba mi hermana preparándole una sopa y un sándwich a Joseph. Me senté en un banco esperando a que ella comenzara con su regaño.

- ¿Y bien en donde estuviste? - Me miro de reojo y siguió cocinando.

-Anduve por la ciudad sin rumbo. - Dije mientras me recargaba en mi mano.

-Esa no es la verdad. - Su voz se escuchaba aún más enojada.

-Esa es la verdad. - Tomé algo de fruta que estaba en el desayunador y la acerque a mi boca para comerla.

- ¿Con quién estuviste? La camisa que traes puesta no es tuya. Jamás usas camisas de colores para trabajar. Además, estoy segura de que te vi salir de prisa de la empresa y que la que usabas en ese momento no era esa. - Giró hacia mí y se sentó frente a mi con los brazos cruzados, comí lentamente la fruta que tenía en mi mano, pensando en que debería hacer.

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