76 Cabaña Parte I

Yo iba en la parte trasera del auto junto con mi amiga quien no dejaba de cantar las canciones que ponía desde su teléfono, Matt y Alex platicaban a cerca de sus trabajos, me sentía feliz de contar con ellos en este momento, estaba tranquila por no estar sola, pero me encontraba un poco nerviosa por saber de aquello que fuera a descubrir acerca de mi madre. Bajé el vidrio de la ventana de mi lado y observé como nos alejábamos cada vez más de la ciudad para adentrarnos en un paisaje repleto de bosque, me recargué en la ventana y me perdí en mis pensamientos, volteé a ver hacia el frente y vi a Matt centrado en el camino, supongo que sintió mi mirada y miro a través del espejo para regalarme una sonrisa, seguí viéndole y él se removió en su lugar nervioso.

-Deja de verlo. -Dijo mi amiga mientras me susurraba con una sonrisa en el oído.

- ¿Mmm? - Giré para verla y sentarme en mi asiento.

- ¿Acaso piensas matar dos pájaros de un tiro? - Puso su mano en su boca simulando asombro.

- ¿Qué? -

- ¡No sabía que eras tan ambiciosa cuando se trataba de hombres! - Sus palmas las colocó en sus mejillas para después reír.

- ¿De qué hablas? -

- ¿Como que de qué hablo? Aparte de ligarte al jefe también quieres a Mateo.... Espera. - Dijo mientras tomaba mi brazo y se acercaba a mí. - ¿Qué no los dos son tus jefes? Acaso... ¿Tienes un fetiche con los que son tus jefes? - Me dirigió una mirada un tanto picarona que me causó un escalofrío en la espalda.

-No tengo ningún fetiche ni nada, tampoco quiero ligarme a los dos. - Dije mientras ella entrecerraba sus ojos como si le estuviera mintiendo.

-Ayer no dijiste eso. - Dijo mientras se miraba sus uñas y sonreía.

- ¿De que hablan que ni siquiera nos invitan a su conversación?. - Dijo Alex mientras nos dirigía una mirada rápida para después continuar prestando atención a la carretera.

-De nada importante. ¿Ya casi llegamos? - Ashley miró a mi amigo mientras se movía hacia enfrente de su asiento para ver el camino con mayor detenimiento.

-Si, ya llegamos. - Su voz sonaba un tanto nostálgica.

Miré por mi ventana y ví a través de unos árboles aquella cabaña a la que siempre íbamos con mi madre de vacaciones. No tardamos mucho en aparcar frente de ella, bajé lentamente del auto, cerré la puerta y respiré. Mis amigos se pusieron a mi lado para darme las fuerzas que necesitaba, saqué las llaves de la cabaña que tenía en mi bolsa y los miré, ellos me sonrieron.

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