5 Rocky: Parte 2

Toda mi vida la viví creyendo que la única forma de ser buena persona era usando mis poderes para construir cosas de las cuales la gente podría vivir. Pero, cuando conocí a los Centinelas de Ataque, empecé a ayudar a las personas trasmitiendo lecciones importantes que aprendía con los años. No solo fui un formidable guerrero, sino también el mentor y consejero de importantes centinelas, como Atomfist, Trixie, Folch o Épsilon. Incluso tras la caída de nuestro equipo seguí en el sendero del héroe para continuar con el legado de mis amigos.

Sin embargo, Charlie es tan solo un niño. Vivó tanto en muy poco tiempo y no entiendo como un cachorro humano puede procesar cosas tan profundas como las que él vivió. No sé si puedo ser capaz de ayudar a este niño... por eso, acudí al centinela más sabio que conozco: Matusalén.

Matusalén es un antiguo centinela que vivió mucha antes que todos nosotros. Los rumores dicen que él es una fusión de varios centinelas que vivieron antes de nosotros; sus cuatro ojos de un único color blanco brillantes y su voz resonando como un profundo eco, lo delatan como una fusión. Eso explica por qué es tan sabio e inteligente, pues varias mentes lo conforman lo cual le ayuda a tomar la decisión más prudente... aunque muchas mentes compartiendo un mismo cuerpo, les debe tomar tiempo para coordinarse en hablar y actuar.

-¿Qué... has... traído... ante... nosotros... Rocky? -pregunta Matusalén con un efecto de voz de eco.

-Una cría humana -respondí- El... sabe que yo soy un centinela.

-¿Y... por... eso... lo... trajiste... aquí?

-No tiene familia ni a donde ir. Necesito saber qué hacer con el.

-¿Pensaste... en... llevarlo... con... su... especie?

-Pensé que eso sería lo más prudente... pero el me ha visto usar mis poderes antes de traerlo aquí. Sabe de los centinelas. Si lo llevo a un orfanato, lo trataran de raro e incluso puede terminar en el manicomio... Ya sabe de nuestra existencia, no hay marcha atrás.

Antes de que Matusalén pudiese decir otra palabra, una voz misteriosa se escuchó a los lejos, desde las sombras del palacio construido con chatarra: "¿Y es nuestro problema que te hayan descubierto a ti?". Miré por todas partes para ver quién dijo esas palabras, incluso los presentes en el salón buscaban a esa misteriosa persona. De repente, desde donde estaba sentado Matusalén, aparece una persona que dio lentos pasos para salir de las sombras para revelarse.

-Al traer a este niño has puesto en peligro a toda nuestra comunidad. Debes deshacerte de él.

-Debí imaginar que eras tu... Gregor -respondí ante las palabras del centinela misterioso.

Gregor es un siniestro centinela que vive en esta ciudad. A diferencia de la mayoría de los habitantes de Junkertown, el es obstinado y mal humorado. No suele sonreír y no es amigable como los demás.

Lo primero que destacaba era su mirada vacía, sus ojos amarillos sin brillo, su ceño eternamente fruncido; su cabello melena era gris muy opaco lo cual va perfectamente con su forma de ser. Era de delgada figura y ligeramente más bajo que el resto de centinelas, pero su tamaño lo compensaba con el carácter fuerte que porta consigo.

-La (FDG) permite que nuestra pequeña comunidad exista -explica Gregor- pero si no respetamos las instrucciones que nos dieron en el tratado que firmamos, entonces perderemos todo lo que hemos construido.

-¿Y eso que tiene que ver? -pregunté.

-Una de las cosas que nos ordenaron fue no traer humanos a nuestra comunidad, cosa que tu acabas de infligir. Si la (FDG) se entera, serás responsable de la destrucción de nuestro pueblo.

-No... ¡No fue mi intención! -respondí con angustia.

-Dices que quieres ser un héroe, Rocky. Pero tus acciones sin pensar nos perjudicarán a nosotros. ¡No eres un héroe, solo un estorbo! Tu y este niño no merecen ser habitantes de Junkertown ¡Lárguense ya!

Había bastante tensión en el ambiente, todos lo percibían. Kooper trató de calmarnos diciéndonos: "Seguramente podemos llegar a un acuerdo pacifico con los panas de la (FDG)".

Pese a sus intentos de tranquilizarnos, no logró su objetivo. Yo cerré mi puño, atrayendo pequeños pedazos de polvo y roca para formar grandes guantes de roca; Gregor sacó dos cuchillos afilados y se preparó para un posible combate. Los centinelas a nuestro alrededor se alejaron un poco para evitar involucrarse en nuestro desacuerdo; Kooper tuvo que tomar a Charlie para sacarlo del lugar y ponerlo a salvo en sus brazos.

Afortunadamente, antes de que peleásemos a muerte, Matusalén nos interrumpió para hablar: "¿Qué... quieres... tú... Charlie?" preguntó con una voz áspera y calmada. El niño se estremeció con algo de inseguridad, pero le di un par de palmadas en la espalda para calmarlo y le sonreí para hacerle saber que todo estaría bien. El niño se ruborizó y luego dijo lo que sentía desde lo profundo de su corazon:

"Cuando vi a Rocky construir la ciudad con sus poderes de tierra, al ver la alegría con la cual fundó los edificios y el de la gente que recibió esas casas, supe que quería ser igual a el. Quiero hacer cosas para que la gente pueda sonreír de la felicidad, quiero ayudarlos, quiero salvarlos... quiero ser un Centinela de Ataque".

Estuvimos en silencio por un buen rato mientras pensábamos en las palabras que ese niño humano había dicho. Finalmente Matusalén volvió a tomar la palabra: "Pruebas... de... ingreso".

-¿Qué son pruebas de ingreso? -pregunta Charlie algo confundido.

-Son desafíos especiales -explica Kooper- son pruebas para ver si estas preparado para ser un habitante de la ciudad. La (FDG) suele monitorear presencialmente estas pruebas para ver si los que quieren unirse a la comunidad serán capaces de mantener la armonía.

-Solo debes vencer a tres centinelas -agrega Kenita- Si logras derrotarlos y demostrar que eres competente para sobrevivir, puedes ser aceptado para vivir en Junkertown tanto por Matusalén como por los abogados de la (FDG).

Con el decreto establecido, la reunión terminó y cada quien fue por su lado.

Sin quedar satisfecho con la decisión, Gregor comenzó a dar un listado de razones por el cual no iba a funcionar el plan para adoptar a Charlie: que era muy joven, que un humano era muy frágil, que los centinelas de Junkertown muy peligrosos, etc. A pesar de todo, Matusalén no cambió de parecer y se las ingeniaría para hablar con los abogados de la (FDG).

Por nuestra parte, todo lo que debíamos hacer era entrenar al muchacho para el día del enfrentamiento y así pueda ser aceptado en nuestra comunidad secreta.

Un amable centinela llamado Varan se acercó para ofrecerme una cabaña en donde quedarme junto con Charlie para que el niño tenga un hogar temporal hasta el día que deba hacer sus pruebas. El centinela nos llevó a las afueras de Junkertown en donde encontramos la cabaña que nos regalaría sin intereses a cambio para que Charlie pueda entrenar.

¿Cómo debo prepararlo? ¿Debo hacer el mismo entrenamiento que los centinelas del pasado hicieron? ¿Puede si quiera un humano dañar físicamente a un centinela? Eran muchas las preguntas que resonaban en mi cabeza, pero ninguna obtuvo una respuesta. Lo único que era cierto es que no podía tratar a Charlie como a uno de mi especie, así que tuve que ingeniármelas para hacer un sistema creativo de entrenamiento para humanos.

Para comenzar, los cuerpos de los humanos son mucho más débiles que el cuerpo de un centinela, así que necesitaba fortalecerlo, hacerlo más ágil y rápido. Si Charlie puede agotar en combate a un centinela, puede ganar la pelea.

Usé mis poderes de piedra para forjar dos nudillos hechos de un fuerte material. Con tales nudillos, Charlie podría dar golpes severos contra cualquier centinela... solo bastaba con aprender ciertas artes marciales con las cuales pueda enfrentar a sus adversarios.

Durante los últimos meses estuvimos entrenando arduamente para volver a Charlie más fuerte. Comenzamos moviendo objetos pesados de un lugar a otro, como escombros, bolsas de basura y rocas pesadas para desarrollar musculatura y fuerza. La principal meta era llevar lo más lejos posible una gigantesca roca que estaba cerca de la casa.

Varias veces intentó mover esa roca, pero nunca lo logró. Tuvo que pasar un año entero para que la fuerza requerida para cumplir su meta, pero no solo logró mover la roca, sino que también la partió en dos.

Pasamos de desarrollar fuerza a aprender a luchar. Para esto, Kooper y Kenita me ayudaron.

Gracias a Kooper, pudo aprender a enfrentarse a rivales más grandes y más fuertes que el. Pudo dominar el factor de velocidad y agilidad el cual sería su principal ventaja sobre un rival grande. También aprendió a usar la ventaja del terreno a su favor, como las grandes piedras o los trastos para impulsarse o tirar polvo para cegar al enemigo. La debilidad de grandes enemigos es el equilibrio: si pierde estabilidad, caerá al suelo y entonces estará indefenso. Le costó bastante, pero tras entrenar un mes con Kooper pudo derribarlo.

Con Kenita, el entrenamiento fue diferente: aprendió a enfrentar a rivales del mismo tamaño, más ágiles y más peligrosos. Aunque Kenita no lo refleja, ella es bastante peligrosa... solo necesita tocar algo para aniquilarlo por completo. Gracias a ella, Charlie aprendió a mantener cierta distancia de sus enemigos y a estudiar a su rival mientras pelea. El comportamiento infantil e impredecible de una centinela tan excéntrica como era ella, ayudaron al niño a aprender a lidiar con enemigos así.

En mi caso, Charlie tuvo que aprender a enfrentar enemigos con gran poder. Muchos centinelas confían ciegamente es sus poderes e ignoran la táctica de sus contrincantes. El niño tenia que aprender la diferencia devastadora de poder entre nuestras razas, ya que si eso no le entraba en la cabeza, podría pagar el precio de una derrota humillante e incluso con la muerte.

Diseñé un circuito de estructuras de piedra con la capacidad de moverse de un lado a otro para que el niño pueda entrenar tanto su fuerza, destreza y velocidad. El objetivo del circuito era superar todos los obstáculos hasta llegar al centro, en donde yo me encontraba refugiado controlando el terreno con mis poderes. Si lograba golpearme, ganaba.

Tres diferentes centinelas con diferentes maneras de derrotar... fue una tarea que el niño tardó en dominar en los próximos meses.

Aunque la tarea parecía imposible, nunca nos rendimos con el niño. Kooper de vez en cuando lo llevaba a pasear por la ciudad para que el pueda conocer al resto de ciudadanos de Junkertown y así pueda cultivar una motivación extra para pasar la prueba... vivir en el mismo lugar con esa gente agradable que conoció. Kenita se hizo muy cercana al niño pues, al tener el mismo tamaño y una edad mental muy parecida, se hicieron cómplices uno del otro. En cuanto a mí el niño siempre me vio como un ejemplo a seguir, así que hice mi mejor esfuerzo para no decepcionarlo: lo entrené, lo aconsejé, curé sus heridas y limpié sus lágrimas.

Nuestra compañía y las amistades que fue forjando en esta comunidad, hicieron de Charlie alguien fuerte y decidido en cumplir con su objetivo: convertirse en un Centinela de Ataque.

Los meses pasaron hasta que finalmente llegó el día tan esperado: Charlie definirá su destino hoy.

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