7 Breaker: Parte 1

Yo soy Breaker, un centinela de ataque. Durante millones de años he luchado por la libertad de este planeta: he derrotado a una gran cantidad de centinelas malos y he dejado en claro lo fuerte que soy. Tantos enemigos caídos y aun así no me siento satisfecho. Tenia esperanzas de encontrar a un digno rival al que enfrentar, pero esa oportunidad se ha perdido ya que no quedan más centinelas en el mundo… al menos, hasta donde yo sé.

Como ya no queda nada que hacer, dediqué toda mi vida a invernar y absorber radiación que me alimentaba de poder. Pasé 165 millones de años durmiendo y absorbiendo poder en un volcán ubicado en el país de México... y ya es hora de emerger al mundo exterior una vez más. La razón era porque sentí un disturbio extraño, sentí los niveles de radiación alterarse y perturbarse... como si varios centinelas estuviesen causando destrucción. Mi despertad del largo sueño, provocó una erupción en el volcán donde inverné por siglos.

Rápidamente la lava se extendió por la corteza del volcán, causando que las rocas se fundan en obsidiana y que las cenizas quemasen cualquier cosa viviente que estuviese paseando por allí. Lentamente empujé las rocas volcánicas que estorbaban mi camino hasta llegar a la superficie, en donde pude contemplar el paisaje que rodeaba mi volcán: Era un hermoso ambiente de rocas y caminos de lava que destruían todo lo que tocaban; este armonioso terreno infernal y apocalíptico no era un lugar en que simples humanos pudiesen habitar, pero yo soy un centinela y puedo resistir estas condiciones extremas de vida.

Tengo el poder para volar, de esa forma emprendí el vuelo poco a poco mientras me alejaba de la nube de humo que había provocado la masiva explosión volcánica. En cuestión de segundos ya me había ido de allí, causando una explosión sónica para sobrevolar los cielos a una velocidad fugaz.

"Como extrañaba sentir los vientos del cielo" pensaba mientras recorría las nubes.

Las suaves ventiscas de la atmósfera terrestre soplaban mi cuerpo bronceado y el brillo del sol iluminaba mi cabellera castaña. Los filosos pelos de mi cabello bailaban junto con los vientos por donde paseaba; mis ojos anaranjados contemplaban el atardecer de ese día, con el cual empezaría un nuevo comienzo para mí... o así se supone que debe ser. De repente me detuve y me acosté sobre una esponjosa nube, aunque en realidad estaba levitando sobre ella. Miré hacia arriba, tratando de ver las estrellas. "¿Cómo serán los viajes espaciales de hoy en día?" me pregunté mientras contemplaba el cielo.

¿Cómo hubiese sido la vida si yo nunca hubiese apoyado la rebelión? Seguramente ahora mismo estaría pilotando una elegante nave como la que se está acercando a mi... espera... ¿una nave se acerca a mí? Limpié mis ojos para apreciar con mejor nitidez lo que creí haber visto.... efectivamente, una nave primitiva se dirigía a mí.

No solo una, sino varias naves sobrevuelan los cielos para acercarse a mí.

Estos cazas militares me rodean y acorralan en un rincón del cielo. Volaban en círculos al igual que buitres, pretendiendo ser intimidantes ante uno de sus dioses de destrucción. No sé qué quieren hacer: escoltarme hasta algún lugar o acabarme. Sea como sea, el sonido de sus motores me estaba comenzando a molestar.

Una de las naves se detiene frente a mí y, gracias a unos parlantes que tiene instalados, el piloto me dijo todas sus demandas en contra mía: "Estas invadiendo territorio mexicano. acompáñanos hasta la base militar pacíficamente y no te haremos daño".

¿Quién se cree este insignificante humano al decirme lo que debo hacer?

"¡Prefiero la forma difícil!" -exclamé.

"Entonces no digas que no te lo advertí" -responde.

Todos los cazas se agruparon para abrir fuego disparando varios proyectiles que me apuntaban directamente. Estuvieron menos de un minuto disparándome con sus armas, creyendo que eran capaces de matarme con armas tan anticuadas como esas. Luego de agotar las recargas, los cazas esperaron a que el humo negro se disolviera con el viento para ver cuanto daño me han hecho... y la verdad es que estaba intacto: ni un solo rasguño. Al pensar en la vergüenza, en el miedo y en lo muy ridiculizo que fue eso, estallé en una larga carcajada maniática con ver los rostros de los pilotos.

"¡¿CREYERON QUE PODÍAN MATARME?!" pregunté de forma sarcástica, solo para continuar con mi risa burlesca. Ahora es mi turno de demostrarles a estos miserables gusanos lo que realmente es poder.

Prendí mi cuerpo moreno en fuego, convirtiéndome en una llamarada humanoide preparado para la masacre. Mi objetivo en ese momento era uno solo: destruir a todos los aviones y no dejar sobrevivientes.

Puede que suene cruda ese objetivo, pero seamos realistas: ningún centinela de ataque es un héroe, son simples soldados y guerreros que lucharon por un propósito egoísta. Fui un guerrero durante millones de años y no voy a cambiar mi forma de hacer las cosas solo para compadecerme de unos insignificantes gusanos que jugaron a creerse intimidantes conmigo... voy a matarlos por creerse mejores que un centinela.

Estos miserables insectos se asustaron tras ver mi inmunidad a sus ataques. Algunos de ellos se alejaron de mí y otros recargaron sus municiones para atacarme nuevamente, pero eso sería un estúpido intento de salir victoriosos.

Rápidamente ataqué la cabina del caza más cercano a mí, rompiendo el cristal y arrojando al piloto; me aseguré de quemar el paracaídas del piloto para que este no tenga ninguna oportunidad de sobrevivir. Luego fui por el siguiente caza, atacando sus propulsores y quemando las alas del avión militar, de forma que cayó lentamente hasta estrellarse. Mi siguiente víctima fue desintegrada por completo en el cielo y el siguiente recibió un impacto directo en el frontis de su avión. Poco a poco fui llenado de humo y cenizas el cielo, fue un espectáculo destructivo por el cual bailé y di vueltas por la aplastante victoria sobre esos humanos.

Varios cazas cayeron esa tarde, muchos de ellos perecieron quemados o desintegrados. El color anaranjado en los cielos no solo se debía al atardecer, sino también a las explosiones y a las almas aniquiladas que perecieron por mi mano.

De repente noté que un piloto ha logrado sobrevivir al eyectar de su nave antes de que yo la alcance a destruir. Por cosa del tiempo de otros aviones que no me dejaban alcanzarlo, ese piloto en paracaídas ha logrado sobrevivir a mis mortíferos ataques, siendo el primer rival que se salva de mi poderosa furia. Lentamente volé hasta llegar al paracaidista, cuya evidente esperanza era aterrizar en el suelo y pasar desapercibido entre el humo y cenizas de sus compañeros.

Al verme acercarme, el soldado comenzó desesperadamente a forzar al paracaídas a apresuras el aterrizaje, pero estábamos a una gran distancia del suelo, por lo que sus desesperados intentos de sobrevivir eran en vano. Tras estar frente al humano, descendí tan lentamente como su paracaídas le permitía descender.

"¿Tas bien?" -pregunté de forma burlesca.

"Eres un demonio..." -dijo con mucho temor.

"Muchos me decían lo mismo... me conocían como "El demonio de fuego".

"Pues ellos no se equivocaban contigo".

"Tú me caes bien" -dije tras reír un poco- "¿Cómo te llamas?"

"Austin Connor..." -responde con muchísima duda en su lengua.

"Estás de suerte Austin... no voy a matarte. A cambio de dejarte vivir, debes darles un mensaje a tus superiores de parte mía: No se entrometan en mi camino o los aniquilaré a todos".

Luego de dar esa intimidante amenaza, soplé con tanta fuerza que envié rápidamente a aquel piloto militar al suelo. Fue un favor que nunca me agradecerá, porque nunca nos volveremos a ver. Emprendí mi velocidad y, tras crear una explosión sónica, desaparecí de las nubes y del cielo rojizo.

He viajado miles de kilómetros hasta llegar a la selva amazónica en menos de una hora. Recorrí el cielo nocturno hasta arribar en un sector especifico, un claro oculto por los sombríos arboles de la selva. En medio de toda la oscuridad resaltaban unos extraños objetos que estaban clavados en el suelo, como si fuesen unas lapidas hechas de un extraño metal extraterrestre.

Lo que estaba allí era una viaja armadura centinela, la cual le perteneció a un viejo amigo mío. No solo una, sino que varias armaduras fueron colocadas en este suelo como señal de que aquí fueron enterrados las cenizas de valientes guerreros, valientes centinelas de ataque que murieron en la gran guerra.

Me incliné ante ellos y miré con respeto sus tumbas. "Les prometí ser el más fuerte" me dije a mi mismo "Voy a cumplir esta promesa".

De repente, sentí que algo se movía entre la maleza de la selva. Supe de inmediato que no se trataba de algún animal, porque las bestias precinten la radiación de los centinelas y se alejan. No... esa cosa que se movía debía ser algo más. Encendí con fuego mi brazo derecho y me preparé para una posible emboscada. Giré alrededor mío tratando de encontrar la posición de este misterioso sujeto.

"¡Sal de tu escondite, si eres tan valiente!" -exclamé con la idea de intimidar.

Entonces, una bella doncella salió de la oscuridad de la selva para revelar su apariencia... era una centinela de melena azul marino y sus ojos eran de color azul verdoso. Ella parecía un árbol andante porque cubría su cuerpo con una extraña vestimenta, la cual se asemejaba bastante a los troncos de los árboles.

Preguntó si yo era Breaker, diciéndolo con una dulce y suave voz siendo completamente opuesto a mi agresiva y amenazante tono. Al principio dudé un poco, pero noté que ella tenía algo de pureza en su corazón. Decidí calmarme un poco y responder con una respuesta bruta: "Si ¿Y qué?".

"¡Que alivio!" -expresó con tanta alegría.

"¿Tu eres?" -pregunté con algo de amenaza.

"Perdón... mi nombre es Bioangel y te estuve buscando".

"¿Qué? ¿Me buscabas? No sabía que tenía una fanática".

Ella se sonrojó y se molestó por mi broma sarcástica. Luego de calmarse, explicó con más tranquilidad cuál era su propósito al buscarme por tierra, cielo y mar: ella buscaba a los centinelas de ataque para unírseles.

Me explicó que hay más centinelas de ataque que sobrevivieron a la guerra y que el mundo los necesita de vuelta para restaurar el orden y armonía. Ella pensaba que solo esa liga de héroes puede solucionar los problemas mundiales. Como yo soy uno de ellos, quería convertirse en mi discípula y ayudarme a encontrar a los demás.

Escuché todo su parloteo sobre el deber de un héroe y sobre responsabilidades con negligencia y con los brazos cruzados. Cuando me preguntó si me uniría nuevamente con mis compañeros de guerra, la respuesta que le di fue un rotundo "No".

"¡¿Por qué?!" -exclamó.

"¿Realmente quieres saberlo?" -pregunté.

"¡Si!"

"He renunciado a los centinelas de ataque... yo no soy el héroe que andas buscando…"

Así es… ya me cansé de las responsabilidades morales con las que esos "héroes" cargan consigo. Ahora al único al que sirvo es a mi mismo y ni siquiera una bella doncella como esa centinela me convencerá para volver a reunirme con esos patéticos lunáticos.

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