1 "Atomfist: Parte 1"

Soy Atomfist, un centinela batería. Pertenezco una poderosa raza conocida como "Centinelas", los cuales son personas semejante a los humanos con diversos poderes que solo puedes imaginar en cuentos de hadas. Ya sea controlar el fuego, hielo, viento, roca, disparar ondas de sonido, volar, super fuerza, correr a gran velocidad, controlar mentes u crear ilusiones, los centinelas de ataque contábamos con una gran variedad de poderes y habilidades que nos hacen superiores a cualquier forma de vida que existe en este bello mundo.

Este gran poder que cada uno carga nos hace responsables de utilizarlo noblemente y creo que no existe trabajo más noble que proteger a la especie que vive en este mundo: los humanos.

Siempre me pareció muy llamativa la vida orgánica: nacen siendo pequeños e indefensos, comen hasta crecer fuertes y sanos, luego se reproducen y repiten el ciclo con la siguiente generación. Me atrae el concepto de "Crecer", porque los centinelas nunca tuvimos esa capacidad: desde el momento en que somos creados ya sabemos lo que debemos ser. Sin embargo, los humanos pueden elegir lo que desean ser y eso es algo tan hermoso... desearía que ellos valoraran la capacidad de crecer.

Pesé a todo, los humanos son tontos: se matan a si mismos y a su propio hogar. Aunque seamos de diferente especie, somos muy parecidos: es como verme a un espejo en ellos y eso es lo que me molesta. Por esa misma razón es que he iniciado una campaña mundial para ayudar voluntariamente cualquier problema.

Durante años he recorrido todo el mundo dándole comida a los pobres, salvando vida marina y rescatando barcos perdidos. Trato de darle un propósito a mi vida y ayudar a otros a levantarse nuevamente.

Hoy día me toca atender a isla de Migingo, una pequeña isla ubicada en el lago Victoria cerca de la frontera entre Uganda y Kenia. Esta diminuta isla esta llena de casas y de habitantes. Es uno de los peores lugares para vivir debido al poco espacio y la extrema pobreza de ellos, es por eso que estoy allí para ayudarles.

Todo el ecosistema del lago Victoria está en colapso, así que me dediqué los últimos 10 años en tratar de mantener el equilibro, usando como base de operaciones la isla de Migingo. El primer objetivo era mantener controlada las algas y bacterias acuáticas, cosa que no fue fácil pues no tengo poderes relacionados a la vegetación, pero si tengo la capacidad de nadar miles de kilómetros bajo el nivel del mar así que aproveche esa habilidad para recorrer todo el lago y erradicar este problema.

El segundo objetivo fue restablecer la población de peces por todo el lago. Las parcas aniquilaban con la mayoría de peces, por lo que tuve que buscar otros tipos de peces para implementarlos en el lago. También tuve que cazar toda la población de parcas. De esa forma, estas no exterminarán el ecosistema. Tras cazar la ultima parca, le regalé toda la mercadería a los habitantes de la isla para que ellos puedan venderla en el mercado.

Finalmente, tuve que ayudar a los propios habitantes de la isla. La situación de ellos era horrible: las calles apestaban a orina y excremento, soldados africanos recorrían las calles y algunos piratas amenazaban a los aldeanos.

Comencé ayudando a instalar más baños en la isla, lo que significaba sacrificar algunos bares y prostíbulos que los habitantes tenían. Luego tuve que limpiar y arreglar los estrechos caminos de la aldea. Por último, construí un puerto decente y algunas casas extras para que puedan recibir médicos y otros servicios de sanidad.

Los habitantes me llamaron: "Ángel Marino". Fui amado por hombres, mujeres, ancianos y niños... pude sentir nuevamente el cariño y el amor de una familia. Fue un gran trabajo que valió la pena.

Ningún humano pudo conseguir lo que yo hice... aun así, sentí que algo me faltaba.

Luego de pasar años con los habitantes de la isla, llegó el momento de decirles adiós. Festejamos toda una noche con licor y buena comida, incluso los militares disfrutaron de esa despedida. Tras una larga noche, me embarqué en dirección a mi siguiente destino.

Mientras el barco pesquero marchaba en dirección al continente, yo me quedé en la proa a contemplar las aguas y escuchar la melodía marina. Era un largo viaje hacia mi próximo destino, por lo que tuve que ingeniármelas para mantenerme entretenido.

Me asomé para ver las aguas y contemplé mi reflejo en ellas: mi cabello con rulos es de color gris frío, mis grandes ojos son de esa misma tonalidad y mi piel estaba algo bronceada. Gracias a mi cabello corto pude sentir la dulce brisa marina que soplaba mi rostro y solo pude sonreír por sentir tal agradable sensación.

Sin embargo, no pude disfrutar de esa tranquilidad natural por mucho, pues los marineros comenzaron a agitarse y a exclamar: "¡Piratas a estribor!"

Los temores eran ciertos: un grupo de piratas montados en lancha se dirigían contra nosotros. Probablemente pretendían saquear la mercancía que transportaba este barco. Los marineros se alteraron y desesperadamente buscaban armas o escondite. Lo que ellos no sabían es que yo los iba a ayudar.

Di un par da pasos para asomarme y ver lo que pretendían hacer los piratas: ellos se acomodaron cerca del barco, lanzaron ganchos para trepar e invadir la nave. La primera fase de su plan fue cumplida con éxito pues lograron abordar nuestro barco, pero yo los estuve esperando para recibirlos. Seguramente no estaban conscientes de quien soy y por eso se notaban tan confiados al ser más numerosos contra mi.

-¡El es uno y nosotros 7! -exclamó un pirata.

-¡Matenlo! -ordenó el capitán.

Los piratas apuntaron sus rifles contra mi y dispararon todo el cartucho de balas, llenos de confianza en que lograrían derribarme. Sin embargo, sus rostros cambiar de valor a terror al ver que sus armas no me hicieron el mínimo daño... a los centinelas no nos daña las armas humanas.

-Ahora es mi turno -les dije. Entonces comienza a emanar de mi cuerpo una extraña estática de color celeste que recorre todo mi ser, causando al mismo tiempo un sonido eléctrico agudo. Mis ojos brillaban celestes y mi aguda mirada de depredador se fijó en mis oponentes: debía derribarlos uno por uno.

Me abalancé contra ellos a toda velocidad, logrando derribarlos a todos ellos. Atrapé a uno y lo arrojé por la borda; otros dos intentaron dispararme, pero los lancé fuera del barco, luego a otro y a otro hasta que toda la primera oleada fue arrojada al mar. Mi siguiente objetivo era derribar las lanchas piratas. Los enemigos gritaban por ayuda y por terror, ellos nunca habían enfrentado a un centinela.

Al ver que los hostiles se preparaban para una segunda invasión, me adelanté a atacarlos arrojándome al mar. Seguramente pensaban que yo estaba loco, pero tengo cierta afinidad con el agua así que soy un muy buen nadador. Desde las profundidades ataqué a la lancha más cercana, arrojándola por los aires y tirando a toda su tripulación. El agua brotaba por todas partes cada vez que yo emergía para atacar, lo cual les resultaba difícil a los enemigos pensar y concentrarse en lo que harán.

Uno a uno, las lanchas enemigas eran destruidas: sus motores eran aplastados, la tripulación perdía el equilibrio, las olas del mar los impulsaban lejos y mis ataques rápidos los aterrorizaban.

-¡Capitán! ¡¿Qué haremos?! -exclamaban los piratas. Pese a sus gritos, el capitán de ellos no dijo ni una sola palabra, pues estaba completamente congelado al ver mis poderes y mi habilidad para moverme rápidamente bajo el agua.

-Es como si un tiburón blanco nos estuviera atacando -dijo uno.

-¡Es un demonio de mar! -añade otro.

-Es un monstruo... -comentó otro.

Finalmente todos los piratas han sido desarmados y expandidos en las aguas. Nadaban con miedo, al parecer pensaban que yo los hundiría y los ahogaría... pero no estoy dispuesto a matar humanos porque prometí que nunca lo haría. Aun así, fue molesto escucharlos llorar por la derrota que sufrieron.

Mientras aún estaba bajo el agua, me acerqué al barco pesquero y me quedé a esperar que algún barco de policías llegue. Tras una larga espera, una lancha militar llegó a rescatara a los pescadores y a arrestar a los piratas. Nadé por debajo de todos los piratas hasta asegurarme de que todos fueran rescatados y arrestados. Cuando se cumplió esta demanda, me alejé de allí y nadé hasta llegar a la costa para reponer energías y determinar el siguiente objetivo.

Al llegar pude descansar tranquilamente después de mucho tiempo y trabajo. El cielo se tornaba anaranjado a medida que el sol descendía frente a mi, terminando un agobiado día de trabajo para comenzar uno nuevo. Caminé por la playa hasta encontrar una gran piedra en la que me senté para contemplar con asombro ese rojo atardecer.

Me quedé un buen rato sentado allí, en completo silencio. Escuchaba las aves volar cerca de allí, las olas estremecerse contra la orilla y a la sinfonía de los grillos. Era una hermosa tarde... un hermoso retrato que traía a mi cabeza muchos recuerdos.

Inspeccioné mi armadura color azul pizarra buscando algo. Vestía una coraza en el torso, pantalones y botas blindadas; mis brazos estaban desnudos y exponían un par de cicatrices. Necesitaba apreciar con nitidez todas las marcas de mis batallas pasadas pues una extraña sensación me impulsaba a recordar las cosas que trataba de olvidar. Cada una de ellas trajo nostálgicos recuerdos, pero la cosa que traía mis lamentos de regreso era un artefacto que siempre llevaba colgado en el escote de mi armadura: era un especie de hexágono voluminoso de color celeste.

Me quedé observando aquel artefacto durante un buen rato, lo dejé en la arena y toqué la punta del objeto. Resulta que aquello era una memoria digital, la cual guardaba un mensaje que fue gravado hace muchos años... y lo acababa de reproducir para verlo otra vez.

Una luz blanca comenzó a brillar de aquel artefacto, proyectando un holograma de una bella mujer de cabello y ojos rosados, piel blanca y finos labios... era como ver a una princesa de cuentos de hadas. Esa mujer era una centinela que conocí años atrás: su nombre era Trixie y ella fue mi alma gemela hasta el día de hoy... nunca podré superarla.

Su holograma comenzó a reproducir el mensaje: "Este es un mensaje para Atomfist... ¿Cómo estas amado compañero? Cada día que pasa te extraño aún más. Quiero darte el informe de mi equipo: logramos ocultar el Diamante de Ismael y los estamos protegiendo del enemigo. Tengo miedo por culpa de esta guerra, pero recuerdo todos los días la promesa que hicimos: luchar para vivir juntos y libres en este bello planeta. Vivo por esta promesa y espero que tu también. Te seguiré enviando mensajes... cambio y fuera".

Ese fue su último mensaje antes de morir.

Aun me lamento por lo sucedido, pero haré que todos los sacrificios del pasado no hayan sido en vano: honraré a mi familia caída y a mis compañeros al cuidar de este planeta, no importa que surja.

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