Prólogo

—¡Impresionante!... Lo digo en serio. Ese fue un espectáculo digno de una leyenda, aunque... el final fue algo decepcionante.

—¿Qué? ¿Dónde... ?

—Hola de nuevo. Qué gusto tenerte aquí otra vez.

—Yo... ¿Otra vez?... Espera, ¿dónde estoy? ¡¿Quién eres tú?!

—Bueno, supongo que no lo recuerdas: después de todo perdiste tus memorias. Verás... yo soy un creador, un ser casi omnipotente que se entretiene con los mundos que crea.

—O sea, ¿eres algo así como un Dios?

—No, no, no... solo soy un creador, no un Dios. Nadie sabe que existo, y prefiero que siga así.

—...

—Entiendo tu reacción, es la misma de la otra vez: estas sorprendido por mis palabras, confundido por lo que está pasando, y nervioso por tu seguridad. Tranquilo, si quisiera matarte, ya lo habría hecho... No, estás aquí porque quiero ofrecerte un trato.

—¿Un trato?... ¿Qué podría querer un ser casi omnipotente de mí?

—Primero déjame explicarte algo: esta no es la primera vez que nos vemos.

—Ah, ¿no?

—No, ya tuvimos esta conversación, ya te ofrecí esta propuesta hace tiempo, y tú aceptaste. Pero el tiempo de ese acuerdo ya pasó, y quisiera renovar tus servicios. ¿Estás de acuerdo?

—¿Y de qué es el trato o... ?

—Como ya te había dicho: disfruto de ver los mundos que creo. Para ser más preciso, disfruto de su gente. Ya sabes, como los héroes de las leyendas.

—O sea, algo así como que esos mundos son como películas para ti.

—Más o menos, pero con la diferencia de que cuando una historia acaba, otra comienza. Ese mundo continúa y otra historia empieza. Esta puede ser de parte de los hijos del anterior protagonista, un amigo, o simplemente otra persona. Por milenios fue muy divertido, pero luego se hizo extremadamente aburrido; pero encontré otra forma de entretenimiento, y es ahí donde entras tú.

—¿Yo?

—Sí, verás, descubrí que es más entretenido llevar a personas a otros mundos y ver cómo estas se adaptan a éste: es como ver un anime Isekai.

—Ah, sí, lo entiendo. Yo también disfruto de ese género... espera... ya sé qué es lo me vas a pedir.

—¡Perfecto! ¿Entonces aceptas?

—Pero aún tengo dudas con respecto a esto.

—¿Como cuáles?

—Primero: dijiste que no es la primera vez que estoy aquí. Quiero saber qué pasó, y también si ganaré algo de todo esto; ¿Qué pasó con mi familia y amigos? ¿Alguna vez regresaré a mi mundo?

—Bueno, esto se parece mucho a la primera vez, así que te lo explicaré. Primero: tú moriste en tu mundo. No te puedo dar detalles, y sí, ya preguntaste sobre tu familia, y no, no puedes contactarlos; tampoco puedes regresar a tu mundo. Y sobre lo que ganaras... ¿Te parece bien la experiencia de visitar otro mundo?

—Ya veo... Entonces no puedo volver a mi mundo: me hubiera gustado despedirme... Supongo que es lo normal...

—"No se puede hacer nada si ya está hecho", ¿verdad?

—¿Ya lo dije antes?

—Sí, y es por eso que te volví a elegir a ti: eres el primero que, a pesar de lo extraño de todo esto, decide concentrarse más en avanzar que en recuperar lo perdido. La mayoría que he revivido en otros mundos siempre busca la manera de volver al suyo, y nunca renuncian a su vida pasada; se aferran a lo que una vez tuvieron y no se dan cuenta de la oportunidad que ahora tienen, es muy aburrido y repetitivo.

—Una pregunta: ¿Interfieres con los eventos que sucedan en estos mundos?

—No... Bueno, si las cosas no se desarrollan de una forma que yo considere entretenida, intervengo. Pero eso solo pasa en raras ocasiones, y mi intervención es mínima. Si interviniera todo el tiempo, dejaría de ser entretenido y perdería el sentido en todo esto.

—Buen pensamiento... Entonces adelante. Acepto.

—¡Sabía que lo harías! Bueno, despídete.

—Espera, ¡¿no me dirás nada del mundo al que voy?!

—De cualquier forma olvidaras esta conversación, así que de nada serviría.

—...

—No me mires así, de esta manera es mejor.

—Ya, okey, nos vemos.

Un agujero se abrió en la nada. Su interior era oscuro, y una gran fuerzame succionaba.

—¡Abrirme un portal e invitarme a pasar también pudo ser una buena idea!

—Ah, se me olvidó decirte sobre el estado de este mundo. Pero de todas maneras lo olvidarás, así que no importa: ya lo descubrirás por tu cuenta.

—¿Qué?... No te escucho...

Ese agujero en la nada me tragó, sin poder escuchar las palabras de ese ser.

«Ahora que lo pienso, no le había preguntado si tenía un nombre. Bueno, de igual manera lo iba a olvidar.»

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