1 Prologo: Familia

En este mundo los atributos conforman la vida y la muerte, cada raza nace con uno de los nueve atributos: Fuego, Agua, Tierra, Naturaleza, Aire, Rayo, Oscuridad, Luz y por último la sangre, el cual es el más temido por su gran capacidad de consumir la vida de quienes son víctimas.

Isaac un niño el cual aún no ha despertado el atributo de la sangre, hoy se encuentra en reunión junto a sus padres en la academia del clan de la sangre.

—Señor y señora Kent, como podrán ver, su hijo aún no ha despertado el atributo por ende debo parar el entrenamiento porque de nada está sirviendo.

La madre de Isaac habla.

—Pero aún hay tiempo ¿cierto?

—A este punto es muy difícil que el niño logre despertarlo, lo siento.

La noche se tornó fría, llovía con rayos y centellas.

Isaac al llegar a casa vio como sus padres se emborrachaban, sabiendo que ocurrió cada vez que decidían tomar alcohol, Isaac se escondió de ellos con la esperanza de que no lo encontraran.

Debajo de su cama esperando a que sus padres se fueran a dormir, escuchaba como peleaban.

—¡Llevamos esperando un niño con atributo por generaciones y tú me das a esa cosa!

—¡No es mi culpa que ese niño no sea lo que hemos querido!

El hombre arremete contra la mujer, golpeándola en el rostro.

—¡Tú y ese niño tienen la culpa de todo!

Tambaleando por su estado de embriaguez, sube las escalares para acostarse en la cama, por un lado, la mujer continúa tomando en la cocina mientras llora por todo lo que está pasando.

Luego de un tiempo sin escuchar nada, Isaac sale de su escondite.

Ve a su madre dormida, poco a poco se acerca para guardar las botellas de alcohol, pero una de las botellas se cae levantándola.

Aquella mujer al verlo recordó que su esposo la golpeo por no dar a luz a un niño con atributo de quien enorgullecerse.

—¡Tú, si no fuera por ti él no me hubiera golpeado!

Levantándose como pudo tomo una botella.

—¡Si solo no existieras!

Entre gritos y quejas la madre de Isaac lo golpea, el niño retrocede antes cada golpe hasta que queda arrinconado.

Con miedo toma una botella rota y la apunta a dirección de la madre.

—¡Ahora ¿piensas atacar a tu madre?, ¿yo quien te di la vida? ¡Me debes todo lo que he sufrido por ti!

Isaac pidió a gritos a su madre que no lo golpeara más.

—¡Mami, por favor no más, lo siento mucho!

Creyendo realmente que todo es su culpa, Isaac continuaba disculpándose.

—¡Eso, pídeme disculpas!

Isaac como si se tratara de instinto al ver que su madre trato de tomarlo por el cuello, la golpea con la botella dejándole una fisura en el cráneo lo suficientemente mortal.

El padre se levantó por todo el ruido proveniente de la cocina, al llegar vio como Isaac trataba de cubrir la herida que le había hecho a su madre.

Isaac volteó mirando a su padre con los ojos llorosos.

—Papi...

El padre enojado aún más con el niño se acerca a él y lo patea en el estómago.

—¡No te basto con ser una decepción, ahora matas a tu madre!

Isaac retorciéndose del dolor mientras su padre solo miraba.

—¡Llevamos años esperando a un niño competente que nos sacara de esta inmundicia que llamamos "hogar" pero lo único que aparece eres tú!

El padre tomó su cinturón y siguió golpeando a Isaac.

—¡Si solo hubieras sido mejor!

Los constantes golpes de su padre hacían que poco a poco se desmayara.

El padre miró a hacia sus pies notando que donde antes había un charco de sangre esta vez no se encontraba nada.

Las pupilas de Isaac se volvieron del color de la sangre, el padre sabiendo lo que está por ocurrir intento calmar a Isaac.

—Isaac querido, soy tu padre no hagas nada y suelta esa botella.

Un aura roja un tanto débil rodeaba a Isaac y a pesar de las palabras de su padre él no escuchaba nada arremetiendo contra su padre.

—¡Detente, monstruo!

El grito de su padre resonó por toda la casa, la fuerza del niño era de temer, haciéndolo caer.

Isaac comenzó a apuñalar durante minutos.

El chico volvió en sí, observando todo lo que acaba de hacer no pudo aguantar y vomito, se levantó dirigiéndose hacia afuera de la casa.

La lluvia había cesado.

Mirando a la luna se sentó delante de la puerta hasta que llego el amanecer.

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