1 01; Cada veinte años.

La nada, en algún momento.

La habitación se encuentra teñida en su totalidad de color blanco, el silencio la inunda y rebosa el vaso de lo misterioso, haciendo que se desborde en un despliegue de lo desconocido. En el centro hay un hombre que visto desde el estándar objetivo, es perfecto, con su cabello rubio, su mirada encantadora dotada de un iris azul y una sonrisa atrapante que, combinada a su vestimenta elegante y ornamentada como la de un rey, lo deja en lo que ya se dijo, es perfecto. Podría ser un empresario de renombre, dueño de una enorme empresa, podría ser un presidente o uno de los políticos de la actualidad, cuyo dinero y poder es el doble de pesado en su vida de lo que prometen en sus campañas, pero él no es eso, él es algo que se escapa de nuestra percepción.

El misterioso hombre se nota intranquilo, un matiz en su actuar que se contrapone a todo lo que aparenta, pues ni en una locura, alguien podría llegar a imaginarse esa serena mirada color cielo con el nerviosismo y la ansiedad a la que cualquier miserable persona puede exponerse en su día a día. A él no se le ve bien, ni debe verse así, pero su emoción es mayor a la importancia de su estatus o su apariencia, por lo que no se contiene y deja salir una carcajada demente, que combina la locura y la felicidad por un evento próximo.

—"¡Es momento de que la batalla comience!" —Grito al mismo tiempo en que colocó sus manos en frente de su abdomen, como si estuviese controlando una esfera invisible. Su risa y su algarabía inundaba la monocromática habitación de blanco, que aparentemente estaba vacía, era la nada.

—"¿Dónde será? Tengo tanta emoción por saber quiénes serán los ocho partícipes de esta batalla." —Habló, mientras al unísono entre sus manos se gestaba un rayo de luz circular que se fue haciendo más grande hasta que alcanzó las dimensiones de un globo terráqueo. Giró y giró el aparente globo terráqueo –Que mantenía una forma de luz, por lo que era imposible ver algo a simple vista.– hasta que se detuvo abruptamente en un punto específico. La emoción del ambiente se fue desvaneciendo, hasta que el silencio volvió a tomar un papel protagónico del escenario, aquél hombre había cambiado su expresión a una de total disgusto, algo no le gustó.

—"¿Snowville? Esa asquerosa ciudad donde ya hace veinte años se realizó la limpieza debería haber quedado destruida con toda la catástrofe que el evento trajo consigo, no puede ser." –Snowville, él no se lo creía, Snowville. Esa ciudad la seguía la desgracia, pero aún así, era una desgracia para los de más alto estatus en el mundo divino, y aunque va contra las reglas del todo, más de uno desea acabar con la existencia de esa fosa de lodo y putrefacción, y aquél «hombre» no era la excepción, e incluso era uno de los principales partidarios de la destrucción de Snowville.

—"Maldito sea ese pozo de impureza y todos los que lo habitan, no pasa ni un instante sin que aquí se reciba una mala noticia de ese lugar. Pero aunque se hayan salvado la última vez, esta vez será distinto y si es necesario, mandaré todas las anomalías para que ese lugar quede totalmente destruido." –Dijo enojado el hombre misterioso e hizo un esfuerzo mínimo y con prácticamente, la expresión, hizo desaparecer su globo terráqueo de las manos y retomando la compostura de aquél disgusto que había tenido, hizo aparecer en su mano derecha una copa de vino, que con una sonrisa llena de malicia, bebió hasta el fondo.

—"Snowville, prepara tus maletas, porque como los demás, vas a desaparecer." —No lo evitó, y ese hombre de cabello largo y dorado, con copa en mano, rió y rió como un maniático, mientras el leve eco de la habitación se unía con su risa en una sinfonía de pura malicia.

Agosto 15 de 2017

Snowville.

Snowville, una ciudad misteriosa, la cual guarda a sus adentros cualquier cantidad de anomalías qué todos los días se pierden para los ciudadanos y casi todo el mundo. La ciudad no está incomunicada con el exterior, pero en los noticieros y los periódicos nacionales e internacionales no se menciona nada de esta ciudad que se encuentra entre Inglaterra y Gales. En esa ciudad viven miles de personas, pocas para sus países vecinos del Reino Unido, pero muchas para el ojo común, donde cualquier aparecido, se pierde en el caminar de los peatones. Entre esos miles, se encuentran ocho elegidos que literalmente tienen en sus manos, un pasaje para en el mejor caso, convertirse en alguien con sus deseos egoístas cumplidos gracias a la ayuda divina.

La guerra de la Trinidad, es un evento realizado cada veinte años en un lugar a elección por la Trinidad divina, de la cual se desconoce casi todo, pero no en un lugar cualquiera, si no en un lugar con alto flujo de energía mágica, producido por todas aquellas personas practicantes de la magia. Durante el evento, ocho personas son escogidas con antelación por los seres de la Trinidad y reciben su respectiva marca para participar en la batalla, donde el último que quede en pie, será el ganador de la batalla y tendrá el derecho a visitar la tierra divina, donde podrá hablar con los dioses y estos le concederán un deseo.

Hace veinte años, Snowville fue el lugar que cobijó la guerra y aunque los dioses aparentemente intervinieron para que la ciudad fuese destruida de una manera sigilosa para que su desaparición no se notara, esta ciudad sobrevivió y contra todo pronóstico, la cede para esta guerra volvió a ser la misma Snowville.

Ya no se puede confiar en nadie, cada participante sabe lo que debe hacer y por ello, la noche cubierta por la niebla y el misterio es el momento perfecto para actuar. Un evento como nunca antes se vió está a punto de comenzar nuevamente en Snowville, la misteriosa ciudad que es perseguida por la catástrofe.

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