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La bestia sin dientes

En el cielo gris del invierno, el astro que traía luz y vida a este mundo apenas se estaba escondiendo para dar paso al reinado de dos pequeñas lunas las cuales circulaban este planeta.

La época del invierno en Yin era una de las más largas y esta apenas comenzaba, fuertes vientos nevados se hacían presente en medio de la noche con las lunas gemelas como testigos de la tormenta por venir, este invierno sería uno fuerte. Bajo la luz de la luna mayor, Axia, se encuentran las vías de la maquinaria que se escuchaba en el horizonte, un pesado tren gris de metal que a pesar de ser uno de los modelos más recientes para el ejército imperial, se veía bastante deteriorado a causa de la guerra que acababa de concluir. El gran diseño que prioriza versatilidad sobre comodidad tenía sus diez vagones todos llenos de soldados, que en su mayoría venían agotados y amontonados pero felices, estaban felices porque al fin después de miles de arduas batallas podían volver a casa. El tren se dirigía a Nueva Harfield, una pequeña ciudad fronteriza del Imperio de Ruk, el único y la más grande nación de Yin, antes era conocidos por su proficiencias con la diplomacia en establecer relaciones en el extranjero. Logros que los llevaron al podio diplomatico donde estaban antes de la Guerra de las cuatro bestias, ahora son conocidos como una de las mayores fuerzas militares de este mundo.

Mientras el tren avanzaba rápidamente, en la cabina del piloto se encuentran tan solo cuatro personas, el piloto y tres capitanes, todos vistiendo de un elegante uniforme militar negro con adornos en sus hombros de color dorado y una cresta en su brazo derecho, cada una diferente a la otra. El primer capitán es un hombre alto y algo viejo, de tez clara, un pelo rubio apagado y ojos tan azules como el hielo, la cresta que portaba que en su brazo era una salamandra de oro con su cabeza mirando hacia arriba. Este se encontraba mirando al frente de las vías, observando como el paisaje lentamente se tornaba blanco por la ventisca que se aproxima. A su lado está la siguiente capitana, una mujer mucho más pequeña que el gran capitán, de tez morena con el pelo castaño recogido, un ojo café claro y un parche blanco recién colocado en sobre el otro, por fuera del parche destacaba una cicatriz prominente que partía al ojo por la mitad, una herida de una guerra que jamás podría olvidar, la cresta que portaba en su hombro era la de un lobo dorado que parecía estar aullando. Finalmente, la tercera capitana estaba detrás de ellos sentada con su cabeza recargada a una de las pequeñas ventanas a los costados de la cabina, ella era bastante parecida al capitán y como no iba a serlo, después de todo era su hija. Aunque a diferencia de su padre, su cabello no era un rubio opaco, sino un rubio que se asemejaba más al blanco de la nieve, una de las manifestaciones físicas causada por el uso excesivo de magia.

La chica antes de ser capitana también fue soldado y vivió la vida en el frente de batalla junto a su compañera, cada una pagó precios distintos por ello. La joven de una de las bolsas del frente de su uniforme sacó una cajetilla de cigarrillos rojos y un encendedor, esto llamó la atención del piloto que al girar a verla reveló su rostro. Era un hombre joven de cabello negro y ojos rasgados, sus ojos marrón oscuro se volvían a la brevedad hacia la capitana viéndola fumar por unos segundos y después hacia su padre, siempre manteniendo un rostro inexpresivo. El viejo general le regresó la mirada y después de un par de segundos el piloto la aparta pero su mensaje ya había sido entendido, el padre procede a mirar a su hija y con una voz profunda y gruesa le dice:

—Apaga eso, Varya.

La mujer despegó la mirada de la ventana para responder a la orden de su padre, ambos se miraban mutuamente a los ojos y no decían nada, pero cada segundo pasaba se podía sentir la tensión en el aire como si Varya estuviera desafiando silenciosamente a su padre. El silencio continuó por un par de segundos más hasta que la capitana retiró el cigarro de su boca y lo apago en su muñeca, haciendo que su padre se enoje por lastimarse pero aún así esta le sonríe para contestarle.

—Recibido…¿Cómo debería llamarte ahora, Comandante? ¿secretario de defensa?

El tono de la hija era burlesco, en contraste con su voz que también era más grave de lo ordinario como la de su padre, al menos en eso sí se parecían. Su pequeño comentario no tuvo respuesta alguna, su padre sabía que recibiría un ascenso al llegar a la capital del imperio, destino final de los tres capitanes que abordaban el tren. Aunque era un salto grande pasar de capitán a comandante o incluso secretario de defensa nacional en las filas del ejército imperialista, Harald tenía su ascenso garantizado por sangre debido a que su hermano mayor Viktor, era quien tenía ese puesto y después de esta guerra estaba listo para retirarse. A decir verdad se hubiera retirado antes, pero se detuvo con el comienzo del son de los gigantes. Desgraciadamente, quedó en manos de Elizabeth romper la tensión de padre e hija para evitar que estallara una discusión a medio viaje de regreso a casa.

—Miren, ya casi llegamos a la estación. — Dijo con una voz temerosa tratando de cambiar el tema, sabía la razón de la animosidad entre padre e hija y entendía los motivos del enojo de Varya, pero no quería lidiar con ellos encerrada en esa cabina. —Por favor…ya casi llegamos.

Agregó como una pequeña súplica, no se le ocurrió nada mejor que decir. Varya soltó un gran suspiro y sin decirlo acepto quedarse callada para mantener la paz, pero todos sabían que ese tema iba a estallar tarde o temprano. Mientras volvía a recargar su cabeza contra el cristal en su reflejo podía ver el pequeño brillo de su cresta dorada, usando el espejo como guía llevo su mano hasta ella para poder quitársela del uniforme y verla más de cerca. El símbolo que ella portaba era el de un pequeño búho de oro, cada símbolo representaba a una legión y solo los capitanes y comandantes de dicha legión portaban la cresta de oro, siendo la de los comandantes más grande que las de los capitanes. El trío de militares portaba su uniforme formal, uno que jamás vio la batalla y por eso era que Varya odiaba su uniforme, solo miraba con nostalgia aquella insignia que alguna vez tuvo un lugar especial en su corazón lleno de orgullo imperialista, una ilusión que poco a poco fue decreciendo dentro de ella. De nuevo volvió a suspirar mientras acariciaba gentilmente la cresta con su dedo pulgar, sin notarlo algunas lágrimas cayeron de sus ojos y se abrieron paso por su maltratado rostro, la guerra cobraba factura y no era una fácil de pagar.

Al ver como sus lágrimas cayeron sobre la cresta, rápidamente se limpió y volvió a colocar la cresta en su lugar, después de terminar se cruzo de brazos en su asiento dispuesta a dormir un poco para dejar el tiempo pasar, estaba ansiosa con salir de esa pequeña cabina en la que se sentía como si la estuviera asfixiando, un poco inconsciente del privilegio de su posición. Pues, un par de metros detrás de ella están los vagones llenos de soldados de los cuales poco se sabía del espacio personal, entre ellos había hombres y mujeres de todo tipo: viejos, jóvenes, altos, bajos, algunos más deteriorados que otros pero todos ellos con una experiencia común, estuvieron justo en las puertas del infierno. Todos vestían con sus uniformes negros desgastados y maltratados sin ningún tipo de distinción entre ellos, salvo algunas manchas de mugre o sangre seca, esperando pacientemente para llegar a la cuidad y seguir su camino a casa.

Rápidamente las horas pasaron y aquel tren llegó a su destino, el tren fue gradualmente reduciendo su velocidad al llegar a la estación, había pasado toda la noche viajando y ahora la luz de aquella estrella que iluminaba los cielos se hacía presente, con el amanecer llegaba la silueta de Nueva Harfield. La pesada máquina de guerra se detendría en la pequeña estación que se encontraba a las afueras de una rústica aldea, incluso aún tenía algunas casas de madera que podrían verse a la distancia, algo único considerando la infraestructura moderna actual en el resto del imperio. Las puertas de esa bestia se abrieron dejando en libertad a su carga, un mar de uniformes negros comenzó a pintarse en los alrededores de la estación mientras los soldados bajaban con el brillo de dicha estrella a sus espaldas, algunos incluso se detenían un poco para admirar a Jax, el Dios sol, aquella criatura brillante en el cielo que algunos veneraban como el mayor ente en este universo pero para aquellos que no tenían la misma fe solo era una bola de fuego en los cielos, nada más.

Entre las hordas de soldados que inundaban la estación se encontraban los tres capitanes moviéndose entre ellos, Harald parecía ir al frente apresurando el paso como si tuviera prisa mientras que Varya y Elizabeth se dejaban envolver más entre sus compañeros que pronto comenzaron a notarlas. Algunos solo les sonreían y otros parecían comenzar a venerarlas con ovaciones y gritos, después de todo quien no veneraría a las capitanas que lideraron la carga final en la batalla de Verlun capturando la capital de la República, marcando su caída. Varya, la dama de hielo y Elizabeth, el demonio de fuego caminando cargando junto a sus hermanos y acertando el golpe de gracia contra los enemigos del imperio, una historia que se escribiría en todos los libros de historia incluso los extranjeros, pero había algo extraño en nuestro dúo de guerreras, mientras que Varya parecía recibir las ovaciones bien y con gusto, Elizabeth por otro lado parecía agachar la cabeza al oír su nombre ser cantando por el resto de soldados. La multitud avanzó rápido hasta el centro del pueblo donde los locales ya los esperaban con una pequeña fiesta de bienvenida e incluso un gran banquete para quien no tuviera tanta prisa y pudiera quedarse, una parte de los recién llegados decidió quedarse y la otra fue en busca de la estación de tren para cujes locales con la intención de partir a sus pueblos natales, ese día, el primer día de invierno se festejó una gran fiesta en la pequeña aldea de Nueva Harfield.

Poco a poco el día se fue y el festejo de los recién llegados se fue apagando al menos por el día de hoy, ya casi todos los soldados se habían ido y los que quedaban buscaban asilo en algún hotel o algo parecido. Algunos estaban dormidos en las calles por lo ebrios que estaban con uno que otro civil de la zona, la aldea estaba hecha un desastre. De regreso en la estación internacional donde ahora dormía la bestia, se encontraba un pequeño grupo de rezagados que no quisieron irse a prisas y mucho menos unirse a la fiesta, cada vagón tenía su grupo pero apenas formaban más de una docena entre todos, algunos estaban sentados al lado de las puertas de los vagones, otros en un pequeño círculo cerca de los trenes con una pequeña fogata y pocos aún adentro de dichos vagones, se negaban a salir o siquiera moverse. El grupo de la fogata se comprendía de muchachos bastante jóvenes, apenas tenían la edad suficiente para ser mandados al frente a pelear y la sombra en sus ojos lo demostraba, todos se veían bastante perturbados por lo que tuvieron que hacer pero nadie quería decir una palabra solo buscaban el poco consuelo que se podían ofrecer el uno al otro. Entre los soldados sentados cerca de los vagones se encontraban los más viejos y veteranos, aquellos que han visto más de una guerra y tienen las cicatrices para contarlo, estaban orgullosos de su trabajo pero a la vez cansados de haber peleado tanto, eran pocos, menos de 4 y cada uno parecía cuidar a un "polluelo." Esos que seguían dentro de los vagones y se rehusaban a moverse, esperaban pacientemente hasta que estos pidieran ayuda o simplemente se quebraran en llanto, la dotación de cada uno era diferente pero en el último vagón del tren había algo que ninguno de los presentes pudo notar, otro chico escondido entre la sombras y la oscuridad que le proveía el mismo. Ni siquiera se podía ver el brillar de sus ojos y mucho menos escucharlo respirar, era como una máquina esperando el momento de partir.

Cerca de la medianoche cuando las lunas hermanas estaban en su punto más alto, fue cuando aquella "anomalía" decidió partir, con cuidado y en silencio se fue asomando poco a poco hacia la luz que lo llevara a la salida del vagón, una vez bajo el velo de Axia y su hermana Moira se reveló su figura ante sus hermanos. Aquellos cerca de la fogata no le prestaron atención pero fueron esos cuatro veteranos fuera de los vagones quienes le otorgaron su atención, nada más que un partido de miradas rápidas porque tenían que seguir cuidando a los "polluelos" y ese no parecía ser uno de ellos. El ente que portaba un uniforme más maltratado que el resto bajo su mirada al suelo cubierto de nieve y con la misma esencia de un espectro comenzó su recorrido hacia la ciudad en medio de la oscuridad, las hermanas en el cielo eran su única compañía en esta fría noche.

Aquel soldado siguió su camino sin despegar la mirada del suelo hasta escuchar unos pequeños pasos justo delante que lo hicieron levantar su mirada. Frente al soldado se encontraba una viejita, una señora anciana cargando una pequeña bolsa café de cartón entre sus brazos. Su cuerpo tan frágil y pequeño parecía estar temblando de frío consecuencia de su falta de abrigo, está solo miraba el camino con sus grandes ojos color miel llenos de tristeza, la criatura un poco intrigada decidió acercarse.

—Buenas noches… — fueron las palabras que escaparon de la boca del soldado. —¿Acaso espera a alguien?

Preguntó, su voz era muy suave y compasiva sumado a que no podía hablar muy alto, parecía el combo perfecto para consolar a alguien. Los ojos de la anciana se abrieron con sorpresa al escucharlo e inmediatamente giró su cabeza.

—Ah…Si, a los soldados, estoy esperando a nuestros héroes. — Contestó aquella anciana con una voz dulce y un tono amable. —Tengo unos regalos para ellos, pero parece que me los he perdido.

Aclaró algo triste, aquel ente que vestía como soldado le pintó una sonrisa a la anciana.

—Bueno, yo también soy un soldado, si así lo desea puede darme el regalo y se los haré llegar a mis hermanos.

—¡Oh, que alegria! — comentó un poco más animada. —Toma, eran los favoritos de mi esposo.

Le dijo mientras le entregaba aquella bolsa con algo de esfuerzo, pues estaba llena de panes de caseros. El muchacho la recibió con humildad agachando la cabeza y doblando levemente sus rodillas en una leve reverencia formal, aparentaba ser alguien bien educado.

—Muchas gracias, me aseguraré de que mis hermanos los reciban.

—No. — interrumpió la anciana con una sonrisa mientras llevaba una de sus manos a su rostro —Quiero que tú las comas.

Dijo mientras el chico levantaba su mirada para poder sentir el tacto de la anciana en su mejilla, estaba tan fría.

—¿Me dejarías conocer tu rostro? — preguntó la anciana dándole a entender a esa criatura que ella era ciega.

El soldado se quedó en silencio por un momento antes de dar su respuesta.

—…No es un rostro agradable, pero adelante.

Comentó sin vergüenza, no se sentía apenado por su rostro pero sabía que para la mayoría de la gente lo encontraría horripilante. La anciana al escucharlo comenzó a explorar su rostro, la piel era fría como la de la anciana, su rostro se sentía reseco y maltratado con unos ojos bastante pequeños y cachetes esbeltos que dejaban casi expuestos sus huesos, su mandíbula era afilada pero podía notar algo extraño en su lado izquierdo.

—Oh…ya veo. — dijo la anciana con una voz algo triste. — Tan joven y ya llevas su marca.

La tristeza en su voz inundaba el aire, pero el chico no se inmutó y solo sonrió un poco.

—La portó con orgullo, como el resto de mis hermanos.

Respondió tratando de simular gallardía en su voz pero la realidad es que la tristeza abarcaba un gran espacio en su corazón, una tristeza similar a la de perder a un ser querido.

—No tienes porque mentirme hijo, conozco tu sufrimiento. — dijo antes de soltar su rostro y envolver al joven en un abrazo. —Yo misma lo he vivido, pero pronto estaremos reunidos. Yo sé que mi esposo me espera ansioso.

Fue lo último que escuchó antes de que lo soltaran, ni siquiera supo que responder así que se quedó callado mirando como aquella anciana seguía su camino hacia algún lado, murmurando entre sus dientes en una lengua que el soldado no podía entender pero antes de poder decirle adiós está simplemente desapareció entre la nieve y la ventisca. Soltando un suspiro, siguió adelante hacia las luces que tomaban forma señalando el centro de la aldea. Con cada paso el aire se volvía un poco más cálido, tal vez por su cercanía al centro de la aldea o porque aún cargaba esa bolsa de panes pero al muchacho no le importaba sólo quería llegar a tomar el tren para ir a La Capital, pero antes que pudiera hacerlo, aún tenía una pequeña aldea por cruzar.

Poco a poco esas luces en la distancia se hicieron presentes con edificios y cabañas en perfecto estado reflejando la calidez característica de Nueva Harfield, aunque tal vez la ciu no dad no estaba en la mejor de las condiciones después de una fiesta tan grande. No había pasado ni dos minutos caminando y ya se habría encontrado borrachos en la calle durmiendo a pesar de este horrendo frío "pobres almas ojalá el clima se apiade de ellas" pensó el soldado, más adelante el ruidoso sonido de gente borracha cantando y los tenues murmullos de personas que disfrutaban de una velada más íntima en sus aposentos o escondidos en algún callejón cercano llegó a sus oídos, ya estaba en el centro de la ciudad.

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Justo en medio de todo estaba una gran estatua de piedra de un hombre montando en un Welfcur alzando una espada a los cielos, el chico levantó el rostro para verlo con más aprecio, aquella criatura que asemejaba a un lobo gigante estaba muy bien detallado al punto que la piedra parecía darle una textura densa a su pelaje, en su hocico había hileras de dientes afilados que hacían juego con sus garras, su rostro simulaba perfectamente aquella expresión de agresividad que tendría una bestia así apunto de entrar en una batalla, sus ojos de piedra vacíos y sin vida podían transmitir una gran intensidad que podría intimidar a cualquier que los observara por un buen rato. El humano que lo montaba no se quedaba atrás en diseño, está poseía una armadura ligera que por los detalles de la piedra parecía estar hecha de malla y sobre ella tenía ropajes rotos o desgastados que alguna vez tuvieron un estandarte pero ahora no podía distinguirse, su rostro estaba bien detallado, sus facciones toscas y mandíbula larga no fueron camufladas por estética o belleza, había arrugas en su rostro y la expresión que tenía era de la de un hombre enfrentando el último capítulo de su vida, su cabello corto revelaba que en realidad era un esclavo pero aún así se alzó a las armas. Una leve sonrisa se dibujó en el cara del muchacho.

—Aiden, el esclavo de la muerte.

Pronunció en voz baja el nombre de aquel que inspiró tal monumento, sabía la historia no porque se la habían contado de pequeño sino porque fue implantada en su cerebro durante su entrenamiento, conocimiento artificial que le fue concebido como un "regalo" del imperio. Con esa misma sonrisa se acercó lentamente hasta estar frente a frente contra el lobo y tras mirarlo a los ojos se arrodilló.

—Descansa eternamente, hermano mío.

Oro a cualquier ser que fuera el encargado de brindarle paz a este héroe imperial, debido a que no sabía mucho de los dioses o de la religión en general no supo que más hacer además de mostrarle respeto así que se levantó y siguió con su viaje al otro lado de la ciudad, pero no sin antes dejar un pan en aquella estatua en señal de ofrenda a tal guerrero. El resto de su camino fue más de lo mismo, ebrios cantando o tirados en la calle, algunos fornicando cerca de sus ventanas, exponiéndose para que todos lo vean, el soldado encontraba eso curioso pero nunca se detuvo a admirar a ninguno de ellos pero siempre que los oía o los veía de reojo pensaba en que sentirán ellos al hacer algo así en frente de todos ¿Acaso les dará placer o solo estaban lo suficientemente ebrios para no estar conscientes de sus acciones? Era algo realmente curioso para el chico.

Pronto llegaría a su destino, podía verla en la distancia, la señal que iluminaba la entrada de la estación, era grande y con una luz brillante, en ella no decía nada más que "estación nacional de Nueva Harfield" no se quebraron la cabeza a la hora de bautizarla, al llegar se encontraría con su puesto de entrada que era manejado por un pequeño autómata de cobre, que intentaba asemejarse a un ser humano, las bombillas amarillas que simulaban ser ojos ser posaron sobre el soldado.

—Buenas noches ¿Buscas un boleto? — Pronuncio con su voz rasposa y automatizada evidenciando que no le habían dado mantenimiento hace un buen tiempo- —Solo hay un tren disponible a estas horas, el tranvía a nuestra gloriosa capital.

Agrego con sintético entusiasmo, el hombre le respondió asintiendo con la cabeza mientras buscaba entre las bolsas de su uniforme su identificación, un requisito indispensable en el imperio para poder realizar cualquier largo dentro de su territorio, una vez la encontró sacó su pequeña tarjeta blanca que servía como ficha de identificación y se la entregó directo al robot, el agente cobrizo la tomo y posando sus ojos comenzó a analizarla para que en cuestión de segundos ya tenía al identidad del sujeto y por protocolo repitio los datos.

—Ah, Asher Volkai, 21 años, su boleto ya está comprado.

Pronunció el autómata mientras movía sus manos debajo del puesto para comenzar a procesar el boleto, mientras tanto el soldado se vio sorprendido por las dos cosas que dijo ¿Volkai? ese no era su apellido o bueno, él no tenía ningún apellido pero lo que más le sorprendió fue que su boleto ya estuviera comprado ¿Cómo ha pasado eso? Si bien sabía que comprar boletos por adelantado en los viajes hacia la capital era posible debido a que siempre había uno al menos dos veces al día en todas las estaciones ¿Cómo supieron comprarle el suyo en el último viaje del día? Era obvio que quien se lo compro lo conocía y al darse cuenta de eso simplemente sonrío débilmente.

—Je…gracias, Varya… — El autómata fabricó su boleto desde sus entrañas y lo saco de una pequeña abertura en su pecho para que el chico lo tomara. —¿Cuando sale?

—En unos minutos, justo a la media noche.

El joven tomó el boleto y asintió antes de subir aquella escalera que lo llevaría a la única plataforma de la estación,para esperar su tren, la plataforma era vieja y bastante simple con apenas algunos asientos metálicos frente a las vías para esperar tu tren, era sorprendente su tenacidad al no romperse con el flujo de pasajeros que debió haber tenido el día de hoy con tanto soldado rezagado intentando volver a casa, vieja pero resiliente. Asher, sin nada más que hacer decidió sentarse a esperar dicho tren mientras revisaba su maltratado uniforme recordando los momentos donde obtuvo dichos rasguños, la gran mayoría fueron disparos fallidos con armas de energía, esas luces brillantes que rozaron su cuerpo quemándolo un poco en el proceso, estas pequeñas quemaduras se repartían en el tórax y en los brazos, era sorprendente ver un uniforme "formal" en este estado pero debido al grán número de soldados y el aún mayor números de batallas en el frente apenas y podían proveer un uniforme para cada soldado, un problema de logística al cual los monstruosos números del imperio siempre se han enfrentando, al parecer ese es uno de los enemigos al cual no han podido vencer todavía. Aunque esas pequeñas heridas en su piel y uniforme no eran nada comparado con lo que sintió aquella anciana en las afueras de la ciudad pues el soldado dejo de mirarlas y levantó la mirada directo hacia el techo para ver la luz revelando por primera vez y a detalle su rostro, su piel ligeramente morena y maltratada entraba en contraste con la luz blanca, sus ojos de un café tan oscuro que se hacían pasar por negros absorbían tanto la luz que parecían brillar un poco y por ultimo estaba esa marca, esa cicatriz en lado izquierdo de su rostro que iba desde la ceja de su ojo izquierdo hasta la mandibula, aunque era algo delgada se destacaba claramente a simple vista. Con un suspiro subió una de sus manos para acariciar dicha herida mientras sonreía.

—Ah...Lawrence. — Pronunciaba con algo de placer el nombre de aquel que marcó su piel permanentemente. —El gigante de fuego, salido del mismo infierno.

Poco a poco comenzó a reír de manera retorcida mientras recordaba a su enemigo, el héroe de sus enemigos, el campeón de la república que se martirizó en la batalla de Verlún, la capital de la República de Ankia. Asher Pronto el soldado terminaría de reír para levantarse apun contento con dicho recuerdo, mirando a todos lados busco un reloj que le dijera la hora, para su buena suerte justo arriba de las escaleras donde subio habia un reloj digital que le decía que quedaban cinco minutos para la media noche, su tren debía estar cerca. Ansioso por irse comenzó a caminar de un lado a otro en la plataforma hasta que un ruido lo hizo detenerse, en la distancia podía escuchar una conversación que pudo discernir venía desde abajo, es decir, la entrada de la estación. Con un sentido auditivo tan agudo se enteró que aquel tren tendría otro pasajero en esta estación, podía escuchar la conversación que se llevaba acabo abajo de la plataforma.

—Saki Tachibana, 18 años ¿A dónde desea ir? — preguntó el autómata.

—El último tren a la capital, por favor. — respondió una voz amable y algo armoniosa. — ¿Si estoy a tiempo, verdad?

—SI, señorita, el tren llega en cinco minutos, tome su boleto por favor.

Las vibraciones que producía el sonido viajaban por el aire y el suelo directamente hasta el canal auditivo de Asher, su mente, diferente a la de un humano podía procesar todas estas señales y obtener una imagen visual y auditiva de esta chica, no era exacta pero al menos podía tener una idea de donde estaba y que traía con ella, no era muy alta y debido a lo ligero de sus pasos tampoco era pesada. Asher, tardó un par de segundos en percatarse de lo que su mente estaba haciendo y rápidamente entró en pánico.y comenzó a buscar algo entre su uniforme, finalmente lo encontró en una de las bolsas de su pantalón, un pequeño vial transparente con un líquido denso y plateado cuya tapa rápidamente removió la tapa con la misma mano para beberlo, podía sentir el espeso líquido frio pasando por su garganta y como tomaba un efecto casi inmediato, poco a poco perdía aquella ecolocación que le ayudaba a saber la posición exacta de la chica y perdió su presencia en algún punto de las escaleras aunque aún podía escuchar sus pasos ya no contaba con esa capacidad sobrehumana, había sido suprimida con exito. Una vez termino miro el reloj para confirmar la hora, once cincuenta y siete.

—Cada vez duran menos. — Murmuró preocupado. —Se supone que este duraría dos días, apenas duró uno completo.

Guardó el vial vacío y se sentó cruzando ambos brazos mientras analizaba la adaptabilidad de su cuerpo ¿Cómo es que puede generar resistencia a un fármaco tan rápido? Apenas tenía mes y medio con este supresor y ya había reducido su eficacia a la mitad, cada vez desarrolla resistencia más rápido, tan solo este año le han cambiado neurodepresores tres veces. Todo esto para suprimir sus habilidades "especiales" cuando no estuviera en combate para mantener en secreto estas cualidades.

Pronto la chica subió hasta la plataforma y recién lo vio, lo saludo cordialmente.

—¡Oh! Buenas noches. — Pronunció con sorpresa.

—Buenas noches.

—No esperaba ver a ningún soldado hasta el amanecer, los que tenían prisa partieron en la mañana y los que no, están tirados ahí afuera.

Asher rio levemente al escuchar eso, por alguna razón esta chica parecía ser bastante amable, un cambio de aires agradable. Con las habilidades sociales de un perro desatendido no supo hacer más que asentir, pero esto no parecía importarle a la chica que se sentó a su lado.

—Mi nombre es Saki ¿Cómo te llamas? — Pregunto sonriendo y estrechando su mano.

El chico se sorprendió un poco pero estrecho su mano antes de responderle.

—Ah…Asher. — Tartamudeo como si se le hubiera olvidado su nombre.

—Un gusto conocerte, Asher.

De nuevo asintió con un pequeño ruido de afirmación, la verdad es que no le ponía mucha atención a los desconocidos pero pocos eran los que se le acercaban de esta manera así que comenzó a analizar para recordar a la chica, comenzo por su cabeza y rostro, su cabello era negro y muy liso, estaba bien arreglado a pesar de que no pasaba de sus hombros, sus cejas eran del mismo color y sorprendentemente naturales, algo inusual en una nación tan frivola y vanidosa como lo era el imperio, sus ojos pequeños eran rasgados, cada que sonreía parecía que los cerraba, su iris estaba cubierta de una calida capa de miel que resaltaba aún más con este clima, su nariz pequeña y chata no era muy resaltable a decir verdad, por ultimo estaban sus labios delgados y ligeramente rosados, no portaban maquillaje alguno pero estaban algo resecos. Sus mejillas eran delgadas y junto a su rostro triangulado sus pómulos eran una facción prominente en comparación a su mandíbula que era bastante estrecha.

Hubo unos momentos de silencio entre ambos mientras Asher la analizaba y ella esperaba algún tipo de comentario por aparte del soldado para seguir conversando. La memorización del rostro ya había terminado, ahora este estaría impregnado en su memoria por el resto de sus días aunque al hacerlo justo después de haber tomado un tranquilizante le trajo un pequeño dolor de cabeza, justo en la sien sintió una pequeña punzada que lo hizo reaccionar entre cerrando el ojo izquierdo un poco antes de subir su mano para sobarse, punzadas como estas eran comunes cuando trataba de esforzarse después de haber tomado el neurodepresor,, por lo que no estaba sorprendido por su aparición pero la intensidad del dolor fue lo que lo tomo desprevenido, nunca le había dolido así de fuerte antes.

—¿Estas bien? — Pregunto Saki con preocupación antes de intentar asercarse. —¿Te dan dolores muy seguido?

Asher asintió con la cabeza antes de retirar la mano del lateral de su frente.

—Mmm…Si un poco esto me pasaba mucho en el frente después de un tiempo.

Mencionó inconscientemente, la chica al oirlo agacho la cabeza un poco mientras trataba de ayudar al soldado con sus dolencias, aunque no era tan grave.

—Oh…Si, lo entiendo, Mi padre también volvió con sus garras desafiladas. — Pronunció con tristeza. —Duró un tiempo así antes de que los dioses se lo llevaran..

La mirada de Asher se centro en ella, esa frase "reclamado por los dioses" y sus variantes eran para decir que alguien había muerto, pero no fue una muerte común. Cuando los dioses te reclaman te llevan a la fuerza, aún cuando tu te querías quedar, su padre murió una muerte horrible y dolorosa si es que los dioses se lo arrebataron. Asher no era particularmente religioso pero si estos entes existían creía que eran crueles y groseros, indignos de cualquier tipo de veneración. No entendía el origen de la religión pero tampoco se lo cuestiono mucho en el frente se encontro con miles de soldados cargando sagas e historias de sus dioses, todo tipo de libro hablando de todo tipo de dioses con sus grandes poderes y hazañas, no los leyo todos pero sí algunos y lo que nunca pudo comprender es que si eran tan grandiosos y poderosos ¿Por qué nunca aparecían apra salvar a sus hijos o seguidores? Un punto de vista simplista o hasta infantil para algunos, pero ese era su forma de ver el mundo.

—Lo lamento. — Pronunció buscando hacer algo para consolarla. —Seguro esta en el gran banquete o en su santa gloria...O recorriendo los nueve mundos antes de llegar a su gloria definitiva…

Asher iba a seguir hablando mencionando cada uno de los destinos "buenos" que ofrecía cada religión que él conocía pero fue interrumpido por la risa de la chica.

—Yo no soy creyente, ya no. Pero mi padre era seguidor de Ka´han aunque eso nunca le favoreció a mi madre.

Los ojos de Asher no pudieron esconder la sorpresa que la mención de ese dios le hizo sentir, Ka´han el Dios de la muerte, la parca básicamente. Un dios sin región ni nación, cuyo origen es tan enigmático como el del mundo mismo, depende a quien le preguntes es la historia de origen que te contaran pero al final todos desembocan en una sola cosa, él es quien se encarga de traerles muertos guiando sus almas a su último destino.

—Tu padre…Fue un gran hombre.

—G-gracias… — Respondió extrañada.

Una profunda admiración por el hombre difunto se hizo presente en el corazón de aquella bestia, el padre de Saki como Aiden eran seguidores de la muerte, seguidores que son conocidos como los mejores tipos de guerreros, aquellos que pelean no por gloria, ni prestigio, sino por el derecho a seguir viviendo, el mayor regalo del Dios de la muerte es darte el privilegio de seguir en este mundo, sus mejores guerreros obtienen la recompensa de morir de viejos ¿Suena bien,no? Un Dios con una religión que te impulsa a vivir una vida plena hasta que tu cuerpo desfallezca por no poder más y al caer, este te recibirá con la más cálida sonrisa por haber logrado tu objetivo, ese es un Dios que Asher podría respetar,pero aún tiene sus dudas al respecto. Pronto el silencio que había reinado desde las últimas palabras fue interrumpido por el sonido de la maquinaría que los llevaría a su destino, ambos se levantaron casi en sincronía y se miraron al darse cuenta. Saki rió amablemente y Asher trato de dibujar una sonrisa en su rostro pero debido lo tosco del mismo, no le salía nada bien. Esta mueca resultante hizo reir más fuerte a Saki.

—Mi padre tampoco solía sonreír mucho, pero de vez en cuando trataba de hacerlo. — Dijo mientras se acercaba para poner las manos en el rostro de Asher. — Cuando intentes sonreir procura mostrar los dientes, al menos los superiores.

Con sus manos moldeo el rostro de Asher hasta que saliera una sonrisa pequeña aún no era la mejor pero se veía mejor.

—Bien. — Lo soltó y lo observo por unos segundos antes de reírse otra vez. —Buen chico.

Dijo antes de darle unas palmadas en al cabeza como si fuera un perrito, Asher solo levanto una ceja mientra parecía reír de forma más natural.

—Legión equivocada. — Menciono, pues no era parte de la legión de lobos. — Soy un búho.

—¡Ah! Un depredador nocturno,con razón esperaste hasta la noche ¿No? — Una vez terminó comenzó a ulular, —Uuuuuh, uuuuh ¿Me entendiste?

Bromeó, Una pequeña risita ahogada escapo de la boca del soldado mientras desviaba la mirada solo para percatarse que no había terminado de analizar a la chica, solo recordaba su rostro. El tren se haría presente en la distancia, Saki aún sonriente orgullosa por de su pequeña broma no se percataría de la mirada de Asher donde termino de analizarla. El soldado era bueno estimando distancias y alturas, bastante, por ello le fue fácil intuir que Saki medía cerca de un metro setenta y dos, un centímetros menos que él, Usaba una gran chaqueta negra que le quedaba grande y por ello no podía ver mas allá, usaba mallas negras posiblemente térmicas por su grosor, pero al llegar a sus zapatos se dio cuenta de que esta traía botas negras bastante gruesas, al darse cuenta se percato de que estas le atribuían cerca de seis centímetros, su estatura real era metro sesenta y cinco. Bien, pensó el soldado satisfecho, ya tenía un perfil mental de su nueva amiga, una persona más a quien recordar y cuidar. El tren se detendría justo en frente de ellos y se abrieron las puertas para dejarlos pasar. Ninguno de los dos parecía traer equipaje, Asher no tenía nada más lo que llevaba encima pero Saki era solo una civil ¿Por qué no traería equipaje? Eso fue lo que le pregunté y la chica solo sonrió antes de responderle.

—Yo vivo en la capital, tengo mi apartamento ahí, mi madre está con mis abuelos en Nueva Harfield y vine con ellos de vacaciones.

—Pero tu ropa…

—Tengo ropa suficiente aquí y allá, no es necesario que traiga una maleta, aquí tengo mi ropa de invierno y en la capital para el resto del año.

Asher asintió, no sabía la diferencia entre el frío de Harfield y el de la capital debido a que nunca había ido a la tan aclamada ciudad. Al caminar por el vagón se dieron cuenta de que estaba completamente vacío, así que podían sentarse donde quisieran y escogieron sentarse justo a la mitad, Asher en el lado de la ventana y Saki en el pasillo.

—Es tan raro ver un tren con ventanas… — Comento Asher, provocando una expresión de confusión en al cara de Saki.

—¿Qué?...Ah es cierto, los acorazadas del ejercito no portan ventanas, solo esas pequeñas fisuras.

—¿Conoces los vehículos militares?

—Más de lo que te imaginas, soy mecánica y estoy estudiando una ingeniería en la capital.

Una mente prodigiosa con las máquinas era quien acompañaba a la pequeña bestia, esta parecía complacida con su presencia.

—¿Tu magia te ayuda con eso?

Magia, tan extensa como el universo mismo.Algunos dicen que la magia es la reflexión más sincera del alma de cada persona. Semejantes pero nunca iguales. Al final se necesitan años de entrenamiento y creatividad para expandirla tanto como tu cuerpo te permita, al final recae en el alma y cuerpo de cada persona aprovechar este regalo.

—Un poco. — Diría antes de levantar una de sus manos. —¿Tienes algo que me puedas prestar?

—Si, toma esto.

Asher le entregó el pequeño vial vacío, Saki lo tomó para mirarlo con curiosidad.

—¿Todavía siguen dando estimulantes? A mi padre le daban de estos cuando había que atacar, me contaba que sabían horribles.

Añadió la chica, Asher solo asintió con seguridad, el vial nunca fue el secreto sino su contenido, estos viales son suministros comunes para los soldados imperiales, normalmente cargan con un líquido de distintos colores según su función. Los viales con líquido azul eran estimulantes que algunos se bebían antes de cargar en el frente, otros de color rojo son utilizados por los médicos de combate para ayudar con los heridos, analgesicos y antibioticos, cosas como esas. Por estas razones la chica no cuestiono la existencia del vial y solo lo tomó. Una vez en sus manos en su cuerpo comenzó a manifestarse su energía mágica, en todo su cuerpo, marcas, delgadas líneas en todo su cuerpo siguiendo patrones aparentemente aleatorios pero si se observaban con atención estas líneas eran los vasos capilares del cuerpo por los cuales ahora fluía esa magia rápidamente iluminándolas de un color magenta brillante que atravesaba la pálida piel de la pequeña flor de invierno que había encontrado está ave mal cuidada. La magia llegó hasta la punta de sus dedos y el pequeño vial comenzó a flotar entre su mano.

—¿Morado? — Pregunto Asher curioso. —¿Qué harás además de hacerlo frotar?

La chica solo le sonrió antes de cerrar sus mano con el vial dentro, el soldado curioso solo giro la cabeza al observar tal acto pero antes de que pudiera decir algo la chica abrió su mano otra vez.

—¡Tada! — Exclamó abriendo su mano para mostrarle que el vial había desaparecido. — Me lo comí.

Sonrió inocentemente, Asher sonrió levemente, portales, su magia era hacer portales.

—Telekinesis y portales, interesante.

—Sip, aún estoy aprendiendo cosas nuevas pero mi talento natal es la teletransportación.

—¿Por qué tomar un tren entonces?

—¿Qué? ¿Acaso piensas que voy a teletransportarme desde la frontera hasta la capital? ¡Es cruzar todo el maldito continente!

Exclamó la chica con una sonrisa, el territorio del

Imperio era lo suficientemente amplio para abarcar el continente y un poco más allá si se cuentan sus estados libres anexados que solo es una palabra elegante para las colonias modernas, ni con un poder capaz de rivalizar al del mismo emperador podría teletransportarse de la frontera hasta la capital, nadie hasta la fecha ha tenido un poder tan grande.

—¿La capital es bonita? — Pregunto Asher

—¿Nunca has ido?

—No realmente…

—Pero pensé que volverías a casa, ya sabes…pensé que vivías en la capital. — Explicó la chica desconcertada, sino vivia ahi ¿a que iba? ¿Acaso a recoger una medalla?

—Mi casa fue destruida en la guerra, yo nací en la región costera y…

—Esa fue de las primeras regiones afectadas en la guerra…

Lo interrumpió con tristeza, la región costera fue completamente devastada durante los primeros años de la guerra, algunas ciudades fueron completamente reducidas a cenizas dejando a los pocos sobrevivientes sin hogar alguno al cual volver, Asher fue uno de los pocos desafortunados que sobrevivieron a tales cosas. desplazado por la guerra y sin familiares a donde ir debe acudir a la capital para buscar refugio como el resto de soldados, según rumores todos serán asignados a algún estado libre anexado o tendrán que trabajar en proyectos de reconstrucción para construirse su propio hogar y además reconstruir las ruinas de lo que alguna vez fueron sus hogares, la única diferencia es que ahora estarían rodeados de completos desconocidos donda alguna vez habitaron sus vecinos. El silencio de nuevo se hizo presente, uno que no le molestaba a Asher pero a Saki incomodaba bastante, pues en su mente ella habría dicho algo malo que podría incomodar o lastimar al muchacho por ser un tema sensible.

—Este…Bueno ¿Ya encontraste al vial? — Cambio el tema rápidamente.

El soldado la miro confundido mientras comenzaba a buscar con la mirada todo el vagón en busca del vial, después de unos segundos la chica río y acercó su mano a la cabeza del chico justo detrás de su oreja, Asher giro a verla con ojos de terror en un instante ¿Acaso iba a atacarlo? Un millón de posibilidades se alzaron en la mente de Asher y cada una de ellas eran hostiles, no conocía otra cosa que no fuera violencia incluso aún Varya debía tener cuidado con el chico para no asustarlo, pero Saki era una chica con suerte y justo antes de que la bestia pudiera hacer uno de los mil movimientos que tenía en mente esta uso magia y terminó creando un pequeño portal detrás de su oreja, Asher de nuevo giro ahora hacia el portal esperando algún tipo de ataque solo para encontrarse con el pequeño vial de frente.y una risita de Saki.

—Jeje, Estaba detrás de tu oído ¡Que coincidencia! — Pronunció alegremente.

Al escuchar esto Asher se quedo atónito, solo miraba al vial y a la chica de regreso con clara confusión en su rostro ¿Qué era lo que había pasado? ¿No iba a atacarlo? Al final termino inclinando su cabeza hacia un lado mientras trataba de comprender lo que había pasado, por otra aparte la chica solo le sonreía para después bajar su mano y entregarle el vial.

—G-gracias… — Respondió Asher extrañado —¿Qué es lo que acabas de hacer?

La chica se sorprendió y avergonzó un poco antes de responder.

—Ah, es solo un juego tonto, no le des mucha importancia.

Desvió la mirada un poco desanimada pero para el soldado esto era un suceso interesante ¿Acaso estaban jugando con él? El pensamiento lo hizo reír un poco como a un niño pequeño.

—Jeje, está bien, jeje. — Pequeñas carcajadas escapaban de su boca mientras sostenía al vial. —Me agradas.

Era difícil adivinar porque el joven encontraba este gesto tan gracioso para alguien que no conocía su historia pero si alguien como Varya estuvieran presentes retiran junto al muchacho, no era una ocurrencia común que alguien pudiera hacer reír al pelinegro. Las puertas comenzaron a cerrarse habiendo pasado los quince minutos de espera por más pasajeros y nadie más entro en aquel vagón, al parecer iban a estar solos el resto del viaje pero justo antes de que el tren avanzará algo hizo que a Asher le diera un escalofrío haciéndolo girar hacia la ventana. Al hacerlo solo pudo observar la plataforma que habían dejado hace poco, no había cambiado nada pero ahora tenía una ligera sensación de que algo o alguien lo observaba.

—¿Todo bien? — Pregunto Saki cuando el tren partió.

—¿Ah? Si…todo bien.

Respondió Asher sin mirarla por estar observando a la estación, aún algo no le cuadraba pero no podía discernir que. El tiempo pasó y esos dos siguieron hablando un poco más intentando conocerse mejor aunque era la bruja quien tomaba la iniciativa en la mayoría de preguntas el soldado parecía interesado en responderlas todas con intención, lentamente las preguntas se iban agotando junto a la energía de Saki, pronto se dormiría aunque le extrañaba la falta de sueño del soldado estaba muy cansada para cuestionarla así que simplemente le dió las buenas noches y se durmió, una despedida sencilla para su nuevo amigo. Mientras la chica se recargaba en su asiento para dormirse, Asher se asomaba por la ventana para ver el paisaje nevado de las tierras imperiales. Iluminado baio la luz de dos lunas ahí estaban las hermosas taigas del norte, una galería de árboles altos y frondosos cubiertos en nieve cubriendo el paisaje hasta donde él ojo alcanza, la luz azul de las lunas proveía un contraste que ante los ojos del soldado se veía precioso, una armonía perfecta entre los elementos de la naturaleza deleitaban aquellos agujeros capaces de devorar a la misma estrella que sostiene la vida desde el cielo. Con una sonrisa tan grande como la de hace un rato, Asher disfrutaba del paisaje como un niño pequeño en un viaje después de todo tenía años sin ver algo así que no estuviera en ruinas o reducido a cenizas por la guerra, siete años, siete malditos años duró aquel infierno y por fin se había terminado, por fin podía apuntar a tener una vida normal.

O eso es lo que creía, de repente un aroma extraño llegó hasta su nariz haciéndolo girar hacia el pasillo solo para percatarse de una figura extraña estaba a punto de llegar a vagón viniendo desde el vagón de enfrente, esta figura portaba una gabardina negra elegante y un sombrero del mismo calibre para acompañarla, esta llevaba guantes y lo que se asemejaba a un cigarrillo en su boca. La figura entró y reveló su rostro, el rostro de un hombre viejo de tez oscura, su cabello no era del todo visible pero igual que su barba de candado era completamente blanco, el hombre que medía alrededor de un metro ochenta miró al soldado y la chica dormida para después reír dejando salir el humo de su boca, Asher no dijo nada y lo miro en silencio mientras este caminaba por el vagón hasta llegar al final y sentarse en el último asiento. Al ser compartimentos para cuatro personas sacó de su traje algo similar a un cenicero y lo colocó en la mesa para reposar ahí su cigarro.

—¿Juegas Póker? — Preguntó en voz alta, su voz era grave y algo raposa.

Asher se levantó de su asiento y fue a sentarse enfrente de él, con ese gesto basto para darle entender al hombre que estaba dispuesto a jugar, así que este sacó su baraja y comenzó a barajar en la mesa.

—¿Por qué lo has cambiado a Póker? — Preguntó Asher curioso. —Antes era a los dados.

Dos dados y jugaban a 8, el primero en sacar un número mayor a 8 sumando ambos dados quedaba eliminado.

—Porque la gente de la capital es diferente, juegan al póker y al Rey negro, juegos con clase, Asher. — Sonrió levemente. —Allá jugar con dados es visto como algo de bajo estatus.

Ambos parecían conocerse desde hace mucho tiempo, Asher lo miro levantando una ceja.

—¿Acaso eso importa?

—A donde vas, es lo que más importa, Joven Volkai. — Remarcó con la misma sonrisa mientras comenzaba a repartir las cartas.

—Ja…supongo que no era broma cuando me llamaban el hijo de Varya.

Comentó con nostalgia, a decir verdad no le molestaba que lo llamaran de esta forma, le tenía un gran estima a esa mujer y fácilmente podría llamarla su madre aunque la diferencia de edad entre ellos ellos asemejaba más a un par de hermanos pero la admiración y el respeto eran tan grandes que él la veía como una figura materna.

—Jajaja. — Río con el chico. — No es común ver una muestra de lealtad tan grande en estos días, ella valora eso.

Pronto cada uno tendría sus cinco cartas, las de Asher serían un diez de corazones cuyo símbolo era el tradicional, una reina de espadas que en vez de estás representada por la figura tradicional esta tendría la forma de una pequeña daga curva y su reina tendría una de estas en la mano y su rostro estaría cubierto por una máscara dorada, un nueve de jade, piedra preciosa que reemplaza al diamante en el póker imperial debido a que uno de los primeros emperadores lo decidió así, aumentando permanentemente su valor y dejando atrás a los diamantes, y por último otra reina, la reina de garras, garras de Welfcur, los tréboles representan a la suerte pero no en el imperio, en un lugar donde la fuerza y el prestigio lo es todo tomar la garra de una de estas criaturas era considerado como una bendición de la dama fortuna debido a que te ha permitido sobrevivir a su ataque y tomar un trofeo para demostrarlo, esta también tenía su cara cubierta por una máscara de oro pero en lugar de portar una normal su máscara simplemente era la cara de un Welfcur y en su cuello se encontraba el denso pelaje de estas bestias. Su mano inicial no era muy buena pero podría conseguir algo mejor durante el descarte.

—¿Qué vamos a apostar? — pregunto el soldado curioso.

—Hoy, nada. — respondió aquel hombre. —Hoy jugaremos por jugar, después de todo no tienes mucho que ofrecer.

Asher asintió dándole la razón, apenas tenía suficientes créditos a la mano para pagar su boleto y no tenía nada más que ofrecerle a este hombre.

—La última vez gané ¿No es así? — remarcó Asher.

Aquel sujeto solo río levemente.

—Me estoy volviendo viejo, la dama de la fortuna sonríe a los jóvenes. — respondió tomando su cigarro nuevamente. — Y tú muchacho, pondrías celoso a cualquier ludópata.

El ambiente amigable y relajado entre las dos figuras los dejó seguir hablando hasta llegar al descarte de las cartas y cada uno le preguntaba al otro, pero ambos sabían que Asher no era un buen mentiroso. Mientras jugaban la noche pasaba y el viaje pasaban pero ambos precian divertirse, un juego amigable entre hermanos o así lo veía el chico. Mientras seguían jugando el hombre tensó el ambiente revelando que esta no era una visita de placer, sino que una de negocios.

—Asher.

—¿Si?

—A través de tantos cuerpos ¿Cómo logras reconocerme?

—Tú aroma, en cada uno de ellos sigues apestando a tabaco.

Remarcó sin ninguna sutileza, la criatura simplemente río antes de bajar sus cartas a la mesa.

—No es mi culpa que me guste fumar. — comentó el hombre mientras poco a poco su cuerpo se comenzaba a deformar. —¿Te importa si dejo el disfraz?

—Adelante.

Aquel hombre rápidamente comenzó a cambiar deformando su cuerpo en una masa amorfa gris haciendo crujir cada uno de sus huesos para después moldearse en una figura humanoide cadavérica, su cuerpo seguía crujiendo mientras se reacomodaron sus huesos para darle forma este criatura antropomorfa, sus cuencas eran casi tan oscuras como los ojos de Asher pero mucho más profundos, su boca ahora contaba con colmillos, su rostro y todo su cuerpo estaban hechos para asemejarse a los de un humano pero algo estaba mal, simplemente con verlos podías sentir que no lo eran, estos estaban mal proporcionados pero no lo suficiente para notarlo a simple vista, solo tenías que analizarlo por unos segundos para darte cuenta de esto, podían engañarte fácilmente si no quiera los mirabas con atención. Pero ante esta grotesca transformación el soldado ni se inmutó, ya estaba acostumbrado a esto.

Revelando sus nuevas garras en lugar de maños tomó un nuevo cigarro y lo encendió creando una pequeña flama en la punta de sus dedos para después sonreírle al soldado de manera amigable.

—¿Cómo te sientes? — pregunto en una voz más delicada, incluso melodiosa. —Tiempo sin vernos.

Asher simplemente suspiro antes de dejarse caer en el asiento.

—¿Hay alguien más? — Evadió la pregunta de su hermano. —Tiene que haber alguien más…por favor, Reygar…

Reygar dejó el cigarro y negó con la cabeza.

—Somos los únicos que salieron de Oshitawa, no hay más supervivientes.

Noticas que frustraron a Asher de sobre manera, sabía que la probabilidad de que hubieran más sobrevivientes de su pueblo natal era escasa pero al menos tenía esperanza.

—¿Demi humanos? ¿Híbridos? ¿Pura sangre? Vamos, lo que sea…

Reygar siendo un demi humano solo se encogió de hombros.

—Sin contarme a mi y sin contarte a ti, no hubo supervivientes en el primer asedio.

Originarios del mismo pueblo se conocieron después en el ejército, Oshitawa, un pueblo costero del este que fue destruido en el primer ataque de la república al imperio, mientra que nadie sabe perfectamente que ocurrió esa noche hace siete años, Reygar solo sobrevivió por estar fuera del pueblo visitando a sus familiares en las costas del norte, todos demi humanos, específicamente eran llamados "Urg figr" Cambia formas que alguna vez se mezclaron con humanos y su descendencia combina la magia humana junto a la magia de estas criaturas que les permite cambiar de forma, su nombre proveniente de las regiones del norte, perdió significado original en el tiempo debido a la resistencia que opusieron las regiones del norte hace cientos de años, casi un milenio ante el Quinto Emperador, Eivor El Tenaz, quien conquistó la mayor parte del territorio imperial actual. A día de hoy aún se lamentan muchas de las pérdidas de documentos importantes y cultura nórdica debido a los métodos sumisión del emperador y sus fuerzas, el verdadero significado de "Urg figr" fue una de ellas aunque gracias a la ciencia moderna se puede predecir que su significado significaba algo como "Falso hermano" Nada es concreto.

La frustración podía sentirse en el aire, aunque Reygar no parecía estar afectado por esta no quería pasar más tiempo ahí del que fuera necesario.

—Si, lo siento. — dijo mientras se levantaba de su asiento y cambiaba de forma de nuevo. —Deberías volver con tu amiga, si despierta pensará que la abandonaste.

Mencionó antes de irse, Asher sabía que tenía razón así que se dispuso a levantarse y limpiar la mesa sólo para darse cuenta que Reygar lo había hecho ya con su magia así que simplemente volvió a su asiento original al lado de Saki y recargó su cabeza contra la ventana dibujando inconscientemente una expresión triste en sus ojos, aún no superaba ese incidente y más aún por los recuerdos tan borrosos de ese día. Sin más que hacer que enojarse o dormirse, decidió relajarse, sentarse correctamente y soltar su cuerpo para poder caer en el letargo, como le fue instruido con un par de ejercicios de respiración este cayó completamente dormido en su asiento. Lentamente la respiración de ambos amigos se coordinó mientras descansaban en aquel tren, leen que llegaría a la capital en el amanecer. Pero mientras dormía aquel cambiaformas se movía entre los vagones vacíos del tren para separarse de ellos buscando crear la mayor distancia posible, tras cruzar cuatro vagones vacíos finalmente se sentó y de su gabardina tomó un pequeño auricular, un comunicador.

—Aquí Reygar, establecí contacto con el muchacho, al parecer consiguió una acompañante en su viaje.

Pronunció al encenderlo, la respuesta fue inmediata.

—Recibido Reygar ¿Quien era su acompañante?

Pregunto una voz femenina del otro lado del comunicador. Reygar miró a través de la ventana directo a la luna antes de responder.

—Una chica, probablemente la conoció en el pueblo.

Su magia no es muy fuerte, su esencia mágica era muy débil por lo que apenas la sentí cuando entré al vagón.

—Una civil entonces, buen trabajo, estaremos en contacto. — Añadió la superior del demi humano.

—Lo lamentó, tendrán que conseguir un espía nuevo para esto. — La voz de Reygar parecía cansada.

—¿Estás teniendo dudas, Demi humano?

—No, lo he seguido por tanto tiempo que ya se acostumbro a mi olor, ninguno de mis disfraces podrá engañarlo ahora.

—¿Tan rápido? — Pregunto su superior con una mezcla de horror y preocupación. —Enterado…estás fuera del caso, tú relevo llegará en La Capital.

—Gracias.

Contesto fríamente mientras sus ojos cansados reflejaban la luz azul de aquellas lunas que ahora le mantenían compañía mientras que en su mente solo se esparcía una duda ¿Realmente este chico era tan peligroso?

—¿Control?…

—¿Si?

—¿Realmente estamos seguros de que él fue la causa del incidente en Oshitawa?

Hubo silencio en la radio por un par de segundos que para Reygar se hicieron eternos mientras recordaba lo que de verdad ocurrió en su pueblo natal, la ciudad del primer contacto y el inicio de la guerra. Imágenes de horror solo le venían a la mente cuando leyó los reportes, una lluvia de artillería seguido por olas de invasores fueron lo que primero asedio a su pueblo, al ser una ciudad pequeña no fue difícil para la república tomarla para establecer un punto fuerte en territorio enemigo, miles de civiles fueron masacrados pero eso no es lo perturba su mente sino lo que ocurrió horas después de la batalla. Una vez destrozaron a la resistencia de los civiles los republicanos comenzaron a ejecutarlos y tomar rehenes, abusando de ellos como quisieron hasta que cayó la noche, no se sabe con exactitud que ocurrió con certeza una vez las hermanas llegaron a tomar control del cielo y las olas, pero los únicos testigo de lo que ocurrió esa noche fueron unos pequeños drones imperial que lograron sobrevivir al ataque con sus grabaciones parcialmente intactas, esos vídeos, esos malditos videos que con solo recordarlo llenan de escalofríos el cuerpo del demi humano.

Los videos muestran a soldados y civiles por igual huyendo de un edificio en particular, un jardín de niños, un maldito jardín de niños fue donde se desató el horror de esa noche. Nadie sabe porque entraron o que hacían ahí pero una vez comenzaron a huir captaron la atención de los drones, el primero logro captar a un hombre salir de ese lugar cubierto de sangre mientras que aquellos con armas civiles y soldados proceden a dispararle, una ráfaga tras otra pero el desgraciado seguía avanzando cada vez más rápido mientras que de su cuerpo salió un brillo negro, los republicanos invasores que tuvieron la valentía de enfrentarlo se dieron cuenta que ni sus armas ni su magia funcionaba para matarlo, esta cosa, esa bestia corrió hacia el más cercano y como si de un juguete se tratara se abalanzó sobre él como un leon hambriento y procedió a devorarlo, con sus brazos ensangrentados tomó las muñecas del soldado sin esfuerzo alguno para luego quitarlas del camino y clavarle los dientes en su cuello, los gritos del hombre eran tan fuertes los receptores de audio se distorsionaron, esa bestia disfraza de hombre le arrancó el cuello con una mordida mientras el resto de soldados lo miraban horrorizados, paralizados por el miedo muchos abandonaron sus armas y huyeron como los civiles, aquellos que juntaron la valentía para seguir peleando pudieron derribar al hombre después de destruir su corazón, doce soldados se quedaron a pelear y para cuando mataron a la bestia solo quedaban cuatro. Cuatro hombres bañados en vísceras de sus hermanos y la sangre negra que provenía de la bestia, traumatizados por lo que había pasado no pudieron hacer nada más que gritar y correr al ver como los asesinados comenzaban a levantarse una vez más mientras que de sus cuerpos emanaba aquel brillo oscuro que parecía llenarlos de vida otra vez.

—Reygar. — Control llamó al agente que se perdió en sus pensamientos por unos momentos. —¿Escuchaste?

—Ah…No, lo siento me distraje ¿Podría repetirlo?

—La verdad es que no estamos seguros del origen del fenómeno "Umbram" pero no podemos descartar la posibilidad de que Asher tuviera algo que ver.

Lo único que sabemos con certeza es que fue el único sobreviviente del incidente y había rastros de sangre de diversos orígenes en todo su cuerpo.

—Sangre y ceniza… — Respondió Reygar. —Solo lo encontraron cubierto de sangre y ceniza…

—Leíste el reporte. Esa es toda la información que tenemos.

—Entendido…M-me desconectaré hasta llegar a La Capital, cambio y fuera.

—Cambio y fuera, soldado.

El demi humano ahora tembloroso se quitó el auricular y lo guardó de nuevo en su traje mientras volvía a recordar. Miles de muertes, civiles, soldados, hermanos contra hermanos, padre contra hijo, ni los niños estaban a salvo de la maldad que se apoderó de ese pueblo en una sola noche y los eliminó antes del amanecer, la sangre, los gritos, las vísceras, todo quedó impregnado en su mente pero lo que recuerda con mayor claridad es la grabación de uno de los drones que logró acercarse a uno de los vehículos anfibios que usó la República para tocar tierra. La grabación comienza con aquel dron acercándose descendiendo de las alturas sobre un vehículo cerrado de color gris, un acorazado mediano, midiendo al menos cuatro metros de altura y al menos diez de anchura con la capacidad de llevar al menos veinte soldados a tierra, como ese había cientos más en la costa pero ese era el único que aún tenía el motor encendido y por alguna razón estaba posicionado unos diez metros atrás que el resto, parecía estar retrocediendo pero a una velocidad tan lenta que parecía tratar de pasar desapercibido, una huida silenciosa. Conforme el dron se acercaba se podían apreciar diferentes sonidos, algunos eran incomprensibles pero débilmente se reveló una radio, la voz en la radio parecía agitada mientras preguntaba en Ankiano que había pasado,estaba llamando a los soldados que un principio la habían contactado. La inteligencia de aquel dron ahora curiosa voló hacia la puerta trasera del vehículo, la oscuridad de la noche no lo grabar con claridad que había adentro pero aquellos ruidos extraños se hacían más fuerte junto a la voz de la radio, los sonidos solo podrían describirse como los de un animal comiendo y se hacían más intensos con cada centímetro que se acercaba, valerosa si es que se puede llamar a un robot así, la inteligencia decidió encender la linterna solo para iluminar una escena de horror. El interior del vehículo estaba lleno de sangre, marcas de bala y magia haciendo entender que una lucha se habría librado allí y había al menos diez soldados semi devorados con armas en mano tirados en el suelo, uno de ellos estaba postrado sobre el asiento del conductor desplomado sobre controles con la radio a un lado de su rostro, una masacre se habría librado allí contra los soldados, Reygar los conocía puesto que se había enfrentado durante sus misiones, sabía que los republicanos eran soldados de temer pero ni todo su entrenamiento y fuerza rindió fruto alguno en ese momento. La pequeña linterna del dron no podía iluminar todo el lugar así que lentamente se movió del centro hacia los costados, del lado izquierdo solo había más restos de soldados pero aún no se podía ver la fuente de aquellos ruidos extraños, justo cuando la linterna comenzó a iluminar el lado derecho aquellos ruidos se detuvieron y de la oscuridad emergió una criatura que con un gruñido camino hacia la luz revelando su pequeño cuerpo humanoide que ligeramente se asemejaba al de un niño, en todo su cuerpo había marcas de heridas, heridas de bala, moretones, cortadas, todo tipo de heridas abiertas de las cuales brotaba un espeso líquido morado brillante que contrastaba con su piel totalmente obscura, tanto que podría confundirse con una sombra sino fuera porque en sus costillas parecían estar recubiertas de un tejido rojizo entre sus huesos que parecía moverse cada vez que la criatura respiraba. Lo último en destacar fue su rostro, aquel rostro era cubierto en su mayoría por un corazón humano que cargaba con ambas sus manos del cual se estaba alimentando, el corazón cubría la parte inferior de su rostro dejando ver solo sus ojos y frente, aquellos ojos se asemejan a dos orbes brillantes, pequeños y blancos que parecían contraerse con la luz que disminuía su brillo para reflejar un vacío tan grande que incomodaría a cualquiera al verlas como si no tuviera alma alguna y estuviera esperando un descuido para robarte la tuya, pero de alguna forma tu alma no lo llenaría y solo se perdería entre sus fauces.

—¿Q-qué demonios es eso?

Se escuchó la voz de la inteligencia que ahora tenía por su vida, si es que un robot puede siquiera tener miedo. Ambos se mantenían inmóviles mirándose fijamente mientras la pequeña criatura seguía comiendo, cada que tragaba se podía ver como sus heridas se iban cerrando una a una como si jamás hubieran existido, en medio del punto muerto se podía sentir la tensión en el aire y aunque Reygar ni siquiera estuvo ahí para verlo pudo sentir el peligro de una muerte inminente, no podía ni imaginarse el horror de quienes encontraron a esa criatura en la batalla, el video siguió así por varios minutos dron decidió huir, lentamente comenzó a volar reversa sin romper el contacto visual con la bestia todo parecía que lo miraba curioso moviendo su cabeza de lado a lado avanzado hacia adelante por cada centímetro que el dron retrocedía, todo ir bien hasta que el dron estaba por salir del vehículo, un disparo en la cercanía hizo que la criatura se alterara soltando un rugido ensordecedor antes de abalanzarse hacia el dron, el video terminó pocos segundos después por lo que se asumió que el dron fue destruido en ese momento aunque los restos de encontraron cerca del mar, a cincuenta metros del vehículo. No hay otra ocasión o mención de dicha criatura en todos los reportes, incluso la existencia de ese video solo fue revelado a Reygar por la misión que se le había asignado, vigilar a Asher.

Un sudor frío recorrió su frente ¿Qué tal si el chico era el culpable? Pensó, no había evidencia que lo incriminara pero como pido ser el único sobreviviente, ese demonio parecía más que contento con devorarlos a todos ¿Porqué no a él? La criatura comenzó a inquietarse ¿Qué pasaría si este incidente se repite en La Capital? ¿Cuánta gente moriría antes de que pudieran detenerlo? Si es que llegan a detenerlo, incluso siete años después de eso la zona de Oshitawa sigue cerrada al público en general de forma discreta bajo la noticia de reconstrucción pero a día de hoy aún no han limpiado completamente ese lugar ¿Qué tal si sucedía otra vez? ¿Y si esta vez no podrían detenerlo? Un pensamiento suicida atravesó su mente mientras una de sus manos descendía a su cintura, revelando que debajo de su gabardina ocultaba una pistola y por un momento pensó en usarla "Esta dormido" sería fácil volver a entrar a su vagón y asegurarse de que jamás despierte, incluso si no fue él el culpable sería mucho más cómodo para todos asegurarse ¿No? De un momento a otro se vio decidido.

Tomó el arma y se levantó de su asiento pero al hacerlo algo cambió en el ambiente, el aire se sentía más pesado junto a su pecho que de alguna forma se sentía alertado, rápidamente reconoció este sentimiento, muerte inminente, comenzó a sentirse mareado y su sudoración se hizo más profusa, pronto se le haría más difícil respirar como si estuviera inhalando humedad.

—Q-qué…N-… — Trataba de hablar pero simplemente le era imposible hacerlo.

Mientras trataba de comprender su situación pudo sentir como era observado y desde el rabillo del ojo se pudo percatar de una figura observándolo desde la ventana, rápidamente se giró solo para ver a algo una figura allí, quieta, observando desde afuera. Su corazón comenzó a latir rápidamente mientras trataba de levantar su arma para apuntar a esa cosa, que solo le respondió manteniendo la mirada, una mirada amenazante que era proyectada por ese par de ojos rojos que penetraban el cristal.

—Reygar. — Pronunció una voz etérea haciendo que le doliera la cabeza.

—Es hora de tu retiro, Reygar.

Repitió mientras aquel ente flotante alzó una de sus manos para revelar su piel blanquecina seguido de una sonrisa siniestra, de su boca provenía un brillo equiparable al de sus ojos que solo hacía ver aún peor sus amarillentos y afilados dientes.

—¿Qué haces Reygar? — pregunto esa figura antes de reír un poco.

El demi humano pronto cayó de rodillas al suelo aún manteniendo el arma, la desesperación y el sentimiento de lucha se hacía más grande en su cuerpo pero la compresión en su pecho era más fuerte, tanto que terminó haciéndolo perder su disfraz revelando su verdadera forma una vez más, su depredador reiría mucho más fuerte que antes pero ahora su voz haría eco en todo el vagón y después en su cabeza.

—Tengo hambre, Reygar.

Un gruñido de dolor se hizo presente mientras aquel sentimiento de compresión se transformó en un dolor afilado en el pecho, haciéndolo por fin soltar el arma para colocar ambas manos en su tórax y soltarse en el suelo a rodar.

—A-Ayu…Po…vor…

Trataba de gritar y pedir auxilio, quería luchar con cada centímetro de su cuerpo pero no podía hacerlo, una fuerza mayor lo estaba sometiendo. En su desesperación y debido a la falta de opciones, solo podía llamar a una persona por ayuda, a aquel que hace unos momentos se había decidió a asesinar.

—Ash…Ash…ayu…me…

Aquel ente comentó a reír alegremente mientras una serie de pasos se escuchaban justo a su lado.

—¿Oh? ¿A quién vas a llamar? Jajajaja. — río burlescamente. —¿Acaso no lo querías matar?

Las luces del vagón comenzaron a parpadear mientras los pasos se hacían más fuertes, Reygar apenas pudo girar para ver a una criatura horrorosa, una criatura pálida con uñas negras largas y afiladas en sus pies y manos, sus rodillas estaban invertidas como las de una cabra, su tórax era como el de un humano delgado como si estuviera en desnutrición y por último estaba su cara, un rostro sin facción alguna más que la fisura de la boca y unos cuernos blancos alargados.

—Me informan que ya no sirves para tu misión, Reygar. — Pronunció aquel demonio sonriente. —Es hora de retirarte.

Añadió en un tono burlesco, la mirada del cambiaformas reflejaba miedo al darse cuenta de lo que estaba pasando, lo estaban silenciando, rápidamente trato, trato con todas sus fuerzas al avanzar su pistola pero su cuerpo no podía.

—Es una lástima, te iban a dejar ir, en serio, está establecido en mi contrato.

Reveló el demonio mientras se encargaba de pisar su mano, la mano que iba por el arma para seguir riendo.

—Solo tenías que llegar a la capital y olvidarte de todo esto. Aburrido, a decir verdad, me alegro mucho de que hayas decidido levantarte en armas. — Añadió con el mismo tono burlesco. —Incluso si…mi magia tuvo algo de influencia en eso.

Reveló el verdadero demonio mientras reía, aquella idea no era suya sino de esa cosa en un intento por divertirse un rato. Reygar, trató de gritar del dolor solo para darse cuenta que su voz estaba sellada, por más que se quejara o intentara hablar ya no podía decir nada.

—Shhhh, me gusta comer en silencio.

Aquel demonio procedió a tomar uno de sus brazos y arrancárselo sin dificultad alguna, el demi humano se retorcía de dolor mientras abría su boca para gritar, pero una muerte horroriza y silenciosa sería lo único que recibiría. El demonio procedió a despedazar lentamente al ex-agente, pieza por pieza comenzó devorar el cuerpo entero de Reygar disfrutando cada segundo de su sufrimiento para después limpiar con su magia infernal y sin dejar rastro alguno.

—Ahhh…Hace tiempo que no me divertía tanto.

Pronunció el demonio satisfecho antes de caminar directo hacia el asiento de Reygar y transformarse en su último disfraz mientras se chupaba los dedos, tomando todo lo que el agente caído traía sonrió y pronunció

—Bien, en marcha a La Capital.

Cruzo sus piernas y procedió a cerrar los ojos, pero justo antes de dormir la puerta al frente del vagón fue abierta haciéndolo abrir los ojos de repente. Frente a él estaba un pequeño robot blanco con una forma triangular.

—Buenas noches. — pronunció el autómata. —Detecte una alta en los niveles de magia de este vagón ¿Hay algún inconveniente señor?

El demonio dejo escapar un bufido antes de responder.

—No, todo bien…solo un pequeño incidente con mis cigarillos.

Respondió mientras sacaba un paquete de cigarrillos de su traje, el autómata se acercó hasta el pasajero para analizarlo discretamente.

—Muy bien señor Reygar, tenga un buen viaje.

Después siguió con su camino y dejó al impostor en su lugar para que pudiera descansar.