8 Capítulo 8: Elizabeth Miller-Wayne

Bruce Wayne se paró sobre el oleaje con los snorkels y las máscaras en la mano. Elizabeth terminaba de charlar con un camarero que se alejaba.

-Aparentemente, Bruce Wayne es terriblemente famoso. Menos mal que no eres él.

-¿Cuánto te debo? -interrogó Bruce con una sonrisa.

-¿Puedo vender tu autógrafo en eBay?

Él le arrojó una máscara y un snorkel. Ella lo tomó y ambos se sumergieron en las aguas. En esos momentos el sol rompía las nubes, iluminando el mar. Un momento perfecto.

-Bueno, esto apesta -dijo Elizabeth emergiendo del agua.

-Sí, horrible -y después de decir esto Bruce la besó y se sumergieron en el agua.

Al caer la noche Bruce salió al balcón del bungalow. Más allá solo había oscuridad total y los sonidos del océano.

-Buuuuu -se escuchó desde el fondo de la lujosa habitación.

Elizabeth enfundada en un vestido de verano se le acercó por detrás y le rodeó el pecho con el brazo. Luego se convirtió en un cálido abrazo.

-¿Qué? ¿No le tienes miedo a la oscuridad? -preguntó con una sonrisa en el rostro.

-No y sí. Es una pregunta complicada.

Y algo surgió en sus ojos.

-¿Estás bien, bebé? -le inquirió Elizabeth.

Se miraron y sus sonrisas parecieron conmovidas por la tristeza. Elizabeth habló.

-Ahí está de nuevo.

-¿Qué?

-Esa mirada. La que se apodera de ti cuando estás escondiendo lo que sea que todavía me estás escondiendo.

Bruce solo la miró.

-Bruce, ¿puedo preguntarte algo?

-Creo que he renunciado a mi derecho a decir que no, estando casados ​​y todo.

Elizabeth se detuvo un momento antes de hablar.

-Dick. ¿Cómo murió?

-Sabes todo eso. Él fue asesinado.

-¿Eso es todo? Hay algo más. Algo que no me estás diciendo.

Bruce la miró fijamente. El silencio parecía durar para siempre. Luego...

-Parece que se acerca demasiado a mi vida, eso es todo.

Ella sostiene su mirada. Sorprendentemente, sonrió y apareció una repentina luz traviesa en esos ojos. Volvía la luna de miel, según lo planeado.

-¿Qué? -preguntó Bruce intrigado.

Elizabeth se tomó un tiempo, decidiendo que decir.

-Te hice algo. Para cuando todo parezca peor. Para mostrarte cuánto te amo.

Ella se adelantó a Bruce poniendo un dedo en sus labios antes de que hiciera la inevitable pregunta.

-Es una sorpresa -dijo Bruce sacudiendo la cabeza-. Me gustan las sorpresas. ¿Lo estás usando ahora?

Elizabeth rio con picardía.

-No por esta noche. Tiene que ser el momento adecuado. Esta noche vamos a beber, ¿qué dices?

Elizabeth se acercó a una bandeja de champagne, tomó una botella y la llevó a la cama.

-Y también te llenaré de besos.

-Bueno, no lo sé... -dijo Bruce aparentando seriedad.

Ella comenzó a servir el champagne, se movió el cabello y le lanzó a Bruce su mirada más seductora.

-¿A quién estoy engañando? -dijo Bruce- Soy fácil.

Elizabeth reía.

-No vayas a ningún lado -y después de estas palabras Bruce abandonó el balcón y fue en dirección a Elizabeth. Confundidos en un beso apasionado y en un abrazo se acostaron en la cama.

♣ ♣ ♣

En el baño de la habitación Bruce se salpicó la cara con agua caliente. Durante un largo rato miró su rostro en el espejo hasta que este empezó a empañarse. Acto seguido se enjabonó la cara con crema de afeitar.

-¿Qué debemos hacer mañana? -preguntó Bruce.

Elizabeth le respondió desde el dormitorio.

-Lo que quieras.

-Entonces más de lo que hicimos está noche. Pero con chocolate.

Escuchó la encantadora risa de Elizabeth. Bruce comenzó a afeitarse.

-Mi madre me advirtió de hombres como tú.

-Según recuerdo, tu madre te advirtió específicamente sobre mí. Por nombre.

No hubo respuesta. Silencio.

-Lizzy.

Bruce esperó un momento. Luego cerró el agua. Entonces oyó a Elizabeth reír de nuevo, suavemente. Bruce sonrió y siguió afeitándose.

-No fue tan gracioso, cariño -le habló al escuchar que ella continuaba riendo.

Sin embargo, la risa de Elizabeth se hizo un poco más fuerte.

-¿Elizabeth?

La risa de Elizabeth se prolongaba demasiado y también demasiado fuerte. Bruce se congeló, sintió que se le helaba la sangre.

Dejó caer la navaja y corrió hacia el dormitorio.

Vio a Elizabeth de pie en el balcón, de espaldas a él, riendo descontrolada y grotescamente. Bruce corrió para atraparla mientras se derrumbaba.

La risa de Elizabeth murió convirtiéndose en un gorgoteo. Su cabeza cayó hacia atrás, su rostro distorsionado en un horrible rictus. Ojos saltones, boca torcida, increíblemente amplia en una espantosa sonrisa de bromista de dientes expuestos y encías.

-Oh, Dios mío...

Bruce cayó de rodillas acunando el cuerpo de Elizabeth.

-Elizabeth.

Puso su boca sobre la de ella tratando de darle aliento.

- Respira, Elizabeth. Respira.

Pero ella siguió quieta. Bruce la miró, incapaz de comprender.

-No, por favor, no.

Observó un pequeño dardo que sobresalía de la garganta de Elizabeth pintado como un abejorro, con rayas amarillas y negras. Bruce la tomó con sus manos temblorosas, sus ojos llenos de lágrimas.

-Elizabeth, no, no, no.

Algo llamó la atención de Bruce. Su respiración se detuvo en su garganta mientras miraba la pared con total horror.

Bruce Wayne acunó a su esposa muerta en sus brazos, gritando hacia el cielo.

Con lágrimas cayendo de su rostro.

♣ ♣ ♣

Superman se elevó desesperadamente a través de la noche, los puños apretados hacia adelante. Sus músculos y rasgos se tensaban con determinación.

Una ráfaga de viento entró al dormitorio cuando se abrieron las puertas que daban al balcón. La cortina fluyendo. Superman entró el bungalow recuperando el aliento.

La habitación era la escena de un crimen. Cinta amarilla por aquí y por allá. No había nadie ahí. Superman miró al piso tragándose la tristeza.

El contorno donde Elizabeth había caído estaba marcado con tiza blanca.

Entonces sus ojos se encontraron con el muro. Las palabras garabateadas en el mismo estilo que el mensaje dentro de la máscara del terrorista parecían querer saltar sobre él.

"ESTE ES EL COMIENZO... DEL FIN".

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