7 Capítulo 7: Viejos amigos

Clark Kent miraba fijamente la línea del horizonte manchada por el sol.

-Un millón por tus pensamientos -escuchó que le decía una voz harto familiar.

Clark se dio vuelta y quedó frente a frente con el recién desposado Bruce Wayne que llevaba una botella de vino tinto Chateau Margaux en la mano.

-Cuidado con tus palabras, puedo obligarte a hacerlo -y al instante Clark añadió-. Felicidades, mi amigo.

Bruce se sentó en una repisa junto a Clark y le pasó la botella. Era una amistad forjada con los años a punta de batallas codo a codo cubriéndose las espaldas, con sus diferencias de concepto sí, pero también con sus coincidencias que iban más allá del nombre de sus madres.

-¿Estas bien? -le preguntó Bruce.

Clark infló el pecho tratando de aparentar en su mejor disposición.

-No podría estar mejor.

-Todos estos años, pensaría que serías mejor mintiendo.

Clark se encogió de hombros y sonrió tímidamente.

-No es mi fuerte.

-Cualquier palabra que digas la escucharé.

-Bruce, es tu día -se disculpó Clark.

Bruce lo detuvo con un dedo afilado en el aire. Su amistad de mucho tiempo estaba más allá de esas solemnidades. Clark lo entendió.

-Lois y yo nos vamos a divorciar.

Bruce simplemente cerró los ojos. Clark casi logró una sonrisa irónica.

-Es el trabajo, sabes. Verdad. Justicia y estilo de vida americano. No deja mucho tiempo.

-Oh, Dios, Clark. Lo siento mucho.

Clark miró al cielo, perdido en sus pensamientos.

-¿Cuánto ha sido? ¿Cinco años desde que Batman se fue?

Clark le pasó la botella a Bruce no sin antes preguntar:

-¿Alguna vez lo extrañaste?

Ahora le toca beber a Bruce.

-Algunas veces.

Sus palabras quedaron colgando en el aire como si el recuerdo se materializara. Su mirada se dirigió a la fiesta más allá.

-Algunas noches me despierto con el sonido de las sirenas, mi corazón comienza a latir con fuerza. Entonces, lo recuerdo.

Su voz se apagó, miró a la fiesta de nuevo.

-Después del asesinato de Dick, dejó de tratarse de justicia. Comenzó a ser de venganza. Esto es lo que pasa con la sangre. Desarrollas un gusto por ella. Luego sed. Los estaba metiendo en el hospital. Y no fue suficiente. Quería matarlos, cada uno en ese interminable desfile de monstruos. Y sabía que si comenzaba a matar, no pararía.

Después Bruce miró al vacío.

-No lo entenderías. Es una debilidad que tenemos. Algo humano.

Esas palabras tuvieron un efecto invisible e hiriente en Clark.

-Era hora de que volviera a vivir en la luz.

-¿Le dirás?

-Nada que decir. Batman está muerto.

Una voz desde abajo los sacó de sus profundas reflexiones: "Si están fumando algo ahí arriba..."

Miraron hacia abajo para ver a Elizabeth de pie en el césped.

-¡Será mejor que me hayas guardado un poco!

-¿Él? -dijo Bruce refiriéndose a Clark- ¿Estás bromeando?

-¡No puedes engañarme, Clark Kent! -gritó Elizabeth- ¡No puedes ser tan correcto!

-Ella no tiene idea -dijo Bruce.

-¡No tienes idea! -respondió Clark.

-Bueno, es mi boda y voy a bailar, ¿quién me acompaña? -y seguidamente corrió hacia la tienda. Clark tomó la botella para ir con ella, pero Bruce le puso una mano en el hombro. En sus ojos Clark pudo ver nuevamente al detective.

-¿En el monumento? ¿Qué pasó?

-Kryptonita. La máscara. La nota. Fue un montaje. Como si supiera que lo salvaría.

-Este tipo no ha terminado. Puedo sentirlo. Ten cuidado, ¿ok?

Clark asintió. Luego miró a la tienda donde continuaba la fiesta.

-Vamos -y con una sonrisa juguetona añadió-. Veamos quien llega primero.

Y se esfumó convirtiéndose en una mancha borrosa. Bruce no pudo evitar reír cuando fue tras él.

En la tienda Bruce y Elizabeth bailaron mirándose a los ojos, perdidos en su mundo. Como fondo la orquesta tocaba animadas melodías. Y algunas otras románticas.

En una esquina, a la sombra de las velas, Clark miraba con nostalgia. Sonrió y le dio un beso en la frente a una durmiente tía Harriet que dormía plácidamente en un amplio sillón. Agarró su abrigo y se marchó.

Por la mañana Bruce cargaba los equipajes en el rolls royce mientras Elizabeth surgía del fondo de la mansión y bajaba las escaleras con el celular en la mano habiendo terminado apenas una llamada.

-¿Puedo decirte cuánto odia mi oficina la idea de una luna de miel ultrasecreta?

Bruce sonrió discretamente y le abrió la puerta del coche. Elizabeth subió y le echó un último vistazo a la mansión Wayne.

-Cuando regresemos, tendremos un nuevo decorador.

El rolls royce se alejó de la mansión a través de los terrenos arbolados arrastrando latas de hojalata y con una pancarta de recién casados. Se dirigían hacia la puesta del sol.

♣ ♣ ♣

La noche de Metrópolis. Clark salió del fondo de un taxi. Su rostro iluminado por las luces de los rascacielos de la gran ciudad.

Cuando Clark entró al edificio notó al portero nervioso. Algo andaba mal.

-Buenas noches, señor K. ¿Cómo está?

-Buenas noches, Ernie. ¿Vinieron?

-Vinieron y se fueron. Estaba con su hermana e hicieron algunos viajes.

Ernie parecía cada vez más incómodo. Clark solo asentía.

-La mujer siempre se queda con muchas cosas, supongo. Quiero decir...

Ernie se calló solo estaba empeorando las cosas.

-Está bien, Ernie.

-¿Quiere que le traiga algo de comida china o algo así, señor K?

Clark solo sonreía negando con la cabeza. Ernie lo vio caminando hacia los ascensores.

-Todo va a estar bien -las palabras de Clark fueron pronunciadas en voz alta para Ernie, aunque bien pudieron ser dichas para sí mismo.

La puerta se abrió y Clark entró al espacioso departamento que había sido un regalo de Bruce con motivo de su matrimonio con Lois Lane. Encendió la luz y luego cerró los ojos.

El amplio lugar estaba literalmente medio vacío. Clark podía enumerar de memoria cada elemento faltante. Paseó su mirada por el departamento analizando cada rincón.

Después pasó la mano por los estantes vacíos y se acercó a un mostrador que ahora solo estaba escasamente poblado de imágenes enmarcadas.

Clark abrió el refrigerador y sacó una botella de vodka. Tras reconsiderarlo unos momentos tomó una caja de leche en su lugar y se sirvió un vaso.

Tenía algo en la mano, algo de metal por el sonido que hacia cuando lo puso sobre el mostrador. Lo cubría con la mano, cuidándolo. Su rostro en esos momentos era una máscara de dolor.

Clark salió del departamento. Vemos que ha dejado el objeto de metal. Su alianza de boda, abandonada en la superficie de mármol.

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