19 Capítulo 19: En las calles de Gotham

Al fin Batman pudo apreciar claramente al hombre que estaba de pie en lo alto del carro blindado luciéndose como una estrella de Broadway.

En efecto ese hombre era el Joker, inexplicablemente vuelto a la vida.

Cubría su delgado cuerpo con un elegante smoking negro que significaba un abismal contraste con su rostro maquillado en blanco, su cabello color verde y esa mueca o sonrisa pintada de rojo sangriento. El arlequín del horror, como lo había anunciado: vivo y letal.

–El hombre –continúo hablando a través del altavoz– que vivirá en la infamia como el asesino de Batman. ¡Esto es lo que yo llamo una entrada! ¡Aterrorizador, súper dramático!

Y ciertamente Batman pese a su impenetrable coraza de frialdad se hallaba aturdido y horrorizado con ese funesto regreso.

–¿Cómo...? –fue lo único que atinó a decir casi sin percatarse de que había emitido esa pregunta.

–¿"Cómo"? –la respuesta del Príncipe Payaso del Crimen fue inmediata– Vuelvo de la tumba haciendo cabriolas, y todo lo que puedes manejar es un dócil y monosilábico: ¿"Cómo"? Una pregunta justa, en realidad, pero no hay tiempo para respuestas ahora mismo...

E inmediatamente lanzó el megáfono e hizo una ridícula parada de manos. Luego bajó del vehículo descolgándose y de un salto se ubicó entre sus sirvientes. Siempre con una sonrisa espeluznante.

–Ya conociste a mis sirvientes. Me saludan solo con reverencias, pues prefiero que mis sirvientes sean vistos y no escuchados. Nos vemos, Batsy.

Al fin Batman reaccionó y corrió hacia ellos. Ya habría tiempo después para desentrañar el misterio del regreso de la muerte del que fuera uno de sus más fieros adversarios.

–¡Aquí viene el señor enojado! –vociferó el payaso simulando estar aterrado.

Uno de sus sirvientes se dirigió con prisa hacia el vehículo blindado y al darse vuelta lo hizo levantando un destructivo lanzallamas. Apuntó hacia el murciélago y abrió fuego.

El chorro de fuego surgió del arma como unas feroces fauces dispuestas a devorar a Batman, quien agachándose se envolvió dentro de su capa, presuroso para protegerse, quedando envuelto en sus llamas mortales.

El Joker y su otro secuaz aprovecharon el momento para subirse al carro blindado. Mientras el Arlequín del Horror subió a la parte trasera del vehículo junto a la batiseñal, el otro tomó el volante. Por su parte, el sirviente que atacaba a Batman cesó con el fuego.

–Adiós, Batsy –golpeó la batiseñal con su bastón– Te llamaré cuando te necesite.

Batman se reincorporó con la capa humeante, pero intacta.

El secuaz del lanzallamas subió a la parte trasera del vehículo al lado del Joker cerrando las puertas traseras, revelando que dichas puertas al estar juntas tenían pintadas una cara de payaso.

–Dime la verdad. ¿Me extrañaste? Seguro que me extrañaste. ¡Nos lo vamos a pasar genial!

El vehículo blindado inmediatamente se puso en marcha y se alejó.

En la calle chocó a otras unidades apartándolas de su camino. Los conductores perdían el control de sus autos ante esa mole blindada. Se sucedieron por esta causa algunos accidentes desafortunados que terminaban con los automóviles estrellándose con otros o estampados contra las paredes.

De pronto desde muy atrás apareció el batimovil para darles caza esquivando con rápidos zigzags los destrozos que dejaba el carro blindado a su paso.

Batman tenía la vista fija en el vehículo que iba adelante. Entonces las puertas traseras del carro blindado se abrieron y apareció el Joker tocando burlonamente su nariz. Batman sin un ápice de duda presionó un botón y un punto de mira apareció en el parabrisas tratando de fijarse en la cabeza del guasón, pero justo en ese momento unas letras se dibujaron en el parabrisas señalando: "Función bloqueada". El Caballero de la Noche negó con la cabeza, su código de no matar ahora le jugaba en contra. Volvió la vista al Joker, pero ahora este levantaba en lo alto una colorida pelota de playa y la lanzó en dirección a él.

La bola rebotó en la calle. Batman giró el volante y el batimovil lo evitó. La pelota pasó de largo y detrás de él escuchó una explosión seguida de un resplandor que se reflejó en el parabrisas.

–¡Tengo más de estos juguetes! –gritó divertido el Joker desde la parte trasera del vehículo blindado.

El sirviente que lo acompañaba conocedor de sus maléficas intenciones le entregó otra pelota decorada con dibujos de margaritas y el payaso se apresuró en arrojarla con la mira puesta en el batimovil. El Joker era como bestia asesina sin ningún tipo de cadenas, con un único deseo de ver arder el mundo.

Ante la amenaza de la bola mortal el batimovil hizo una nueva maniobra. Atrás otro conductor no tuvo la misma reacción y su automóvil explotó al impacto con el destructivo objeto.

El Joker lanzó otra pelota color naranja. Batman rápidamente dio marcha atrás, retrocediendo mientras la esférica bomba rebotaba en su persecución.

El explosivo reventó a escasos metros del parabrisas y algunas llamas se aferraron al capó como náufragos desesperados. Batman sin inmutarse cambió de marcha y aceleró el batimovil que ahora avanzaba furioso como un proyectil. Y así como un proyectil embistió al carro blindado del Joker, quien se asió fuertemente a una de las puertas para no terminar destrozado contra el pavimento.

Apenas el Príncipe Payaso del Crimen se recuperaba ocurrió un nuevo bamboleo ocasionado por una nueva embestida del batimovil. El Joker asustado por la decidida furia de su adversario se lanzó en dirección a la parte delantera del vehículo.

Logró entrar en la cabina donde el sirviente que conducía trataba de no perder el control del vehículo con las arremetidas que venía sufriendo.

–Se está volviendo un poco emocionante allá atrás –le habló al Joker–. Ve a ayudar a tu hermanito. Papá va a tomar el volante.

El tipo de la boca cosida le cedió el asiento del conductor. Una sonrisa macabra se dibujó en su rostro al tomar el volante y aún más al ver que el batimovil se ubicaba al lado izquierdo del carro blindado.

El Joker dio un furioso volantazo hacia la izquierda impactando contra el batimovil. El choque fue brutal, los metales crujieron adoloridos y chispas saltaron por todas partes producto de la colisión.

Más adelante en un semáforo se marcaba la luz roja de alto. Una multitud de personas inundaba el paso de peatones desde ambos lados. Desprevenidos, ignorantes del peligro que se cernía sobre ellos.

Mientras tanto el batimovil y el vehículo blindado continuaban enfrascados en su dura batalla acercándose a una peligrosa velocidad. Una señal en el parabrisas advirtió a Batman de la proximidad de la tragedia, ante tal perspectiva agarró con fuerza el volante y gritó:

–¡Postquemadores!

Casi en el mismo momento flamas de color azul surgieron del escape del batimovil. Su velocidad se incrementó lo suficiente para adelantar al carro blindado y dejar tras de sí un rastro de aceite, el cual era rociado por unos dispositivos acoplados a la parte trasera.

El vehículo blindado patinó con el aceite dando un giro de trescientos sesenta grados, en tanto que adentro el conductor desesperadamente trataba de retomar el control del vehículo.

Mientras en la calle esto les dio tiempo suficiente a los peatones para abandonar el cruce y ponerse a salvo de un catastrófico siniestro.

Finalmente el Joker logró recobrar el mando del vehículo, sin embargo, metros adelante el batimovil hacia un giro de ciento ochenta grados con un ruidoso derrape y quedaba frente a frente con el carro blindado.

Batman aceleró quemando neumáticos y avanzó.

En el coche blindado el Joker viendo lo que se avecinaba puso en reversa. Su voz se escuchaba mortalmente prometedora:

–¡Oh, cielos! ¡Qué uno de ustedes sea un buen sirviente y que traiga al Joker EL ARMA GRANDE!

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