40 Capítulo 40 — Confianza y Mentiras - Parte 1

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

Leonard le preguntó: —¿Te importaría explicar lo que pasó en el salón? Sus cejas estaban relajadas, su expresión lúgubre mientras la observaba, esperando por su respuesta.

Vivian lo miró fijamente, hasta que sintió que no debía continuar mirándolo directamente, por lo que sus ojos se movieron para mirar la mesa. La ira hacia Lady Shirley por haber tomado posesión de algo que no era suyo se disipó, pero estaba molesta. Molesta por el hecho de que Leonard pensó que el suéter que ella había tejido especialmente para él, lo había hecho Lady Shirley. Ella había querido sorprenderlo, hacerle adivinar quién podría haberle dado el regalo, pero ¿quién hubiera sabido que las cosas iban a salir así?

Mordiendo el interior de su mejilla, ella miró hacia atrás para ver que él todavía la miraba con sus oscuros ojos granates. Antes de que todo cambiara, Vivian y Leonard solían ser amigos, al menos eso es lo que ella pensaba que eran. A diferencia de la forma en que normalmente miraba a los otros sirvientes de la mansión, ella se había dado cuenta de que sus ojos eran más suaves con ella y tal vez esa era una de las razones por las que ella decidió sincerarse revelar la situación.

—Lady Shirley está mintiendo —dijo Vivian, aunque había sido lo suficientemente valiente como para traer la mentira a la luz, lo que no significaba que fuera tan valerosa al respecto. Los lados de su mano sostenían su falda como apoyo. No sabía si Leonard creería las palabras de una criada.

—¿Mintiendo sobre qué? —le preguntó con curiosidad desde atrás de la mesa.

—El suéter. ¡Ella no fue la que lo tejió! Se está llevando crédito por algo que no se esforzó... —El repentino estallido de Vivian sobre el asunto llamó la atención del Duque y se sentó lentamente.

El joven Duque no era un hombre lento para no entender a dónde iban sus palabras. Aunque la ruptura había sido causada entre los sirvientes y el amo, Leonard sabía que Vivian no era de los que soltaba mentiras al aire.

—¿Por qué dices eso? —le preguntó con curiosidad—. Y aunque no lo tejiera ella misma, era un regalo que ella me dio. Comprado o hecho. No se esperaba que tú le derramara té por un mal comportamiento. —Sorprendentemente en su tono no había decepción, pero Vivian se adelantó para hablar.

—Pero amo Leonard lo que pasó allí fue por error y se lo merecía después de la mentira que dijo porque era... —Sus palabras se convirtieron en un susurro cuando Leonard se levantó de su asiento para caminar hasta donde ella estaba y se detuvo a sí misma de continuar hablando mientras su corazón se aceleraba. Ella no sabía si su corazón que latía muy fuerte se debía al miedo o a su cercanía desde donde ella estaba.

En esta ocasión habían intercambiado muchas más palabras en comparación a los días anteriores.

—Termina tus palabras, Vivian —Leonard la incitó a hablar mientras apartaba los ojos de su intensa mirada sobre ella.

—Yo... —Sintió que su corazón empezaba a latir de nuevo, sus ojos se volvieron borrosos cuando el nerviosismo captó sus sentidos. Ella había querido jugar al juego de las adivinanzas, pero quién sabría que tendría que responder directamente de esta manera, y finalmente dijo: —Yo fui quien lo hizo.

Leonard fue tomado en forma desprevenida por su confesión.

No le había gustado el tono que ella había usado mientras acusaba a Lady Shirley, de no ser la que tejió el suéter le habría corregido su actitud, por cuanto no hubiese querido que algo como esto se repitiera de nuevo.

Un sirviente de la mansión expresaba al dueño jefe de familia de vampiros de pura sangre. Un mal comportamiento sólo significaría cuán suelto e incapaz era el amo de la casa cuando se trataba de manejar a la servidumbre de la casa.

Sus ojos un poco abiertos miraban ahora a Vivian que miraba a su lado sin hacer contacto visual con él. La había visto tejer junto a su madre, pero definitivamente no era el color que tenía en su armario ahora. Sus cejas se arqueaban en duda.

—¿Cómo puedes decir que es tuyo? ¿Ni siquiera viste el suéter del que estábamos hablando?

Vivian agitó la cabeza ante sus palabras: —El suéter no fue hecho de lana de oveja, sino de conejos que habitan en las montañas lejanas después de Isle Valley. El color se eligió para que coincidiera con el color de tus ojos rojos oscuros y el patrón se tejió de manera que hubiera espacio entre las dos líneas, lo que llevó más tiempo que el resto. El cuello se mantuvo sencillo, teniendo en cuenta que no se volvería sofocante si ocupara demasiado espacio. Las mangas fueron medidas con las ropas que te hicieron a la medida cuando tu llegaste aquí. —Mientras contaba los detalles, Leonard sintió que un poco de calor tocaba su corazón de hielo.

El Duque no necesitaba saber más quién había hecho el suéter para él.

—¿Por qué no me lo entregaste personalmente? —Le preguntó, la revelación de que Vivian lo había tejido para él, aún se asentaba en su interior.

—Quería sorprenderte —Le miró a los ojos—. No estaba bien que Lady Shirley…

—Vivian.

—Diga que fue ella quien lo hizo…

—Vivi —Vivian sintió la palma de la mano de Leonard en su mejilla, que se extendió para rozar su pulgar sobre su tierna piel, lo que le impidió seguir hablando—. Gracias por el regalo —dijo con un tono más bajo del que había utilizado mientras la interrogaba.

Vivian no sabía por qué de repente, la atmósfera entre Leonard y ella se sintió diferente.

Ella abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Se quedó congelada frente a él. Conocía a Leonard desde hacía demasiado tiempo, pero nunca había sentido que él era tan sensato.

Leonard, todavía tenía la mano en la mejilla de Vivian, lo vió fijamente a sus ojos inocentes que lo miraron con sorpresa. Desde que murieron sus padres, Leonard se había distanciado de todos, ya fueran sus parientes o el lord de su tierra. No confiaba en nadie, las expresiones se habían vuelto más inquietantes con el paso de los días, que creerlo parecía imposible.

Sin embargo, quería ver que la situación estaba en sus manos y que ahora estaba frente a él.

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