2 Capitulo 1: el despertar del primer encuentro [ parte 2]

"Perdón, es solo que recordé algo de mi sueño" expreso Lucia tratando de volver al tema anterior.

Lo cual funciono, pues Nadie olvido todo humor de reproche y miro con curiosidad a su joven dama.

"¿A sí?, ¿Qué recordó?"

"no es mucho, solo recordé una voz. Al parecer gritaba… mi nombre" Comento Lucia con dificultad llevando los dedos de su mano derecha a su sien, en un intento de aclarar sus recuerdos. "llamaba mi nombre con tanta tristeza, no se… fue extraño. No recuerdo a nadie con esa voz."

Al observar la frustración de Lucia, Nadia dejo escapar un suspiro que fue secundado por una suave sonrisa.

"Debió ser alguien que la quería mucho si gritaba su nombre con tal sentimiento…" era solo un sueño pero por la expresión de molestia de su señorita al no poder recordar lo del todo, parecía importante. Así que se animó a consolarla.

"Eso creo…" Lucia balbuceo aquellas palabras al no entender su propia mente y mucho menos recordar a quien pertenecía aquella voz.

La sirvienta noto su cara de preocupación y decidió cambiar el tema "El baño está listo, s fuera tan amable de usar la bata y acompañarme" sin desvanecer la sonrisa de sus labios, Nadia recogió una bata de ceda color crema; previamente acomodada en el perchero a un lado de la cama. "No es de señorita el estar en bragas en la habitación"

Con aquel recordatorio, Lucia se dio cuenta de había estado conversando con su sirvienta, ¡prácticamente desnuda!

"¿¡Por qué no lo dijiste antes!?"

Arrebatando la bata de las manos de aquella sonriente mujer, Lucia trato de cubrir su desnudez.

"La señorita siempre ha sido tan descuidada" comento Nadia entre risas.

'Esto no es para reírse' Pensó Lucia con las mejillas cubiertas de rubor.

A pesar de la mirada recriminatoria de Lucia, su sirvienta no le presto atención y tomándola de la mano condujo a su malhumorada señorita al cuarto de baño. Al entrar, una hermosa tina de color café decorada con dorados grabados dorados en forma de flores las recibió, Lucia deslizo sus delicados dedos por los bordes de esta, notando una sensación cálida en ella; al parecer el agua había sido calentada. Sumergiendo sus dedos para comprobar la temperatura una curva surco sus labios al sentir el agradable calor.

"¿Cómo está el agua?"

"esta perfecta" respondió Lucia, su sonrisa solo se hizo más grande al desatar su bata y dejarla caer en el suelo, para rápidamente adentrarse en la tina.

"No debería tirar su bata"

La reprimenda de Nadia había caído en oídos sordos, pues Lucia solo fijo toda su atención en adentrarse a la bañera y disfrutar el calor del agua. Sin más remedio, la ignorada sirvienta sonrió con amargura y recogió la abandonada bata del suelo para que no se mojara, la colgó en uno de los ganchos en la pared y se acercó a su joven señorita para ayudarla en su aseo.

"debí recoger su cabello, perdóneme" Nadia tomo el fino y largo cabello rubio platinado de Lucia, el cual estaba mojado hasta la mitad y colocándolo fuera de la tina se animó a secarlo con una toalla blanca.

"No importa, también quería sentir el agua en mi cabeza; será más relajante" comento Lucia sin darle mucha importancia mientras tomaba el jabón de la mesita a un lado de la tina y comenzaba a frotarlo contra sus blancuzcos brazos.

El vapor del agua inundaba sus poros y su calor provocaba que algunas zonas de su piel se tornaran rosáceas. Era hermoso de ver, parecía que tuviese la piel teñida de rubor y la espuma del jabón daba otro aspecto aún más hermoso. Hasta ella se maravilló de lo suave y delicada que era su piel.

"Entonces me encargare de lavarlo" se ofreció Nadia dejando de secarlo.

Estirándose para tomar una de las sillas a su alcance, tomo asiento cuidando de no mojar la falda de su uniforme y recogiendo nuevamente el largo cabello de Lucia entre sus manos procedió a tomar una botella negra de cristal de la misma mesa que su joven dama había tomado el jabón, y esparció el líquido traslucido a lo ancho del cabello procedió a lavarlo con dinámica agilidad. Solo unos cuantos segundos bastaron para que el baño se impregnara de un agradable olor perfumado. Lucia disfrutaba de ello mientras pasaba aquel redondo jabón por sus hombros hasta llegar a sus piernas y viceversa.

Quince minutos después, el cabello de Lucia había sido enjuagado, y ahora estaba siendo desenredado por la amaestrada sirvienta. Sin embargo, a pesar de que todo rastro de jabón había sido retirado de su cabellera, el dulce aroma prevalecía impregnado en cada hebra inundando la nariz de Lucia. Pero, esto parecía importarle en absoluto.

"Nadia"

La nombrada solo realizo un zumbido en respuesta sin detener sus acciones. Claramente indicando que la estaría escuchando.

"Ese jabón… ¿De que esta hecho? Tiene un agradable olor dulce" El aroma se colaba por su nariz y tentaba a sus papilas, como si en lugar de jabón Nadia estuviese utilizando algún tipo de postre fragante. Era absurdo, pero con tal aroma no pensaba en otra idea que no fuese esa.

"Es una infusión de rosas blancas y miel, la recibimos temprano en la mañana. La tienda de Anik la envió como muestra de regalo. Como usted es su clienta perla, envió este nuevo jabón para el pelo en conjunto con tres aceites esenciales, una dos para masajear el pelo y una para nutrir la piel" Explico con calma la criada, tomando la botella y colocándola en las manos de Lucia para que pudiese apreciarlo mejor.

Al mirar la mediana botella en sus manos una palabra surco su mente: ¡linda! Era solo una botella de cristal pero, su diseño estaba conformado por delicadas rosas talladas exquisitamente a lo largo del cristal. ¡Era una artesanía impresionante!

Lucia inclino la botella de cristal hacia su nariz y el dulce aroma impregno cada rincón de sus fosas nasales, y nuevamente sintió como sus papilas gustativas se estremecían haciendo que su boca comenzase a salivar. "Dan ansias de probarlo"

"Que tenga un agradable aroma no significa que sea bebible" Advirtió Nadia, retirando la botella cuidadosamente de sus manos, "Además, creo que no tendría un buen sabor" comento divertida devolviendo la botella a su lugar.

"Lo sé, solo bromeaba"

El jabón era fragante, pero obviamente no era algo que se debiera consumir. Estaba muy claro para ella; no era una niña. Porque algo sea tentador no significa que sea comestible.

"Bien, su cabello ya está debidamente lavado y desenredado, es hora de enjuagarse señorita Lucia"

"¡¿eh?!" Al escuchar aquella orden Lucia abrió los ojos de golpe saliendo de su ensoñada tranquilidad, "Pero si solo llevamos unos pocos minutos" protesto, no quería salir de aquella agradable sensación que le proporcionaba el agua caliente y espumosa de la tina.

"Media hora para ser exactas, y eso es más que suficiente para tomar un baño" argumento Nadia trayendo consigo un balde con agua tibia y una pequeña toalla blanca en su borde. Lucia al ver que no tendría más opción se levantó con cuidado y salió de la tina; tomando asiento en la silla en la cual Nadia había estado previamente sentada.

Nadia coloco el cubo de madera sobre la mesa y paso la toalla, ya humedecido, a Lucia quien procedió a frotar su piel con este; eliminando así los rastros jabonosos de su cuerpo. Lucia y su sirvienta volvieron a la habitación tiempo después, nuevamente llevaba puesta la bata pero su cabello estaba húmedo causando que el agua de este transparentara la tela, así que su Nadia la sentó un momento en la silla más cercana que encontró y busco una toalla para ayudarle a secarlo.

"Nadia…"

"Si Señorita…"

" ¿Puedo dormir otro poco?" Bostezo soñolienta.

"No puede" negó la sirvienta rápidamente.

"¿Por qué?... tengo sueño" protesto Lucia mirándola un tanto disgustada.

"Dormir mucho provocara que su cuerpo se vuelva perezoso" argumento amablemente Nadia terminado de secar su largo cabello. "Además, usted tiene una reunión con el Sir. Marwolaeth, ha estado esperando demasiado; tiene que estar lista lo más rápido posible.

"¿Marwol-que?"

"Marwolaeth" Respondió Nadia mientras abría las puertas de su armario en busca de algunos vestidos. "Su prometido"

"¿P-Pro-Prometido…?" ante aquella declaración Lucia solo pudo tartamudear mientras formulaba dicha pregunta en un leve murmullo, no recuerda el haber tenido algún prometido ¿o si?

"Si, el Duque Ángelo Marwolaeth. Tienen una reunión para tomar el té con él a las nueve treinta para trazar los tramites, por si no lo recuerda su boda se celebrara en tres semanas"

"¡¿tres semanas?!" Grito Lucia levantándose con estrepito de la silla.

'¿Cuándo paso esto? No recuerdo haberme comprometido, más importante ¡¡Tan solo tengo dieciocho años!!' Sus pensamientos estaban en negación, no entendía lo que estaba pasando. Desde que se despertó ha tenido un sentimiento inquietante, como si algo estuviese fuera de lugar. Sin embargo, su mente le decía que todo era normal así que ignoro aquel sentimiento y siguió el flujo de eventos, tal cual lo indicaba el modus operandi de su conciencia.

No obstante, el sentimiento de no pertenecería se había disparado con el tema actual.

"Debo seguir en el sueño. Eso tiene que ser, sí, estoy dormida. Dieciocho años no es edad para casarse, es un error, ¡solo tengo dieciocho!"

Nadia observo preocupada a su alarmada señorita, quien caminaba de un lado a otro en medio de la

Habitación mientras murmuraba cosas por lo bajo.

"Señorita se le va a caer la bata" señalo la prenda a punto de caerse.

"Pero solo tengo dieciocho" volvió a repetir pero esta vez sosteniendo la bata para que no terminara de caerse.

"No veo cuál es el problema" respondió la sirvienta dejando de rebuscar entre los numerosos vestidos en el armario para observar a su alarmada señorita. Su entrecejo no pudo evitar fruncirse ante el descolocado comportamiento de la joven dama.

"¡Si es un problema, no me quiero casar tan joven!" protesto Lucia.

"Pero usted fue la que acepto comprometerse con el…" Comento Nadia, aun mas desconcertada. "Más bien hizo todo lo posible para que la prometieran con él" Rectifico.

"¡¿Yo?!"

La incredulidad estaba escrita en toda la cara de Lucia, llevando una mano a su cabellera pensó y pensó, pero no hallaba respuesta a su pregunta: ¿Cómo sería ella capaz de proponer algo tan estúpido?

Nadia vio que su señorita se sumía más y más en sus pensamientos, por lo menos ya no estaba alterada. Así que, decidió retomar su labor de seleccionar varios vestidos y colocarlos sobre la gran cama. Se estaba haciendo tarde, y la persona con quien se reuniría su señorita era alguien al cual no se debía ofender; aunque este fuese su prometido.

"Nadia, ¿En serio yo misma forcé este compromiso?" Pregunto Lucia, tomando asiento nuevamente. Su mirada permanecía incrédula pero se obligó a si misma a permanecer en calma.

"Señorita… ¿Qué es lo que está mal con usted hoy?" Contra pregunto la aludida cuyas cejas estaban tejidas en preocupación. Segundos después, una idea surco su mente lo cual provoco que su rostro se volviera pálido "Señorita… ¿Acaso, ya no quiere seguir con el acuerdo de compromiso?"

Su señorita había hecho hasta lo impensable para obtener este acuerdo, si retrocediera ahora, solo Dios sabe las consecuencias.

"Si, digo ¡No! Es decir, ¡No se!"

"Pe-Pero, siempre estaba diciendo que estaría con el Duque Marwolaeth, desde que lo vio en la gala real declaro a su padre que solo él podía ser su marido. Por eso utilizo el favor pendiente del Conde, su padre, con él abuelo del Duque para que este accediera al compromiso" dijo Nadia volviendo la a sentar en la silla para que se calmase. Y haciendo uso de su tono más conciliador intento ayudar a su joven Dama a disuadir su idea de retirada.

¡Ya era muy tarde para eso!

Obviamente, el actual Duque no tenía la intención de atarse al sagrado compromiso del matrimonio; esto no solo implicaba a su señorita sino a cualquier fémina que aspiraba a compartir su vida con él. Era extraño, pues de los cinco Duques que poseía el reino, él era el único que no aspiraba a nada relacionado a cuestiones de pareja; el más vejo ya estaba casado y había tenido un hijo este año, el segundo estaba a la espera de su primer hijo, el más joven ya estaba comprometido, en vísperas de su matrimonio, y a pesar de que el tercero, el Duque Crown, no estaba ni casado ni comprometido, es reconocido por sus innumerables conquistas femeninas. Solo el Duque Marwolaeth era indiferente a las mujeres y sus constantes insinuaciones.

¡Hasta su hermano menor tenía un amor de la infancia!

Esto preocupo mucho al anciano Duque, solo el hijo primogénito podía ser el sucesor y solo el sucesor podía continuar la casta familiar. Su hijo ya había cedido el título a su nieto, pero este nieto suyo era carente de emoción al hecho de tener a una nueva Duquesa.

Su segundo nieto ya estaba cortejando a una jovencita y su nieto más viejo ni siquiera se había casado, ¡mucho menos comprometido!

Por tanto, cuando el apenado Conde; hostigado hasta el cansancio por su hija, se presentó ante el para solicitar un compromiso como pago por el viejo favor, estuvo más que encantado. Su hijo tampoco fue reservado en cuanto a eso, y brindo apoyo a la idea de su padre en conjunto con su esposa. Ademas, tenían una buena impresión del Conde Enaid. Siempre se había mantenido al margen en temas políticos, también lideraba con raciocinio y justicia sus deberes. Su única debilidad era su hija mayor, y por la cual había tenido que ir con vergüenza a solicitar compromiso como intercambio de un favor, mismo que nunca había pensado cobrar; hasta que su hija lo arrincono con lamentos y una advertencia que lo dejo sin opción.

Por su parte, el actual Duque de la familia Marwolaeth no mostró su aprecio hacia dicha propuesta, pero tampoco puso trabas para no acceder a esta. No era aceptación del todo, más bien, accedió debido a la regla primordial de la familia Marwolaeth.

El honor de un Marwolaeth está en su palabra, volver a esta es una deshonra que se marcara de por vida.

Así que al escuchar el acuerdo de su abuelo a cambio del favor, acepto a la hija del Conde como su prometida y futura esposa. Aunque sus palabras no fueron cálidas del todo.

'Aceptare a una esposa, pero no una carga' fue su oración final para sellar el acuerdo.

Esto lleno de indignación al Viejo Duque y a su padre, pero el Conde los calmo al decir que estaba tranquilo con su aceptación. Era justo que el estuviese disgustado ante el hecho de ser forzado a un compromiso no planeado y mucho menos deseado, el Conde Enaid se sentía satisfecho hasta este punto y aunque amara a su terca hija, no forzaría más el asunto.

Nadia le recordaba cada detalle por el cual había logrado obtener este compromiso, mientras hacía alusión severa a como no podía dar marcha atrás, Lucia estaba aún más perdida.

No comprendía a pesar de toda la explicación dada, ¿De qué iba todo esto?, si ella fue la que decidió casarse con aquel hombre, ¿En que estaba pensando cuando forzó todo esto? Y aún más importante ¿Porque no podía recordar algo tan relevante para su futuro?

"¿Entonces cual vestido elegirá para hoy?" Pregunto Nadia en un suspiro sacando a Lucia de sus pensamientos y mostrando la montaña de vestidos sobre su cama.

"¡¿Eso no son demasiados?!" exclamó esta al ver la gran cantidad de prendas sobre su cama. También, el tema no había sido zanjado. ¡¿No era grosero cambiar de tema de forma tan abrupta?!

Se acaba de enterar que tiene un prometido, no solo eso, ella misma forzó el compromiso, peor aún ¡no recordaba haberlo hecho!

'¿Qué diablos pasa?'

Mientras Lucia intentaba buscar en su cabeza posibles respuestas, su sirvienta la observaba sumida en la ansiedad. Ya era pasado de la hora acordada, el tiempo estaba corriendo y no podían darse el lujo de hacer esperar al Duque Marwoleath. ¿Por qué su joven dama escogió este momento de todos los posibles para una crisis de duda?

"¿Señorita?..." intento llamar, mientras revisaba su reloj de bolcillo con inquietud y desespero.

Lucia dejo un momento sus fallidos intentos por aclarar en su mente y levanto la mirada. Al instante se encontró con la cara pálida y preocupada de Nadia, quien miraba un reloj redondo en su mano y luego a ella y los vestidos. Una clara insinuación de que no podían perder más tiempo.

"Prepara solo dos vestidos, elegiré uno de ellos" se alentó a decir. Un suspiro abandono sus labios, sea lo que sea que estuviese mal lo analizara cuando este sola, por ahora, continuará igual que al principio; siguiendo a su conciencia. Aunque esta ya no le daba la misma confianza que antes.

"¿Eh?... ¡De inmediato, señorita"

Al escuchar su decisión Nadia se apresuró a seleccionar dos de los vestidos nuevos que había enviado el taller de costura, uno verde de mangas largas con escote y otro color caoba de cuello alto y mangas cortas; ambos sueltos de la cintura hacia abajo.

Lucia estudio ambos vestidos, a pesar de que eran hermosos y delicados no parecían tan agradables a la vista. "Ambos son preciosos, pero no me convencen de usarlos"

Nadia observo ambos vestidos y luego a su señorita, su entre cejo se arrugo al instante. Los vestidos no parecían congeniar con su piel blanquecina y su cabello rubio platino. Más bien, eran opacados por dichas características. Así que aventurándose nuevamente, saco de entre la multitud de vestidos uno morado. "¿y qué le parece este?"

Lucia inspecciono el vestido morado presentado por su sirvienta, este tenía las mangas largas decoradas con un vuelo de tela blanca al final y a pesar de tener escote cerrado de corazón no era tan pronunciado como el verde, tampoco era muy largo como los demás; cuyos ruedos llegaban a arrastrarse por el suelo y su diseño de encaje negro resaltaba su color morado.

En conclusión, era perfecto.

"Es hermoso" dijo Lucia, acariciando la prenda.

"Entonces, este será" Cometo dejando el atuendo sobre la cama.

Luego de unos cinco minutos bajo la ayuda de Nadia, Lucia estaba lista y no dejaba de admirar lo bien que le quedaba el vestido en el espejo. Estaba embobada por su propia imagen.

Nadia, quien estaba acomodando su cabello noto su silencio y pregunto "¿Sucede algo, señorita?, ¿No le gusta cómo le queda?"

"No, solo me distraje un momento" aclaro con una risa algo incomoda, de ningún modo admitirá que estaba fascinada por sí misma. El narcisismo en exceso seria grosero.

"No se preocupe señorita, deben ser los nervios. Es la primera vez que el Duque hace una visita para verla después de que el compromiso fue establecido"

"Si, debe ser eso" simpatizo Lucia con rigidez.

Mirándose nuevamente en el espejo, desvió su vista a las rápidas manos de Nadia el peinado quien estaba dando los últimos toques a su peinado al agregar una horquilla de mariposa plateada. Este hermoso accesorio daba un toque único a la trenza en forma de diadema que surcaba un arco perfecto desde su oreja derecha hasta su oreja derecha mientras que el resto de su pelo estaba recogido en una moño alto en la parte posterior de su cabeza, dejando dos mechones rebeldes a un lado de cada mejilla.

"Es muy lindo, eres muy hábil con las manos"

"Me halaga" sonrió Nadia, obviamente encantada por sus palabras. "Ahora vamos, su prometido la está esperando"

"¡¿Ya está aquí?!" , reacciono sorprendida.

"Si, falta un cuarto para las diez" Contesto presurosa, "Hemos perdido tiempo valioso, así que mejor no lo hagamos esperar" dicho esto abrió las puertas de sus aposentos y tomo la mano de Lucia para guiarla hacia la biblioteca, lugar que había sido establecido para su cita.

El estado de ánimo de Lucia se había hundido. Cada paso que daba le hacía sentir cada vez más nerviosa, sus manos temblaban y su corazón iba a mil por segundo, tanto así que podía sentía como sus palpitaciones llegaban hasta la punta de sus dedos y viceversa.

'Esto es cada vez más confuso y fuera de sentido. No entiendo por qué todo se siente tan…'

"Aquí estamos" anuncio Nadia mostrando la gran puerta frente ella. "¿Se encuentra bien?" miro extrañada el comportamiento de Lucia quien no paraba de jugar con sus manos temblorosas por la inquietud.

"S-Si no es nada" Lucia trato de mantenerse lo más calmadamente posible, pero no lo conseguía del todo. Y Nadia era testigo de ello.

"Señorita, si usted no…"

"Estoy bien Nadia, vamos" sabía que no podía retroceder ahora, la puerta estaba frente a ella y quien esperaba a su encuentro estaba al otro lado. Ya había llegado hasta aquí, confusa sobre si misma y su entorno, pero aclararía eso después de esta reunión.

"…Entendido"

Con un leve asentimiento, Nadia, procedió a abrir las enormes puertas de mármol de la biblioteca y avanzo hacia el interior, cinco pasos después detuvo du andar y sin mirar a la persona en su interior realizo una reverencia al anunciar "Duque Marwolaeth, la señorita Lucia acaba de llegar"

Lucia tomo el anuncio como seña para adentrarse en la habitación, sus nervios seguían presentes pero ella no los dejaría salir. Así que, después pasar el marco de la puerta, levanto la mirada hacia el frente y mantuvo una cara seria y recatada; en aras de ocultar el más diminuto rastro de pánico.

Solo que, su máscara no pudo ser mantenida al cien por ciento al ver el hombre dentro de la habitación.

Vestido con un traje negro aquel hombre de pie frente a ella parecía una gran montana inamovible. Su cabello negro como la tersa noche, era el marco perfecto para su cincelado rostro. El bronceado color de su piel solo agregaba puntos extras a su atractivo viril. Sin embargo, lo que más atraía de aquel hombre eran sus grisáceas pupilas, parecía plata en un mar de blanco.

No obstante, no eran todas aquellas atractivas características las que provocaron que la máscara de seriedad impresa en la cara de Lucia decayera en un treinta por ciento, sino la realización que abruptamente había disipado todas sus confusiones y dudas anteriores. Al mismo tiempo, había despejado la molestia en su corazón y la había reemplazado con el absoluto terror.

El Duque, al ver el freno repentino de Lucia al andar, alzo una de sus cejas antes de declarar su tardanza "llega diez minutos tardes señorita Lucia" esta moderada reprimenda la saco de su trance, sin embargo su postura seria se respaldó con cautela y un toque de nerviosismo.

Si aquellos ojos eran fríos como la plata, su voz era más fría y siniestra que el polo norte. Esto provocó que las palabras de Lucia se detuviesen en su garganta sin ningún motivo a querer salir, causando un ambiente incómodo y estancado.

"Disculpe la tardanza Duque Marwolaeth, la señorita se encontraba un tanto indispuesta" intervino rápidamente Nadia el abrumante ambiente.

Ángelo miro por un breve momento a la sirvienta la cual parecía no inmutarse ante su severa mirada. Lucia también robo un vistazo de Nadia y pensó en lo genial que era.

'¿son los nervios de acero un requerimiento o entrenamiento básico para obtener el título de sirvienta?' se preguntó mentalmente. ¡Ella también necesitaba un poco de esa capacitación!

"Y se puede saber… ¿Que le incomoda a mi prometida?" Prosiguió a preguntar el Duque fijando su mirada en Lucia. Aquella voz pausada y llena de escarcha provoco que cada bello en el cuerpo de Lucia se erizase. No sabía que era más atemorizante, su pregunta o su voz.

Al ver que este estaba a la espera de una respuesta intento pensar en una excusa para justificarse, pero nada congruente llegaba a su cabeza. No podía decir que se sentía lo suficientemente perezosa para no querer abandonar la cama, eso no sería una excusa valida.

"So-Solo un pequeño malestar, nada de qué preocuparse" respondió al fin tratando de mantener le la mirada para que este no descubriera la mentira tras esta pequeña excusa.

Ángelo analizo sus palabras y observo con sumo detalle cada una de sus facciones, lo cual puso más nerviosa a Lucia pero ella no podía desviar la mirada de sus ojos pues solo significaría que estaba mintiendo y en este momento no se le permitía dudar y menos ante este peligroso prometido.

Si, ahora estaba clara del porque sentía que nada tenía conexión con ella, y el por qué su corazón se sentía tan inquieto en este entorno.

'¿Qué debo hacer ahora?'

Su nombre si era Lucia, pero ella no era la hija del Conde, Lucia Enaid.

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