9 Capítulo 9 - Parte 1

—Avril y yo tuvimos una pequeña discusión cuando nos fuimos a hablar.

—Oh, ¿en serio? Ni lo no... noté—respondí con sarcasmo.

—Bueno, la verdad, la niña está muy malcriada y yo sólo la puse en su lugar.

—¿Qué le hiciste? —pregunté preocupada.

Sam comenzó a contarme con detalles lo que había pasado entre él y Avril, y cada vez que lo hacía, mi cara hacía un gesto peor que el anterior. Santo. Este chico no iba a cambiar nunca.

—Por Dios, qué cruel e... eres —dije —. ¿No te das cuenta que... que tú le gustas?

—No soy cruel, Chris. Ella se lo buscó por meterse contigo. Además, que sufra por esa parte, porque yo ni la hora le daré.

—¿Sabes que tar... tarde o temprano eso se te devolverá?

—No me importa. Ella tiene que respetar a las personas, pequeña, y si me castigan por eso, voy a estar feliz porque al menos sé que hice lo que me parecía correcto.

—No hay nadie que te de... detenga —dije.

—Tú me conoces.

—Lo sé, pero yo creo que... que deberías ser un poco me... menos impulsivo...

—Vamos, Chris, yo sé que tú estás alegre por dentro por lo que le hice a Avril, así que no finjas.—Viré los ojos. Incríble la inseriedad de Sam. ¿Cómo es posible que voy a estar alegre? ¡Claro que no!

—No, Sam.

—Yo sé que sí... —Canturreó.

—Basta. —Él rió.

—Está bien. ¿Cómo has estado tú?

—Bien.

—¿Bien, o esos ''bien'' de no estarlo? —preguntó preocupado.

Cuando me preguntó aquello, quería contarle lo que estaba pasando con Ryan, pero tenía dos razones por la cual no me animaba a contarle:

No sabía cual iba a ser su reacción, y podría estar traicionando a Ryan por haberle contado parte de sus asuntos a Sam. Sería muy imprudente de mi parte.

—Bien. Bien—regspondí.

—¿Y por qué lo pensaste tanto?—preguntó escéptico.

—Escucha...—Hice un sonoro suspiro—. Sí tengo muchas co... cosas que dec... decirte pero ne... necesito tiempo, ¿vale?

—De acuerdo, pequeña. No se te olvide que puedes contar conmigo siempre.—Me abrazó.

—Te quiero, Sam.

—Yo a ti.

***

Luego de hablar un rato con Sam, él me acompañó hasta mi casa—dejando la Scoopy en la empresa—, en su auto. Me dijo que iría a verse con Emily y luego estaría descansando en su casa. Yo cuando llegué, no había nadie en el departamento, por lo cual me fui a mi habitación a ver algo de TV mientras pasaba el tiempo.

Y en cuánto más dejaba pasar el tiempo, mis pensamientos tomaban la delantera; siempre iban a lo mismo, parecían nunca detenerse. Yo necesitaba tratar de aclararlos y tomar el asunto en mis manos. Ahora que ya no iba a poder alejarme de Ryan, se me hacía un poco más complicado, pero tenía que buscar otras opciones porque era muy egoísta esa opción, si la considero. No puedo tomar la decisión por mi sola de no querer ser amiga de él. Es injusto. Así que tenía que ir con cuidado.

—Chris, ¿estás?—dijeron del otro lado de la puerta.

Dejando mis pensamientos atrás, me levanté y me dispuse a abrir la puerta. Como era de esperarse, un atractivo Ryan estaba del otro lado, esperando ser atendido. Santo.

—Hola, Ryan —saludé algo apenada.

—¿Cómo estás?—preguntó con una sonrisa radiante.

—Bien. —Le miré extrañada—. ¿Y tú?

—Bien. ¿Cómo te fue en el trabajo?

—¿Pa... pasa algo?—pregunté.

—No. —Siguió sonriendo—. Para nada.

—Eres co... como raro, ¿sabes?—Rió.

—Aún no me contestas cómo te fue...

—Me fu... fue bien—dije, luego de comprender lo que quería decir.

—¿Acabaste de llegar o ya llevas rato aquí?—preguntó.

—De hecho, es... estaba con Sam—expliqué—. Hoy salí temprano y de...decidí estar con él para hablar.

—Ya.—Asintió—. Así que... Supongo que estás algo cansada para salir otra vez... —Movió su pelo nervioso.

¿Era lo que estaba pensando? ¿Ryan estaba preguntando si quería salir con él? ¿De nuevo? Aunque... La vez pasada fue por una razón llamada Brittany, no sé si me gustaría estar en una conversación respecto a ella, pero trataría de ser tolerante si fuese así. Al igual, Ryan no me ha dicho nada, son más bien suposiciones que estoy elaborando sin razón alguna.

—¿Es... estás tratando de decirme al... algo?—pregunté con un poco de diversión.

—No —aseguró—, sólo estoy tratando de tener una conversación contigo.

—Ah, entonces va... vamos al living y ha... hablamos, ¿te parece?—Me crucé de brazos con malicia.

—¿Y si mejor vamos a hablar a otro lugar? No sé, después podemos comer algo... —Reí.

—De acuerdo. —Accedí.

—¿En serio?—preguntó asombrado.

—Sí.

—Chris, si no te dan ganas de salir conmigo, pero tienes miedo a decirme que no, no te preocupes, pero no...

—Entiendo, pe... pero quiero salir—le interumpí—. Estoy al... algo ab... aburrida.

—De acuerdo, tengo el lugar excelente para ti. Te va a gustar.—decía mientras nos dirigíamos a la salida.

—Parece ser qu... que ya tenías to... todo planeado. ¿Tan pre... predecible soy?—molesté.

—No... no es eso...—respondió nervioso, a lo cual yo reí.

—Es... estoy molestando, Ryan—le dije divertida.

—Eres mala. —Me dio un golpe suave en el hombro, para luego abrazarme de medio lado.

Bueno, al menos no estaba suponiendo nada, al fin y al cabo. Ryan había terminado por invitarme y aún no sabía si existía alguna razón específica por la cual hizo eso, pero de igual manera, iba a disfrutarlo porque su compañia no era tan mala como para quejarme por ello.

—¿Ha... hay algo de lo qu... que debemos hablar y no es... estoy enterada?—decidí preguntar.

Sé que soy una de esas personas que piensan más de lo que son capaz de hablar, pero Ryan tenía algo que me hacía querer hacerlo las 24 horas del día, con los siete días de la semana. Él era un chico extraordinario, que te escuchaba sin importar que te equivocaras al hacerlo o que dijeras más tonterías que la razón principal por la cual habías empezado a hablar. Era de esas personas que toleraba tus opiniones aun así no estuviera de acuerdo. Era agradable estar con él.

—¿Qué?— Me miró confundido—. ¿Por qué lo dices?

—Sam es mi me... mejor amigo, trabajamos juntos y cuando yo qu... quiero hablarle de algo importante para mí o viceversa, él me in... invita o yo lo invito a algún lugar...

—Me estás queriendo decir que la única razón por la cual yo te invité a salir fue porque tengo algo de lo que quiero hablarte.

—Siempre tenemos un motivo para todo.

—¿Y si te digo que el único motivo que tengo es querer pasar lo que queda del día contigo, me creerías?

Me quedé helada a la respuesta improvisada que acababa de darme. Me detuve en medio del camino en el cual nos dirigíamos de lo asombrada que estaba. Es que... Como decía, Ryan es tan expresivo, tan transparente, que no le importa que las otras personas sepan lo que él está sintiendo en esos momentos, les gustase o no lo que él demostraba.

—De... deja de se... ser tan descarado, por favor—le regañé mientras caminaba rápido, dejándolo atrás. Él rió.

—Es en serio, Chris, ¿por qué no me crees? —decía divertido, intentado alcanzarme.

—Calla.

—Pero...

—Ya—le detuve—. No qu... quiero escucharte más estupideces—dije, para luego seguir caminando con la misma rápidez de antes.

—¿Si quiera sabes para donde vamos?—preguntó desde el punto donde había dejado de caminar. Yo me detuve, volteé y vi su rostro atractivo con un gesto de diversión que no podía ocultarlo.

—Entonces, apresúrate y de... deja de hablar tan... tanto.—Rió mientras me alcanzaba.

—Eres adorable cuando haces intento de enojo—dijo.

—No estoy in... intentándolo—corregí—, estoy enojada.

—¿En serio?—Ahora su rostro ya no estaba divertido. Yo asentí, pensando que ya iba a dejar de hacer bromas incómodas, pero no, solo rió más fuerte que lo anterior.

—Basta. No es gracioso.

—No me estoy burlando, Chris, es solo que...

—¿Qué?—Le miré expectante mientras él intentaba calmar su risa.

—Nada. —Parecía como si se hubiese arrepentido de lo que estaba a punto de decir. Solo sacudió su cabeza y me haló de la mano—. Ven, vamos a buscar mi Davidson, quiero llevarte a un lugar.

—¿Donde?—Pregunté curiosa.

—Ya vas a ver.

No decidí preguntar más nada respecto a lo que quería mostrarme, ya que por lo que veo a Ryan le gustaba dar sorpresas, no sé si podría ser ilusa por lo que iba a decir pero ya esta sería la segunda vez que él hace algo para mí. Cabe recalcar que la primera fue el día del entrenamiento, puede que sea algo insignificante, pero para mí es como esa gema valiosa de esas que las personas considerarían preciada.

Realmente todo lo que estaba pasando me confundía radicalmente, debido a que Ryan no era nada mío para que él se comportara de esa manera conmigo. No éramos novios para que sus acciones tuvieran justificación, no somos amigos desde hace años, tampoco familiares... Simplemente somos dos personas compartiendo un departamento por un accidente. Ni mi ex lograba tratarme de la manera en la que el cara bonita lo hacía. Era inexplicable. Lo único que me preocupaba era si estaba confundiendo las cosas, ya que como él me hacía saber todo el tiempo, estaba enamorado de una chica—de la cual esta—, ni la hora le daba hasta hace poco.

—Pensar tanto no es saludable—dijo Ryan una vez se bajó de la Davidson.

—No estaba pe... pensando—refuté.

—¿Así? —Alzó una ceja—. ¿Por qué no te has quitado el casco?

Toqué mi cabeza, y efectivamente no había quitado el protector desde que había bajado de la motocicleta. Sí, tenía que usar esa cosa porque Ryan decía que era por nuestra seguridad. «Podríamos vivir la vida al extremo, pero seguros.», palabras de él.

—Porque no que... quería que el vi... viento me despeinara—aseguré. Me quedó mirando por un segundo, lo cual pude ver en sus ojos que quería decir un «lo voy a dejar pasar», así que yo fingí no haberle entendido.

—Vamos.—Tendió su mano, esperando que la tomara. Yo no hice nada —. ¿No me vas a dar tu mano?

—Yo...—Suspiré —. ¿No... no crees que es raro?

—No. —Tensó la mandíbula y tomó mi mano —algo tosco—, mientras que se puso en marcha.

A eso es lo que me refiero con que me confunde. No sé si sus intenciones son de la misma clase de la que yo pienso que son. Pero tampoco sé si «rechazándolo», será normal para él o le afectara de una manera negativa, como lo que ocurrió ahora. O no sé si estoy paranóica con todo esto y solo es mi puta imaginación dándome una mala pasada.

—Otra vez estás pensando demasiado. ¿Estoy haciendo algo mal?—preguntó, deteniéndose un poco para poder llevar mi ritmo.

—¿Qué? No —respondí.

—¿Es sobre mí? Vamos, puedes comentarme lo que te pasa.

—No es so... sobre ti—mentí.

—¿No te gustaría compartir eso que te está atormentando en tu cabeza? —preguntó demasiado suave como para ablandar mi corazón.

—No... no es ta... tan fácil como parece—hablé sin mirarle. De hecho, díficil este tipo de conversación con él, entiéndanme.

—Nada en esta vida es fácil, Christine, y si a veces no tomas riesgos, jamás vas a liberarte de lo que te atormenta, y eso no te llevará a ser feliz.

—No...no es el momento—insistí—. No qui...quiero arruinar na...nada.

—Nada que esté haciendo daño a mi Christine se le justifica.

Mi corazón se detuvo unos instantes, mientras que mi cerebro recibía la información que las células receptoras del oído se habían encargado de que este lo entendiera tal cual como había sido dicha.

Tomé un respiro silencioso, al momento que tomaba una rápida decisión en casos como estos de emergencia.

—Basta. —le regañé—. No soy tu Christine y ya deja de meterte en lo que no te importa, ¿de acuerdo? He sido muy paciente contigo, pero tú solo estás ahí... Ahí insistiendo y... y... y... creyendo que tienes razón en to... todo lo que dices y... y... y... haces y no... no es así.

Él me miró sorprendido —como era de esperarse—, quiso hablar, se le notaba a millas de distancia, pero no lo hizo, lo cual me dejó con la duda porque no sé que estaba pasando en esos momentos por su cabeza.

—Falta poco para que lleguemos, ven—dijo después de unos segundos que fueron eternos para mí.

Sinceramente, no le había prestado atención a lo que estaba a nuestro alrededor debido a la charla que teníamos, pero pude notar que estabamos como una especie de mirador, este era de lo más natural posible, no tenía puentes o cosas así hechas por el hombre que pudieran dañar la bella imagen, solo se veía que habían tratado de arreglar para que las personas pudieran apreciar la belleza que teníamos como mundo. Estábamos rodeados de montañas, no demasiado altas, estaban perfectamente diseñadas para que los humanos desagradecidos pudieramos subir en ellas y apreciar la vista.

Cuando ya estábamos allí, me di cuenta que no había casi nadie en este lugar.

—Es mi lugar favorito en todo el mundo—dijo—. Ven, vamos a sentarnos acá.

Lo seguí y nos sentamos en una parte donde podríamos ver toda la ciudad, afortunadamente había seguridad, porque ni loca me sentaría tan cerca como para caerme desde semejante altura. Bueno, a decir verdad, no era ni tan alto, si no que estar a salvo era mi prioridad, así tuviera que exagerar.

—To... todo esto es hermoso... —hablé, mirando hacia la ciudad.

—¿Cierto? Lo descubrí una vez que estaba tan enojado como para suicidarme, luego me quede tan maravillado por semejante vista que se me olvidó lo que iba a hacer —bromeó.

—No... no es gracioso, ¿sabes?

—Este paisaje salvó mi vida—Ignoró lo que dije antes.

No pude decir una sola palabra, porque no sabía si estaba diciendo la verdad o no. O sea, ¿como puedo distinguir eso cuando lo dijo en broma? No es como que yo sea un dispositivo que detecta cuando se habla en serio y cuando no. Si fuera así, ni si quiera hubiera sido novia de Calvin, en primer lugar.

—Lo siento. —Le escuché decir—. No quise incomodarte en nada. Tienes toda la razón, Christine, no soy nadie para meterme en tus asuntos. No son problema mío. Lo siento.

Santo, ¿qué acabo de hacer? ¿Si ven? Puedo callarme un millón de cosas y las que digo son tan impulsivas que en vez de defenderme, hieren a otros.

—No, Ryan, no... no te disculpes. Está bien.

—No está bien.—Negó con la cabeza—. He cometido una imprudencia, por lo tanto debo aceptar mi culpa.

No sé que me succedió, pero no pude con lo que él estaba haciendo ni de la manera que estaba actuando, me llegó tanto al alma, que no pude evitar abrazarlo.

—Gra... gracias, Ryan... Solo... Muchísimas gracias. —Lo apreté más contra mí para evitar la humillación. Él aún sorprendido, me devolvió el abrazo.

—Todo va estar bien, linda, todo estará bien. No te preocupes—me susurró suavemente al oído—. Desde ahora, estaré para ti siempre que me necesites, ¿de acuerdo? No volverás a estar sola nunca más. Lo prometo.

Solo pude tomar esas palabras y guardarlas en lo más profundo de mi roto corazón, esas serían las palabras que me reconfortarían algún día, las que me ayudarían a tener esperanza en mi vida. Saber que no estabas sola, era aliviante.

Después de ese largo abrazo, nos separamos en silencio, mirando hacia la ciudad. No era incómodo, no estaba ansiosa por romperlo y sabía que él tampoco. Teníamos una paz que no estabamos dispuesto a dañar, sino que la íbamos a aprovechar todo lo que pudíeramos.

Jamás había sentido tanta tranquilidad con un chico como lo sentía con Ryan, se sentía bien porque no tenías que fingir como sentarte, como hablar, qué decir, como vestirte, cómo mirarlo, todas esas cosas que uno hacía cuando un chico le parecía lindo; tener esas ganas de querer impresionarlo todo el timpo para que él pudiera sentirse de la misma manera en la uno se sentía. Pero esto aquí no pasaba, yo no tenía que hacer nada para impresionarlo porque no era de esa manera en qué yo lo veía y si así fuera, no tendría oportunidad. Y por otro lado, él no tendría nada que hacer para impresionarme ya que de por sí él ya lo había logrado.

—Cuan... cuando tengo la oportunidad de apreciar la naturaleza... —pronuncié—. Cuando veo todo lo que hay alrededor y me pongo a pensar, yo... yo siento que todo es posible, ¿sabes? Siento que todo lo que sueño se me hará realidad, siento que tendré una larga vida, siento que estoy viendo la misma maravilla al igual que mi posible alma gémela, yo... Siento que todo es alcanzable, Ryan, siento que ni el cielo es el límite... Cuando me doy la oportunidad de ver aquella maravilla, mi esperanza se enciende como cuando la gasolina se encuentra con el fuego. Que... que ni si quiera esta tartamudez me detiene. Ni si quiera el corazón roto...

Me atreví a mirarlo, y sus ojos se veían exactamente como cuando tengo una pechuga de pollo en mi plato, como cuando te dicen que pasaste el examen final que tanto ansiabas ganar, esa mirada que él tenía en mí, era como si yo fuese la causa... ¿Lo era?

avataravatar
Next chapter