5 Capítulo 5

—No...no lo sé. Creo que es Sólo pero, pero pudo estar, eh, molestando.

Sonrió aún más.

—¿Te suena algo con Máquina?

—Con máquina...

Trataba de recordar en dónde lo había escuchado, y sólo...

«¿Siempre...siempre te vas así...así de rápido dejando a, eh, todo el mundo tirado?»

«Bueno, me dicen la máquina por algo.»

¿Pero dónde más lo había escuchado? ¿Dónde?

—Bueno, él... Él me dijo una vez que le llamaban la máquina por alguna razón. Pero, no entiendo, ¿qué...?

—¡Christine! —gritó, tanto que me asustó.

—¿Qué...qué pasa? —Pregunté con el corazón acelerado.

—¡Él es McShane! ¡McShane! ¡Yo sabía que lo había visto en alguna parte! ¡Por Dios! ¿Cómo pude ser tan tonto?

—¿Qué? —Pregunté sorprendida—. No. No...no...no puede ser, Brent. Yo...yo lo hubiera reconocido. Eso...eso no es posible.

Tenía que ser posible porque Ryan me atacaba siempre. Él decía que yo ya lo conocía y que debería saber su nombre. Por esa razón pudo haberme mentido en su apellido.

—¡Sí! ¡Si lo es, Christine! ¡No puedo creer que vivas con mi corredor favorito! ¡Santo!

—¡Espero que así te alegres cuando venga el bebé! ¡¿Te quedó claro?! —Gritó Norah desde su habitación.

Brent palideció. —¡Sí, amor! —exclamó, pero no con el mismo entusiasmo de antes.

Él volvió a centrar su mirada hacia mí y susurró—: ¿Irás conmigo hoy?

—¡No inventes, Brent! —exclamó Norah desde quién sabe donde.

Yo me encogí de hombros con pesar. Sinceramente, ya no sabía si ir o quedarme. Primero, porque ahora que sabía que Ryan era la máquina, iba a ser vergonzoso verlo. Podría malinterpretar todo. Y segundo, Norah estaba muy susceptible.

—¿Quedamos para la primera carrera?

—Claro, Brent. Sabes que no me lo perdería por nada del mundo.

—Bueno, aunque ahora eso te debe dar igual porque ya tenías a la máquina en tus propias narices.

—No. No...es tan fácil...como crees. Y él no es mi favorito como el tuyo.

—Oh, vamos, él es el mejor. Algún día lo tendrás que aceptar.

—En tus sueños.

Él rió. —Bueno, iré a verlo. Tendrás que invitarme más seguido a tu apartamento. —Me dio un beso en la frente antes de irse.

***

Toda la tarde que estuve con Norah y Sam, no pude parar de pensar que Ryan era el McShane, aquel corredor que odiaba sólo por el hecho de hacerle competencia a Wood. Simplemente no lo podía creer.

Yo sí había pensado que lo había visto en algún lugar, pero no recordaba dónde. Sin embargo, sigo sintiendo esa sensación y no entiendo por qué.

—Está como por las nubes.

—No es necesario que lo digas. Mírala.

—¿Ah? —Pregunté cuando Sam y Norah estaban hablando pero no sabía de qué.

—¿Si ves? —señaló Sam, mirando a Norah.

—Totalmente.

—Lo...lo siento. Estaba algo distraída —me disculpé.

—No me digas —soltó Norah con sarcasmo. Su embarazo le estaba afectando al máximo.

—¿En qué estabas pensando?-preguntó Sam con curiosidad.

—Nada. Sólo...

—¿Qué te dijo Brent que estás así? —Preguntó Norah.

Hice un sonoro suspiro.

—Estoy...estoy viviendo con McShane y no lo sabía hasta...hasta ahora.

Esperé un rato para ver que decían, sin embargo, no les miré a los ojos.

—¿McShane? ¿El corredor? —preguntó Sam.

—Ese mismo.

—¡Oh, Dios! —exclamó Norah.

—¿Qué...qué pasa? ¿El bebé ya, ya viene? —pregunté preocupada.

—¡No! —gritó—. ¡¿Brent sabe esto?!

—Él fue el que me dijo. —Me encogí de hombros.

—Oh, mierda. Estoy acabada.

—¿Por qué? —preguntó Sam con cierta diversión en su voz. Ella le fulminó.

—Seré madre soltera de cuatro niños—chilló—. ¡Brent se la va a pasar en el departamento de Christine todo el tiempo!

—No, no será así, Norah—le calmé.

—Es que...es que yo no sé qué hice para...para quedar embarazada. Si yo...yo soy una mujer joven y bella —decía, comenzando a llorar.

Oh, Dios, sácame de aquí, por favor.

Miré a Sam y él estaba riéndose mientras Norah lloraba. Yo le golpeé el hombro y le di una mirada de advertencia.

—No...no te preocupes, Norah. Todo estará bien.

—¡No, Christine! —me sobresalté—. ¡No lo entiendes! ¡¿Por qué tengo que tener esta enorme panza?!

—Ya saldrá, Norah, ya saldrá—habló Sam tratando de mantenerse serio.

***

Después de haber intentado calmar a Norah como por mil horas, se quedó dormida. Gracias a Dios.

—¿No...no entiendes que no puedes reírte cuando Norah está así?

—Lo intento, Chris, en serio lo hago. Pero es que... No puedo evitarlo—decía divertido.

—No seas así. Quizá sólo está un poco susceptible porque ya está por nacer el bebé. Y no es adecuado que te rías.

—Lo siento, Chris. No lo volveré a hacer—prometió—. No delante de ti.

Eso último lo susurró pero yo alcancé a escucharle perfectamente, así que le pegué en el brazo.

—¡Hola, amigos! —interrumpió Brent.

—Hombre, no te oímos llegar.

—¿Cómo te fue?—pregunté con curiosidad.

—¡Excelente! Chris, tenías que haber ido. Wood estaba allí, lo cual se hizo más interesante el entrenamiento porque había rivalidad. ¡Asombroso!

Quería ahorcarlo.

—Me hubiera gustado. —suspiré.

Aunque pensándolo bien, ya no.

—Creo que harán un par de entrenamientos más, y la otra semana es la primera carrera oficial aquí en el país.

—¿Irás a todos ellos? —preguntó Sam.

—No creo. Norah en cualquier momento puede tener a mi hija y no quiero dejarla sola.

Menos mal y tenía conciencia.

—Hoy estuvo muy sensible—comenté.

—¿En serio? ¿Por qué conmigo siempre se comporta como el mismísimo diablo?

Reí.

—No lo sé. Pero...pero estaba culpándote por tener la panza grande y dejarla sola.

—¡Cuando estoy con ella, me echa de mi propia casa! —exclamó un poco sorprendido.

Sam rió.

—Mujeres. Quién las entiende.

—Chicos, realmente aprecio que se hayan quedado con Norah. Aunque no estuve muy tranquilo en el entrenamiento, aprecio mucho lo que hicieron.

—No...no te preocupes, Brent.

—Tranquilo, hombre. Nunca me había divertido tanto como hoy.

Fulminé con la mirada a Sam.

—¿La actitud de Norah? —preguntó Brent escéptico.

—Totalmente. Podría verla así todo el día.

—Eres muy cruel, Sam.

—Chris, debes aceptar que es divertido.

—¡Es tu esposa, Brent! —reclamé.

—Bueno, pensándolo bien, sólo es divertido cuando no me ataca.

—Son realmente idiotas, en serio.—Me puse de pie para irme—. Brent dile que no...no pude despedirme de ella. La llamaré de todos modos.

—No te preocupes, Chris. Gracias por todo, en serio.

—Cuando quieras—comenté.

Sam también se puso de pie. O sea, era obvio. Él tenía que llevarme sí o sí.

—Hermano, un placer haberte visto de nuevo. La próxima iremos los tres.—Se despidió Sam con un saludo extraño.

—Igual, bro.

—Nos vemos, Brent—se despidió de mí dándome un beso en la cabeza.

***

—¿Por qué estás tan distraída?—Preguntó Sam cuando estábamos en el ascensor.

—¿Lo...lo estaba?

—Lo estabas, Christine. Y no lo niegues.

—No lo sé, Sam.

—¿Qué te preocupa?—dijo abriendo la puerta del copiloto.

No le respondí. —¿Estás pensando en Calvin? —Tampoco respondí.—¿En serio, Christine? Ese hijo de puta no merece un jodido pensamiento tuyo. Ni si quiera donde está muriéndose.

Ahora se notaba que Sam estaba enojándose. Y eso era lo que menos quería.

—No...no estaba pensando en él. Y...y aunque estuviera haciéndolo, ¡no lo puedo evitar!

—¿En qué pensabas entonces?—preguntó escéptico.

En Ryan.

—En nada, Sam, en nada.

—Christine, sabes que me importas mucho. Demasiado. Y no estoy dispuesto a dejarte sola nunca más. Jamás me lo perdonaría.

—Y lo agradezco, Sam. Pero no puedes... No puedes estar cuidando de mí todo el tiempo... Tú...tú tienes una novia y...

—Tu eres mi hermana—me interrumpió.

—No. No lo soy. Y no me parece que me prefieras a mí antes que a ella.

—Quiero mucho a Emily, Chris, pero las novias van y viene. Las amistades no. No como la tuya. No como la de Norah y Brent. La familia no, Christine. La familia no.

Realmente me había llegado su discurso. Apreciaba totalmente lo que él estaba haciendo por mí.

—Pero... Perderás a Emily por mi culpa.

—Si Emily realmente me quiere como dice, lo va a entender. Lo va a entender porque sabe que eres todo lo que tengo en esta vida. Todo Christine. ¿Entiendes?

Sam, había perdido a sus padres y era hijo único. Sus otros parientes, le dieron a espalda por problemas que habían tenido con sus padres. Ahora él sólo tenía que cuidar de sí mismo, de su novia, y también quería hacerlo conmigo.

—¿Todo va bien con ella? —No pude evitar preguntar.

—Sí, Chris. Todo bien—dijo no muy convencido.

—No me mientas, Sam—le advertí.

—No lo hago. Estoy bien con ella, sólo que...

—¿Qué?—le incité a hablar.

—Estoy confundido, Chris.

—¿Qué quieres decir?—Pregunté.

—A veces... A veces siento que Emily está actuando. Pero quizá sólo sean bobadas mías, Chris.

—Quizá, Sam. ¿Le quieres?—pregunté.

—Lo hago.

—¿Cómo antes?

—No tanto.

Vaya, realmente estaba sorprendida. Creí que todo iba a la perfección, pero lo que me decía él, y con la cara que hacia, no lo estoy tan segura de ello.

—La vez que nos volvimos a...a ver, dijiste que ella era la cosa más perfecta de este mundo junto conmigo.

—Estoy tratando de convencerme a mí mismo que la quiero igual que antes, Chris. Realmente no sé que siento.

—¿Has estado conociendo a otras personas? —Él no respondió. —Sam, ¿has engañado a Emily?—pregunté.

—Por supuesto que no, Chris. No lo haría.

—¿Entonces por qué no has respondido a mi pregunta?

—Porque si he conocido a otras personas.

—Chicas, querrás decir —le corregí tajante.

—Tienes todo el derecho a enojarte conmigo.

—¿Por qué lo dices? —me crucé de brazos.

—Porque Emily las conoce también.

—¿Las? ¿Son varias? ¿Son amigas de ella? Sam, ¿qué...qué está pasando?

—Ella me las presentó, Chris. Y sólo he mantenido el contacto con una de ella. Pero no es nada comprometedor. Te lo aseguro.

No dije nada más durante el camino. No me gustaba a veces la actitud de Sam. Siempre hacia lo mismo. Tenía una novia, y luego conocía a otra persona, "nada comprometedor", terminaba con su novia y luego ya tenía algo con la otra.

Según él todas las veces eran diferente.

—¿No me vas a dirigir la palabra?—Preguntó.

Abrí la puerta del copiloto y salí. Él hizo lo mismo, rodeó el auto y se acercó a mí.

—No te enojes, Chris, mira que yo te quiero mucho. —Me tomó por la cintura.

—Por lo menos hoy, no se me va a quitar. No creo que Emily se merezca lo que le estás haciendo.

Me soltó bruscamente.

—¿Y qué se supone que estoy haciéndole? ¡No le he faltado! ¿Y qué si ella lo está haciendo?

—¿Eso te da motivos para que tú también lo hagas? —Me crucé de brazos.

—No. Pero Chris, ya te dije. No le he faltado. Sin embargo, eso no quiere decir que ella no lo haya hecho.

—¿Quién te metió eso en la cabeza?¿Fue aquella chica? ¿La amiga de ella? ¿Crees que deberías confiar en ella cuando está hablando mal de su propia amiga? 

—Ella no me ha dicho nada.—Miró hacia otro lado.

—Ah, no, ¿y entonces quién?

—Christine, ¿qué es lo que realmente te preocupa?

—No te atrevas a cambiarme el tema, Sam.

—Yo... ¡¿Qué carajos quieres que haga?! ¡¿Qué puedo hacer?! ¡Dime! ¡Dame una solución!

—Christine, ¿está todo bien por acá?

Lo que me faltaba.

—Eh... Sí, Ryan. No te preocupes.

—¿Estás segura?

—¡¿Qué no le escuchaste?!—contestó Sam irritado.

—Chris, sé que no me incumbe, pero, ¿segura qué estás bien con este tipo aquí?

No sabia si ignorar el hecho de que me había llamado «Chris»o que se preocupara porque estaba con Sam.

—Tú lo dijiste, hermano, no te incumbe—soltó Sam tajante.

—Estoy hablando con Christine.

Sam se volteó hacia su dirección y quedaron frente a frente retándose. —Y ella te contestó. Así que mueve tu trasero de aquí.

Los dos eran prácticamente del mismo tamaño, así que se les hacía fácil tratar de intimidarse el uno al otro.

—¿Este tipo es tu novio? —preguntó sin quitar la mirada hacia Sam.

—No...

—Ya te lo dije. No te incumbe. Si es mi novia o no, es nuestro problema. Así que largo. —Amenazó Sam.

Realmente no me sorprendía tanto el carácter de Sam, porque el se comportaba así de bravucón cuando Calvin solía molestarme. Lo que si me sorprendía, era Ryan. No entendía su actitud, y aunque estaba enojada con Sam, él tenía razón; no le incumbía.

—Ryan, ¿qué está pasando...?

—Nada. Él...él ya se iba—contesté.

No quería tener problemas con ella también.

Ella miró a Ryan, y luego me dirigió una mirada de odio, seguido miró a Sam, sólo que frunció el ceño.

—¿Sam? ¿Qué haces aquí?

—Espera, ¿lo conoces?—preguntó Ryan.

—Claro. —Se encogió de hombros haciéndolo más obvio.

—Hola, Avril, qué bueno verte. —Le apartó la mirada a Ryan para verla.

—¿Qué haces aquí? ¿Y dónde está Emily?

—¡¿Emily?!—pregunté mirando a Sam.

—Chris...

—¿En serio, Sam? No hace falta que me digas nada.

Iba a irme de allí pero él me tomó de la mano.

—Espera, por favor. Tienes que creerme...—Me solté de su agarre.

—Eres un idiota, Sam. Yo...

—Espera, ¿conoces a la tartamuda? Sam, ¿dónde dejaste a «tú» novia? —preguntó haciendo énfasis.

Yo viré los ojos al ver lo ridícula que estaba haciendo.

—Avril, realmente me hubiera gustado hablar más contigo, pero ahora no puedo, de verdad.

Reí con cinismo.

—Asombroso, Sam.

—Chris...

—Lárgate. No quiero verte ahora.

—Te llamaré. —Me miró con esos ojos de enorme arrepentimiento que solía hacer para que le hablara.

—Haz lo que...que...quieras.

—Espera, imbécil, ella te dejó ir pero yo no. ¿Qué carajos estás haciendo?

Él se soltó del agarre de Ryan empujándolo un poco.

—Métete en tus jodidos asuntos.

—¡¿En serio?! ¿Qué les hiciste? ¿Tu tartamudez los puso estúpidos o qué?

—No seas ridícula. —Viré los ojos.

—¡¿Cómo me llamaste, estúpida?!

Corrió hacia mí, pero Sam y Ryan le obstruyeron el paso, cubriéndome completamente.

—Esto...esto es increíble. —Aplaudió con sarcasmo —. La mosca muerta tiene a los dos de su lado. Definitivamente esto lo tiene que saber Emily.

Encima tiene el descaro de comportarse como una amiga cuando ha hecho todo lo contrario.

—Basta, Avril —advirtió Ryan.

—Ustedes, quítense de...de mi camino. Yo sé defen...defenderme sola.

Ellos se apartaron un poco al verme molesta, pero sin bajar la guardia.

—Qué lindo. Todo muy lindo, de verdad. —Rió sarcástica.

—Avril, por favor, basta —dijo Ryan de nuevo.

—Sam, te creía diferente. Pensé que eras real. De veras, lo pensé.

La mirada que le dio Avril a Sam, fue una totalmente distinta a la actitud grosera que solía mostrar.

—¿De dónde conoces a este tipo, Avril? —Preguntó Ryan.

—Nada extraordinario—no despegaba su mirada en Sam—, sólo un pequeño error que cometió Emily.

Y con eso me dejaba más que claro que ella era la que hablaba mal de Emily para que Sam se confundiera.

Mi enojo no pudo ser mayor.

—No puedo creer que hayas caído tan bajo. Eres un hipócrita—dije.

—Chris...

—¡¿Chris, qué?! No, Sam, yo siempre fui clara contigo. Honestidad, ¿lo recuerdas?

—Eso es lo que quiero saber, Chris—dijo en voz baja—. Por esa razón estaba con ella.

Le miré confusa. —¿Qué tienes que saber? ¿Cómo puedes creerle a alguien que habla porquerías de su propia amiga? ¿Cómo?

—Necesito más tiempo—suplicó.

—No, Sam. Sabes que nunca te he puesto en una situación parecida a esta, pero... O... O es ella o soy yo. —Miré a Avril para que captara la indirecta.

Pero creo que ella lo entendió totalmente diferente.

—Sabes que jamás pondría a alguien más por delante de ti, Chris. Por favor. Tienes que creerme. Algo está pasando.

—Vaya, qué manipuladora eres. Es que no puedo creerlo. Sencillamente no. En cuanto Emily sepa esto... No va creer la clase de hombre con que se metió.

—Hey, Ryan, no vas a creer la hamburguesa tan deli... Oh, hay reunión por aquí.

—No, Tyler, no hay ninguna reunión. Ya nos íbamos.

—Pero si parece que... —Centro su atención en Sam—. ¿Sam?

—Hola, Tyler. —Levantó una mano en señal de saludo.

Vaya, ahora aquí parece que todo el mundo se conoce con todo el mundo.

—¿Desde cuando tú y Ryan se conocen? ¿Avril los presentó? ¿Ya lo hicieron oficial?

No sabía si estaba bromeando o no. Pero miré a Sam en tono de advertencia en cuanto vi que Avril se puso colorada.

—¿No es lo que creo, Sam? ¿A qué estás jugando?

—¿Christine?

—Hola, Tyler. —Saludé sin quitar la mirada a Sam.

—Espera, ¿conoces a esta tipa? —preguntó Avril con desagrado.

¡Carajos, yo sólo quería hablar con Sam en paz!

—Sí, fue la chica que les conté. La que me encontré en la horrible cafetería.

—¿Y a él? ¿Desde cuando lo conoces? —Preguntó Ryan.

—Bueno...

—¿Acaso de te enamoraste te mí, imbécil? ¿Qué carajos te importa dónde me conoció? —Sam lo retó.

—¿Por qué no dejas que responda Tyler? —Me crucé de brazos.

Si el río suena, es porque sus piedras lleva.

—Estoy seguro que vas a malinterpretar todo, Christine. Pero te aseguro que todo esto es una jodida casualidad. Lo que no voy a permitir es tener que hablar delante de este maricón.

—¿Qué dijiste, imbécil? —Ryan lo tomó de la camisa.

Ay, santo, ¿en qué momento pasó todo esto?

—¡Basta! —Grité.

Todos se quedaron tan sorprendidos como yo.

—Saben...¿saben, qué? Por mí mátense si quieren.

Me fui de allí, dejando a todos ellos un poco desubicados por mi actitud.

No sé qué estaba pasando y en qué momento pasé de tener una vida calmada, a un escándalo con desconocidos.

Creo que seis meses, no iban a ser tan fácil como pensé.

—¡Chris!

Vamos, sigue caminando, ya falta poco para el departamento.

—¡Christine!

Por favor, no abre rápido, abre rápido.

—¡Chris!

Entré al apartamento sin tiempo de poder cerrar la puerta para poder encerrarme en mi habitación lo más rápido posible.

—Chris, hey... —dijo con suavidad, tomándome del brazo.

—¡¿Qué parte de "no me llames Chris", no entendiste?! —me solté de su agarre.

—Lo siento. Lo siento, de verdad.

—¿Qué quieres? —Le mire tajante.

—¿Podemos hablar? —Me miró suplicante.

—Yo no tengo nada que hablar contigo, mentiroso.

—¿Mentiroso? Ese de allá si es un mentiroso —señaló.

—Tú...tú no sabes nada.

—Exacto. No sé nada. ¿Por qué me llamas mentiroso?

—¿Cómo te llamas? —Pregunté.

—¿A qué viene eso?

—Responde —exigí.

—Ryan —respondió.

—Tu apellido.

—Ya te lo dije. Me llamo Ryan Sólo.

—Eres un hipócrita también. Hablas de mentiroso y mírate a ti—señalé—. Sam tiene razón, métete en tus asuntos y está pendiente de lo que hace la niña esa con la que andas.

Me di la vuelta, pero me haló bruscamente para que quedara de frente con él. Podía sentir su respiración y su rabia empezando a salir.

—No me compares, Christine Moore —advirtió—. No te atrevas a hacerlo.

Intenté alejarme, pero no me dejó.

—McShane. Me llamo Ryan McShane.

Sabía que era él. Pero era tan increíble que tenía que rectificarlo a toda costa. Es como si tuvieras a tu cantante favorito en frente: tenías que tocarlo para ver si era real.

—¿Por qué has...has mentido?-susurré.

—No lo he hecho. Pensé que lo sabías —susurró de vuelta.

—Ya ves que no.

Intenté alejarme y esta vez si lo permitió.

—Pensé que sólo te hacías.

—Sí sabía que...que te...te había visto en algún lado. Pero...pero no sabía en donde.

Como la rabia se me estaba yendo, mi tartamudez estaba volviendo.

—¿Tan feo soy? —Bromeó.

No. No lo eres.

—No te ofendas, pero... No eres mi...mi favorito.

—¿Te gustan las carreras? —Preguntó un poco asombrado.

—Me encantan.

—Es por eso que sabes tanto de motos, ¿no?

—No sé mu...mucho, de todos modos-Me encogí de hombros.

—Así que me veías por la TV. —Se cruzó de brazos divertido.

—No, exactamente.

—Ah, ¿no? —alzó una ceja—. ¿Por qué?

—Si veía campeonatos, pero no para verte a ti.

—Entonces, ¿a quién? —Sonrió.

—¿Quieres saber?

—Te estoy preguntando, ¿no?

—A Woods.

La sonrisa que tenía se le esfumó inmediatamente.

Vaya, entonces lo que se rumoraba acerca de ellos dos, era cierto.

—¿Te gusta él?

—Es mi corredor favorito.

—Interesante.

Se hizo un incómodo silencio.

—¿Puedo...puedo pre...preguntarte algo? — Asintió. — ¿Avril es tu novia?

Negó con la cabeza. —Es mi hermana.

Por alguna razón su confesión me tranquilizó. O sea, era un peso menos ya que si Avril y Ryan tuviesen algo-lo cual es imposible-, sería doble traición porque además de salir perjudicada Emily, también sería Ryan.

—Interesante —respondí de la misma manera que él minutos atrás.

—¿Y él? ¿Es tu novio?

Viré los ojos. —Claro...

—¡Ryan! ¡¿Dónde estás?! ¡No puedo creer que hayas ido tras esa...!

Dejo la frase en cuanto nos vio juntos hablando.

—¿Qué haces hablando con ella? —Puso las manos en su cadera.

—¿Por qué no podría? —le retó.

—Mira, Ryan, si tu de verdad quieres conquistar...

—¿Qué, Avril? ¿Qué?

—¡No vas a llegar a ningún lado cortejando a otra tipa!

Santo, esta chica si que era ruidosa.

—No la estoy cortejando.

—Rió con cinismo —. ¿Sabes qué? Haz lo que quieras, pero ni creas que voy a dejar que te acerques a mi amiga. Ni creas.

Él enseguida se puso rígido.

—Avril...

No quería seguir escuchando su discusión, así que me di la vuelta y dirigí a mi habitación. Por lo menos había tenido un poco de su atención.

Ahora simplemente no podía dejar de pensar en Sam, y en lo que hizo; en Calvin, y por último, en Ryan y posiblemente con una chica.

avataravatar
Next chapter