11 Capítulo 10

—¿Ha pasado algo?

—No.

—¿Estás segura, Chris? Acabo de ver a ese chico, y créeme que no es para nada al que tú me contaste.

—Quizá es el real.

—¿Ah? —preguntó Norah confundida.

—¡No lo sé! ¡No me aturdas, quiero estar sola!

—De acuerdo.

Lo había visto partir, dejándome sola ahí como infinitas veces lo había hecho. Pero esta vez, iba a ser la última. O dejo de llamarme Christine Moore.

Llevaba un par de días sin hablar con Ryan después de lo sucedido. A partir de allí, lo evitaba a toda costa. Salía más temprano a trabajar, llegaba más tarde o los días que llegaba temprano me quedaba todo el día en mi habitación. No era por orgullo, tampoco porque estuviera enojada con él. Solo que él si estaba enojado conmigo, no quería fastidiarle más de lo que hice aquél día. Aunque aún no me quedaba claro qué le hice para que se comportara de esa manera. Me daba miedo buscarle y preguntarle. Quizá dijera palabras que no quería escuchar.

Estaba en mi habitación viendo TV, cuando sentí que alguien estaba tocando la puerta del apartamento de una manera muy grosera y de repente me asusté. ¿Si le había pasado algo a Ryan? ¡Santo!

Me levanté corriendo de mi cama, abrí la puerta de mi habitación bruscamente, corrí hasta la puerta, y sin asegurarme de quién podría estar del otro lado de esta, la abrí.

—¿Dónde está? —Me encontré con un chico cabello oscuro, piel algo clara, cuerpo bien trabajado y un gesto en su rostro de pocos amigos.

—¿Dón... donde está quién? —pregunté confundida.

—No te hagas —advirtió —. Si no quieres que invada tu departamento, no lo escondas.

¿Estaría buscando a Ryan? ¿Habrá hecho algo estúpido? Santo, ¿qué tenía que hacer?

—De ver... verdad que no sé de qué me está hablando. Sea más claro —expliqué.

—Mira, pequeña, no quiero problemas contigo, ¿vale? Así que ve a buscar al hijo de puta que tienes en aquella habitación y dile que se ponga los pantalones y venga acá.

Sentí un escalosfrío recorrer por todo mi cuerpo. ¿Como hacía para hacerle creer al tipo que nadie vivía conmigo? No quería que se armara un problema por lo que sea que este chico ha venido hasta aquí para reclamar.

—Ya le dije que... que aquí no hay nadie, ¿no entiende? —Iba a cerrarle la puerta en su cara, pero con su fuerza, me dejó en desventaja. Para sorpresa mía, me empujó un poco, entrando al departamento.

—Odio que me mientan. —Comenzó a mirar por todos lados como para ver por dónde empezaba a buscar.

—¿Es que... que ya lo hicieron que no me cree? —El chico, inmediatamente centró su atención en mí.

—¿Qué te dijeron? —Me miró amenazante.

—¿Qué me han di... dicho de qué? —pregunté confundida.

—¿Es que tú sabes algo? —Se acercaba a mí peligrosamente, mientras me miraba amenazante.

—Yo no lo... lo conozco. ¿Cree que sé algo sobre usted? —pregunté —. ¿Por qué no se va, ah? Deje de armar problemas en... en casa ajena.

—Mira, no sé si es que te la quieres tirar de lista conmigo o qué. —Suspiró —. Pero yo no me voy de aquí hasta que ese desgraciado no aparezca, ¿me entiendes?

—Usted no es na... nadie para venir a imponer nada en mi departamento —hablé, tratando de mantener la calma —. Así que, pido respeto y que se vaya ahora mismo.

Él se quedó pensativo por un largo momento que me estaba colmando la paciencia.

—¡Que se largue! —grité.

—¡No me voy a ir de aquí! —gritó de vuelta.

—¿Qué son todos esos? —preguntó Ryan, una vez que llegó hasta la ante sala.

Ahora si que se va a armar y ya no podía hacer nada para evitarlo. Yo no sabía que Ryan estaba aquí, así que ahora es mucho peor porque intenté ocultarlo, y él como no sabía lo que estaba pasando, salió.

Nadie le respondió y yo rogaba para que el tipo se fuera sin decir o hacer nada.

—¿Qué hace él...—No pudo terminar porque el chico, aprovechando que tenía la guardia baja, se lanzó sobre él, dándole un puñetazo —. ¡¿Qué diablos?! ¡¿Acaso es otro de tus ex novios, Christine?! —preguntó con rabia y limpiándose la sangre del labio.

Cuando dijo eso, todo mi cuerpo se puso caliente del enojo que tenía en mis venas. ¿Cómo era posible? Lo estaba tratando de ayudar y él me sale con estas estupideces? ¡Ni si quiera sabía él lo que hizo!

—¡¿Qué?! No...—Suspiré sonoramente, interrumpiéndome a mí misma—. ¡Imbécil!

Una vez dicho eso, salí del apartamento, dejándolo a los dos matarse. No iba a hacer nada para impedirlo. Tenía muchísima rabia, ¿como era posible que hiciera esa clase de pregunta, cuando lo estaban buscando era a él? Me enojaba enormemente cuando decía palabras todas hirientes conmigo. ¿Por qué no sólo me dice lo que hice que le molestó? Yo podría sólo explicarle y pedirle disculpa por mi comportamiento, pero no. Hacia todo lo contrario. Me humillaba siempre.

Sin darme cuenta, tomé un taxi para ir a la casa de Sam. No sabía donde había dejado mi Scoopy y no iba a bajar al parqueadero del edificio a revisar si estaba allí porque no tenía tiempo en estos momentos como para pensar donde la había dejado y comenzarla a buscar.

Le pagué al señor que amablemente me trajo, mientras bajaba del taxi y cerraba la puerta.

Toqué el timbre de la súper casa de Sam mientras esperaba que hablara por el ínter comunicador.

—¿Quién molesta? —preguntó Sam.

—Soy yo, Sam.

—¿Christine? ¿Y ese milagro? —Se escuchaba la sorpresa en su voz —. ¿Qué haces aquí?

—Si me abrieras, la puerta de tu súper casa, te... te contaría mejor, ¿no crees?

—Oh, lo siento. Espera.

Sam abrió la reja primero para que pudiera entrar. Hice mi camino hasta llegar a su casa, cuando él ya estaba en la puerta esperándome.

—¿Pasó algo? —preguntó sin ocultar su gesto de preocupación.

Eso era lo que me impedía contarle todo a Sam. Su sobre-protección me daba miedo porque no sabía de lo que era capaz.

—No. —Negué con la cabeza —. Sólo te... te extrañaba.

—Christine, no me mientas —dijo con un tono extremadamente suave.

—Sólo abrázame. —Sin que le diera tiempo de pensar, lo abracé. Por suerte, hizo lo mismo.

—Vamos a entrar para que me cuentes.

Así fue, entramos a su casa, y nos sentamos en el sofá de la gran sala abrazados, para que pudiéramos hablar.

—Sabes que a ti no te gusta venir aquí, Chris. Vamos, cuéntame lo que te pasa —decía, mientras acariciaba mi cabello.

—Prométeme que te vas a controlar, por favor.

—No hagas eso —dijo tensándose un poco. Él sabía que cuando le decía eso, hacía justamente lo contrario.

—Así no puedo con... contarte, Sam. Siempre te pones como un loco y armas más problemas —dije suavemente.

—Está bien. —Suspiró —. Prometo comportarme.

—Hace un par de días salí con Ryan...

—Esto no me está gustando —me interrumpió.

—Todavía puedo echarme para atrás —dije —. No voy a con... contarte nada.

—Está bien. —Pude percibir que tenía la mandíbula tensa. Yo no lo podía ver, porque tenía mi cabeza en su torso, mientras él depositaba suaves caricias en mi cabello.

—Fuimos a un supermercado que abre las 24 horas del día... —Tomé una pausa —. Me encontré con Calvin.

—Te escucho, continúa. —Ahora si que estaba tensó del todo.

—Comenzó a decirme cosas algo groseras y hu... humillantes.

—¿Y McShane no hizo nada? —dijo con algo de enojo en su voz.

—Al principio, él no... no sabía que Calvin era de esas personas. Por eso, no... no hizo nada. Luego, al soltar un comentario hostil, él se metió.

—¿Lo golpeó? —Pude sentir la esperanza en su voz.

—No, Sam. Algunos, intentan arreglar las cosas, ha... hablando.

—Qué marica —susurró.

—Sam —dije en tono de advertencia.

—Está bien.

—Debes dejar de ser tan sobre protector con... conmigo.

—Lo intento, Chris. Pero cuando eres lo único que me queda, no.

—También tienes a... a Emily.

—Oye, no cambies el tema. —Parecía que él también lo había cambiado.

—¿Qué? —pregunté inocente.

—No me has terminado de contar.

—Ya lo hice.

—Eso no es lo que te tiene así, Christine.

—¿Por qué estás tan... tan seguro?

—Te conozco —dijo —. Ya viste que no me puse como un loco. Cuéntame.

—Ryan está molesto conmigo —susurré.

—¿Qué te hizo ese idiota? —volvió a tensarse.

—¿No me escuchaste? —pregunté, levantándome para mirarlo a los ojos —. Está molesto con... conmigo.

—¿Por qué? —preguntó.

—No lo sé. —Me acomodé en el sofá mirando hacía al frente.

—Es un imbécil. ¿Desde cuando?

—Desde el día de la inauguración.

—¿Puedo preguntarte algo, Chris, pero me responderías con sinceridad? —habló suavemente. Sabía que estaba mirándome, y ya tenía más que claro cual era la pregunta. Así que, asentí —. ¿Te gusta, McShane?

Ni yo misma sabía con claridad que me pasaba con Ryan. No podía decirle nada hasta que yo estuviera segura de que era lo que realmente sentía.

—No lo sé, Sam —susurré.

—Chris, ¿sabes lo que significa eso? —preguntó —. Él está enamorado de Brittany Stewart.

—Lo sé.

—Pequeña, yo no quiero que salgas herida. —Cuando Sam mostraba un comportamiento distinto al que yo me esperaba, hacía que me abriera a él fácilmente. Todas las barreras que montaba, enseguida se destruían.

—También lo sé.

—Es un idiota.

—Supongo. —Me encogí de hombros.

—¿Por qué él? Hubiese sido más fácil si fuera el otro McShane. —Hablaba de Tyler.

—Yo también me... me lo pregunto, Sam, pero es algo que... que no puedo evitar. —Mis lágrimas comenzaron a salir sin permiso alguno.

—¿Ves? Todo lo que yo no quería que pasara. —Me haló hacía él, abrazándome de nuevo —. Peor es nada.

—¿Qué quieres de... decir? —susurré.

—Al menos ya sé que no estás con esperanzas de tener alguna oportunidad con Calvin de nuevo.

—El día que lo vi, destruyó lo... lo poco que tenía —dije.

—Es lo mejor. No estabas pensando razonablemente.

—Lo sé. Gracias por estar conmigo, siempre —dije llorando —. Eres el mejor, Sam.

—Te aseguro que no sé si quiero golpear a Calvin una última vez, o golpear a McShane por darte esperanzas.

—Él no... no me dio esperanzas.

—Chris, él tuvo que darte alas como para despertar algo en ti.

—Él sólo ha sido un buen chi... chico. Además, te dije que aún no lo sabía.

—No hay ninguna diferencia.

—Quizá estoy confundiendo el... el buen trato con gusto.

—¿Yo te gusto, Chris? —preguntó.

—¿Qué? ¡No!

—¿Y cómo te trato? —volvió a preguntar.

—Bien —dije casi inaudible.

—Si estuvieras confundiendo el buen trato con el gusto, también estuvieses confundida respecto a mí. Y no lo estás.

—Es diferente.

—¿En qué?

No supe que responder. Quizá estaba intentando encontrar razones que llevaran la contraria respecto a lo que decía Sam, pero no había ninguna.

—Yo... Acepté que iba a ayudarle a conquistar a Brittany —dije.

—¡¿Qué?! —preguntó sorprendido —. ¡Christine, te estás tirando la soga al cuello!

—Quiero que... que sea feliz, Sam.

—Es estúpido. Muy estúpido.

—Quizá lo mío sea algo pasajero. Ya te dije que... que no estaba segura.

—¿Y si es así? Si gustas de él, ¿crees que serás capaz de llevar la relación que él tenga con Brittany?

—Es buena chica.

—Es mimada.

—Eso no le quita que... que sea buena persona. Emily es... es mimada, y me cae muy bien.

—Vamos, eso no tiene sentido, Chris.

—Creí que... que no querías que estuviera involucrada con... con Ryan.

—Y así es. Pero eso no significa que tengas que hacer cosas estúpidas para librarte de él, Chris. —Suspiró —. Sé que en el corazón no se manda. Y sé que tampoco se va a tomar nada bien el hecho de que quieras que McShane sea feliz al lado de otra chica que no eres tú.

—Yo llegué de último, no puedo hacer es... eso.

—En estas cosas, todo se vale. Aquí no importa quién llegue de primero es quién se lo lleve. Además, ella tuvo mucho tiempo para tenerlo antes de tú llegaras.

—Ella ya se lo llevó —dije.

—¿Cómo estás tan segura de eso? Vamos, pelea, lucha. Antes de que te arrepientas.

—Tú odias a Ryan.

—Pero quiero tu felicidad, Christine Moore. Te amo con toda mi alma como para poner por delante mis diferencias con él antes que a ti.

—Eso es... es lindo —dije volviendo a llorar —. Pero ya di mi... mi palabra. No voy a echarme para atrás. Y... y no voy a jugar sucio.

—Vas a salir herida.

—No es como si ya no... no lo estuviera.

—Probablemente me arrepienta por esto, pero él a pesar de ser un imbécil, he visto lo mucho que se preocupa por ti, Chris.

—¿Y eso qué?

—Eso puede ayudar a conquistarlo.

—Suenas como una ne... nena —dije riendo.

—Eso es ofensivo para ambos géneros. —Me miró en tono de advertencia —. Y no me cambies el tema.

—Sam, basta. Nada va cambiar el hecho de que él qui... quiera a otra chica y de qué sólo sienta un cariño hacia a... a mí.

—Tú puedes cambiar eso.

—Me con... confundes. Prefiero al Sam que... que no soporta a McShane.

—Soy el Sam que quiere verte sonreír de nuevo.

—Uno no es feliz por alguien más, uno es... es feliz por uno mismo.

—Lo sé. Pero hay algo que dice «un clavo saca a otro clavo» y quiero que suceda en tu caso.

—Estás mal de la cabeza —dije divertida.

—¿Te sientes mejor ahora? —preguntó sonriendo.

—Sí. Gracias. —Sonreí de vuelta.

—Intenta hablar con él y preguntarle por qué está enojado. Quizá ni si quiera fue contigo.

—¿A qué te refieres? —pregunté. Él se encogió de hombros.

—Quizá está enojado con la situación en donde tú estabas presente.

—¿Y cual sería esa?

—¿No piensas que es más fácil preguntarle?

—¿Por qué haces es... esto, Sam?

—Porque si dejas que pase más tiempo, le vas a dejar el camino libre a la zorra esa y no vas a tener a tu papasito —dijo algo afeminado.

—Eres un... un tonto —dije riendo, golpeándole el hombro—. Hablo en... en serio.

—Ya te lo dije. Quiero que vuelvas a sonreír.

—¿Y si pasa lo contrario? —pregunté.

—Hay que tomar riesgos para averiguarlo, pequeña —dijo, abrazándome una vez más.

Sam había logrado hacerme sentir mejor después de todo lo que me dijo. Me había sorprendido una vez más la manera en la que se había tomado la situación. Lo único que a mí me había impedido contarle, era su reacción. Y como siempre, me había dejado con la boca abierta. Era por ello que amaba a ese chico demasiado, era mi familia. Él había sido muy fuerte con todo lo que había tenido que pasar, y aun así, había estado conmigo cuando yo también estuve en las malas. Él pudo salir adelante. Estar solo en este mundo sin su familia, no era lo que él hubiera querido, pero había aprendido a vivir con ello, había aprendido a que no era necesario llevar la misma sangre para tener una. Mi madre lo amaba también, estaba agradecida con él por cuidar de mí en esta ciudad tan grande. Él se había ganado un lugar en nuestra pequeña pero unida familia.

Luego de nuestra charla, habíamos discutido porque quería llevarme a mí casa después de haberse enterado que había venido en taxi hasta acá. Sin embargo, decidí aceptar porque tuve buen momento con él y no quería echarlo a perder.

—Entonces déjame pa... pagarte —dije, mientras quitaba el cinturón de seguridad.

—Que no seas terca, mujer, ya te dije que no. —Estacionó el auto en frente del edificio.

—De acuerdo.

—Pensándolo bien, voy a aceptar que me pagues... Pero no con dinero.

—Entonces, ¿con qué? —Le miré confusa. Él me dio una mirada pícara —. No seas imbécil, Sam. —Él rió fuertemente por la cara que le puse.

—Tú eres la mal pensada. —Viré los ojos.

—Ya dime.

—Vamos, te acompaño al departamento.

—No, Sam —dije, mientras negaba con la cabeza.

—Nunca me has dejado entrar.

—Porque no quiero pro... problemas con Ryan.

—Me comportaré. Lo prometo. —Hizo un puchero.

—Está bien —dije a regañadientes.

Bajamos del auto, antes de dejarlo en el parqueadero para visitantes y nos dirigimos al ascensor.

—No está tan mal. Pero mi casa está mejor —decía mientras íbamos por el pasillo.

—Ya te dije que... que quería independizarme.

—Vivías con Norah.

—Pero ella aceptaba mi pa... paga. Tú que... querías que viviera en tu casa gratis.

—No se le cobra a la familia.

—No vamos a discutir sobre eso de nuevo —dije, abriendo la puerta del departamento.

—Pero...

—Christine, ¿eres tú? —dijo un Ryan algo golpeado mientras venía hacia la puerta —. Me tenías pre... —Se calló en cuanto me vio con Sam.

—McShane —dijo Sam.

—Estabas con él —dijo mirándome —. Menos mal.

—Ryan, ¿quién es? Ven para terminarte de curar... —Apareció Avril con un algodón en la mano, algo sorprendida.

—Va... vamos a mi habitación, Sam —dije, mientras él cerraba la puerta del departamento.

—No tienes vergüenza. Es el novio de tu amiga —volvió a hablar Avril.

—No empieces —Ryan la calló, mirándola amenazante.

No dije nada, así que sólo pase por encima de ellos, dirigiéndome a mí habitación.

—La cagaste, McShane. —Sam puso su dedo desde la punta de su cuello, hacia la otra punta como si fuese sido degollado.

—Sam. —Volteé, mirándole en tono de advertencia —. Vamos.

—Eso que hiciste allí fue algo rudo —habló, mientras yo cerraba la puerta.

—Lo sé. —Suspiré —. Pero él no... no puede pretender que yo voy a dejar pasar cada vez que... que hace una grosería y... y luego me habla como si no hubiera pasado nada.

—Así es, tienes que darte tu lugar —dijo acostado en mi cama, con el control remoto en mano.

—Ni si... si quiera me estás prestando atención.

—Lo estoy.

—Ugh, iré al baño.

Comencé a lavar mi cara en el lavamanos, mientras intentaba aclarar mi mente. Me había costado ignorarle cuando había dicho que estaba preocupado por mí, pero es que la verdad me había sentido herida cuando intenté hacer una broma con él y me había dejado tirada allí con su grosería.

Salí del baño, y vi a Sam concentradísimo viendo caricaturas, no pude evitar reír porque se veía muy tierno; parecía un niño pequeño.

—¿De qué te ríes? —preguntó sin despegar la mirada de la TV.

—De ti.

—Eres mala.

—Es que si te... te vieras... —dije riendo un poco más —. Pareces un ni...

En ese momento tocaron la puerta. Ya estaba segura de quién sería.

—Chris, ve abrir —ordenó Sam.

—¿Por qué yo?

—Porque tú vives aquí, no yo. —Se encogió de hombros.

—¿Y?

—A ti es la que te gusta McShane, no a mí.

—¡Calla, Sam! —dije tirándole la almohada, mientras el reía fuertemente.

—¿Qué?

—¿Te das cu... cuenta que pudo haber escuchado?

—Estoy seguro que no. Ve a abrir.

—Eres un... un tonto —dije, mientras abría la puerta. Efectivamente, era Ryan.

—Hola —dijo. No respondí, sólo asentí con la cabeza —. ¿Podemos hablar?

—¡Sí! —gritó Sam desde dónde estaba.

—¡Sam! —le regañé.

—¿Esa es tu respuesta? —preguntó Ryan esperanzado.

—¡Que sí, hombre! —volvió a hablar Sam. Tomé una sandalia que estaba en el piso, y se la tiré —. ¡Strike one!

A Ryan se le veía la cara de diversión que intentaba ocultar. Sinceramente, me convenía que se llevaran mal a que se aliaran en contra mía.

—¿Entonces? ¿No vas a hablarme?

—¿En don... donde vamos a hablar? —Él se encogió de hombros.

—Podemos ir al balcón o salir al aire libre —sugirió.

—¡Al aire libre! —dijo Sam.

—Dame un se... segundo. —Sin dejarlo responder, cerré la puerta, tomé otra sandalia y se la tiré a Sam.

—¡Strike two! —gritaba riendo.

—¿Quieres de... dejar de molestarme? —susurré enojada —. No es divertido, Sam. Va a sospechar.

—Pues, que lo haga. A ver si así reacciona.

—Sam. —Le miré en tono de advertencia.

—Está bien. No diré nada. Ahora ve a salir con él, yo te espero.

—No voy a salir con... con él. Iré al balcón.

—Aburrida —dijo bufando.

—Te voy a echar de mi departamento —le amenacé, mientras salía de la habitación.

—¿Decidiste? —preguntó Ryan.

—Vamos al balcón. —Pude ver la decepción en sus ojos, pero asintió.

—Lo siento, Chris —dijo una vez que estábamos mirando hacia la nada.

avataravatar
Next chapter