webnovel

Capítulo 2

_Llegan tarde muchachas. – alza la voz la hermana superiora, mientras esperaba a que ingresáramos a la habitación.

En ese momento detrás de nosotras aparece la hermana Lucía tratando de tomar la palabra, pero era imposible porque seguíamos escuchando los regaños de la hermana superiora, definitivamente hoy no era mi día. Deseaba poder salir corriendo, pero no podía, no tenía a donde ir.

_Fue mi culpa. – habló la hermana que esperaba su turno para poder hablar. – Yo las mantuve entretenidas con algunas cosas. Disculpe. – agregó ella.

La hermana escuchó atentamente todo lo que Lucía tenía que decir y finalmente asintió dejándonos pasar. Luego de aquel episodio la tarde se hizo inmensamente aburrida, digamos que el almuerzo me lo pase por alto y terminé encerrándome en la biblioteca, mi lugar favorito en todo el mundo.

Ya ha pasado una semana, los días anteriores han concluido con regularidad, después de todo nunca ocurre nada interesante por este lugar sólo importan los días de visitas, dónde, teniendo suerte, dos o tres son adoptadas, pero no yo. A las familias le gusta adoptar niños más pequeños, supongo que son más tiernos y dan menos problemas que los adolescentes.

Se acercaba navidad, estaba tan asustada de que no me dieran la oportunidad de quedarme hasta cumplir veintiuno que ya me estaba afectando, apenas dormía por las noches y me estaba el sueño me vencía durante las clases, ya van dos o tres días que me envían a la sala de castigos.

_Buenas tardes. – respondió Epril, también se encontraba en la sala de castigo conmigo. No me dijo porque llegó aquí y espero que no haya sido por mi culpa. – Tierra llamando a Liana. – agregó ella, después de unos segundos en los que no salía palabra alguna de mi boca.

_Hola. – respondí algo triste, nunca me ha pasado algo así y no esperaba que me sucediera tampoco. – No me mires de esa manera, estoy bien. – agregué luego de que me miraba con pena o no sé, no lo lograba distinguir.

_Esta bien. – mencionó ella, mientras alzaba sus manos en son de paz y yo asentí para volver a perderme en mis pensamientos. – No deberías pensar tanto en tus padres. – volvió a articular mi amiga, ¿Cómo sabía que mi mente estaba ocupada en ellos?

_ No lo hago. – respondí tratando de evitar a toda costa que siguiera hablando de ellos, sólo lograba que el vacío en mi interior aumentara aún más.

De algún modo Epril tenía razón, sólo me atormentaba pensando en mis padres. Decidieron abandonarme como a un perro, no importa si tenían o no recursos, me abandonaron y eso es algo que no sé si podría perdonar algún día, pero estaba segura de que, si no lo hacía nunca iba a poder ser completamente feliz.

Trataría de perdonar el hecho de que a mis padres no les importara en lo absoluto, después de todo nunca los necesité, no los conocí y ellos tampoco a mí, no sé si estarían orgullosos con el tipo de mujer que soy ahora o si se avergonzarían de mi debilidad y torpeza, pero quien asegura que si hubiera estado con ellos sería esta mujer que veo en el espejo.

_Iré a la biblioteca, no tengo muchas ganas de dormir. – mencioné mientras mi voz poco a poco se apagaba.

_No tardes. – escuché cuando estaba cerrando la puerta de la habitación. No tengo planeado demorarme, sólo quiero caminar un poco, tal vez buscar algo de aire fresco, no lo sé.

Caminaba por el pasillo mientras comenzaba a escuchar algunas voces en la oficina de la hermana superiora, ¿Quién estaría a estas horas? Seguí caminando como si nada, pero reconocí la voz de la hermana Lucía.

_ Me reconoció. – dijo ella algo alarmada. Se notaba miedo en su voz. – Si no me voy ahora acabará con lo que prometió. – habló nuevamente. Sacudí mi cabeza para poder irme, pero luego escuché algo que hizo que mi mandíbula se abriera de par en par. – No las pondré en peligro ni a ustedes ni a mi hija.

_ No te preocupes, sabes que aquí estará bien cuidada. – no es posible, ¡La hermana Lucía tenía una hija en el orfanato! – Rezaremos para que ese hombre despiadado no te encuentre querida. – dijo la hermana superiora con esa tranquilidad que casi siempre la caracteriza.

_ Me conformo con haber conocido a mi hija, desde que tuve que dejarla no la había visto. – la escuché suspirar. – Es muy hermosa y en el fondo es igual a mí, pero físicamente tiene rasgos similares a su padre. Ella estará bien aquí alejada de todo ese mundo oscuro. – terminó de decir y escuché cómo se dirigían a la puerta, salí corriendo de ese lugar, sin hacer tanto ruido, obvio.

Cuando llegué al jardín me dispuse a observar el mar, la luna se reflejaba en este y era un paisaje que me gustaría guardar de por vida. Las olas del mar amenazaban con tocar mis pies y quise caminar por la arena de la playa dándoles el gusto a cada una de las olas que salían del mar.

Sentía tanta paz en estos momentos, nada podría sacarme de este lugar, la vida se me reiniciaba con solo el sonido del mar, la noche era silenciosa y podía escuchar fácilmente el ruido de los grillos cantar a lo lejos.

_ Dio ragazza, cosa ci fai qui? (Dios niña, ¿Qué haces aquí?). – habló de repente una voz masculina, mi cuerpo se tensó sólo por la voz del hombre que estaba a mis espaldas. - Non mi risponderai? (¿No me responderás?). – agregó nuevamente.

_Non devo parlare con estranei. (No debo hablar con extraños) – atiné a decirle, sentí sus manos en mi hombros y lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, no era el momento para llorar Liana. – No me haga daño por favor. – supliqué y escuché una risa algo burlona de su parte.

_ Vai adesso ragazza, non camminare da sola di notte. (Vete ya niña, no andes sola por la noche). – agregó aquel hombre y sentí como el alma volvía a mi cuerpo.

_Grazie. (gracias). – respondí y antes de que él pudiera decir algo más, corrí al orfanato. Escuché su risa a lo lejos, ¿Quién era él? ¿Serán las personas que querían hacerle daño a la hermana Lucía? No lo sabía y temía por ella, no quería que nada le pasara.

Me dirigí tan rápido a la habitación donde había escuchado la conversación anterior con la esperanza de que aún estuvieran decidiendo el nuevo paradero de la hermana Lucía. Cuando toqué la puerta nadie abrió y por primera vez en la vida desobedecí una orden, entré por mi cuenta, espero que nadie se dé cuenta de lo que acabo de hacer o estaré en graves problemas.

No había nadie en la oficina y tenía que buscar alguna información que me dijera dónde se encontraría la hermana Lucía, de alguna forma ella se había colado dentro de mí por el simple hecho de estar siempre ahí cuando la necesité y no precisamente como el resto de nuestras cuidadoras, ella de verdad sentía lo que hacía, tal vez porque sabía lo que era ser madre.

Salí de la habitación con mucho cuidado en dejar todo en el lugar exacto donde estaba anteriormente, luego de eso me dirigí a la cocina del establecimiento, no podía ni tenía intenciones de dormir, la voz de aquel hombre aún se colaba por mi sistema, era tan tenebrosa y su risa… llena de odio y perversión. Espero con todas mis fuerzas que ese extraño no sea algunas de las personas que quieren hacerle daño a la hermana Lucía, si no ella estaría en serios problemas.

_ ¿Liana? ¿Qué haces aquí, pequeña? – escuché su voz y sentí como el color volvía a mi cuerpo, ella está bien, aún no se ha ido y no la dejaré ir, no esta noche con aquel hombre afuera, pero cómo decirle que ya sé que se va a largar de este lugar y también sé la razón por la que lo hace.

_ No podía dormir. – respondí lo primero que se me vino a la cabeza y creo que lo creyó. – Vine por un poco de agua a la cocina, ¿Usted tampoco podía dormir? – pregunté tratando de sonar lo más normal posible.

_ No, tampoco podía dormir. – mencionó ella cómo si nada malo estuviera pasando. Bajé la mirada con un poco de tristeza en recordar que tal vez no la vuelva a ver nunca más. – Mi niña, ¿Qué sucede? – agregó levantando mi rostro con su mano, ¿Así se sentirá tener una madre?

_Yo… yo tal vez. – suspiré. – Tal vez escuché una conversación que no debí escuchar. – agregué hundiendo mi rostro entre su abrigo, ni siquiera había sentido el frío que hacía. – ¿Por qué tiene que irse? – pregunté aún con mi cara escondida entre sus ropas, no tenía intenciones de largarme de aquí.

_Mi niña. – suspiró ella. – Hay cosas que los adultos tienes que hacer, aunque les hagamos daño a muchas personas, pero las hacemos para mantener a salvo a las demás personas importantes para nosotros. – agregó ella. – Y tú eres una de ellas. – volvió a decir.

_Pero aquí estará bien. – respondí aun abrazándola. – La cuidaremos y nos comportaremos. – agregué nuevamente.

_Pequeña. – dijo con su dulce voz. – Hay personas en el mundo a las que no le importa acabar con la vida de cuanta gente esté por delante de sus objetivos. Cometí muchos errores en mi vida, pero poder conocerte no fue uno de esos. – agregó cómo si fuera el plan que ya había acatado.

_No se vaya hoy. – grité cuando la vi alejarse a la puerta. – Vi a un hombre en la playa. – ella votó sus maletas y se dirigió a mi rápidamente, en sus ojos se veía la preocupación que sentía.

Next chapter