4 ¿Excelente día?

Lunes, 12 de febrero de 2018.

¿Iba a ser un "Excelente día"? No lo creo. Con lo que paso ayer, aún me siento cansada.

Eran las 5.30 AM. Desperté temprano gracias a la alarma del despertador. Me levante de mi cama para dirigirme a la escuela —pero yo le digo cárcel, no hay mucha diferencia—, busque en mi armario mi uniforme, revise en mi gaveta en busca de ropa interior, los acomode en mi cama. Ya con todo listo, me dirijo al baño. Me quito toda la ropa, y compruebo la temperatura del agua —es temprano, entonces de seguro esta fría—, estaba helada. Así que cambio la calefacción. Vuelvo a comprobar y ya está tibia —ahora si estoy preparada, a bañarnos—. Mientras me lavaba el cabello con un Champoo nuevo que había comprado con mis amigas. Pensaba en voz alta.

—¿Sera posible que Gustav este con Sol? —Quede en las nubes pensando sobre el asunto.

Me empecé a restregar mi cuerpo con el jabón de baño, después de haberme enjuagado el cabello. Ya habían pasado trece minutos. Y como sabía, que lo que me tomaría más tiempo era secarme el cabello, decidí salir del baño, después de secarme el cuerpo y ponerme el paño.

Entre a mi habitación. Y como siempre, tomo mi celular y lo enciendo —tengo ese hábito de apagarlo cuando voy a dormir—. Al colocarme la ropa interior, recibo una notificación de un grupo de tarea donde estoy con mis dos mejores amigas, Mun y Teresa, teníamos que hacer un trabajo y aún no lo habíamos terminado.

—Niñas, ¿Dónde están? —escribió Mun.

—En mi casa, ¿Por? —respondo con toda la paciencia del mundo —. ¿Ya llegaron a la escuela?

—Jaja graciosita —escribió Teresa—. Te recuerdo que teníamos que llegar temprano para un trabajo.

'Mierda'. Se me había olvidado, y yo aquí tranquila, como si fuese otro día normal en mi vida.

Me arreglé lo más rápido posible y salí de casa. Pedí un taxi. Cuando iba en la carretera, me llega un mensaje del grupo "UNIVERSITY HARROW".

—Buenos días —escribió Luis.

—¡Hola grupo! —respondió Sol—. Buenos días.

Al fijarme de la hora, ya eran las 6.45 AM, me quede sorprendida ya que era temprano. Entonces, ya que estaba despierta, también me uní al chat.

—Buenos días chic@s, ¿Cómo amanecieron? ¿Qué hacen despiertos a las seis y pico de la mañana?

—¿Seis? Aquí son las ocho —escribió Luis.

—Aquí son las siete jajajajaja —escribió Sol.

A veces, se me olvida que estamos en países diferentes.

—¡Ayer no supe nada de ti! —exclamo Sol.

—Estaba ocupada —respondí

—Ah, ok. —escribió Sol—. Entonces, no te preocupes.

—¿Y que hiciste ayer? —pregunto Luis.

Esa pregunta me dejo pensando en lo que ocurrió ayer después de recibir el mensaje de Dayana.

—Nada, solo pasar el tiempo con mi hermano —respondí—. A parte de que se me olvido cenar. Ahora tengo hambre.

—¿Y cuándo es que no tienes hambre? —me escribe Sol con sarcasmo. Ella me conoce bien. Sabe que siempre tengo hambre.

—Jajajajajaja, lo siento chicos, pero me tengo que ir. Ya voy llegando a la escuela. Bye —escribí, mientras, veía la hora. 6.58 AM

—Bay Lily, que te vaya bien —escribió Sol—. Sabes que te quiero mucho.

—Bye Lily —escribió Luis.

—Adios Lily, que te vaya bien. —De pronto. Entro a la conversación Gustav—. Luego seguimos hablando.

Yo estaba sonriendo detrás del teléfono. Sabía que, si Gustav y Sol estarían juntos, formarían una hermosa pareja. Cuando de pronto, el chofer me saca de mis pensamientos.

—Señorita, ya llegamos.

—Muchas gracias Señor.

Reviso mis bolsillos para darle el dinero al chofer. Para luego, bajarme del taxi. Y entregárselo una vez que salga.

—Tome —Le entrego el dinero.

—Adiós señorita —toma el dinero y lo lanza en una cajita que llevaba en la repisa del taxi.

Vi como el señor se iba, mientras yo voy caminando hacia la entrada. Todo se veía muy solitario. Las únicas que estábamos ahí, éramos yo y mis dos mejores amigas.

—¡Por fin llegas niña! —exclama Mun mientras se acercaba a mí. Me decía con una voz un poco enojada.

—Ya no te enojes —interrumpe Teresa—. Lo bueno es que ya llego temprano ¿Verdad Lily?

Yo solo sonríe y nos fuimos a un salón para hacer el proyecto.

8.47 AM. Ya había pasado más de media hora. Todas estábamos exhaustas —sin mencionar estresadas.

—¡Por fin! —exclame, mientras me estiraba en la banca —. Ya terminamos chicas. —Ellas me miraban un poco confundidas.

— ¿Como que terminamos? —exclama Teresa—. ¡Tú casi ni ayudaste Lily! —añadió, mientras se reía.

—Estoy de acuerdo con Teresa, Lily —dijo Mun—. No ayudaste casi en nada.

—No se enojen chicas Jajaja —comente. Estaba riéndome porque sabía que estaban diciendo la verdad.

De pronto, Teresa saco un tema que no me gustó mucho.

—Oye Lily. ¿No hay alguien por ahí que te guste?

La mire un poco triste

—Claro que no Teresa. Sabes que no estoy lista para una relación por...

—Por la razón de que Antonio te engaño —me interrumpe Mun, robándome las palabras de la boca —, y tienes miedo de que otra persona lo haga, ¿Cierto?

Estaba triste. En pocas palabras, ya habían pasado cinco semanas desde que mi ex me había engañado con una "amiga". Aunque ya ni se porque le sigo diciendo así.

—Ya lo saben chicas. Desde ese día, me he vuelto muy insegura de mi misma.

Ellas se miraron por unos segundos, se acercaron a mí y me dieron un abrazo.

—No te preocupes, eres una chica grandiosa, graciosa y eres todo lo que un hombre desea. —argumento Mun.

—Mun está en lo cierto. Él fue un idiota en no saber valorarte amiga —añadió Teresa—. Ahora valórate tú.

Las miré y empecé a llorar. Ellas sabían que lo quería mucho.

—¡Tienen razón chica, muchas gracias!

Mun me limpiaba las lágrimas. En eso, suena el timbre; ya teníamos que entrar a clases, ya era tarde. Y si no nos damos prisa, no nos dejarían entrar. Corrimos lo más rápido que podíamos, hasta que por fin llegamos y entramos al salón. El profesor todavía no llegaba, nos sentamos y entró en ese instante. Que suerte.

—Buenos días —saluda la profesora de inglés.

—Buenos días profesor —respondimos todos, mientras estábamos sentados.

Después de que el profesor se acomodó, dejando su maletín en la mesa, empezó a escribir algo en la pizarra.

—Hoy hablaremos del verbo "to have" —declaro el profesor—, pero primero, entregare las evaluaciones de la semana pasada.

El examen. Por fin, quiero ver cuánto saque de nota. Mi promedio ha estado bajando estos últimos días, y quiero evitar eso.

De uno en uno, el profesor comenzaba a llamarnos, hasta que escuche el nombre de Teresa. Ella mostro una sonrisa después de recibir su evaluación, y eso que aún no la había visto.

Después fue el turno de Mun. Ella también mostro una sonrisa, pero fue luego de revisar su evaluación, se acercó a mí y me mostró su nota: 20 de 20. Saco la máxima nota.

Ya me encontraba más nerviosa. La tensión se me notaba cada vez que el tiempo se prolongaba y aún no era mi turno. Debo de sacar más de 10, eso es lo que quiero.

—Dana —pronunciaron mi nombre—. Te llaman —. Era Mun, indicándome que era mi turno.

Me levanto nerviosa, se notaba. Me dirijo a retirar mi evaluación.

—Felicidades —me agradece el profesor—. Con el esfuerzo, viene el logro.

Esas palabras me confundieron. Revisó mi nota, apenas escucho esas frases. 20 de 20. No lo podía creer. Ni yo misma se cómo saque tanto. Estuve tan feliz que lo expresé sin pensarlo.

—Dana —me dice el profesor, mientras me veía saltando de alegría—, ya puede tomar asiento. Debo continuar entregando las evaluaciones.

—Lo siento —le respondo apenada.

Una vez terminada la entrega de evaluaciones. Efectivamente, el profesor continuó con la lección.

Las horas habían pasado. Ya eran las 12.15 PM. Hoy teníamos solo dos materias, de las cuales, una era importante. Y si se pregunta del ¿Porque? Bueno, es que tengo bajas notas. Y si no hago el trabajo que mando hoy la profesora para la otra semana, me quedara la materia.

Luego de terminada las clases, le pedí a mis amigas que me acompañaran al supermercado. Recordé que debía comprar la barra de chocolate a mi hermana. Un trato es un trato.

—La clase de física fue aburrida —argumento Teresa. Luego de las clases.

—Para ti todo es aburrido —exclamo Mun—. Cuando te has divertido en una clase, que no sea la del profesor de inglés.

—Pero Mun. Acaso no te has dado cuenta de lo hermoso que es —explico Teresa.

—Bueno, eso fue lo que dijiste el semestre pasado del profesor de matemática —añadí, mientras nos quedamos en frente de la entrada del supermercado, esperando que unas personas que estaban delante de nosotras, entraran.

—Lo dijiste —espeto Teresa, mientras me señalaba—, él fue el pasado, y el profesor de inglés es el hoy —continúo hablando después de dejar de apuntarme y perder su vista en el horizonte—. Pero la verdadera pregunta es: ¿Quién será el mañana?

—¿Teresa? —preguntamos Mun y yo al unísono.

—¿Cómo lo hice? —pregunta Teresa. Mostrándose orgullosa.

—¿A qué te refieres? —pregunta Mun.

—Lo leí de un libro. Y quería ver como actuaba esas líneas.

Tanto Mun como yo nos quedamos asombradas. Esta no es la Teresa que conocemos, ella es menos de pensamientos profundos. Pero fue tanto la impresión de nosotras que nos empezamos a reír. Era raro.

—¡Porque se ríen! —refunfuño Teresa.

—Es que es raro —explique, tratando de dejar de reírme—. No es común escucharte hablar así.

—¡Olvídenlo! —comento Teresa—. Entremos de una vez a comprar tu chocolate. —Mostro una leve sonrisa.

Por un momento, creí que se había molestado en serio con nosotras, pero aún sigue siendo la Teresa que conocemos. Me preocupe por nada.

Luego de agarrar cuatro barras de chocolate —tenía que darles algo de agradecimiento a las chicas por acompañarme, así que una barra para cada una— me dirigía a pagar.

—Mira Lily —me llama Mun— ¿Cómo me quedan? —Se había puesto unos lentes de sol que se estaban vendiendo en un apartado del supermercado.

—En ti todo te queda bello —dijo Teresa.

—Mentira Teresa —refute—. Mun no se vuelve hermosa por las cosas que se ponga. Ella hace que las cosas sean hermosas. Ella es la belleza en persona.

Era la verdad. Teresa es hermosa. Su cabello es castaño claro, risada y corta. Su piel es blanca con algunas pecas en su cara, que la hace ver más hermosa. Sus ojos de color azul. No importaba los gestos o expresiones que hacía, todas eran bellas. Es más alta que yo. No tiene ni mucho ni tanto, su cuerpo esbelto, es perfecto.

—Las adoro chicas —Mun se acercó a nosotros y nos dio un abrazo.

—Y nosotras a ti —espeto Teresa.

Luego de pagar los dulces. Me acompañaron a la parada para tomar un taxi. Había mucha gente. Pero por fin logre subirme a uno.

—Las espero en mí casa este sábado para realizar la tarea de hoy.

—Está bien. Cuídate Lily —respondió Teresa.

—Saluda a tu madre de nuestra parte —añadió Mun, mientras se despedía moviendo su mano.

—Está bien —les respondí por la ventana del taxi—. Cuídense. Las adoro.

—Señorita. Por favor. No se asome por la ventana —me regañó el conductor.

—Lo siento —me disculpe con una pequeña sonrisa de felicidad.

Tengo unas maravillosas amigas. Y no las cambiaría por nada.

avataravatar